CALENDARIO MAYA Y NAVIDAD
Falsa información sobre el
calendario de la antigua cultura americana
+ Felipe Arizmendi Esquivel
SAN CRISTóBAL DE LAS CASAS, Sábado
23 de diciembre de 2012
HECHOS
Varias personas estaban
temerosas porque se había difundido la falsa información de que, según el
calendario maya, este 21 de diciembre se acabaría el mundo, el sol no brillaría
y habría terremotos y otras calamidades.
Es una interpretación errónea decir que los mayas predijeron el fin del
mundo para esta fecha. Nada hay de eso. Su calendario es muy preciso, porque se basa en la
cuidadosa observación que hacían del movimiento de los astros. Nos asombra su
precisión científica para medir el tiempo; pero no intentaban predecir el
futuro. Por tanto, no anunciaron catástrofes, mucho menos el fin del mundo.
Midieron los años de la humanidad por periodos de 400 años; a cada uno lo
llamaron baktún. Su calendario abarca 13 baktunes; al terminar, se cierra un
ciclo, que es lo que ocurre el 21 de diciembre de 2012, pero no significa que
luego venga el caos. Es algo parecido a la cuenta de nuestro calendario
gregoriano: El 31 de diciembre de 1999 concluyó el siglo XX, y el 1 de enero
del año 2000 empezó un nuevo siglo; pero nada pasó con ese cambio de siglo.
Claro que cambian muchas cosas en los ciclos de la historia humana, pero no se
anuncian catástrofes físicas o astronómicas. Los mayas nada especial predijeron
para este 21 de diciembre.
CRITERIOS
¿Cuándo será el fin del mundo?
Nadie lo sabe. Jesús nos dijo
con toda claridad que eso sólo Dios Padre lo sabe (cf Mt 24,36). Aunque algunos
protestantes anunciaban el fin del mundo al llegar el año 2000, atemorizando
con el interés de que los ignorantes se afiliaran a su religión, nada
extraordinario aconteció.
Sin embargo, es muy
interesante relacionar la contabilidad de los mayas con la Navidad, porque su
calendario se basa sobre todo en la observación del movimiento del sol. El 21
de diciembre de todos los años, empieza el solsticio de invierno, en que el sol
empieza a vencer a la oscuridad de la noche. Hasta este día, los días son más
cortos y las noches más largas; es decir, predomina la oscuridad, equivalente a
la muerte. Pero a partir de esta fecha, empiezan poco a poco a ser más largos
los días, hasta que llega el verano, en que predomina el sol. Por ello, los
antiguos de casi todas las culturas celebraban en estas fechas de diciembre
grandes fiestas en honor del sol, como si éste fuera un dios, principio de la
vida. Festejaban que el sol nuevamente venciera a la noche, a la oscuridad. Y
honraban al emperador, que se consideraba hijo del sol. Los cristianos, a
partir del siglo IV y V, cambiaron el sentido de esas fiestas paganas en honor
del sol, y empezaron a celebrar la Navidad precisamente el 25 de diciembre,
cumbre de las fiestas paganas, considerando que el verdadero Sol que vence la
oscuridad del pecado y de la muerte, es Jesucristo.
La Biblia no dice ni el día ni
el mes del nacimiento de Jesús; sólo menciona a los gobernantes civiles y
religiosos de la época, en base a lo cual, en fecha tardía, se hizo el cálculo
del año en que nació, con un error de cuatro o cinco años. La encarnación del
Verbo de Dios y su nacimiento en Belén obviamente son muy importantes, pues son
la presencia visible, histórica, tangible, del amor de Dios. Pero lo
definitivamente trascendente es la muerte y sobre todo la resurrección de
Jesús, que están muy precisas y detalladas en la Biblia. Si hubiera nacido y
muerto en la cruz, pero no hubiera resucitado, no sería Dios, no nos habría
salvado. Por ello, lo que más importó a los evangelistas era el día de la
resurrección. Los cuatro concuerdan en que fue el primer día de la semana,
llamado luego domingo. Hasta cuatro o cinco siglos después se empezó a celebrar
la Navidad, escogiendo el solsticio de invierno como fecha simbólica, por la
observación del movimiento del sol que hicieron egipcios, griegos, romanos y
otras culturas, al igual que los sabios mayas.
PROPUESTAS
Lo importante de estas fechas
es vivir en armonía y concordia en la familia y en la comunidad, gozando de la
paz que Jesucristo nos trae. No nos dejemos atemorizar por ignorantes y por
predicadores proselitistas, aunque siempre hay que estar preparados para cuando
sea nuestro encuentro definitivo con El, que es nuestro sol y nuestra vida.
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