20 jul 2022

Una peregrinación penitencia

Una peregrinación penitencial/ANDREA TORNIELLI

Vatican News, 19 de julio

Nunca antes, durante sus casi diez años de pontificado, Francisco había definido uno de sus viajes internacionales como una "peregrinación penitencial". Es precisamente esta definición, que el Papa utilizó en el Ángelus del domingo 17 de julio, la que permite comprender las peculiaridades de su próximo viaje a Canadá. No se trata, en primer lugar, de un viaje a un país ni de una visita con el objetivo principal de conocer a las comunidades católicas, sino de un gesto concreto de cercanía a los pueblos indígenas que habitan esa tierra y que han sufrido las consecuencias de las actitudes colonialistas. 


Uno de los males del colonialismo fue el intento de borrar las culturas de los pueblos originarios que se llevó a cabo en las llamadas "escuelas residenciales", institutos que intentaban "educar" e "instruir" a los hijos de los nativos con duras disciplinas, separándolos de sus familias. Estas escuelas, que tenían una tasa de mortalidad muy elevada, habían sido creadas por el gobierno canadiense, que las financiaba, pero su gestión estaba encomendada a las iglesias cristianas y, por tanto, también a las órdenes religiosas católicas.

El camino de la curación y la reconciliación comenzó hace tiempo, y una etapa fundamental fueron los encuentros que tuvieron lugar en Roma entre finales de marzo y principios de abril, cuando Francisco se reunió, primero por separado y luego todos juntos, con los grupos de las First Nations ("Primeras Naciones"), los Métis ("mestizos") y los inuit, expresándoles "indignación y vergüenza" por lo ocurrido. Los pueblos indígenas se sintieron acogidos y, sobre todo, escuchados. Pero tenían muchas ganas de que el Obispo de Roma visitara sus tierras y les pidiera perdón.


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