18 may 2009

"El Grupo", reportaje

Comando parapolicial combate a plagiarios/Reportaje
Juan Pablo Becerra-Acosta
Milneio Diario, 18/05/2009;
El Grupo nace del hartazgo ciuadadano ante la “incapacidad del Estado” para contener la violenciaSurgió hace 12 años; es financiado por empresarios, comerciantes y profesionistas, y opera con el conocimiento de autoridades federales y estatales. Negocia con delincuentes la liberación de víctimas, pero también los persigue, captura, interroga y decide quién muere
El jefe operativo de El Grupo asegura:
—Hacemos justicia.
—¿Justicia anónima?
—Así tiene que ser…
El Grupo surgió hace 12 años. Empresarios, comerciantes, profesionistas, algunos académicos, todos padres y madres de familia, gente de clase media alta, alta y muy alta, ciudadanos hartos de la impunidad con que operaba la delincuencia en sus modalidades de plagio y secuestro exprés (ahora también extorsiones), decidieron, ante la incapacidad del Estado para contener la ola delictiva, organizarse.
Convinieron en estructurar y financiar un grupo de protección que pudiera negociar con secuestradores para no perder sus patrimonios con el pago de millonarios rescates, pero que tuviera también capacidad para realizar sofisticados trabajos de inteligencia y de seguimiento de campo para localizar, capturar e interrogar plagiarios.
El Grupo ha sido llamado por empresarios para operar en varias entidades de la República: al menos en una del norte, tres del centro y una más del sureste del país. Quienes financian esto tienen diversas ideologías, religiones y orígenes culturales.
El líder operativo de El Grupo afirma que no pretenden suplantar a las autoridades, sino suplir sus vacíos, copar sus carencias. De hecho, la mayoría de veces operan desde el anonimato, pero en conjunto con diversos cuerpos policiales municipales, estatales y federales.
“Hay excelentes policías en lo individual, pero El Grupo existe como consecuencia de las malas policías en general y de los jueces corruptos que hemos padecido, esos que liberan a un secuestrador que viola y mutila sin remordimiento alguno. Y eso no puede seguir ocurriendo en este país”, dice El Jefe, quien agrega: “Hacemos justicia donde el Estado no la aplica”.
Casi todos los altos mandos policiacos federales y estatales de las regiones donde actúa El Grupo —afirma su jefe operativo— están al tanto de sus acciones: las autoridades aprecian y utilizan sus pesquisas y sus labores de inteligencia para combatir al hampa, sostiene.
El reportero fue testigo de una llamada entre un funcionario federal de elevado rango y El Jefe horas después de la captura conjunta de un grupo de peligrosos secuestradores. Lo mismo ocurrió con un mando medio de una entidad.
Sin embargo, en ciertos operativos organizados por El Grupo, literalmente se trata de un comando parapolicial que usa civiles y recluta selectivamente uniformados en activo y ex policías para actuar con discreción y eficacia.
Cuando estos hombres, diestros en el uso de armas cortas y largas, expertos en disciplinas de defensa personal y combate, algunos entrenados en al menos dos países, hacen sus propias detenciones e interrogatorios (que incluso filman), suelen entregar a los criminales a las autoridades.
Pero no siempre ocurre así.
En ocasiones los interrogatorios de El Grupo son severos, torturantes. Y hay que decidir no sólo quién no es entregado a la autoridad, sino quién vive y quién no…
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—¿Qué ocurre cuando ustedes agarran a esa gente y la interrogan?
—Es que tú agarras a uno y te va a decir: ‘No, yo fui nada más el negociador’, y ahí se aferra en no confesar más. Y entonces ya empiezas a golpearlo.
(En los videos entregados a MILENIO fueron editadas las partes de las golpizas. Es el caso de un secuestrador sentado en una silla, al que le fue cubierto el rostro con una toalla. En otro —que al final no fue facilitado—, un secuestrador recibe una tunda envuelto en un costal.)
“Si agarras al negociador tienes mucha ventaja porque éste va a decir: ‘Es este el que me mandó’. Por eso tampoco puedes matar a todos, porque tú matas al negociador y éste nunca va a declarar quién es el jefe, por eso no puedes deshacerte de él. Es decir, lo necesitas para que apunte (delate) al malo. Y al mero malo tampoco lo puedes matar, porque él es el jefe y tiene que declarar: ‘Pues sí, yo soy el jefe y decidí secuestrar a tal persona’. O al que puso a la víctima, por ejemplo, una secretaria. No puedes matar a la pinche secretaria, a la pobre secretaria, que por una lana hizo eso y que en las declaraciones va a decir: ‘Él fue el que me dio el dinero por poner a este’”.
—¿Quién muere?
—¿Quién sí se puede morir? El que violó a la chavita, el que le cortó el dedo a alguien… Porque ya no importa en la averiguación si él declara o no declara. Normalmente los que cortan, torturan o violan son los pinches cuidadores, que tienen un nivel (moral) ínfimo… Son los más mierdas, los que están ahí, acomplejados, porque ni son jefes y sólo van a ganar 10 mil pesos por cuidar a la víctima y tratarán de aprovecharse de ella… Esos están locos, porque a la víctima la madrean, la violan y la disfrutan… ¿Para qué viven esos?
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Así que a veces algunos de esos “monstruos”, como les dice El Jefe, no llegarán a prisión.
Los alcanza… Dios.
La justicia de El Grupo.
La “justicia que no proporciona el Estado”, explica.
Esos “desgraciados infelices” caerán en enfrentamientos, aparecerán muertos en alguna calle, en una plaza. Incluso, alguno que sí fue consignado y juzgado perecerá dentro de una cárcel, suicidado de numerosas puñaladas…
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—En el estado norteño, ¿qué pasó? —se le pregunta a El Jefe.
—Nos buscaron luego de saber que habíamos operado con éxito en otro estado. Estaban asolados por los secuestros. Se hizo el trabajo de campo, se hizo una red de información, se hizo todo y se entrenó al grupo local. En la prueba final les dijimos: ‘Levanten a estos cuates’. Y sí, se les detuvo, se les interrogó y declararon que ellos eran los secuestradores. Y se toma la decisión allá, que no fue mía, fue de otro cabrón, de los empresarios, que dijeron: ‘A esos cabrones hay que matarlos y dejarlos en tal zona’. Y lo hacen y funciona muy bien una época…
—¿Y dónde los tiraron?
—Los dejaron en el centro, en la plaza principal, muertos…
—¿Hace cuántos años?
—Hace ocho o nueve años. Fue muy comentado en el ambiente policial y delictivo. Ya nadie quería meterse a eso, nadie se quería meter con nosotros, ya nadie quería ser secuestrador ahí…
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Los medios de comunicación suelen reseñar brevemente estas ejecuciones en alguna página perdida, pero “no dan una: los atribuyen equivocadamente a cosas del narco, aunque es mejor así”.
Ese ojo por ojo, en ocasiones, alcanza también a familias de los hampones: “Hemos cometido errores y abusos de los que nos hemos arrepentido; eso hay que irlo corrigiendo, pero no es sencillo saber quién está muy involucrado, porque sí están involucrados en eso que llaman la base social del crimen organizado”.
No obstante, El Jefe asegura que quienes financian El Grupo y operan en él no tienen tentaciones autoritarias que se vayan a salir de control: “Todos somos demócratas convencidos, gente con valores, moral y ética, pero… estamos hartos de la impunidad. Cuando haya policías confiables, no corruptas, no coludidas con secuestradores, policías que sean eficaces, ya no tendrá sentido que existamos. Pero mientras…”.
Y la gente de El Grupo parece que no es la única harta: habría al menos otros dos comandos similares e independientes operando actualmente en dos entidades, uno en el norte y otro del centro del país. Autoridades de esos estados confirmaron los indicios que tienen al respecto. Un tercer grupo operó antes en un estado del sur, caso igualmente aceptado por funcionarios de esa entidad, quienes afirmaron que desapareció una vez que los secuestros de alto impacto desaparecieron.
Además de los mandos policiales y gubernamentales mexicanos que saben de esta realidad, autoridades de otros dos países tienen conocimiento de El Grupo: dos ciudadanos de ambas naciones fueron rescatados sigilosamente por comandos de esta agrupación. Los gobiernos de esos países premiaron en secreto a la gente de El Jefe.
Así lo constató el reportero con los reconocimientos que observó y con documentos clasificados de la continua colaboración anticriminal entre El Grupo y oficinas de inteligencia policial de esas naciones.
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Para que el jefe de El Grupo aceptara hablar, luego de una investigación de casi un año realizada por MILENIO, que concluyó gracias al olfato periodístico del director de este diario, Carlos Marín, se convino aceptar sus condiciones:
1. Esperar sus contactos y no contactarlos: el primer acercamiento fue a través del correo electrónico del reportero, cuando publicó una columna sobre el tema en junio de 2008. Los sucesivos acercamientos fueron por medio de llamadas telefónicas de aparatos callejeros hechas por ellos.
2. No ver ni una sola vez sus rostros. Ni una. Cero fotos.
3. Ser trasladados con pasamontañas al lugar de las charlas en los horarios propuestos.
4. Difuminar caras, cuerpos y locaciones en los videos que fueran entregados (vea este lunes, a las 10 de la noche, MILENIO
Noticias con Ciro Gómez Leyva).
5. Distorsionar voces grabadas de interrogadores e interrogados.
6. No preguntar por nombres de los empresarios que financian estas operaciones.
7. No publicar ningún nombre de mandos (y tropa) policiales ni funcionarios gubernamentales que saben de su existencia y operan en conjunto con El Grupo, y que fueron citados en las charlas. Tampoco el nombre de los países con conocimiento de los hechos.
8. No precisar los estados donde operan.
9. No citar las identidades de delincuentes torturados o ejecutados. Cambiar los tiempos y las circunstancias de esos hechos.
10. Una vez utilizados, destruir grabaciones y videos.
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Para cotejar la verosimilitud de la narración del jefe de El Grupo, MILENIO tomó cuatro decisiones:
1. Hablar, aunque fuera off the record, como ocurrió, con fuentes policiales de alto nivel.
2. Contactar, en los mismos términos, al menos a un empresario que pudiera tener conocimiento de la existencia de la organización. Así pasó.
3. Hablar con alguna víctima rescatada por El Grupo. Hubo dos acercamientos. El primero con una mujer de doble nacionalidad, quien aceptó dar una entrevista para platicar su experiencia y dejar testimonio de que, “si no fuera por el rescate de El Grupo, yo estaría muerta” (poco antes de la charla grabada desistió). El segundo caso no aceptó.
4. Verificar documentalmente algunos hechos decisivos, como un par de ejecuciones. Así se hizo.
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Por el hartazgo ciudadano frente a la violencia, se corría el riesgo de que esto ocurriera. Ya sucedió, ya sucede: El Grupo existe. Su historia —su forma de operar, sus métodos, sus extremos, sus límites— es narrada a MILENIO con detalle por su líder operativo.
- Claves
Otros intentos• En enero pasado, el Comando Ciudadano por Juárez distribuyó un correo electrónico, en el que daba de plazo a las autoridades el 5 de julio para terminar con la violencia. De lo contrario comenzará a asesinar a delincuentes.
• En el mismo documento se convocaba a los ciudadanos a denunciar a los criminales “que han contaminado la región”, y llamó a los juarenses para que se unieran al movimiento en pro de la paz de la ciudad.
• El grupo clandestino dijo entonces que no pretendía interferir o suplantar a los órganos de gobierno federales, estatales o municipales y confirmó su confianza en las instituciones, pero no en sus funcionarios.
• La SSP federal anunció una investigación a través de la Policía Cibernética, aunque porel momento no se han conocido de avances de las pesquisas.
Mañana, el origen de El Grupo
México • Juan Pablo Becerra-Acosta

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