23 feb 2022

Una noche de terror en Caborca.

 Una noche de terror/Héctor de Mauleón

El Universal,  22/02/2022 ;

Alrededor de cien hombres armados recorren 33 kilómetros de carretera. Pasan frente a una base de la Guardia Nacional. Pasan frente a instalaciones de la Sedena. Nadie los para.

Durante las siguientes cuatro horas van a apoderarse de Caborca, en donde los policías municipales no se atreven a intervenir.

Es la gente del Cártel de Sinaloa que viaja desde Altar para meterse en una ciudad controlada por Jesús Darío Murrieta, El Cara de Cochi, jefe de sicarios de La Barredora 24/7, el brazo armado del Cártel de Caborca que dirigen Rafael Caro Quintero y su sobrino Rodrigo Páez Quintero.

Una testigo relató al periódico El País que fueron los traileros quienes vieron pasar el convoy y avisaron por radio. Vino un frenesí de intercambio de audios y de mensajes a través de WhatsApp, en el que la gente se comunicó lo que iba a ocurrir.

Eran las diez de la noche del pasado 15 de febrero. Faltaban dos horas para que se escucharan los primeros tiros y se desatara una noche de terror.

Ni el Ejército, ni la Guardia Nacional, ni las policías estatales y municipales atendieron las llamadas de auxilio realizadas al número 911.

“Nos desampararon”, es el reclamo que hoy hace la población.

No fue la primera vez que las autoridades dejaron sola a la gente de Caborca. Lo que ocurrió la noche del 15 ya había sucedido muchos meses atrás, una noche de junio de 2020.

En aquella ocasión, 15 camionetas con hombres armados ingresaron en la zona rural de Caborca. Los pobladores que los vieron pasar se quedaron congelados. Iban encapuchados y exhibiendo sus armas.

Quemaron varios autos. Mataron a una persona. Luego, enfilaron hacia la zona urbana. Habían marcado sus camionetas con una “X” formada con cinta adhesiva. Rafaguearon domicilios del centro. Asesinaron por error a un trabajador universitario y deambularon por la ciudad durante cuatro largas horas.

Cuando las corporaciones de seguridad se decidieron a acudir, los sicarios habían dejado tendidos sobre la carretera diez cadáveres de personas extraídas de sus domicilios. Presentaban signos de tortura, tenían un tiro en la cabeza. Estaban semidesnudas, algunas sin zapatos.

Meses después, el 18 de abril de 2021, en el Cerro Cañedo de Caborca, el Cártel de Sinaloa emboscó a un grupo de militares. En la balacera tomaron parte más de 60 pistoleros. La Sedena siguió al jefe de sicarios José Bibiano Cabrera Cabrera, El Durango, hasta su domicilio en Altar.

El Durango era líder del llamado Grupo Delta, que forma parte de la organización conocida como Gente Nueva, la cual se encuentra al servicio de los hijos del Chapo Guzmán --quienes se hallan en pugna por el control de la región con la gente de Caro Quintero y el Cártel de Caborca.

A esta detención le siguió una ola de violencia que dejó en un mes 25 cadáveres en la región.

Los ataques, las intimidaciones, los mensajes enviados por medio de narcomantas y videos han mantenido aquella zona del desierto –compuesta por Sonoyta, Altar y Pitiquito-- en un estado de tensión permanente.

La noche del jueves los sicarios se distribuyeron por distintos sectores de Caborca. A las 12:30 comenzaron a oírse las primeras detonaciones. Por redes sociales se transmitían los ecos del estruendo y se informaba de “levantones” y destrozos.

Periodistas subieron a las azoteas de sus casas para registrar lo que estaba ocurriendo. En las cuatro horas que aquello duró, no hubo autoridad alguna que se moviera en auxilio de la población. Por las calles solo circulaban las 19 camionetas en que llegaron los sicarios.

“Nadie sabía lo que estaba ocurriendo. Preguntaban en redes si era un operativo o si había un enfrentamiento”, relata un periodista local. “La verdad era que un solo comando se apoderó de Caborca hasta las 4:30 de la mañana y no hubo autoridad que saliera a dar la cara, que atendiera los llamados de auxilio”.

Los integrantes de la caravana se llevaron a siete personas, entre ellas un menor de edad. Liberaron a cinco después de torturarlas pidiéndoles nombres. “Cuando se convencieron de que se habían llevado a las personas equivocadas, las dejaron ir”. Finalmente asesinaron a dos.

En cámaras de seguridad quedaron las imágenes de los sicarios recargando gasolina para sus vehículos, lanzando tiros al aire, moviéndose a sus anchas por la ciudad.

Al día siguiente, otra caravana fue vista en la carretera Caborca-Pitiquito. Ahí asesinaron a un hombre, cuyo cuerpo quedó a unos pasos del cuartel de la Guardia Nacional.

En aquel estado gobernado por el exsecretario de seguridad del gobierno de AMLO, la respuesta de las autoridades consistió… en recomendar a la gente que no salga de su casa después de las diez de la noche.

Y en la “mañanera” del lunes siguiente se presentaron gráficas que demostraban una drástica caída en los niveles de violencia e inseguridad.


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