22 jul 2013

Francisco llegó a Brasil


Justo a las 15:43 hora local de Brasil, el avión de Alitalia con el papa y su séquito aterrizó aterrizó en suelo brasileño  luego de un vuelo de doce horas. En doce horas el Airbus 330 de Alitalia, con el código AZ4000, que se destina a los vuelos papales, cruzó  el Mediterráneo, sobrevoló Argelia, Mauritania y Senegal antes de alcanzar el Atlántico con destino a Brasil. 

Francisco fue recibido en el Aeropuerto Internacional de “Galeão/Antonio Carlos Jobim” de Río de Janeiro, por la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, así como del arzobispo de São Sebastião do Rio de Janeiro, monseñor Orani João Tempesta y del presidente de la Conferencia Episcopal del Brasil, cardenal Raymundo Damasceno Assis, arzobispo de Aparecida; minutos después llegó al Palacio de Guanabara, residencia oficial del gobernador de Río de Janeiro.
Se trata del primer viaje apostólico internacional que realiza el Papa.
A diferencia de sus predecesores, que contestaban unas cuantas preguntas pactadas, Bergoglio charló durante 5 minutos con los reporteros de la fuente en unos minutos el sentido de su viaje a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que se celebrará en Brasil; saludo uno uno a los 70 enviados especiales:  "de la familia, los hijos y de otros temas importantes para las personas".
De pie, sin papeles delante y sin citar para nada a Dios o la Iglesia, el papa argentino lanzó  un fuerte mensaje contra "la cultura del descarte", que no solo amenaza a los jóvenes —"una generación sin trabajo por la crisis mundial"— sino también a los ancianos. "Los dejamos de lado", explica el Papa, "como si no tuvieran nada que ofrecernos, pero tienen la sabiduría de la vida, de la historia, de la patria, de la familia. Un pueblo no tiene futuro si no va adelante con los dos extremos: con los jóvenes porque tienen la fuerza y con los ancianos porque tienen la sabiduría de la vida".


Explicó el vocero papal fue el encuentro con cada uno fue alegre y cercano. El viaje, en general, si bien fue tranquilo, estuvo marcado por una gran actividad del Papa "que casi no reposaba y que mostraba una energía extraordinaria".
Como dato anecdótico, Federico Lombardi, vocero papa contó que Francisco estuvo en la cabina del avión con los pilotos durante unos 15 minutos aproximadamente.
En tierra.

Después de un primer saludo a los fieles, el santo padre se fue en un coche cubierto a la Catedral de Río, para después dirigirse en su jeep descubierta - y no blindada - al Teatro Municipal y a continuación al edificio Guanabara, donde le esperarán la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff y el gobernador del Estado de Río de Janeiro, Sérgio Cabral.
La hospitalidad de la gente es evidente, comenzando por los carteles repartidos por toda la ciudad, pasando por el alojamiento ofrecido por miles de cariocas a los jóvenes peregrinos, hasta los detalles de la organización y los escenarios de los eventos.

Para completar la hospitalidad del papa hay cerca de 60,000 voluntarios procedentes de varios países, los 14,000 militares - según datos del ministerio de defensa - que velarán por la seguridad de la Jornadas.
El "Cristo Redentor", - la gigantesca estatua que desde la cima del Corcovado vela por la ciudad y a sus peregrinos - recibió hoy al papa Francisco con los brazos abiertos.
Ya en Brasil dijo:
- “No tengo oro ni plata, pero traigo conmigo lo más valioso que se me ha dado: Jesucristo”, afirmó en su primer discurso en tierras latinoamericanas. Desde el Palacio de Guanabara (Brasil.

“Dios ha querido que el primer viaje internacional de mi pontificado me ofreciera la oportunidad de volver a la amada América Latina, concretamente a Brasil”, afirmó en su discurso leído en portugués, en el que recordó los estrechos lazos que unen a este país con la Sede Apostólica, así como los “profundos sentimientos de fe y amistad” que siempre han mantenido a esta nación “unida de una manera especial al Sucesor de Pedro”.
“He aprendido que, para tener acceso al pueblo brasileño, hay que entrar por el portal de su inmenso corazón; permítanme, pues, que llame suavemente a esa puerta. Pido permiso para entrar y pasar esta semana con ustedes”, añadió el Papa, que durante el trayecto al palacio de Guanabara fue saludado efusivamente por la población que se volcó a las calles.
En su discurso, Francisco también agradeció la acogida de las autoridades brasileñas y su afecto a los obispos. “Con esta visita, deseo continuar con la misión pastoral propia del Obispo de Roma de confirmar a sus hermanos en la fe en Cristo, alentarlos a dar testimonio de las razones de la esperanza que brota de él, y animarles a ofrecer a todos las riquezas inagotables de su amor”, afirmó.
Destacó que el objetivo principal es encontrarse con los cientos de miles de peregrinos que participarán en la JMJ, “atraídos por los brazos abiertos de Cristo Redentor” donde buscan “un refugio” y “volver a escuchar su llamada clara y potente: ‘Vayan y hagan discípulos a todas las naciones’”.
Francisco dijo que al dirigirse a los jóvenes “hablo también a sus familias, sus comunidades eclesiales y nacionales de origen, a las sociedades en las que viven, a los hombres y mujeres de los que depende en gran medida el futuro de estas nuevas generaciones”.
Francisco señaló que los jóvenes esperan que se les ofrezcan “las condiciones materiales y espirituales para su pleno desarrollo (…), para que llegue a ser lo que puede ser”. Necesitan que se les asegure “un horizonte trascendente para su sed de auténtica felicidad”.
Finalmente, pidió establecer “un diálogo entre amigos”. “En este momento, los brazos del Papa se alargan para abrazar a toda la nación brasileña, en el complejo de su riqueza humana, cultural y religiosa”.
“Que desde la Amazonia hasta la pampa, desde las regiones áridas al Pantanal, desde los pequeños pueblos hasta las metrópolis, nadie se sienta excluido del afecto del Papa. Pasado mañana, si Dios quiere, tengo la intención de recordar a todos ante Nuestra Señora de Aparecida, invocando su maternal protección sobre sus hogares y familias. Y, ya desde ahora, los bendigo a todos. Gracias por la bienvenida”, culminó el Papa.
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Un jesuita en la “jaula de los leones”
Paolo Ordaz 

El País 22 JUL 2013

El objetivo es alumbrar a los que están sufriendo en la crisis mundial: los jóvenes y los ancianos

El primer vuelo oficial del papa Francisco se presentaba con turbulencias. El portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi, había comentado días atrás que Jorge Mario Bergoglio no tenía previsto hacer declaraciones y que si algún periodista, en el momento del saludo, lograba sacarle algunas palabras, no podría presentarlas como si se tratase de una entrevista. “Si alguno lo hace”, advirtió el portavoz, “pienso desmentirla”. Al jesuita Lombardi el papel de ogro le sienta como a un santo dos pistolas, pero el aviso había sido cursado y la preocupación cundió entre la comitiva. ¿De qué sirve viajar con el Papa si no habla?
Pero, apenas una hora después de la partida, Federico Lombardi apareció por la zona del avión destinada a la prensa acompañado de Bergoglio y, después de presentarle, a la “comunidad volante de periodistas”, se dio la palabra a Valentina Alazraki , la corresponsal de Televisa y la periodista en ejercicio que más viajes ha hecho con los papas desde que participó hace 34 años en el primer vuelo de Juan Pablo II a México. Alazraki comenzó su bienvenida lanzándole un aguijón a Francisco, quien escuchó con una amplia sonrisa: “Sabemos por sus amigos y colaboradores en Argentina que los periodistas no son precisamente santos de su devoción. A lo mejor ha pensado que el padre Lombardi lo ha traído a la jaula de los leones, pero la verdad es que no somos tan feroces. Y tenemos mucho gusto de poder ser sus compañeros de viaje. Obviamente, somos periodistas, y si algún día nos quiere contestar preguntas no le vamos a decir que no…”. La periodista mexicana remató la jugada regalando al Papa una imagen de la virgen de Guadalupe.
 No doy entrevistas, porque… no sé…, no puedo, es así. Para mí es un poco cansado hacerlo, pero agradezco vuestra compañía”
El Papa recogió el guante de la broma: “He oído cosas un poco extrañas: no soy santo de su devoción y estoy aquí entre los leones… Espero que no tan feroces… No doy entrevistas, porque… no sé…, no puedo, es así. Para mí es un poco cansado hacerlo, pero agradezco vuestra compañía”. A continuación, y durante unos cinco minutos, el Papa que no pensaba hablar explicó su objetivo en Río de Janeiro: utilizar el foco mediático que lo sigue día y noche desde que llegó a la silla de Pedro para alumbrar la grave situación de los dos extremos que están pagando el pato de la crisis mundial: los jóvenes y los ancianos.
 Tras su breve alocución, el padre Lombardi dijo que el Papa saludaría uno a uno a los corresponsales. Eso sí, pidió que no se enrollaran demasiado, a lo que Francisco respondió: “No importa. Tenemos 10 horas de vuelo”. Uno a uno, los más de 70 periodistas de todo el mundo fueron estrechando la mano del Pontífice. Hubo quien lo saludó de manera sobria, pero los más aprovecharon su campechanía para que les bendijera unos rosarios para el cura de su pueblo o la fotografía de un hermano enfermo o de un familiar en paro. Francisco sonrió con unos, bromeó con otros y, después de una hora de confidencias, se despidió de todos con unas palabras que muestran que, pese a las intrigas que ya empiezan a surgir en su contra en el Vaticano, no ha perdido el buen humor: “Me ha pasado como al profeta Daniel, he visto que los leones no eran tan feroces”.

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