Los talibanes dicen que respetarán a las mujeres, pero las iraníes ya vimos esta película/Masih Alinejad es periodista, escritora y defensora de los derechos de las mujeres iraníes. Es presentadora de ´Tablet', un programa de entrevistas en Voice of America.
The Washington Post. Lunes, 23/Ago/2021
El martes 17 de agosto, los talibanes organizaron una conferencia de prensa en Kabul. Su portavoz, Zabihullah Mujahid, hizo todo lo posible para tranquilizar a la comunidad internacional y hablar sobre las buenas intenciones del grupo. Prometió un gobierno inclusivo, insinuó la posibilidad de elecciones y manifestó que los talibanes de hoy han cambiado considerablemente desde que perdieron el control del poder hace 20 años. Mujahid insistió en que el nuevo gobierno talibán protegerá la libertad de expresión, los derechos humanos y los derechos de las mujeres, dentro de los límites de la ley islámica, agregó repetidas veces. “Les aseguramos que no habrá violencia contra las mujeres”, afirmó. “No se permitirá ningún prejuicio contra las mujeres, pero los valores islámicos son nuestra estructura”. Muchos observadores quedaron sorprendidos por la vaguedad del lenguaje.
Sin embargo, debería ser completamente evidente lo que tienen planificado los talibanes. Durante su anterior período en el poder impactaron al mundo con la crueldad de su régimen. Los azotes, ejecuciones públicas y la represión a las mujeres fueron sus rasgos distintivos. Y durante las últimas dos décadas han dado numerosos ejemplos de tener las mismas tendencias. No nos engañemos: esto es una tragedia para las mujeres de la región.
Las declaraciones de Mujahid suenan vacías para muchas mujeres afganas que están actualmente buscando burkas mientras se preguntan cuánto tiempo podrán sobrevivir a un régimen talibán. El ruego de una mujer afgana que buscaba protección de la violencia potencial se hizo viral en la redes sociales. “Los talibanes obligan a las mujeres como yo a casarse con sus combatientes”, me dijo en una entrevista. “Tenemos muchas Michelles Obama en Afganistán. Tenemos mujeres tan fuertes como (la canciller alemana, Angela) Merkel. Ahora serán obligadas a arrodillarse ante la sharía”. La mujer, cuyo nombre real he ocultado por razones de seguridad, es en la actualidad una refugiada fuera de Afganistán.
Las mujeres conocen a los grupos islámicos mejor que la mayoría porque son las que sufren las peores consecuencias. La guerra islamista está dirigida principalmente contra las mujeres. Las declaraciones de Mujahid guardan un parecido inquietante con las garantías dadas por el ayatolá Ruhollah Jomeiní, líder de la Revolución Islámica, a la prensa occidental antes de su llegada al poder en Irán.
En diciembre de 1978, antes de su regreso del exilio, Jomeiní dijo: “Las mujeres pueden elegir cualquier tipo de atuendo siempre y cuando estén cubiertas de forma apropiada y usen hiyab”. Pocas semanas después, el 23 de enero de 1979, declaró: “Daremos a las mujeres toda clase de libertades, pero evitaremos la corrupción moral y en eso no hay diferencia entre hombres y mujeres”. Además de apaciguar a los observadores occidentales, probablemente Jomeiní estaba tratando de tranquilizar a sus aliados liberales en la revolución contra el sha, que incluía a un gran número de mujeres activistas.
Sin embargo, una vez que los islamistas asumieron el control definitivo, se instaló la nueva realidad. Las mujeres que ejercían el cargo de juezas, incluyendo a Shirin Ebadi, quien luego recibiría el Premio Nobel de la Paz en 2003, fueron despedidas. Las mujeres cantantes fueron vetadas, y las autoridades prohibieron varias actividades deportivas para las mujeres. La medida más importante fue la obligatoriedad del uso del hiyab. Las mujeres o niñas que rechazaron su uso obligatorio fueron privadas de acceso a la educación. No se les permitió tener empleos y se enfrentaron a posibles arrestos. Según la interpretación iraní de la ley islámica, las mujeres que se resisten al uso obligatorio del hiyab en público deben ser castigadas con hasta 74 latigazos. Varias activistas por los derechos de las mujeres han sido condenadas a largas penas de prisión por simplemente haberle dicho “no” al hiyab obligatorio.
Y sí, por supuesto, los islamistas iraníes son chiitas, mientras que los talibanes son sunitas, lo que significa que existen muchas diferencias entre ellos. Sin embargo, da la casualidad de que su desprecio por las mujeres es uno de los principios ideológicos fundamentales que comparten. Desde la toma del poder de los talibanes, he recibido muchos testimonios de mujeres afganas que sugieren que los derechos que lograron conseguir en las últimas dos décadas están en peligro de desaparecer. A muchas mujeres profesionales les han dicho que se queden en casa.
El miércoles 18 de agosto, una de las cantantes pop afganas más populares, Aryana Sayeed, fue vista apretujada en un avión militar que salía de Kabul. La cantante ha dividido su tiempo en los últimos años entre Kabul y Estambul, pero ahora teme que nunca podrá regresar a su verdadero hogar en la capital afgana. Sayeed me dijo que estaba devastada por la incertidumbre de su futuro. Encarnó las esperanzas de muchos afganos y rompió muchos tabúes: quizás el más famoso fue en septiembre de 2015, cuando cantó en un estadio de Kabul repleto de hombres. Cuando los talibanes estaban en el poder, las mujeres tenían prohibido incluso la entrada a los estadios, mucho menos podían cantar en ellos con el rostro orgullosamente descubierto.
Sí, sin duda los talibanes han cambiado: se han vuelto más sofisticados en el uso de los medios occidentales para adelantar sus objetivos. La realidad en las calles de Kabul cuenta una historia diferente. Los talibanes ya están censurando fotografías de mujeres en vallas publicitarias y carteles. Pronto, las mujeres serán borradas de la esfera pública. Ya vimos el comienzo de esta película en Irán hace 42 años, y todavía continúa.
El 8 de marzo de 1979, en el Día Internacional de la Mujer, más de 100,000 mujeres iraníes marcharon contra el decreto de Jomeiní sobre el uso obligatorio del hiyab. El nuevo régimen sofocó esta protesta masiva utilizando la fuerza. Desafortunadamente, las mujeres afganas podrían estar frente a un destino incluso peor.
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