Chaveznomics,
el verdadero enemigo de Venezuela/Angel Alayón es economista y director del portal de ideas Prodavinci.com.
The
New York Times/ 10 de agosto de 2016
Charles-Maurice
Talleyrand, el diplomático y estadista francés, le dijo a Napoleón Bonaparte
que las bayonetas sirven para muchas cosas, menos para sentarse en ellas.
Talleyrand también debió advertir que tampoco sirven para producir alimentos.
El
pasado 11 de julio el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, encargó al
ministro de Defensa, el general Vladimir Padrino López, la jefatura de la Gran
Misión Abastecimiento Seguro, un programa que tiene como objetivo normalizar la
oferta de alimentos en Venezuela.
No
será una misión sencilla. La escasez de productos básicos en los anaqueles
supera el 80 por ciento y los venezolanos hacen filas durante cuatro y seis
horas en promedio para poder adquirirlos a precios controlados, aunque solo
pueden comprar en el día de la semana que les corresponde según el número en el
que termina su documento de identidad. Los precios de los alimentos han
alcanzado niveles estratosféricos en el país que tiene la inflación más alta
del mundo.
El
hambre dejó de ser la distante amenaza de cuando solo se escuchaban anécdotas
sobre niños desmayados en el colegio y gente buscando comida entre la basura.
El hambre en Venezuela se transformó en un problema que debe ser atendido con
urgencia.
El
gobierno encabezado por Nicolás Maduro atribuye la escasez y la inflación a la
“guerra económica”, un concepto que la narrativa oficial define como una
ofensiva orquestada por empresas, industrias y comerciantes apoyados por el
imperio estadounidense. ¿El objetivo de esta conspiración? Generar malestar en
la población y desalojar al gobierno del poder. Pero una cosa es la propaganda
y otra muy diferente la realidad.
El
general Padrino López debería saber que no se puede ganar una guerra que no
existe.
Sin
embargo, aunque la “guerra económica” solo sea una ficción diseñada para
ocultar el fracaso del gobierno, la solución del problema de los alimentos sí
pasa por derrotar a un enemigo —un enemigo que está lejos de los discursos
propagandísticos oficiales—.
El
verdadero enemigo de Padrino López es el legado de Chávez.
Los
problemas económicos que sufren los venezolanos son consecuencia de una serie
de políticas económicas y reguladoras que fueron implementadas por el
presidente Hugo Chávez y continuadas por Nicolás Maduro. Se trata de políticas
que constituyen la esencia del modelo intervencionista implementado bajo el
nombre de “Socialismo del siglo XXI”, como el control del precios, las
estatizaciones y el control de cambios.
El
gobierno tiene como desafío desmontar un control de cambios que le impide a las
empresas y a los ciudadanos comprar divisas regularmente y a un precio único,
lo que se ha convertido en una incesante fuente de corrupción. Debe desmontar
un control que ha desestimulado la producción en Venezuela, generando escasez y
profundizando la dependencia de las importaciones.
También
urge que la propiedad de las empresas estatizadas regrese a manos privadas con
el fin de reactivar la producción. En resumen: la recuperación de la economía
venezolana pasa por desmontar el modelo implementado por el presidente Chávez.
La
agenda de trabajo necesaria para solucionar los problemas económicos no es
militar. Es más bien un programa de reformas urgentes en las políticas
públicas, regulatorias y económicas. Una agenda que requiere de conocimientos
económicos y un manejo experto de los conceptos de economía política de las
reformas.
Durante
tres años, el presidente Nicolás Maduro se ha negado a aceptar la urgencia de
un cambio de dirección. El mandatario impide las reformas necesarias anulando
incluso a los ministros que en su equipo han promovido un cambio. Mientras
tanto la economía se hunde en la recesión.
Ahora
Maduro cede poder ante Padrino López. ¿Por qué? Esta pregunta todavía no tiene
respuestas, sino hipótesis. Algunos creen que es el comienzo de una transición
exigida por los militares. Otra tesis apunta en una dirección política: dotar a
Padrino López con poderes equivalentes a los de un primer ministro implica la
consolidación de una alianza cívico-militar que le garantiza a Maduro mantener
al chavismo en el poder y sobrevivir a las protestas sociales por la escasez de
alimentos.
Se
supone que las bayonetas pueden servir para eso y quizá también para mantener
al margen las presiones de la oposición por activar un referendo revocatorio
para sacar a Maduro de la presidencia.
Más
allá de las inciertas causas de su nombramiento, Padrino López ahora es el
responsable de solucionar el problema de los alimentos en Venezuela. Pero un
mes después de su nombramiento no ha dado ninguna señal de estar yendo en la
dirección correcta.
Las
señales han sido de signo contrario y preocupantes. Veintinueve revendedores de
productos regulados en el mercado negro fueron detenidos en una operación
encabezada por dos generales. Fueron desplegados más de quinientos efectivos de
las fuerzas del orden público, entre militares y policías, pero al día
siguiente de esa gran operación militar el mercado negro siguió funcionando
como siempre.
Esto
muestra que la represión no podrá derrotar las conductas creadas por las
propias políticas del gobierno. No es tarea de los ejércitos derrotar a los
mercados negros. Las armas de las Fuerzas Armadas Bolivarianas no están hechas
para calmar el hambre.
Maduro
y Padrino deberían saber que los problemas de Venezuela no se solucionarán
sentándose sobre las bayonetas. El desafío es abandonar el llamado socialismo
del siglo XXI y la doctrina “Chaveznomics”, un modelo productor de pobreza y
angustias.
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