Entre
risas, el escape de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán
- Confirman que el capo aterrizó en la sindicatura de El Tamarindo, tras su fuga del penal
El Debate, 23 de novuiembre de 2015
Por: El
Debate
Paulino
López López invitó en el 2013 a su primo Héctor Ramón Takashima Valenzuela, “El
Cachimba”, a trabajar como piloto en el aeródromo de La Palma, en Navolato.
“YO
TRABAJO PARA ‘EL SEÑOR’ DESDE ANTES DE QUE LO AGARRARAN, ES DECIR,
APROXIMADAMENTE DESDE 2013”, DIJO EN SU PRIMER INTERROGATORIO.
El
piloto contrató como mecánico a su hermano Julio César Takashima, “El Gordo”,
que ayudaba con los cambios de aceite del avión.
“El
Cachimba” identifica a Juan Niebla como dueño del aeródromo, y a un sujeto
apodado “El Ochenta” como propietario de la empresa.
A
principios de julio, “El Ochenta” citó a Héctor Ramón Takashima en un
McDonald’s, cerca del Congreso de Sinaloa.
“Me
dijo que estuviera listo en unos días más para ir a recoger un viaje de mota a
Toluca, diciéndome también que le dijera a Romano Lanciani (el otro piloto) que
se alistara y estuviera atento para que nos ayudara en ese traslado de droga,
dándome en ese momento la cantidad de 10 mil pesos como viáticos, también me
dio su PIN y yo le di el mío”, declaró el piloto.
Los
vuelos.
Un
Cessna 206 con matrícula XB-AWL aterrizó el pasado 8 de julio a las 11:00 horas
en la pista de la empresa Aerofumigaciones de Querétaro, en Pedro Escobedo.
“Le
contesté que no era posible que se quedara, ya que se trataba de un aeródromo
privado, que se fuera al aeropuerto de Querétaro; sin embargo, esa persona me
contestó que no, que ahí lo habían citado y que no la hiciera de pedo, que no
iba a pasar nada”.
“Me
intimidé un poco porque esta persona tiene el acento norteño y me sentí con
miedo, por lo que tuve que aceptar”, declaró Palos Cuéllar a la PGR.
El
hijo del empresario enseguida salió de la oficina. Los tripulantes explicaron a
los propietarios del inmueble que sólo iban a vender un avión y que le darían
dos opciones al comprador. Prometieron irse una vez finiquitada la venta.
Al
día siguiente, 9 de julio, aterrizó en la misma pista el Cessna 206 con
matrícula XB-HCM, en punto de las 15:30 horas. Sólo venía el piloto, un tipo de
37 años, pálido, de lento caminar y bastón. Era Romano Lanciani Llanes, el segundo
piloto, quien se dedicaba a fumigaciones en La Palma, Navolato, y dos años
antes había sufrido un accidente que lo dejó mal de una pierna.
Tenía
sentido para Palos Cuéllar que el comprador eligiera entre dos aviones. Pero
las horas pasaron sin que el comprador apareciera. No llegó ese día ni llegaría
al siguiente.
El
11 de julio a la media noche entró a la pista una camioneta pick up Chevrolet
color arena. El conductor bajó del vehículo y se dirigió hasta donde estaba
Fernando Palos González, hijo del dueño.
-¿Tienes
algún problema de que saque los aviones a esta hora?
-Sí,
porque a esta hora es muy peligroso, les puede pasar algo, mejor te aconsejo
que vuelen mañana por la mañana.
-Hipotéticamente,
¿qué pasaría si sacara los aviones a esta hora?
-No
los saquen, te vuelvo a comentar, está muy cabrón despegar a esta hora, date
cuenta, yo no tengo luces, ¿cómo le van a hacer?
-¡Ese
no es tu pedo! -respondió en voz alta, amenazante.
Palos
González guardó silencio. El tipo musitó sarcástico: “ahorita vengo, voy por el
‘enfermito’”.
Se
subió a su camioneta y arrancó.
Fue
a la 01:20 horas cuando entraron a la pista una camioneta pick up Cheyenne y
una Honda CRV color gris.
De
la Honda bajaron cuatro sujetos. Destacaba un tipo de estatura baja, con camisa
café y pantalón de mezclilla, resguardado por tres hombres con armas largas.
Parecía que todos querían hablar con él y tener su atención. Reían.
“Desde
donde estoy, como a unos 50 metros, me doy cuenta de que se ponen a platicar
entre 10 y 15 minutos aproximadamente, acercándose el piloto para despedirse”,
narra Palos González, quien nunca imaginó a quién tenía enfrente.
El
dueño de la pista describiría más tarde que el ánimo de estos hombres era más
que festivo.
“Iban
cagán.... de la risa”, declaró el empresario Palos Cuéllar.
El
hombre de más baja estatura abordó el avión XB-AWL y despegó alrededor de las
01:35 horas. 15 minutos más tarde calentó motores el siguiente.
Nadie
compró ningún Cessna. En lugar de un comprador, aquella noche el primer avión
fue abordado por Joaquín “El Chapo” Guzmán, que recién había escapado del penal
del Altiplano.
Con
Guzmán viajaron su cuñado Édgar Coronel Aispuro y otro de sus hombres de
confianza en un vuelo piloteado por Héctor Ramón Takashima, “El Cachimba”.
Apenas
despegó, Takashima recibió un mensaje instantáneo por teléfono de parte de “El
Ochenta”, su jefe y dueño del aeródromo La Palma, en Navolato, Sinaloa.
Eran
las coordenadas del sitio de aterrizaje, una pista clandestina en la
sindicatura de El Tamarindo, en Culiacán.
Aproximadamente
tres horas más tarde, la aeronave descendió en un improvisado camino de
terracería, donde ya los esperaba otro avión Cessna 206, el cual abordaron. El
otro fue abandonado en la brecha. Takashima piloteó durante una hora más hasta
llegar a Los Remedios, localidad de Tamazula, Durango, aterrizando en la
aeropista del pueblo. Allí bajaron “El Chapo”, Édgar Coronel y el tercer
acompañante.
“Se
encontraba gente esperándolos en cuatrimotos, por lo que cuando se fueron en
cuatrimotos yo me regresé para Villa Juárez, Navolato, llegando como a las
06:30 de la mañana, siendo todo lo que pasó en ese momento”, relató Takashima a
la PGR.
“Posteriormente
ya no supe más de ellos, tampoco tuve comunicación con ‘El Ochenta’, en virtud
de que tiré el teléfono. Por ese trabajo me iban a pagar 20 mil dólares, pero
sólo me dieron 10 mil, dándomelos antes de que me fuera a Toluca”.
Cuando
el avión de “El Chapo” había despegado de Culiacán con rumbo al poblado de Los
Remedios, Romano Lanciani avistaba la pista de La Palma, en Navolato, en plena
madrugada. Preparaba las maniobras de aterrizaje cuando sintió que su pierna
derecha estaba totalmente entumida.
“No me respondió al 100 por ciento, efectuando
el despiste y capoteada de la avioneta”, expuso a la PGR.
Lanciani,
que se había quejado del frío nocturno en Querétaro, se vio obligado a un
aterrizaje forzoso. Julio César Takashima, “El Gordo”, corrió en su auxilio.
-Te
dije que ocupaba el copiloto, ¿y ahora cómo voy a explicar lo de la avioneta?
-No
hay bronca, carnal, vamos a decir que se le fue una línea de los frenos, al
cabo que la misión ya se hizo.
-¿Qué
misión, carnal?
-‘El
señor’ ya está arriba.
El
piloto recuerda que en ese momento se quedó sin palabras, porque sabía de qué
estaba hablando.
“Cuando
ellos dicen ‘El señor’ se refieren a Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, por lo cual
sentí una decepción por la falta de confianza de ellos hacia mi persona, porque
no me habían dicho en ningún momento cuál era la intención del vuelo que yo
realicé y para qué me ocuparían”, relató.
Tres
días más tarde, el mecánico tocó a la puerta de Lanciani: “Te traigo un
regalito”, dijo “El Gordo”, y enseguida le puso en su mano un fajo de 10 mil
dólares en efectivo. “Es de parte de la oficina”.
Las
claves.
En
la última semana de julio, “El Chapo” estaba durmiendo en el rancho Las Mesas,
municipio de Tamazula, Durango. Hasta allá lo fue a visitar su cuñado Édgar
Coronel Aispuro.
“En
ese rancho había aproximadamente 25 personas más, las cuales se encontraban
armadas; refirió que la forma de contactar a ‘El Chapo’ es por medio de su
secretario ‘El Ranas’, de quien tiene conocimiento que se mueve en una
camioneta Tornado color gris”, precisa un informe de la Policía Federal, basado
en la información proporcionada por el joven.
Cerca
de la cabecera municipal de Tamazula, dijo Coronel a la PF, el presunto
narcotraficante tiene a un incondicional, un compadre apodado “El Centenario”,
que vive en la ranchería de La Pinoza.
El
capo sinaloense, de acuerdo con lo dicho por Coronel, luego se movió a la
localidad de Bastantitas, en el mismo municipio duranguense, donde permaneció
hasta el 19 de agosto.
Ese
día, a las 05:00 horas, “El Chapo” abandonó el lugar, tras ser alertado de que
su piloto Héctor Takashima, “El Cachimba”, había sido detenido por la Marina en
Culiacán la mañana del día anterior.
Casi
ocho horas después de que el capo se fuera de este poblado, la Policía Federal
detuvo a su cuñado Édgar Coronel en la avenida Rotarismo de Culiacán, cuando
circulaba en su Mustang rojo del año con su amigo Ernesto Carrasco Ruiz.
El
vehículo fue el pago de “El Chapo” por la ayuda tras la evasión. Coronel apenas
lo disfrutó dos semanas.
La
detención de Coronel ha sido hasta ahora la pista más valiosa para tener una
idea de la ubicación de “El Chapo”.
Al
joven le aseguraron todos sus teléfonos.
En
uno de ellos, tenía registrado con la letra “M” al contacto que conocía como
“El Ranas”, el intermediario con quien debía tratar para llegar a Guzmán Loera.
El
12 de agosto pasado, la Seido interrogó a Felipe Valdez Santos, “El Tuercas”,
un personaje del que hasta hoy nada se ha dicho y que parece ser clave en el
desmantelamiento de la red que organizó la logística de “El Chapo” tras la
fuga.
Valdez
no está en la cárcel -o al menos no se ha informado oficialmente de su
consignación-, pero fue a raíz de su presentación ante la PGR que empezaron a
ser detenidos todos los presuntos cómplices de Guzmán.
De
“El Tuercas”, la PGR ha testado la información en los documentos que ha rendido
a autoridades judiciales. REFORMA
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