4 nov 2021

El caso Lozoya en los medios; varias columnistas sobre el tema

Emilio Lozoya ya no le sirve a la FGR, ni a la cuatroté, además de que no ha entregado nada se convirtió en un cínico; ayer durante la audiencia en el Reclusorio Norte, por cierto a la primera que habría asistido  le rechazaron todas sus peticiones y hasta lo regañaron   por la foto en la que aparece en el restaurante Hunan de Las Lomas, comiendo pato laqueado, y bebiendo buenos vinos...

La FGR dio un viraje de 180 grados en el trato que le había otorgado a Emilio Lozoya desde el 17 de julio de 2020, cuando aterrizó extraditado de España. Y en buena medida, todo se debe a su fotografía en el restaurante, dice una nota de Abel Barajas...

La FGR dijo con todas sus letras que Lozoya sólo había utilizado la negociación del criterio de oportunidad para dilatar el proceso y no ir a la cárcel.

El C. Presidente  comentó en conferencia Mañanera, que es un momento histórico y ve bien lo que hizo la Fiscalía General con el caso Lozoya quien ya pasó su primera noche en prisión.

Recordó que tiene plena confianza en el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero a quien calificó como un hombre recto e íntegro para manejar el caso de Odebrecht: “Le tengo confianza y no va a simular, a permitir la impunidad, no va actuar por consigna. Sabe que es un momento histórico lo que estamos viviendo. Él es una gente ya mayor, estoy seguro que va a querer terminar el último tramo de su vida, espero sea largo, con dignidad, eso es muy respetable”.

Agregó que se debe castigar a todos los responsables de recibir sobornos de la empresa brasileña Odebrecht y señaló que el manejo del caso fue muy lamentable en México ya que en todos los países involucrados se castigó a los funcionarios implicados menos en el país.

¿Se acabo el acuerdo? Sin duda.

Varios columnistas abordan el tema hoy  y la nota está en ocho columnas en 10 periódicos..:

EL CARTÓN

Cartón de Rictus: "Sin privilegios". En las afueras del Reclusorio, llega un pedido del Hunan: "¡Pedido para el señor Lozoya!". 

1. Reforma. METE EU PRESIÓN Y FRENAN REFORMA. Acusan congresistas violación de TMEC; Embajador Salazar reclama en Palacio

2. El Universal. LOZOYA SE QUEDA EN LA CÁRCEL, ANTE RIESGO DE FUGA. Termina su libertad condicional, luego de que un juez concedió la medida solicitada por la FGR al considerar que tiene recursos y contacto para escapar

3. Milenio. LOZOYA CENA EN PRISIÓN. El MP atribuyó "poco pudor procesal" al ex director de Petróleos Mexicanos por su escapada a un restaurante y el juez le dictó cárcel "preventiva justificada"; la defensa apelará, pero sigue colaborando

5. Excélsior. POR RIESGO DE FUGA, LOZOYA VA A LA CÁRCEL. A petición de la FGR, el juez de control dictó prisión preventiva justificada contra el exdirector de Pemex, acusado de lavado, cohecho y asociación delictuosa

6. El Financiero. LOZOYA VA A PRISIÓN; VE JUEZ RIESGO DE FUGA. Ocultó 2 millones de euros en Europa de Odebrecht

7. El Heraldo de México. LOZOYA SE QUEDA PRESO. Un juez le dictó prisión preventiva por riesgo de fuga, luego de que la FGR solicitó la medida, el exdirector de Pemex acudió al Reclusorio Norte a una audiencia, pero ya no salió

8. La Crónica. PRISIÓN PREVENTIVA A LOZOYA; VA AL RECLUSORIO NORTE. La FGR lo acusa de usar el "criterio de oportunidad" para dilatar y obstaculizar el proceso en su contra

9 . El Sol de México. LOZOYA CENA YA EN EL RECLUSORIO NORTE. El juez dictó la medida al considerar que el exdirector de Pemex podría darse a la fuga

10. Ovaciones. QUINCE MESES DESPUÉS, LOZOYA ESTÁ EN LA CÁRCEL. FGR cambia el trato hacia el ex director de Pemex

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Las columnas políticas hoy, jueves 4 de noviembre de 2021

Templo Mayor/ REFORMA

DIFÍCILMENTE se puede ver el encarcelamiento de Emilio Lozoya como un triunfo de la lucha contra la corrupción. La realidad es que el ex director de Pemex no durmió en una celda por el buen trabajo de la FGR, sino por un berrinche presidencial.

EL ESCÁNDALO que se desató por las fotografías de Lozoya en el Hunan pegó fuerte en AMLO, quien de plano calificó la cena como una provocación. Y, ¡abracadabra!, por arte de magia el fiscal Alejandro Gertz Manero de pronto se dio cuenta de que Lozoya había convertido el criterio de oportunidad... en criterio de impunidad.

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Lozoya, una cena muy cara

Bajo Reserva/EL UNIVERSAL

¿Cara? Carísima le costó la cena que en un sábado de octubre pasado tuvo el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya. Nos hacen ver que por 15 meses la Fiscalía General de la República consintió a don Emilio. Que nadie lo viera a su llegada a México, que no pisara la cárcel, esos y varios otros privilegios, le fueron extendidos a Lozoya —confeso de participar en un esquema de soborno y de haber recibido millones de dólares en cohechos por parte de la constructora brasileña Odebretch—, a cambio de que él entregara pruebas para llevar a la cárcel a sus superiores, específicamente el expresidente Enrique Peña Nieto, y el exsecretario de Hacienda, Luis Videgaray. Sin embargo, aquella noche en el exclusivo restaurante Hunan, en las Lomas de Chapultepec, generó escándalo e indignación, al grado de que esa cena, calificada por el presidente Andrés Manuel López Obrador de “inmoral”, cambió la historia y Lozoya acabó por pagar el pato. La falta de cumplimiento de sus promesas de entregar evidencias y su exhibición en público, llevaron a Lozoya a que sus próximas cenas sean en el comedor de presos del Reclusorio Norte. Al menos, nos hacen ver, ahí la comida es gratis.

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Estrictamente Personal

Las consecuencias del Hunan/Raymundo Riva Palacio

El Financiero, noviembre 04, 2021 ;

Después de que el presidente Andrés Manuel López Obrador regañó al fiscal general, Alejandro Gertz Manero, al ser pillado el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, cenando en un restaurante de lujo, dejando en ridículo al gobierno, las cosas cambiaron para todos. Gertz Manero fue varias veces a Palacio Nacional para hablar con el Presidente y el coordinador de consejeros, Lázaro Cárdenas, y un grupo militar empezó a vigilar a Lozoya para evitar que se fugara. Este miércoles, como colofón, los fiscales pidieron la prisión preventiva justificada, desvaneciendo el halo de impunidad vigente, y la Guardia Nacional, no la Policía Federal Ministerial, lo detuvo.

Los privilegios cesaron, por ahora, y no era para menos. Los regaños del Presidente, pese a respaldar públicamente a Gertz Manero, hicieron temer entre los colaboradores que estaba en el umbral de la remoción. Su cambio no se llegó a discutir en Palacio Nacional, pero en la Fiscalía General tenían claro que tenían que salvar cara y debían mostrar que la cena, como apuntó Denise Maerker en el programa Tercer Grado, tuvo consecuencias.

Las vimos. El juez Artemio Zúñiga, que tiene una relación muy estrecha con los fiscales que llevan el caso Lozoya e incluso les corrige los borradores de los documentos que le van a enviar para evitar errores, obligó al exdirector de Pemex a comparecer de manera presencial. En sincronía, la Fiscalía General no pidió autorización para que pudiera entrar al Reclusorio Norte en su automóvil, por lo que se tuvo que bajar en la calle y caminar en medio de un enjambre de periodistas.

La Fiscalía General, que trabaja de manera coordinada con la defensa de Lozoya, sabía desde la semana pasada que iba a solicitar una prórroga para la entrega de evidencias, y el exfuncionario estaba en el entendido de que no pisaría la cárcel. Pero Gertz Manero y Juan Ramos, subprocurador especializado en Investigación de Delitos Federales, cabeza del caso Lozoya, le aplicaron lo mismo que le hicieron al exsenador Jorge Lavalle, otro imputado falsamente por el exdirector de Pemex, que no había de qué preocuparse porque era una audiencia para ampliar el plazo. La defensa de Lozoya fue engañada. Confió en el fiscal y su principal colaborador, sin saber que, por primera vez en 16 meses, no iban a estar del mismo lado, sino que habían saltado la verja.

La comparecencia comenzó de acuerdo al libreto acordado. La defensa del delincuente confeso de haber recibido sobornos de Odebrecht pidió una prórroga de 60 días porque no había recibido respuesta de la fiscalía brasileña, a la que le pidió si el exdirector de Odebrecht para México, Luis de Meneses Weyll, había ratificado o no su declaración donde afirma que los únicos sobornos que dio la constructora en México fueron para Lozoya. El juez le dio la prórroga, pero por 30 días.

Después de eso, en el principio de lo inesperado para Lozoya, los fiscales le pidieron al juez imponerle la prisión preventiva justificada por considerar que podía fugarse. Dijeron que la cena en el restaurante mostró que tenía las redes de apoyo que pudieran ayudarlo a fugarse de México, y que disponía de 2 millones de euros en una cuenta en Liechtenstein, que por razones desconocidas no ha sido congelada, con lo que podía financiarlo. Los argumentos eran baladíes, y parecían una burla a los mexicanos, incluido el propio presidente López Obrador, a quien Gertz Manero le hizo creer que Lozoya era la llave para mostrar la corrupción del pasado.

La cena en el restaurante Hunan no había sido la primera con sus amigas y amigos influyentes en el mundo empresarial, aunque sí fue donde lo atraparon en flagrancia. El dinero de las redes empresariales que había tejido, o sus multimillonarios patrocinadores rusos que lo protegieron en Rusia y España, le han permitido moverse en todo el gran Valle de México, mantener su relación con la novia rusa que le plantaron y tener a su disposición, si quisiera, los recursos para fugarse de México. No había sido algo que pensara necesario, por la negociación con Gertz Manero, pero tras la cena, hoy se ve, cambió la ecuación. Emilio Lozoya Thalman, su padre y cabeza de la defensa, no lo creía, pese a que su relación con Ramos se agrió, y actuaba como si el pacto con el fiscal mantuviera sus términos.

En la audiencia, los argumentos que adicionalmente esgrimieron los fiscales ante el juez también fueron mentirosos. Dijeron que carecía de arraigo porque su esposa alemana e hijos están en Alemania, y que su familia política, que es multimillonaria, podría resguardarlo. La familia política, lo sabe Gertz Manero, no quiere saber nada de Lozoya, y su esposa inició el proceso de divorcio y tiene la custodia de sus hijos. Esto no era un engaño al juez, sino a la opinión pública.

Los fiscales explicaron que, ante la exigencia de una reparación de daño por más de 7 millones de dólares, que Pemex había exigido como prerrequisito para que la Fiscalía General le otorgara el criterio de oportunidad, Lozoya no negoció, lo que es falso. Lozoya quería repararlo con dos propiedades, en Lomas de Bezares, en la Ciudad de México, y en Ixtapa Zihuatanejo, pero el director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, las rechazó por insuficientes.

El fiscal Manuel Granados Quiroz le dijo al juez que la actitud de Lozoya había sido “evasiva” y “grosera”, alargando el proceso de manera “injustificada”. Otra mentira. El caso se ha alargado porque Lozoya no ha probado nada de lo que denunció, ni entregó las evidencias que prometió. La cena en el Hunan le redujo espacio de maniobra a Gertz Manero y a Ramos, y se quedaron sin tiempo para seguir maquillando, manipulando o inventando imputaciones.

Al final, todo estaba reducido este miércoles a la sobrevivencia del fiscal y su colaborador, o a la libertad de Lozoya. Eso fue lo más importante, la reputación de Gertz Manero y Ramos, no la verdad.

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Coordenadas

¿Fue demasiado tarde la aprehensión de Lozoya?/Enrique Quintana

Coordenadas

El Financiero, noviembre 04, 2021 |;

Una de las banderas, quizá la más importante, que dio a López Obrador el triunfo en las elecciones de 2018, fue su denuncia de la corrupción.

A lo largo de la primera mitad de su mandato, su gran trofeo fue la aprehensión de Emilio Lozoya, exdirector de Pemex.

Aunque el caso contra Lozoya en realidad venía desde el sexenio anterior, la imagen pública fue que López Obrador era quien lo estaba persiguiendo.

El caso de Rosario Robles ha aparecido en la opinión pública más bien como una venganza política y no tanto como un combate a la corrupción.

El caso Lozoya, sin embargo, se fue desgastando a través del tiempo.

Lozoya fue aprehendido en España el 12 de febrero de 2020. Fue extraditado a México el 17 de julio de ese mismo año.

En la negociación de la extradición se pretendió que Lozoya se convirtiera en la ‘llave maestra’ para involucrar en casos de corrupción a múltiples personajes de la administración anterior empezando con el propio presidente de la República.

De esta manera, el 11 de agosto de 2020 Lozoya presentó una denuncia en la cual señalaba cómo la aprobación de la reforma energética involucró toda una serie de sobornos.

Parecía desatar un gran escándalo, de proporciones sísmicas.

Con dichas revelaciones, Lozoya negoció su condición de testigo colaborador con la Fiscalía General de la República (FGR), lo que le permitió evitar la prisión aun cuando fuera un delincuente confeso.

El pasado sábado 9 de octubre, la periodista Lourdes Mendoza, colaboradora de esta casa editorial, quien a su vez había presentado una denuncia contra Lozoya por difamación, captó al exdirector de Pemex en una comida en el restaurante Hunan de las Lomas y difundió su imagen en redes sociales.

Ese cuadro echó por tierra la imagen de que esta administración combatía la corrupción.

De acuerdo con la encuesta de El Financiero publicada el día de hoy, pero levantada antes de que Lozoya fuera aprendido ayer, 37 por ciento tuvo una opinión favorable a las políticas de AMLO contra el combate a la corrupción, pero 49 por ciento tuvo una opinión desfavorable.

A partir del día de ayer Lozoya quedó preso tras la consideración del juez respecto a que podría tener recursos para poder huir de la justicia.

¿Logrará este hecho rehabilitar la imagen de la FGR y del combate a la corrupción?

Lo dudo.

Me parece que la imagen que va a quedar es que se le aprehendió tras haber ridiculizado a la FGR al ser exhibido en la referida comida.

El presidente López Obrador sabe que va a ser complicado cambiar las percepciones. Sin embargo, iba a ser todavía más complicado el modificarlas con Lozoya en libertad.

Respecto a su denuncia, el juez dio al exdirector de Pemex otro mes para presentar evidencias que soporten sus denuncias. Parece altamente improbable que, tras tantos meses que no ha logrado sustentarlas, ahora sí lo haga.

Todo indica que se caerá también el intento de convertirlo en ‘la llave’ para involucrar a una buena cantidad de funcionarios en el escándalo.

Por esa razón, no va a ser fácil para López Obrador el reivindicar la eficiencia de su pretendido combate a la corrupción, pues no hay ningún otro caso suficientemente relevante como para ser emblemático.

El próximo martes, AMLO viajará a Nueva York y hablará ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en un discurso en el que reivindicará el combate a la corrupción.

Era inimaginable que lo hiciera con Lozoya libre. Y de cualquier forma, va a ser muy difícil que tenga impacto cuando el saldo que puede presentar en esta materia tras tres años de gobierno, resulta tan pobre.

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La Feria

Lozoya, en la hora cero/Salvador Camarena

El Financiero, noviembre 04, 2021 ;

Emilio Lozoya Austin se ha convertido en el símbolo de la corrupción del sexenio de Enrique Peña Nieto, que ya es mucho decir.

Javier y César Duarte o Roberto Borge, gobernadores de excesos, escándalos y desfalcos, eran compañeros de andanzas de EPN, pero su destrampe –que contemporanizó con el sexenio peñista en el que se fugaron para luego ser detenidos– empezó antes de 2012.

Se puede decir que Lozoya, en cambio, desembarcó en México luego de residencias en el extranjero para, fundamentalmente, integrarse al equipo de Peña Nieto; primero en la campaña presidencial, luego como parte de su transición y, finalmente, como director de Petróleos Mexicanos.

Mas tuvo una carrera corta en el servicio público: en febrero de 2016 deja la dirección de Pemex por choques con el poderoso Luis Videgaray, no por la corrupción de Odebrecht, caso que se conocería meses después, por el acuerdo de la empresa brasileña con autoridades estadounidenses, revelado en diciembre de ese año.

En poco tiempo Emilio pasaría de exfuncionario sin cartera, consentido por apenas unos cuantos peñistas, entre ellos el influyente peñista Aurelio Nuño, a ser un peso muerto.

Fue cuestión de meses para que comenzaran a publicarse los detalles de la corrupción de Odebrecht en México. Entre otros, reporteros de Quinto Elemento, primero, y Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), después, aportaron detalles sobre los sobornos brasileños en suelo mexicano. El destino de Lozoya estaba echado, pero él se defendió con el guion clásico de estos casos: es mentira, todo es una campaña (en corto llegó a decir que incluso consideraría demandar a periodistas que lo señalaban) y, como los Duarte y Borge, finalmente huyó al extranjero.

Hace año y medio fue detenido en Málaga, España. Negoció su repatriación y nunca, hasta ayer, había pisado un juzgado, ya no digamos la cárcel.

La Fiscalía General de la República le otorgó toda clase de beneficios –al punto de que hubo quien llegó a pensar que quizá ni estaba en México, pues hasta las audiencias tapiaron– a cambio de una declaración que ayudara a las autoridades a emprenderla contra Peña Nieto, Videgaray y prominentes panistas.

La narración que aportó Lozoya tiene indicios claros de corrupción –pagos a asesores extranjeros en la campaña del mexiquense–, pero también tintes de venganza política al gusto de Andrés Manuel López Obrador.

Una periodista incluida en la denuncia, Lourdes Mendoza, rechazó las imputaciones del exdirector de Pemex, contraatacó judicialmente y se ha convertido en artífice del encarcelamiento de Lozoya: las fotografías que publicó de éste en el restaurante Hunan se le atragantaron a una FGR que no ha podido probar ni una de las imputaciones de su consentido. Ayer vimos el fin de ese capítulo: la Fiscalía pidió prisión para su testigo de lujo.

Para más INRI de Emilio, los colegas de Quinto Elemento publicaron la semana pasada una contabilidad secreta de Odebrecht por 9 millones de dólares en sobornos en nuestro país, distintos a los 10 millones reconocidos en 2016. Algunos de esos pagos ya habían sido revelados por Raúl Olmos en MCCI, pero los nuevos detalles antes que servir de coartada a Lozoya –”no fui el único”– lo hunden más: Odebrecht, que le pagó por servicios ‘del pasado’, estará en el ojo del huracán.

¿Qué sigue? La Fiscalía usará la prisión para apretar más a Lozoya, no para corregir una averiguación que parecía destinada a satisfacer a AMLO antes que a procurar justicia.

En ese mismo sentido, y aprovechando el momento de popularidad que gozará por encarcelar a Emilio, Alejandro Gertz Manero podría emprender una serie de coletazos judiciales, más para ganar aplausos y encontentar a su jefe, que para probar la corrupción. Cada quien su juego. El del fiscal es quitarse de encima presión, no procurar justicia.

En esta hora cero de Emilio Lozoya lo que parece más sólido es su dicho sobre los pagos a asesores extranjeros de la campaña de Peña Nieto, que podría probar con el registro de las transferencias electrónicas.

Si eso se comprueba ante un juez, entonces la presidencia del mexiquense es resultado de una campaña espuria, con pagos exorbitantes e ilegales. Y entonces sí, debieran ser llamados a declarar Peña Nieto y Videgaray, para empezar. Pero al jalar ese hilo es imposible no hacer lo propio con otros pagos de Odebrecht en México, como los que hizo hace década y media al gobierno –es un decir– del hoy neomorenista Leonel Godoy, en Michoacán.

En pocas palabras, demasiados saldrían salpicados si la FGR se toma en serio la labor de investigar esos sobornos.

A nadie del peñismo le conviene que Lozoya hable. Él creyó que eso era su ventaja. Hoy es su gran debilidad: muchos querrán que él sea el único símbolo de la corrupción de ese sexenio. El fiscal se debe estar frotando las manos.

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 Lozoya: la peor derrota del discurso presidencial/Carlos Loret de Mola

Es el gobierno dando marcha atrás, es el gobierno aceptando que no hay pruebas de lo que dijo Lozoya. Y lo que dijo ha sido columna vertebral del discurso de AMLO

El Universal, 

Cuando hace unas semanas, una fuente me dijo que la FGR se disponía a quitarle la condición de “testigo protegido” a Emilio Lozoya para meterlo a la cárcel, no lo creí. Le dije que eso sería una derrota brutal del presidente López Obrador: su combate a la corrupción sólo tiene ese caso y su contra-reforma energética está basada en los dichos de Lozoya.

Pues eso que no creí, sucedió ayer. La peor derrota del discurso presidencial en lo que va del sexenio: La FGR pidió al juez que retirara a Lozoya el privilegio del “criterio de oportunidad” (testigo protegido) que le permitía no estar en la cárcel, y que lo enviara a prisión ante el peligro de fuga. La FGR fue secundada por la UIF y por Pemex.

Es el gobierno dando marcha atrás, es el gobierno aceptando que no hay pruebas de lo que dijo Lozoya. Y lo que dijo ha sido columna vertebral del discurso del presidente López Obrador. Se le acabó el show. Se esfumó su cortina de humo favorita:

1.- Emilio Lozoya Austin fue extraditado de España a México en el momento de más baja popularidad del Presidente. Tras sus desastrosos manejos de las protestas de las mujeres y del inicio de la pandemia, la popularidad de López Obrador venía en grave picada. Los peores registros del sexenio. En ese momento, activó el tema Lozoya para recordarle al pueblo lo malo y corrupto que era el gobierno anterior, y así tapar lo malo y corrupto que es el gobierno actual. La estrategia funcionó: repuntó la popularidad del Presidente.

2.- Emilio Lozoya Austin fue dejado en libertad a cambio de declarar lo que el Presidente quería que dijera. La redacción de la confesión del ex director general de Pemex —acusaciones, montos, nombres— fueron negociadas entre Lozoya padre y el fiscal Gertz Manero. No importaba si era verdad o mentira. Tampoco si había pruebas o no. Lo que quería el presidente López Obrador —director de esta patética orquesta— era tener parque para disparar contra sus adversarios. Los tejemanejes en la declaración de Lozoya fueron de tal magnitud que motivaron un rompimiento con el que era su abogado, Javier Coello Trejo, quien no estuvo de acuerdo.

3.- Se dejó correr la idea de que Lozoya tenía 18 horas de videos. Que aparecían los más encumbrados políticos del “PRIAN” recibiendo dinero en efectivo. No hubo tales. El único video del caso muestra a un par de operadores políticos panistas de medio pelo recibiendo maletas de cash. ¿Cuándo se difundió ese video? Justo cuando el presidente AMLO supo que saldría a la luz el video de su hermano Pío López Obrador recibiendo dinero en efectivo clandestinamente.

4.- El caso Lozoya ha servido para desviar la atención del debate de fondo sobre la contra-reforma energética del Presidente. Quiere quedarse con todo, acaparar todo, a costa de que suban las tarifas, hayan más apagones y se contamine más. Quiere dinero para hacer política y lo quiere sacar de la CFE, con Bartlett a la cabeza. Para esconder eso, ha usado las declaraciones de Lozoya para argumentar que la reforma energética se negoció corruptamente, por lo que había que desmantelarla. Esa acusación se cayó ayer. Y al Presidente se le desmoronó el discurso.

 historiasreportero@gmail.com

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 Lozoya pisa la cárcel: el fin del pacto de impunidad/Salvador García Soto

El Universal

Una imagen que tardó un año y cinco meses en llegar: Emilio Lozoya Austin, detenido por miembros de la Guardia Nacional, ingresó a la prisión del Reclusorio Norte, luego de que el juez federal le dictara la prisión preventiva oficiosa por riesgo de fuga. 17 meses después de haberlo protegido y privilegiado como su testigo colaborador, la Fiscalía General de la República, en un giro sorpresivo y radical, le retiró el criterio de oportunidad a Lozoya y le pidió al juez modificar la medida cautelar para que se quedara en la cárcel, entre otras razones, por su “provocación” de haber cenado en un restaurante de lujo y no haber mostrado ningún interés en reparar el daño por 7.3 millones de dólares causado al erario federal.   

El Lozoya que ayer llegó temprano al Juzgado, en medio de una nube de reporteros y cámaras que lo acosaban y le cerraban el paso, era muy distinto al que el pasado 10 de octubre cenaba Pato a la Pekín en un restaurante de Las Lomas totalmente relajado y con una risa cínica que le costó muy cara. Esa cena fue mencionada por el representante de la UIF en la audiencia, Antonio López, y por el fiscal del caso Manuel Granados, como el principal elemento para presumir una “conducta inapropiada y una provocación” del exdirector de Pemex, además de una muestra de que, al cenar con sus amigos empresarios, tenía una red de personas pudientes que podían ayudarlo a escapar.

 Cuando salió esposado del juzgado para ser fichado, consignado e internado en el reclusorio, como cualquier presunto delincuente acusado de delitos graves, era evidente que los días del Lozoya que vivió como príncipe durante el gobierno de Peña Nieto, que aún en su fuga de la justicia se dio vida de rico entre Alemania, Rusia y Málaga, y que con un misterioso y millonario acuerdo con la FGR, negociado por los abogados del despacho del juez Baltasar Garzón en España, había conseguido regresar extraditado a México con todos los privilegios: nunca pisar la cárcel, seguir su proceso en libertad y solo con un brazalete electrónico y acogerse al criterio de oportunidad, habían terminado.

 El pacto de impunidad que existió por casi año y medio entre la FGR y el principal involucrado en la corrupción de Odebrecht del sexenio peñista, se hizo ayer añicos. Enojados luego de que el juez Artemio Zúñiga le diera una nueva prórroga de un mes a Lozoya, el fiscal y el representante de la UIF tronaron contra el que fuera “testigo consentido” de la Fiscalía. “Es sabido que se encontraba en un restaurante, no se ajusta al comportamiento de una persona sujeta a proceso penal y, si bien no tiene un impedimento, su presencia en el restaurante es una provocación a las instituciones públicas”, dijo Antonio López, mientras el fiscal Manuel Granados remató: “Su actitud ha sido evasiva, grosera (...) no ha manifestado su intención de reparar el daño y no es posible en esas condiciones un criterio de oportunidad, al no reparar el daño, sólo ha logrado que el proceso se haya alargado de manera injustificada, por eso es que estamos ante una necesidad de cautela muy elevada”.

 Desde ese momento Emilio Lozoya se había quedado solo y sin la protección que por 17 meses le dispensó la FGR. Sus abogados, Miguel Ontiveros y Alejandro Rojas intentaron distintas maniobras y hasta ofrecieron vender propiedades para reparar el daño de 7.3 mdd, pero el juez Zúñiga fue implacable en su fallo: Lozoya Austin merecía desde la primera audiencia del 28 de agosto de 2020 la prisión justificada; hoy por la penalidad de 12 a 35 años por los delitos de lavado de dinero, asociación delictuosa y cohecho, y por las redes familiares que tiene dentro y fuera del país, generan la posibilidad de que pueda evadirse de la justicia.

 Antes de que el juez lo mandara a prisión, cuando ya era un hecho que no volvería a salir ni a comer en los restaurantes de lujo que tanto le gustan, Emilio Lozoya pidió al juez que le diera la palabra y con voz grave y apesadumbrada dijo: "Yo no me fugué. Yo vine un 1 de mayo de 2019 y tuve reuniones con altos funcionarios del Gobierno de México y me regresé a trabajar como financiero internacional. Cuando sacaron la orden de aprehensión yo nunca me evadí de la justicia… Cuando se ejecutó la orden de aprehensión yo ya tenía la plena intención (de colaborar con las autoridades). Ya estábamos en diálogos con la FGR”, argumentó un Lozoya que se dijo “víctima de una persecución en la opinión pública” y negó haber recibido un trato privilegiado de la Fiscalía porque su madre Gilda Austin estuvo presa en Alemania y lleva 2 años en prisión domiciliaria.

 El Lozoya que hablaba desde el estrado judicial ya había empezado la metamorfosis de aquel funcionario poderoso, altivo y soberbio que dirigía Pemex y gustaba de lujos, excesos y mujeres extranjeras. Conforme decía que era víctima de un “asesinato por carácter” y aseguraba que “nunca me van a encontrar un solo ingreso ilegal ni antes ni después de que fuera servidor público”, Emilio ya no miraba a todos hacia abajo como siempre lo hizo. Y para cuando insistía en que “hay muchos intereses que no quieren que se sepa la verdad” sobre los sobornos que recibió y repartió, y que él sólo fue un “instrumento de un aparato de Estado organizado”, ya lo esperaban los integrantes de la Guardia Nacional con las esposas para conducirlo a la celda en la que pasó ayer su primera noche.

 Ayer por la tarde sus abogados emitieron un comunicado donde dicen que “mantiene su firme colaboración con la FGR” para seguir buscando el criterio de oportunidad que solicitó cuando lo trajeron de España en junio de 2020. Pero era claro que para la Fiscalía ese criterio de oportunidad ya no tiene interés y que, a juzgar por lo dicho por el fiscal Granados en la audiencia, la instrucción de su jefe, el fiscal general Alejandro Gertz Manero fue romper cualquier trato con Lozoya y pedirle al juez que lo mandara a la cárcel para continuar con su proceso bajo prisión justificada.

 Está claro que ayer Gertz Manero lanzó un “¡ya basta!” ante las duras críticas que le costó la imagen de Lozoya cenando en aquel restaurante y que el regaño presidencial que recibió por aquellos días el fiscal surtió su efecto. Se acabó el pacto de impunidad, Emilio Lozoya difícilmente saldrá de la cárcel, al menos en lo que resta de este sexenio. No habrá más Pato a la Pekín ni trajes de diseñador para el exdirector de Pemex.

 NOTAS INDISCRETAS… 

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Vuelco al caso Lozoya/JOAQUÍN LÓPEZ-DÓRIGA

Van de la Cosa Nostra a la cosa suya. Florestán

Milenio

Desde hace tiempo, una voz en Palacio Nacional insistía en que si Emilio Lozoya no aportaba las pruebas de sus acusaciones perdería el criterio de oportunidad y tendría que ir a la cárcel.

Pero otras voces también cercanas insistían que eran más importantes las acusaciones del ex director de Pemex contra personajes del pasado que el prurito legal.

Y así se la llevaron, cuando un pato laqueado se le cruzó en el camino la noche del sábado 9 de octubre y la periodista Lourdes Mendoza lo retrató cenando en el Hunan, lo que cambió el ánimo del presidente López Obrador.

Ayer, a menos de un mes del pato, al ser citado presencialmente por el juez José Artemio Zúñiga en el Centro de Justicia Federal del Reclusorio Norte, donde resolvería su petición de la sexta prórroga para presentar las pruebas de sus acusaciones, el fiscal federal determinó que no había cumplido con las circunstancias de la medida cautelar aceptada en octubre de 2020, entre ellas la reparación del daño, y que la había utilizado para retrasar el proceso en su contra.

Y así se consumó cuando la FGR, con el total apoyo de la UIF, pidió al juez, y éste concedió, la prisión preventiva justificada, por lo que Lozoya fue enviado directo del juzgado al interior del Reclusorio Norte para seguir, desde ahí, el proceso por cohecho, asociación delictuosa y lavado de dinero, lo que es un vuelco al caso.

Lo que no entendí fue el comunicado de sus abogados, anoche, diciendo que Lozoya mantenía una colaboración sólida y permanente con las instituciones de justicia penal y con la Presidencia de la República.

Y pregunto, ¿Cuál es la relación sólida de Lozoya con la Presidencia de la República y para qué?

Ojalá hoy la detallara López Obrador.

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DUDA RAZONABLE

Lo de Lozoya ilustra nuestra tragedia/CARLOS PUIG

Milenio

Si alguien en este país tenía alguna duda de cómo nuestro aparato de justicia tiene muy poco que ver con la justicia y todo que ver con la política y el poder en turno, ayer quedó confirmado para siempre.  

Vamos por partes.

En el sexenio pasado fue Raúl Cervantes, Procurador General de la República, a quien le tocó hacer la investigación de Odebrecht. De repente renunció —es un decir—, pero ese día dice: “la Procuraduría ha concluido las investigaciones respecto a uno de los mayores esquemas de corrupción internacional que en América Latina y en México se hayan visto. El complejo esquema para corromper funcionarios, obtener contratos públicos de manera indebida y luego tratar de esconder el dinero mal habido en paraísos fiscales puso a prueba nuestra determinación y a nuestras instituciones. Ya con ello, en los siguientes días, se harán las imputaciones correspondientes ante el Poder Judicial Federal”.  

Las imputaciones, con la PGR en manos de un hombre de confianza de Los Pinos, nunca se hicieron. Nada raro.

La nueva fiscalía resucitó la investigación y Emilio Lozoya, ex director de Pemex, salió corriendo. Lo agarraron pasándola bien en España y en la negociación resulta que Lozoya les iba a contar toda la corrupción de todo mundo de todos los partidos en todos los tiempos. Como el asunto es político ni le preguntan si tiene alguna prueba judicializable, lo regresan a su casa, tranquilo. Y escribe el documento prometido, acusando a decenas de malosos que él vio corromperse y —pobrecito— lo obligaron a corromperse a él. También da un video. Pruebas que sirvan, pues no muchas. Eso sí, se inician procesos contra dos… panistas.  

Enfiesta en su casa, come y cena en restaurantes hasta que un día Lourdes Mendoza, quien lo demandó y en ese proceso Lozoya había mentido que no podía salir de su casa, le toma una foto disfrutando en el Hunan.

Que conste, ir al Hunan no era ilegal, según lo que había aprobado el fiscal.

Y como todo es político, pues ahora la fiscalía se “acordó” que Lozoya tiene algunos millones de dólares guardados, que no les había entregado prueba alguna y que además come pato en público.

Y usted se puede hacer güey y comer edamames siendo muy corrupto, pero no afectándonos políticamente.

Lozoya a la cárcel. Sería de risa si no ilustrara nuestra mayor tragedia cotidiana: la ausencia de justicia.

@puigcarlos

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Lozoya en la cárcel

JAQUE MATE / Sergio Sarmiento

en REFORMA, 04 Nov. 2021;

"Sostengo que lo justo no es otra cosa 

que lo que conviene al más fuerte". Trasímaco

 Al final el costo político de mantener en libertad a Emilio Lozoya fue demasiado alto. El juez Artemio Zúñiga decidió decretarle prisión preventiva justificada ante la petición de la FGR por la posibilidad de que pudiera darse a la fuga. Lo que preocupa es la discrecionalidad con la que se ha pasado de la decisión de permitirle enfrentar su proceso en libertad a la de encarcelarlo.

La propia FGR argumentó que las condiciones habían cambiado, pero desde un punto de vista legal, no hubo nada nuevo, fuera del hecho de que Lozoya había sido captado cenando en un restaurante de lujo.

"Su comportamiento, es sabido, que se encontraba en un restaurante, no se ajusta al comportamiento de una persona sujeta a proceso penal, y si bien no tiene un impedimento, su presencia en el restaurante es una provocación a las instituciones públicas, porque ha sido interpretado por la ciudadanía que ciertas personas imputadas en casos sensibles pueden obtener unas medidas cautelares y otras no. Él tenía obligación de un comportamiento diverso al que ha venido reflejando", afirmó ayer Antonio López García, representante en la audiencia de la Unidad de Inteligencia Financiera.

La misma declaración ratifica que el imputado no hizo nada para violar las condiciones de su libertad: no trató de evadirse, no cometió ningún delito, pero el simple hecho de que fue visto en un restaurante generó una presión política que llevó a la FGR a cambiar su posición, a sostener que ahora sí se podía evadir, y al juez a darle la razón.

Es cierto. Los ciudadanos han entendido que el sistema de justicia en México da un trato distinto a unas personas y a otras imputadas en casos sensibles. La decisión de encarcelar a Lozoya no hace más que corroborarlo. El imputado que estaba en camino de convertirse en el testigo estelar de la Cuarta Transformación contra la corrupción de priistas y panistas no solo ha mentido en sus declaraciones, como públicamente lo ha demostrado Ricardo Anaya, sino que no ha entregado las pruebas que prometió para encarcelar a sus superiores y a Anaya. Lo que volvió la situación intolerable fue el hecho de que salió a cenar a un restaurante. No hay nada de ilegal en eso, pero las consecuencias políticas fueron intolerables para el gobierno y para la FGR.

Lozoya no representa hoy un mayor riesgo de fuga que antes. Su familia sigue viviendo en México, la cuenta de dos millones de euros que se le atribuye ya era conocida por la FGR. Pero Lozoya dejó de ser de utilidad política para el régimen y se convirtió en un pesado lastre. Era muy difícil contrastar la imagen de limpieza que quiere proyectar el régimen con las fotografías de Lozoya, un corrupto confeso, cenando en un restaurante de lujo.

Entiendo la decisión política de hacer que Lozoya enfrente su proceso legal en la cárcel. Por lo pronto otros detenidos, como Rosario Robles, no podrán ya argumentar que a ellos se les encarcela por ser incómodos mientras que Lozoya puede seguir viviendo una existencia a todo lujo.

A todos los mexicanos, sin embargo, nos debe preocupar la discrecionalidad con la que actúa nuestro sistema de justicia. Sin que hayan cambiado los elementos del caso, Lozoya ha pasado de ser un consentido colaborador de la FGR a un villano que merece prisión preventiva justificada. No deberíamos tener un sistema de justicia basado en las circunstancias políticas del momento. Necesitamos un sistema de leyes que se aplique de manera previsible.

· FALSO

Ana Elizabeth García Vilchis, la conductora de la sección "Quién es quién en las mentiras" de las mañaneras ha ofrecido una nueva perla de ignorancia al declarar que el estudio de corrupción del World Justice Project "No es falso, pero no es verdadero". ¿Alguien en el gobierno se dará cuenta del daño que le está haciendo a su causa?

@SergioSarmiento

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¡¡¡Al bote!!!/Guadalupe Loaeza

en REFORMA, 04 Nov. 2021

Inmediatamente después de que me enteré que un juez federal había ordenado encarcelar a Emilio Lozoya, ex director de Pemex, en el Reclusorio Norte al estimar que existía un alto riesgo de que pudiera darse a la fuga por la alta penalidad de los delitos que se le imputan, me di a la tarea de buscar por internet un grillete bola de hierro con cadena. Con una suerte formidable, encontré uno baratísimo. Ya lo aparté. Estoy dispuesta a pagarlo con tal de que Lozoya no vuelva a hacer de las suyas de irse a comer pato a un restaurante de lujo de Las Lomas de Chapultepec. Ahora lo tendrá que pedir para que se lo manden al reclusorio en un taxi y se lo coma solito en su celda, sin tortillas de harina, ni salsa de ciruela.

"¿Y su bata y sus pantuflas?", me pregunté preocupada al suponer que alguien tan millonario y sofisticado como Lozoya, nacido con cucharita de plata, seguramente era dueño de una gran colección de batas de seda tipo italiano que hacían juego con pantuflas de piel, cubiertas de fieltro. También imaginé que tendría un edredón de pluma de ganso y cojín de hule espuma especial. Por lo que entendí de las notas periodísticas sobre la determinación del juez de encarcelarlo de inmediato, era evidente que no pudo pasar a su casa para recoger sus cosas personales. ¿Y sus medicinas? ¿Y sus pastillas para dormir? ¿Y su cargador de teléfono? ¿Y su computadora y iPad? ¿Y su cepillo de dientes eléctrico? ¿Cuántos gadgets no ha de tener Lozoya, probablemente entregado a la alta tecnología? Claro que todo lo anterior se lo pueden entregar después en el reclusorio, pero ¿se lo entregarán completito? Difícil pregunta. Que por favor no le vayan a mandar sus camisas de seda, ni sus horribles corbatas cuyo nudo siempre resulta muy grueso, ni sus jeans y sudaderas de marca. Que le pongan el uniforme beige reglamentario como a todos los demás presos.

Siempre que veía en las noticias al ex director de Pemex, durante el sexenio de Peña Nieto, le advertía una extraña expresión de angustia, tristeza y confusión. Nunca me pareció una persona segura de sí misma, tenía cara de regañado, de angustiado y muy rebasado por las circunstancias. Sin embargo, muchos de sus compañeros del ITAM opinaban todo lo contrario, que "era muy prepotente, súper mamón, desagradable, poco amistoso y muy pagado de sí mismo". ¿Qué pensarán ahora de su ex compañero convertido en un verdadero delincuente? ¿Les dará lástima, coraje o gusto que esté bien encerrado en el Reclusorio Norte?

Algo que hay que reconocer es que Lozoya no se sentirá solo en la cárcel. Allí están muchos de sus "cuates": Juan Collado, abogado de los políticos y vinculado a proceso por una presunta defraudación fiscal de 36 millones 786 mil 881 pesos. El que ha de estar feliz de que Lozoya haya sido enviado al reclusorio es el ex gobernador Javier Duarte, quien cumple una condena de nueve años por asociación delictuosa y lavado de dinero. Sin olvidar a uno de sus viejos amigos, el panista Jorge Luis Lavalle encarcelado por supuestos sobornos que recibió nada menos que de Lozoya para aprobar la reforma energética. Ahora sí que Dios los cría y ellos se juntan... en el Reclusorio Norte.

La verdad es que Emilio Lozoya no se puede quejar. Durante 15 meses, antes de que pisara la cárcel, se dio muy buena vida. Ahora eso se acabó y todo porque tuvo la pésima idea de irse a comer unos tacos de pato con unos amigos. "Eso sí calienta...", se ha de haber dicho el Presidente al enterarse de la "escapadita" de Lozoya. Ha de haber pensado que le vio la cara, así como a Gertz. Hay que decir que los dos sí se vieron totalmente ridiculizados por Lozoya. Después de haber ido a cenar con sus amigos, aunque aparentemente seguía estando apegado al criterio de oportunidad para fungir como testigo colaborador, resurgió la duda de si Lozoya tenía o no prisión domiciliaria. Ahora sí, no hay ninguna duda, Artemio Zúñiga Mendoza, juez de control del centro de justicia penal del Reclusorio Norte, impuso ayer por la tarde al ex director de Pemex la prisión preventiva justificada, tras la solicitud de la Fiscalía General de la República.

Dicen que vestido con un traje azul marino, camisa blanca, corbata morada y cubrebocas, Emilio Lozoya nada más tragaba saliva al escuchar que la sentencia podría ser de 12 a 35 años (Reforma).

Para que Lozoya no salga ni a comer tacos de médula en la esquina del Reclusorio Norte, ¿compro o no compro el grillete bola de hierro con cadena?

gloaezatovar@yahoo.com

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  • Fue muy cara la cena en el Hunan...

Gana tiempo Lozoya pero la FGR pide cárcel ya  / Fred Alvarez Palafox

@fredalvarez

La Silla Rota, jueves  4 de noviembre de 2021

Por sexta ocasión en 16 meses, Emilio Lozoya Austin solicitó al Poder Judicial de la Federación una prórroga de 60 días para cerrar investigación complementaria para reunir pruebas de descargo en el caso de Obedrech, donde es acusado de cohecho, lavado y asociación delictuosa.

El ex director de Pemex quien se pasea en México por restaurantes fifis, cumplió un año y cuatro meses sin haber superado la primera etapa procesal en sus dos procedimientos penales; fue vinculado a proceso en julio de 2020 y desde entonces tanto el Caso Odebrecht como el de Agronitrogenados continúan en el periodo de investigación complementaria. 

 En todo ese tiempo ha gozado de la medida cautelar, debido a un criterio de oportunidad, o sea ha sido testigo colaborador...

Y ahí se ha quedado todo, con el total desencanto en la cuatroté.

La Fiscalía General de la República (FGR) fue notificada por el juez de control Artemio Zúñiga Mendoza, de la prórroga y de inmediato se opuso a la solicitud de  la misma porque estima que no hay actos de investigación pendientes de practicar.

La audiencia se llevó en tiempo y forma en el Centro de Justicia Penal Federal del reclusorio Norte de la Ciudad de México. La nota era que Lozoya no asistiría, empero, el imputado llegó a la  puntual a la cita con el juez.

Se trata de la primera vez que Emilio Lozoya acude al Reclusorio desde que fue extraditado a México desde España; ingresó a las 9:09 horas a bordo de una camioneta de lujo color negra acompañado de sus abogados.  Iba en la parte trasera del vehículo y vestía un saco azul y pantalón negro.

Minutos antes, llegaron Fiscales de la Fiscalía General de la República (FGR) y funcionarios de la Unidad de Inteligencia Financiera de la SHCP., en su calidad de coadyuvantes...

Afuera de reclusorio estaban a la espera de la nota decenas de reporteros quienes había prácticamente velado a la entrada del recinto judicial. Era la primera audiencia a la que tendrían acceso, desde que en marzo de 2020 fue decretada la emergencia sanitaria por Covid-19.

La audiencia empezó a las 10:12 horas, quince minutos después la defensa pidió los 60 días de prórroga, empero de inmediato la FGR se opuso a lo misma; no obstante ello, el juez autorizó sólo 30 días de prórroga para el cierre de la investigación complementaria en el caso Odebrecht y pidió a la FGR que agote los medios para obtener ese dato de investigación que falta por el caso Odebrecht. "Asimismo, insta a la Fiscalía a que agote los medios para obtener ese dato de investigación (Convenio No. 5)", informó el poder Judicial en una tarjeta informativa.

La defensa de Lozoya ganó tiempo, tendrá un mes más para conseguir pruebas complementarias. Su petición obedece a que Brasil no ha respondido una solicitud de asistencia jurídica para que aclare si Luis Alberto de Meneses Weyll, ex director de Odebrecht en México, sigue siendo testigo protegido o le revocaron en forma definitiva su acuerdo de colaboración con la Procuraduría de su país.

De Meneses es uno de los declarantes que señaló a Lozoya de recibir sobornos de 10.5 millones de dólares de Odebrecht, a cambio de que Pemex les asignara los contratos de la Refinería de Tula, Hidalgo.

Si el juez hubiera negado la prórroga las cosas hubieran cambiado...

Sorpresa

Lo que está por cambiar -eran las 12 horas-, es el cambio de medida cautelar otorgada desde julio de 2020 a Lozoya, misma que  le permite libertad para desplazarse en la zona conurbada, con la obligación de firmar lista de procesados cada quince días y portar un brazalete electrónico.

De manera sorpresiva la FGR, a través del fiscal  Manuel Granados Quiroz solicitó modificar la medida cautelar de libertad condicional y sujetar al imputado a prisión preventiva justificada.

Tanto el fiscal como el representante de la UIF, Antonio López García, reprocharon al ex funcionario su cena en un restaurante en Las Lomas de Chapultepec, al considerar que fue un comportamiento impropio que representa una burla para las autoridades.

El fiscal  aseguró que la pena de prisión para Lozoya que va de 12 a 35 años de prisión por los delitos de lavado de dinero, cohecho y asociación delictuosa es un incentivo suficiente para justificar la prisión preventiva.

Además, acusó que Lozoya no ha hecho el mínimo intento ni ha sostenido pláticas para pagar una reparación del daño, requisito indispensable para que la FGR pueda negociar un criterio de oportunidad que le permita la inmunidad penal.

Precisó el fiscal Granados, según la nota de Abel Barajas de Reforma que "su actitud (de Lozoya) ha sido evasiva, grosera (...) no ha manifestado su intención de reparar el daño y no es posible en esas condiciones un criterio de oportunidad, al no reparar el daño, sólo ha logrado que el proceso se haya alargado de manera injustificada, por eso es que estamos ante una necesidad de cautela muy elevada".

A las 12: 16 horas, Santiago Nieto, titular de la UIF emitió el siguiente tuit:

@SNietoCastillo

La #UIF participa en la audiencia del caso Odebrecht. Hemos argumentado a favor de la postura de la @FGRMexico  de revocar la medida cautelar a Emilio L y sustituirla por prisión preventiva.

12:16 p. m. · 3 nov. 2021·

Minutos antes,  la defensa de Lozoya pidió un receso para organizar la respuesta que dará a la solicitud de la FGR.

El juez aún no resuelve la petición...

Lozoya tiene otro proceso por el Caso Agronitrogenados, en el que le imputan cobrar un soborno de 3.5 millones de dólares para que Pemex comprara a AHMSA la planta "chatarra" del complejo de Pajaritos, en Veracruz.

En este asunto, el plazo del cierre de investigación complementaria vence hasta el próximo 19 de noviembre y, también si lo estima necesario, también tendrá la posibilidad de solicitar una prórroga.

Por lo pronto la función debe continuar..

Alcance...

Horas mas tarde el  juez Artemio Zúñiga determinó modificar la medida cautelar e impuso la prisión preventiva justificada solicitada por la FGR, pasará el proceso penal en la cárcel...

El juzgador estimó que  el imputado cuenta con los recursos y las redes de ayuda suficientes para evadirse de la justicia.

¿Y ahora?

Le costó muy cara la cena en el Hunan...


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