1 oct 2016

La causa de los Gandini, es principio de muchos…, vermos que dicen los legisladores

Historia de una tragedia/Francisco Garfias
Excelsior, 1 de octubre de 2016
Aquel sábado negro sonó el celular al filo de las 13:30 horas. Una de esas llamadas que uno no desea recibir nunca. Era un sábado 9 de julio. Del otro lado de la línea la voz de Héctor Gandini, amigo entrañable.
 Era para informarme del accidente que 40 minutos antes se había producido en la autopista México-Cuernavaca, a la altura del sitio conocido como Paso Exprés, en el que murió su hijo del mismo nombre y su hija María quedó gravemente herida.
 Una pipa de doble remolque, que transportaba cemento en grava de la compañía SICSA contratada por Cemex, había lite­ralmente aplastado el Mazda negro de Julio, el novio de su hija.
 —¿Me estás hablando de Hectorín, tu hijo?, pregunté impactado.
 —Sí, ya está muerto. No hay nada que hacer. Ahora me ten­go que concentrar en María, reviró Gandini, con un temple que sorprendía.
 Al momento de hacer la llamada se encontraba en la caseta a Cuernavaca. Iba solo al lugar del percance. Su intención era traer a María al Hospital Ángeles del Pedregal, lo que se hizo horas después, y recoger los restos de su hijo.
 En el Mazda viajaban también Pato, de 22 años, Minerva, de 31; y Julio, de 23. Los dos primeros fallecieron también. El novio de María salió milagrosamente indemne.
 A partir de esa fecha fatal, el padre de Hectorín y la madre de Pato iniciaron una cruzada en contra de los doble remolques.
La tarea parecía imposible. Chocaba con poderosísimos in­tereses. Refresqueras, cementeras, cerveceras, empresas agro­industriales, de combustibles y la industria automotriz utilizan los doble remolques para ahorrar costos en el transporte de sus productos.
 Pero en la era de las redes sociales la demanda se volvió un clamor. La cruzada avanzó en varios frentes. Se sumaron famosos artistas, organizaciones sociales, líderes de opinión y ciudadanos en general.
 La señora Caballero, madre de Pato, lleva recabadas 73 mil 845 firmas a través de la plataforma de internet Change.org para exigir la prohibición de la circulación de los camiones de doble remolque.
 Gandini, de su lado, ha realizado un exitoso tour de medios con periodistas de primera línea como Joaquín López-Dóriga y Ciro Gómez Leyva.
 En la SCT se pusieron nerviosos. Las normas que regulan el autotransporte contienen lo que el senador del PRI, Arturo Zamora Jiménez, llama “disposiciones permisivas”.
 Apenas ayer, Gerardo Ruiz Esparza, titular de la SCT, le dijo a López-Dóriga que los módulos de revisión en las carreteras más importantes del país van a ser reforzados.
 Se hará una “revisión aleatoria” a efecto de ver condiciones del transporte, del conduc­tor y que cumplan con los requerimientos que fijan los reglamentos de tránsito.
 En un par de sema­nas quedarán instalados, prometió.
 La “permisividad” de la que habla Zamora se ha traducido en pérdida de vidas humanas.
Datos de la Confederación Nacional de Transportistas Mexicanos (Conatram) nos dicen que cada año se registran más de mil muertos por accidentes que se generan por trans­porte de carga de doble remolque, la mayor parte con exceso de dimensiones y peso.
 Existe también riesgo a la integridad física, daño a pavimen­tos y puentes, problemas de vialidad y deterioro ambiental.
 La Conatram destaca que un camión de carga en México puede alcanzar hasta 31.5 metros de longitud, límite superior al de la mayoría de los países. En Finlandia, Canadá y Estados Unidos el máximo permitido es de 25 metros; Suiza, 24; e Is­landia, 22.
 “Queda acreditado que México está fuera de los estándares internacionales de seguridad vial”, dice Zamora, en la iniciati­va para prohibir la circulación de estos vehículos presentada en 2012, pero que fue congelada.
“Somos el único lugar del mundo donde se autoriza cargar camiones con más del doble del peso de lo permitido”, alerta el senador del PRI.
En las dos cámaras legislativas se montaron en el tema. El PAN y el Verde se solidarizaron con la demanda en San Lázaro, el PRD hizo lo propio en el Senado.
Los amarillos presentaron una iniciativa de reformas a la Ley de Caminos, Puentes y Autotransporte Federal para reducir riesgos y tragedias en carreteras.
 Proponen que los transportes no tengan una longitud ma­yor a 22 metros y una carga máxima de 40 toneladas.
 Hoy se les permite cargar hasta 75 toneladas, aunque la ma­yoría rebasa por mucho esos límites.
 Zamora, viejo combatiente contra los doble remolques, pre­sentó la iniciativa no sólo para prohibir la circulación de es­tos vehículos, sino para que no sobrepasen las 32 toneladas de carga y su longitud no sea mayor a los 22 metros.
En la exposición de motivos se establece que de acuerdo con información de la ONU, de la SCT, México ocupa el sép­timo lugar en siniestros de tránsito, después de India, China, Estados Unidos, Rusia, Brasil e Irán.
 “Los decesos por accidentes carreteros en el país se han in­crementado en 31.4% entre 1990 y 2010, de acuerdo con esta­dísticas de la Organización de Transporte y de la SCT”, subraya.
 Estudios de la Asociación Mexicana de Ingeniería del Trans­porte establecen que los doble remolques son 32 veces más peligrosos que un tráiler con un solo remolque.
 La cruzada de Caballero y Gandini avanzó significativamente.
 Ya es un hecho que se endurecerán los requisitos para que los doble remolques puedan circular.
 Ruiz Esparza ya adelantó que se les va a obligar a que lle­ven “gobernador”, para que no puedan circular a más de 80 kilómetros por hora.
 Pero puede usted apostar que no los van a prohibir. Hay de­masiados intereses en juego.**
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#DiNoAlDobleRemolque, secretario Ruiz Esparza/Ivonne Melgar
Excelsior,
 De manera inédita, una peti­ción ciudadana logró en sólo dos meses romper la indife­rencia de un Congreso atado a los intereses del gobierno y los partidos.
Ésa es la buena noticia de esta se­mana: la disposición de legislado­res de diversas fuerzas políticas de atender un reclamo concreto y justo: #DiNoAlDobleRemolque.
Apenas el 24 de julio publicamos en Excélsior la iniciativa que Jorge López Martín y Francisco Gutiérrez de Velasco (PAN) presentaron en la Comisión Perma­nente para reformar el artículo 50 de la Ley de Transporte, a fin de prohibir los llamados fulles en las carreteras.
Los diputados argumentaron que la competencia económica no debe justificar la omisión del Estado frente al peligro de muerte que esas unidades representan.
Una semana después, ambos legislado­res solicitaron al gobierno hacer su parte: homologar la norma del autotransporte de carga con Estados Unidos y Canadá, con el objetivo de pasar de las 75.5 toneladas mé­tricas que en México se toleran a 36.3 TM.
En su propuesta, los panistas alegaron que resulta urgente esa reducción ¡de 39 to­neladas!, porque el peso que aquí se tolera atenta contra la seguridad carretera.
Todo parecía indicar que las iniciativas no pasarían de su publicación en la Gaceta Parlamentaria, como sucedió hace cuatro años cuando se intentó regular el tema.
Entonces, en 2012, la embestida de un tráiler full a un autobús con alumnos de la UNAM propició que el Partido del Tra­bajo y el PRI buscaran ponerle límites al doble remolque. Los promoventes respon­sabilizaron al gobierno de Felipe Calderón de permitir la violación de las normas internacionales. Se hizo un dictamen para que aquí se aplicaran los mismos criterios de los socios del TLC. Pero éste jamás se votó en el pleno de la Cámara de Diputados.
Sin embargo, el 28 de julio, una madre emprendió una movilización ciudadana en nombre de su hijo de 22 años, Patricio Floresmayer, víctima de un accidente oca­sionado por un tráiler full .
El testimonio de Hilda Caballero nos hizo obligados activistas de esta causa que hoy es ciudadana y que ha ido suman­do nuevas iniciativas, como la de Miguel Barbosa, coordinador de los senadores del PRD, y la del PVEM entregada en ambas cámaras. Hoy existen tres propuestas de la oposición para ponerle un freno a estos ca­miones que habrían generado mil 59 muer­tes en lo que va del año.
Y el PRI se ha manifestado en favor de que la vida de los mexicanos se encuen­tre por encima de cualquier consideración económica, en voz del jefe de los priistas en el Senado, Emilio Gamboa. En el mismo sentido, el actual presidente de la Cáma­ra Alta, Pablo Escudero (PVEM), ha dicho presente.
Así que si los legisladores tienen palabra, el Congreso está obligado a forzar al go­bierno federal a la prohibición que ahora se niega a imaginar bajo un pragmatismo ma­terialista que genera escalofrío.
Lo único que ha aceptado hasta ahora el secretario de Comunicaciones y Transpor­tes, Gerardo Ruiz Esparza, es a participar en los foros que en torno al tema se harán en el Poder Legislativo. Pero sigue el titular de la SCT sin moverse un centímetro en su advertencia catastrofista de que la prohibi­ción de estas unidades paralizaría la econo­mía al grado del desabasto.
Ruiz Esparza ha decidido colocarse del lado de las transnacionales y las empresas que se benefician de los doble remolques y que presionaron en el sexenio anterior para evitar una reforma.
El secretario no tiene nada qué ofre­cernos a los 75 mil firmantes de la petición que Hilda Caballero hizo en change.org y que iba dirigida al director general de Auto­transporte Federal, Adrián del Mazo Maza; a la subsecretaria de Transporte, Yuriria Mascott, y al titular de la SCT.
En contraste, la apertura mostrada por legisladores para modificar la ley corres­pondiente es un signo alentador en la len­ta y necesaria construcción en México del Parlamento Abierto, práctica indispensable para que la política recupere su función, la de atender los problemas de la gente.
Sea que diputados y senadores hayan reaccionado por conciencia, por no aguan­tar la presión o por pudor, este asunto antes ninguneado ahora es prioridad, al menos en el discurso.
Que los 628 legisladores federales es­cuchen el testimonio de Hilda sobre su hijo, el mismo al que Ruiz Esparza ha contestado no.
“Bueno, sano, noble, justo, entregado, alegre, feliz, divertido, íntegro, apasionado, dedicado, amoroso. Amado por todos lo que lo conocieron. Su vida quedó truncada cuando un camión de doble remolque, de la manera más imprudente y con exceso de velocidad, le arrebató su hermosa y valiosa vida. Su papá, hermanas y yo nos queda­mos rotos, vacíos, desconsolados, profun­damente tristes y devastados.
“Exigimos que dejen de circular estos camiones de doble remolque, sin regu­lación alguna, con sobrepeso, sin chofe­res capacitados. Que además circulan con exceso de velocidad y con total y absoluta irresponsabilidad. A Pato nadie nos lo va a regresar, podemos lograr en su nombre un cambio para que nadie sufra lo que estamos sufriendo”, pide la señora Caballero.
Para quienes nos sumamos a la causa de Hilda y de Héctor Gandini, padre del jo­ven del mismo nombre que también murió en el accidente del 9 de julio en la carretera México-Cuernavaca, esta historia y su dolor son suficiente argumento para reclamar el derecho a la seguridad por encima de con­sideraciones monetarias.

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