Ilich Ramírez, 'Chacal' El hombre más buscado del mundo, capturado tras dejar un rastro de 80 muertes
ANTONIO JIMÉNEZ BARCA, Entrevista.
El País, 3/01/2010;
Su padre, abogado burgués y comunista, lo llamó Ilich Ramírez Sánchez cuando nació en Venezuela hace 59 años. Su madre, católica y conservadora, prefirió bautizarle como Carlos. La policía, inspirándose en una novela de la época, le apodó El Chacal. Así pasó a la historia: Carlos El Chacal. En los años setenta se convirtió en el hombre más buscado del mundo, con más de 52 nombres diferentes repartidos en más de 100 pasaportes. Dejó tras de sí un rastro de 80 muertes, según el Ministerio del Interior francés.
Pasó parte de su adolescencia en Londres, donde simultaneó su adhesión al comunismo con las fiestas a todo trapo pagadas por millonarios jeques árabes. Estudió en la Universidad de la Unión Soviética. Ahí conoció a miembros de la resistencia palestina. Se unió a ellos. Combatió contra el Ejército jordano en el denominado Septiembre Negro. Tenía 21 años. De allí volvió de nuevo a las fiestas de Londres, convertido ya en jefe de terroristas. Se le atribuyen asesinatos a punta de pistola, bombazos en tiendas en el centro de París, en trenes, colocación de coches bomba... En 1975 secuestró, al mando de otros cinco terroristas, una reunión entera en Viena de la OPEP: tomó como rehenes a 60 personas, entre los que se contaban 11 ministros. Uno de éstos le definió como un tipo dotado de una inaudita capacidad mental para actuar bajo presión.
Se dice comunista desde 1964, profesa el islam, pero nunca fue ni espartano ni austero ni pobre: siempre gastó aires de dandi (incluso en la cárcel, donde va con un abrigo de cachemir). "Vestirse decentemente es una cuestión de origen de clase, compañero. No hay que renegar de los orígenes de cada uno", afirma.
Durante más de 20 años de incógnito saltó de país en país, de Yemen a Uganda, de Siria a Argelia, de la Libia de Gaddafi a la Rumania de Ceausescu, hasta que fue detenido una madrugada de agosto de 1994 mientras dormía en una urbanización a las afueras de Jartún (Sudán), vendido por las autoridades sudanesas al famoso superespía francés Philippe Rondot. Desde entonces languidece en una cárcel francesa, donde, dice, "abunda la mediocridad". Está condenado a cadena perpetua por asesinar a sangre fría en un apartamento de París, en agosto de 1974, de tres balazos, tras invitarles a beber, a dos inspectores de policía franceses y a un antiguo compañero terrorista libanés que, según Carlos, le había traicionado. Aceptó hablar con EL PAÍS por teléfono desde la cárcel.
-¿Por qué dice que hay mucha mediocridad en la cárcel?
-Porque hay muchos analfabetos. La gente aquí no tiene intereses intelectuales, es difícil sentarse a comentar una noticia. El interés de muchos es simplemente fumar droga y cosas así.
- ¿Y usted qué hace?
-Trato de ayudar a mis abogados y sigo las noticias lo mejor que puedo, en los canales de televisión que me llegan. Uno de ellos es español, Telemadrid, que es mala, por cierto: allí vi el otro día a Fernando Silva Sande [ex jefe de los GRAPO], el chivato ese, y me dio tristeza. Y también leo.
-¿Es consciente de que puede morir en la cárcel?
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- ¿Han cambiado sus ideas políticas?
-¡Ah, caballero! Yo a los 14 años, en enero de 1964, entré en las Juventudes Comunistas de Venezuela. Y hasta el día de hoy no he cambiado un pelo. Sigo siendo comunista. No soy un tipo dogmático, he estudiado, he conocido a gente importante en la dirección de países comunistas. Sigo fiel a los principios inmanentes leninistas: soy un comunista convencido y militante.
-¿Y sigue defendiendo la utilización de las armas?
-Según la coyuntura. En situaciones determinadas. Como en Colombia, estos días. O en Afganistán: eso es legítimo.
-Yo hablaba de terrorismo.
-¿Qué pasa con el terrorismo? Yo siempre he estado contra el terrorismo. Cuando se bombardea en Afganistán, eso es terrorismo.
-Yo me refería a usted: ha sido considerado el terrorista más buscado del mundo.
-Le voy a decir una cuestión: yo fui condenado por asesinato culposo, no premeditado. No por terrorista. O sea, acusarme de terrorismo es una patraña, como llamarme El Chacal.
- ¿Qué quiere decir?
-La policía inglesa encontró esa novela de Frederic Forsyth encima de la chimenea de la casa de una muchacha que decían que era amiga mía y que tenía pistolas y cosas así. Yo tengo el récord de operaciones ejecutadas por la resistencia palestina. No digo dirigidas o planificadas: ejecutadas. En persona. Nadie ejecutó más operaciones que yo. Y estoy orgulloso de ello. Y se me trata como a un chacal.
-¿Cuántas son?
- Yo qué sé: cantidad, chico.
- Esas operaciones, como las llama usted, acarreaban sangre y víctimas.
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- ¿Cómo justa? ¿Y cuántas personas han matado los españoles en Irak? ¿Cuántos afganos mueren diariamente? ¿Cuántos? ¿Eso no le molesta? Luchar contra eso es glorioso y heroico.
- ¿Usted no se arrepiente de nada?
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-¿Cómo empezó todo? ¿Con el ejemplo de su padre?
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- ¿Cuándo decidió usted tomar las armas?
-Uno no decide, mi hermano, son las circunstancias las que deciden. En ese momento, uno se echa para atrás o sigue para adelante. Esos que se sientan en un café y deciden hacer esto o lo otro no tienen porvenir. Las circunstancias históricas son las que deciden.
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- ¿Nunca dudó al ver que había víctimas inocentes?
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-No los asume entonces...
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- ¿Por qué?
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-¿Cómo le arrestaron?
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-A mí no me localizó Rondot. La seguridad sudanesa informó a la CIA. Los tipos de la CIA nos hicieron muchas fotos varias veces. No les echamos plomo porque estábamos en un país amigo. Los saudíes pagaron con sus petrodólares al Gobierno de Jartún.
- ¿Qué piensa de Bin Laden?
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- Ideó e inspiró el 11 de Septiembre y el 11 de Marzo...
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- Son dos atentados
- No mezcle las cosas. A mí lo del 11-M me dio tristeza.
-¿Y el 11-S no?
- En el 11-S yo me caí en el culo, como el que dice.
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- Esas torres estaban llenas de personas inocentes...
-¡Una fracción de las personas que han asesinado los americanos en Medio Oriente!
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-En el juicio en París dijo: "Hasta el criminal más abominable puede reconvertirse. Salvo el caso extremo del monstruo, todo el mundo puede corregirse".
-¿Yo dije eso?
- Sí. ¿Se refería a usted mismo?
-No; yo no soy un monstruo. Yo soy muy humano.
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