8-N:
una elección apocalíptica/Alana Moceri es profesora de Comunicación política en la Universidad Europea de Madrid y analista política estadounidense.
El
Español, 8 de noviembre de 2016..
Ocho
de cada nueve estadounidenses dicen que estas elecciones les han contrariado
más que emocionado, según una encuesta de The New York Times/CBS News. Informes
sobre el ambiente interno que se vive en ambas candidaturas hablan de un temor
apocalíptico a perder frente al adversario. Fuera de los EE.UU. el temor es otro:
una encuesta de Forbes y Statista revela que los europeos están aterrorizados
con la posibilidad de una victoria de Donald Trump.
Llevo
meses deseando que acabe esta campaña, tan fea que ha degradado la democracia
de mi país y ha dejado a los estadounidenses aún más desencantados con sus
instituciones de lo que ya lo estaban. Con sus informaciones, el FBI no sólo ha
puesto en duda la campaña de Hillary Clinton, sino al propio papel del FBI.
Este tipo de agencias tiene prohibido inmiscuirse en política y, especialmente,
en unas elecciones.
En
julio, a cuatro meses de los comicios, el FBI descartó que Clinton hubiera
cometido delito por usar un servidor privado para su correo electrónico durante
el tiempo que fue secretaria de Estado. Es incomprensible, por tanto, que el 28
de octubre -11 días antes de las votaciones- se diera el caso por reabierto.
Algo así no tiene precedentes en unas elecciones en EE.UU.
El
anuncio del FBI ha hecho daño a la campaña de Clinton, que desde ese momento
empezó a bajar en las encuestas. Es cierto, además, que ha coincidido con una
movilización de los votantes republicanos en torno a Trump. Pero desde el
viernes, las encuestas se han estabilizado e incluso han mejorado para Clinton,
hasta que este pasado domingo nos hemos enterado de que los correos
electrónicos que tanta polémica han generado se han quedado en nada. Los nuevos
correos descubiertos por el FBI eran duplicados de los ya investigados en su
día y mensajes personales.
Seguramente
habrán notado que Donald Trump no ha dicho nada explosivo desde el 28 de
octubre. Según el New York Times, los dirigentes del equipo de Trump le
convencieron de que aprovechara el asunto de los correos para bajar el tono de
la campaña. Eso incluía dejar de escribir sus propios tuits. Ha sido una buena
táctica, porque hemos pasado una semana en la que no se hablaba de otra cosa
que de los correos de Clinton, quedando a un lado los innumerables trapos
sucios de Trump.
Si
a los latinos sumamos la gente negra y cualquier otro grupo minoritario del
país y, por primera vez, añadimos votantes blancos con educación universitaria,
tendremos la foto de los votantes de Clinton. Su campaña ha contado con un
ejército de voluntarios en los estados en juego. Eso, igual que el voto
anticipado, no se refleja bien en las encuestas.
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