Policía única: respuesta coyuntural/Javier Oliva Posada, Investigador de la UNAM experto en seguridad nacional.
Enfoque de Reforma, 13/12/09;
No hay duda. En México, desde el gobierno y desde la sociedad, tenemos la peligrosa costumbre de tomar decisiones para salvar lo inmediato. Pocas veces volteamos a ver el pasado como fuente de explicación de lo que hoy sucede. Es en estricto sentido, un problema filosófico: atender los efectos y no las causas. Así, la discusión sobre la disfunción del sistema policial se ha centrado en corregir lo que vivimos pero no las fuentes que dieron origen a esa misma la situación.
Ahora se polemiza en torno a un cuerpo de policía por cada estado de la República, también respecto a la creación de una especie de policía nacional, sin dejar de lado la auténtica catarata de iniciativas del Poder Ejecutivo en materia de seguridad nacional y pública, e incluso la inexplicable propuesta de la reelección consecutiva de alcaldes y legisladores. Vaya forma de atender una disfunción estructural con medidas circunstanciales. ¿Acaso alguien duda de que el implacable centralismo fiscal no tiene que ver con el agotamiento administrativo del municipio en México?
Hasta el momento han sido las políticas de corrección más que las de prevención las que han dominado la atención del presupuesto público, federal, estatal y municipal. Sin embargo, la desatención en el campo y la catástrofe que vive desde 1988 producto de la desigual competencia con los productos de Estados Unidos y Canadá generó una masiva migración a las ciudades con los efectos de abaratamiento de la mano de obra, hacinamiento, problemas de salud, en la versión menos agresiva. En la otra, desde aquel año, la incorporación de jóvenes a actividades delictivas menores que involucionan de forma natural en otras y más graves infracciones tiene su explicación en la debacle sin fin del sistema educativo público y en la precariedad en el empleo, entre otros factores, esos sí estructurales.
La polémica en torno a una policía municipal, luego del diagnóstico presentado por Enfoque en su entrega del domingo pasado, pone en evidencia que la posibilidad de avanzar en un sentido específico para atacar el tema de una mejor policía aguardará varios años. Incluso el preciso análisis que presenta el secretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna, no deja lugar a dudas: como estamos no podemos seguir. La pregunta es ¿hacia dónde dirigir nuestros pasos, qué medidas debemos tomar? Si observamos la discusión en torno a la modificación de las facultades del municipio en México, lo que estamos discutiendo es la naturaleza federalista del Estado. Es decir, no está siendo un amplio debate parlamentario o un proceso de negociación política lo que nos conduce a nuevas etapas en el desarrollo del país, sino la crisis del sistema policial.
¿Por qué no cuestionarnos también sobre la forma en que se administra la justicia en México? La parte de la prevención del delito no tendrá ningún efecto si sobre la materia de justicia sigue campeando la impunidad y la corrupción. Estos dos verdaderos obstáculos tienen más fuerza que cualquier iniciativa, acuerdo parlamentario o un buen discurso presidencial. Es, en efecto, uno de los temas estructurales sobre los cuales aún no hemos iniciado el debate.
Entre las altas tasas de desempleo y marginación, adicionadas con la imposibilidad de acceder a una justicia con imparcialidad (John Rawls dixit), tampoco habrá sistema democrático que se sustente en prácticas sociales sanas. De allí que, si bien la necesidad de reformar el sistema policial es importante, más aún lo es atender a las causas estructurales que nos han traído hasta donde nos encontramos. Las determinaciones sobre la policía indican qué tan bien o tan mal está cumpliendo su papel el Estado. Argumentar que la debilidad estructural procede del municipio es reconocer el error de origen en la planificación del desarrollo, en los criterios básicos de la política fiscal y aceptar por fin que el modelo aplicado desde hace 32 años fracasó. Esa conclusión no es tan mala noticia.
javierolivaposada@gmail.com
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
13 dic 2009
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