- Un nombramiento conflictivo/J. JESÚS ESQUIVEL
Revista Proceso No. 1904, 28 de abril de 2013;
Una
designación que pasó casi inadvertida en México ha causado inquietud y estupor
entre los diplomáticos mexicanos de carrera: la de Gabriela Rojas Jiménez como
agregada de la Secretaría de Gobernación en la embajada de Estados Unidos. La
funcionaria es hija de Francisco Rojas, director de la Comisión Federal de
Electricidad, y es también esposa de Carlos Pascual, el exembajador
estadunidense que ahora se encarga curiosamente de los asuntos energéticos de
la cancillería de su país.
WASHINGTON.–
En una decisión que podría desembocar en un conflicto binacional de intereses,
el gobierno de Enrique Peña Nieto nombró agregada de la Secretaría de
Gobernación en la embajada en Estados Unidos a Gabriela Rojas Jiménez, esposa
del exembajador estadunidense en México Carlos Pascual.
Rojas
Jiménez es hija de Francisco Rojas, excoordinador de la bancada priista en la
Cámara de Diputados y actual director de la Comisión Federal de Electricidad, y
asumió su puesto en la sede diplomática la semana pasada, cuando Miguel Ángel
Osorio Chong, secretario de Gobernación, realizaba una visita oficial en
Washington.
El
nombramiento de Rojas Jiménez preocupó a algunos diplomáticos mexicanos de
carrera, pues el esposo de la recién designada diplomática, el exembajador
estadunidense en México, es un funcionario activo del Departamento de Estado.
Desde
el 18 mayo de 2011 Pascual es el enviado especial y coordinador internacional
de Asuntos Energéticos del Departamento de Estado, puesto que le asignó Hillary
Clinton –exsecretaria de Estado– un par de meses después de que dejara la
embajada en México.
“Puede
ser una bomba de tiempo si se toma en cuenta el puesto que ocupa el embajador
Pascual en el Departamento de Estado, ya que hay una determinación en el
gobierno de México de sacar adelante la reforma energética este año… Se puede
filtrar información confidencial al gobierno estadunidense”, comenta a Proceso
un diplomático mexicano desde la Ciudad de México vía telefónica y hablando
bajo la condición del anonimato por temor a represalias del gobierno de Peña
Nieto.
La
ira de Calderón
El
19 de marzo de 2011 en un comunicado de prensa Clinton anunció que Pascual,
tras un año y medio como embajador de Estados Unidos en México, renunciaba al
puesto. La entonces secretaria de Estado anotó que la decisión de Pascual se
sustentó en la intención de preservar una estrecha relación entre los dos
países y para “evitar desviar la atención de asuntos importantes” por
conflictos con el presidente Felipe Calderón.
La
disputa entre Calderón y Pascual comenzó por la publicación del contenido de
los cables diplomáticos “clasificados” obtenidos y difundidos por el sitio en
internet WikiLeaks, según los cuales el embajador tenía al tanto a sus jefes en
Washington del fracaso de la lucha de Calderón contra el narcotráfico y el
crimen organizado.
En
los despachos diplomáticos clasificados difundidos por el diario La Jornada,
Pascual notificaba al Departamento de Estado acerca de la descoordinación que
había en el gobierno de Calderón y del papel que jugaban el Ejército y la
Marina en el combate al crimen organizado.
El
22 de febrero de 2011, poco después de conocer el contenido de los cables
despachados a Washington por Pascual, Calderón –en entrevista con el periódico
El Universal– tildó de “ignorante” al entonces embajador estadunidense.
Poco
después, el 3 de marzo del mismo año, The Washington Post publicó en su página
de internet una entrevista con Calderón en la cual el entonces mandatario
mexicano declaró que le había perdido la confianza a Pascual. Según esa nota
del Washington Post, Calderón personalmente había notificado a Obama su
molestia con Pascual durante la reunión que habían tenido ese mismo día en la
Casa Blanca.
Oficialmente,
por lo menos en México, la salida de Pascual fue achacada a la inconformidad de
Calderón por el contenido de los cables diplomáticos sobre su guerra contra el
narco.
Sin
embargo en la capital mexicana varios columnistas propagaban que la renuncia
diplomática ocurrió por otros motivos. Las versiones periodísticas y los
rumores dentro del círculo político en el que se encontraba Calderón, sostenían
que la rabia de éste con Pascual se sustentaba en que el embajador
estadunidense tenía un romance con Rojas Jiménez.
Los
rumores en torno a esta relación especificaban que la molestia de Calderón se
debía a que Rojas Jiménez, además de ser hija de un priista “de hueso
colorado”, había sido esposa de Antonio Vivanco Casamadrid, su amigo personal y
exasesor, a quien incluso nombró director de la Comisión Federal de
Electricidad en reemplazo de Alfredo Elías Ayub.
Varios
diplomáticos mexicanos de carrera aseguran que por los términos de la
complejidad de la relación con Estados Unidos y sobre todo por el nuevo enfoque
que quiere darle a ésta el gobierno de Peña Nieto, es inconcebible que Rojas
Jiménez fuera nombrada agregada de Gobernación en la embajada de México.
“No
puede ser, es la esposa de un embajador y alto funcionario del Departamento de
Estado en activo”, declara a Proceso otro diplomático mexicano que pide la
reserva de su nombre.
El
jueves 18, durante la presentación de Osorio Chong en el Centro Académico
Woodrow Wilson para hablar del resultado de su visita oficial de dos días a
Washington, aunque con un perfil bajo Rojas Jiménez hacía su primera aparición
pública como representante de Gobernación en la capital de Estados Unidos.
La
esposa de Carlos Pascual se encargará de la relación con las agencias de
seguridad de Estados Unidos –FBI, CIA y DEA–, del proceso y manejo de asuntos
altamente sensibles en materia de seguridad y también de otras funciones
políticas.
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