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Juan Iván Peña (izq.), quien trabajó en la Segob, y
Carlos Villar, quien laboró en la SFP, durante una ceremonia de su grupo
ultraderechista. Foto: Especial
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Los integrantes del grupo rentaban un local que
utilizaban para sus reuniones
REFORMA /
Redacción
Ciudad de México (16 enero
2013).- Funcionario de la Secretaría de Gobernación durante el
sexenio pasado y luego asesor legal del Casino Royale, Juan Iván Peña Neder
lideraba una sociedad secreta de corte filofascista y antisemita, partidaria de
la supremacía aria y la esterilización de los indígenas.
En la primavera
de 2010, Juan Iván Peña Neder y Carlos Villar Erives, ex funcionario de la
Función Pública, así como Rafael Mendoza y uno de sus amigos de nombre Juan
Ramón, fundaron la organización clandestina México Despierta, que llegó a sumar
una centena de seguidores en el DF y Guadalajara. Había funcionarios del
Gobierno federal, pero también algunos ligados al PRI y al PRD, cuentan
informantes.
Peña Neder fue Coordinador de
Asesores de Abraham González, subsecretario de Gobernación en la administración
pasada, y en el momento en el que creó la organización estaba dedicado a
trabajar para el grupo que controlaba el Casino Royale, incendiado en agosto de
2011 por Los Zetas. Los fundadores tenían un origen común, pues son
nativos de la ciudad de Chihuahua y, de acuerdo con uno de sus distribuidores de
propaganda, presumían haber sido reclutados en una organización nacional
socialista en su estado, a la edad de 15 años. Pese a su admiración por
Hitler, los filofascistas renunciaron al uso de la suástica porque consideraron
que estaba socialmente satanizada y decidieron adoptar la cruz celta como seña
de identidad, dentro de un círculo blanco en banderas rojas. El grupo
nació como enemigo de la masonería, con ideas antisemitas y de defenestración de
los indígenas, con la convicción de que el mestizaje era el origen de los
problemas en el País, pero paradójicamente tenían una vertiente "mexicanista"
que reivindicaba la "raza de bronce" de la que hablaba José Vasconcelos y tenía
contactos con militantes sinarquistas, cuentan ex seguidores. "Los
fundadores del movimiento, principalmente Peña Neder, despreciaban perversamente
a cualquier expresión indígena; los consideraban humanos de raza inferior y
causantes de los problemas socio-económicos de México, creían que el proceso de
mestizaje en México culminaría cuando la raza aria fuera preponderante en
nuestro país; para ellos había que evitar la 'reproducción' de los indígenas.
"No obstante que consideraban a los indígenas y a casi cualquier persona
morena como inferiores, Mendoza, Peña y Juan Ramón aceptaban que la mayor parte
de las filas del movimiento eran personas de esta etnia", relata.
Personas que militaron en México despierta exhibieron a REFORMA
uniformes, banderas, literatura, folletos, audios y videos propagandísticos con
los que adoctrinaban a los nuevos adeptos. "El plan que tenía Peña
(Neder) era adquirir una hacienda en Hidalgo o Morelos para fundar una 'Escuela
de Formación' e internarlos desde niños; para ello, fue contactado un sacerdote
nazi de Hidalgo que serviría de rector de la escuela. "Juan Iván Peña
aseguraba que el Gobernador de Chihuahua, César Duarte, lo nombraría Secretario
de Gobierno y que en ese cargo se iba a destapar como nazi, para encabezar una
revolución pacífica y buscar el poder, y al mismo tiempo reunir a 200 jóvenes en
menos de dos años y hacerlos marchar uniformados en el Zócalo, para escandalizar
a la opinión pública", cuenta una persona cercana a Peña. Los sueños del
chihuahuense fueron truncados, pues al calor del escándalo del incendio del
Casino Royale y la muerte de 52 inocentes, el 8 de septiembre de 2011 Peña fue
detenido y luego encarcelado en un penal de máxima seguridad en Matamoros,
sujeto a un juicio por la presunta violación tumultuaria de su ex cónyuge Talía
Vázquez.
Ritos en la Anzures "Esta es el águila de
Occidente que ahora te impongo, guárdala con tu vida", le decían a cada nuevo
miembro que era aceptado por México Despierta, en la ceremonia de iniciación
donde recibía un brazalete y un broche con la forma del ave. "Rafael
Mendoza era quien por lo regular les tomaba juramento y cuando un nuevo miembro
juraba fidelidad y secrecía, sonaba cuatro veces una campana", rememora uno de
los entrevistados. En la Colonia Anzures, la agrupación rentó un
departamento para llevar a cabo sus reuniones secretas, en las cuales sus
participantes debían seguir una orden del día y toda una liturgia donde el
primer requisito era ir uniformado. "Se guardaba una bandera para montar
un altar en cada una de las reuniones, se le llamaba 'el altar a la patria'. La
mesa central se cubría totalmente por un mantel rojo, en el centro se colocaba,
extendida también, una bandera del movimiento. En tres esquinas de la mesa se
colocaban banderas de mesa, pues en la última y siempre la derecha posterior, se
colocaba la bandera de México", dice una de las personas que conoció las
ceremonias. Colocadas las banderas, los adeptos cantaban el himno "Cara
al Sol" de la falange española, luego gritaban tres veces "¡Viva México!" y al
final un "¡Heil Hitler!", siempre con un saludo de brazo en
alto. Enseguida, alguien tomaba la palabra para dar lectura de algunas
páginas de "Mi Lucha", de Adolfo Hitler; "El Espíritu de la Revolución
Fascista", de Benito Mussolini, y pensamientos de José Antonio Primo de Rivera,
fundador del partido de la Falange Española. Otra de las lecturas
obligadas era la obra del mexicano Salvador Borrego Escalante, simpatizante de
la Alemania nazi y autor de textos como "América peligra" y "Derrota mundial",
este último prologado por José Vasconcelos. Luego uno de los
participantes rendía un informe de las actividades que llevó a cabo el grupo
durante la última semana; enseguida tomaba la palabra Rafael Mendoza y luego
Peña Neder. La reunión terminaba con el canto, otra vez, de "Cara al
Sol", los gritos de "¡Viva México!" y "¡Heil Hitler!" con el saludo de brazo en
alto. Quienes participaron en estas reuniones y hablaron con REFORMA
relatan que debían acudir con un uniforme negro, consistente en una camisola
tipo militar y pantalón de vestir, zapatos o botas negras y un cincho de cuero
cruzado al pecho. También debían portar un brazalete rojo con la cruz
celta en el centro, emulando a los oficiales nazis, y en la parte izquierda del
pecho llevaban un broche dorado con la forma de un águila imperial, parecida a
la de Agustín de Iturbide, aunque decían que estaba inspirada en la de Napoleón
Bonaparte. Vecinos del edificio pensaban que en el departamento, despacho
de Peña Neder y su entonces esposa Talía Vázquez, había una empresa de seguridad
privada, pues veían entrar a unas 8 personas con indumentaria militar
negra. "Alguna vez que estaba la puerta entre abierta vi unas sillas y
por eso creía que era una oficina donde se daba capacitación para seguridad
privada", dijo un vecino. Códigos El grupo que lideraba
Peña Neder, según cuentan dos ex seguidores, tenía varios códigos de
reconocimiento. Cuando sus integrantes tenían un encuentro "secreto" o
estaban seguros de que no serían vistos por nadie, se reconocían con el saludo
llamado "brazo en alto" de los fascistas italianos, luego adoptado por los
nazis. De forma indistinta también usaban el "saludo de salón",
explicado por uno de los ex miembros de "México Despierta" como aquel donde
levantaban la mano derecha a la altura de la cara, mostrando la
palma. Ambos saludos eran la antesala de un apretón de manos "romano",
que consiste en sujetar el antebrazo del otro, casi al llegar al
codo. "Si se estaba en algún lugar público se saludaba sólo con el saludo
de antebrazo. Al momento de utilizar cualquiera de los dos saludos, brazo en
alto o el de salón, se debía decir enérgicamente '¡Viva México!', pero emulando
el (tono del) ¡Heil Hitler! alemán. Asimismo en ese instante se debían chocar
los talones", cuenta una de las fuentes. En la organización había grados
que se hacían patentes con las insignias, pues a una persona recién reclutada no
le era permitido usar el broche del águila imperial, hasta que cumpliera con su
rito de iniciación frente al altar patrio donde juraban
lealtad. Reclutas en la Juárez En el 2010, cuando Ricardo
Acosta era presidente del Comité de Vigilancia de un edificio en la Colonia
Juárez, un grupo de personas llegaron a rentar un local en la planta baja donde,
dijeron, iban a abrir una librería. Cuando los nuevos inquilinos se
instalaron en el lugar, muy cerca de la Secretaría de Gobernación, tanto los
locatarios como los vecinos se percataron que nunca abrieron la cortina metálica
y rara la vez dejaban la puerta abierta. Cuando lo hicieron, comenzaron sus
problemas. "Abrían una vez a la semana de las 7:00 a las 10:00 u 11:00 de
la noche, pero no abrían la cortina, abrían sólo (la puerta) un poquito. Un día
que se les inundó sí lo abrieron porque todos los libros que tenían estaban
flotando, pero fue cuando me di cuenta que todo el local, todo, estaba con
insignias nazis. "En ese entonces yo era presidente del Comité de
Vigilancia del edificio y lo platiqué con los vecinos y le dijimos al
administrador que lo viera... afortunadamente se fueron, los pudo sacar el
administrador que tenemos", dijo Acosta en entrevista. En este lugar se
conformó un círculo de lectura y discusión, principalmente con jóvenes y unos ex
militares de un grupo de pentatlón que fueron contratados para hablar de
historia de México. Todos los domingos también se proyectaban algunas
películas como "La revisión del holocausto para principiantes" y "La guerra del
Fürer", que contiene la grabación de los noticieros radiofónicos de la Alemania
nazi. Pero también desde aquí se organizaron unas brigadas que los fines
de semana repartían volantes afuera de la Catedral Metropolitana. El
delirio Sus ex seguidores dicen que Peña Neder se tomaba en serio la
toma del poder, pues invirtió dinero para conformar su agrupación, rentar
inmuebles, comprar literatura en Europa y, según un allegado, reeditar textos de
Salvador Borrego. Pero uno de los ex miembros de México Despierta cuenta
que los fundadores tenían una contradicción esencial: creían en la supremacía de
la raza aria, pero la gente que reclutaban no eran caucásicos. Peña,
dice, en más de una ocasión se expresó en favor de una política de esterilizar o
impedir la reproducción a los indígenas y repoblar el País con migrantes
europeos de origen "celta". Su compañero Carlos Villar Erives, recuerda, era un
defensor de la pureza de raza. La salida a su incoherencia fue adoptar un
sentido "mexicanista" en la que retomaron ideas como la "raza de bronce" que
enaltecía José Vasconcelos y que no era otra cosa que el resultado de la fusión
de todas las razas. "Existían algunas contradicciones en este intento
mexicanista, que más bien servía para atraer más adeptos. Pero se despreciaba
todo aquello que tuviera que ver con el pueblo judío, se decía que al igual que
los indígenas, eran causantes de los problemas de México, incluso se les llegó a
asociar con el satanismo y se repudiaba todo lo 'masón'.
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