30 oct 2009

Ofrenda de día de muertos


Ofrenda a los muertos
"Morir sólo es morir. Morir se acaba.
Morir es una hoguera fugitiva.
Es… cruzar una puerta a la deriva
y encontrar lo que tanto se buscaba.
Acabar de llorar y hacer preguntas;
ver al Amor sin enigmas ni espejos;
descansar de vivir en la ternura;
tener la paz, la luz, la casa juntas
y hallar, dejando los dolores lejos,
la Noche-luz tras tanta noche oscura."
Estas líneas fueron escritas -antes de fallecer, en junio de 1990-, por el sacerdote y poeta José Luis Martín Descalzo.
La muerte es la realidad más dolorosa, más misteriosa y, a la vez, más inevitable de la condición humana, y es que "el hombre es un ser para la muerte", dice un célebre filósofo alemán del siglo XX.
Estos días son de tradición por el día de muertos. Se trata de un popular y bien sentida fiesta cristiana, una forma de celebrarlos, además de ir al camposanto, es colocando una ofrenda a los que se adelantaron en el camino.
Instalar una ofrenda para los que saben es cosa de niños, pero para los que no, se necesita un guía, un especialista; si queremos cumplir con lo que establece la tradición.
Además, el ¡el lugar donde se pone la ofrenda se convierte en un lugar sagrado!
La arqueóloga Alicia Luján Delgadillo de la universidad Veracruzana nos da las siguientes instrucciones:
Sobre él altar se depositara la ofrenda, el arco engalanado será la entrada por donde las almas de los muertos pasarán a morar por breve tiempo y disfrutará de las viandas preparadas en su honor.
Sobre la mesa – dice la profesora- se confeccionarán dos a tres escalones a manera de pedestal, se cubrirá todo con un mantel blanco y encima se pondrá papel china picado, en los escalones se colocará enseguida una lámpara de aceite, veladoras, un vaso con agua; se distribuyen en la mesa panes de ajonjolí y de huevo con manteca, tamales rancheros en hoja de plátano o de papantla, tamalitos de pollo, de pipían con fríjol gordo y de dulce con pasitas en hojas de totomoxtle, atole de guayaba o de piña, champurrado, chocolate, y alguna bebida predilecta –cerveza o aguardiente-, cigarros y fósforos. Además mole con carne de gallina, arroz y tortillas de maíz calientitas.
Con carrizos se forman dos arcos, uno atrás y otro al frente con sus travesaños correspondientes, va recargado sobre la pared donde penderán en su mayoría las imágenes que son de devoción familiar.
Los arcos pueden ser en forma de media campana o rectangulares, se forran con rama tinaja, tepejilote y palmilla, se alterna alrededor flores amarillas (cempoalxoxhitl), manitas de plátanos “campechanitos”, berenjenas silvestres, nísperos, canastitas, banderitas, jaras y cortinas confeccionadas con papel china con rehiletes.
A las doce del día y por la noche del día primero de noviembre – día de todos santos; a saber, santos anónimos, desconocidos, los santos del pueblo, los santos de nuestras familias; se incluyen amigos, paisanos, conocidos y familiares- hay rezos y el término de éstos las almas de los muertos se deleitan con lo ofrendado.
Al día siguiente; el dos de noviembre, la mayoría de los habitantes de la ciudad visitan cementerios, llevando agua bendita, flores naturales y coronas de flores de papel encerado. Ahí pasarán con sus muertos la mayor parte del día.
Esa tradición, con algunas variantes, se reproduce – afortunadamente- en gran parte del territorio nacional.

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