El sustituto de Édgar Elías Azar será Álvaro Augusto Pérez Juárez, "un incondicional del presidente saliente, amén de responsable de formular y defender la controversia contra la Constitución de la Ciudad de México...."
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Revista Proceso # 2108, 26 de marzo de 2017..
Las crisis que deja el magistrado/Raúl Monge..
Confrontado con el jefe de Gobierno de la capital, Miguel Ángel Mancera, y acotado financieramente al arrastrar un déficit cercano a los 3 mil millones de pesos, el magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México (TSJ), Édgar Elías Azar, decidió hacer una pausa en su larga y controversial carrera dentro del Poder Judicial –sumaba 51 años de servicio ininterrumpidos y cumplía su tercer periodo al frente del organismo– para incursionar en un nuevo y ajeno terreno profesional: la diplomacia.
El pasado martes 21 la Secretaría de Relaciones Exteriores dio a conocer en un comunicado de prensa que sometería a consideración del Senado el nombramiento de Elías Azar como embajador de México ante el reino de los Países Bajos. Esto último iba a ocurrir el pasado jueves 23, pero el protocolo se suspendió por falta de quórum.
Horas antes de que la cancillería difundiera la noticia de su designación como nuevo representante diplomático, Elías Azar presidió el pleno privado en las instalaciones de Niños Héroes, colonia Doctores, donde oficializó su partida.
Según testimonios de algunos magistrados presentes, Édgar Elías pronunció un discurso que “conmovió” a más de uno de sus incondicionales.
Comentó que él había empezado la carrera judicial trapeando pisos en el TSJ, pero que siempre tuvo la mirada puesta en la presidencia del tribunal y que, con esfuerzo y disciplina, logró su cometido. También dijo que se iba con tristeza porque el TSJ siempre fue como su casa.
Durante la reunión, los magistrados le hicieron notar que si estaba consciente de que no sólo renunciaba a la presidencia del TSJ, sino a la magistratura también. Elías Azar asintió.
Antes de tocar el siguiente punto de la orden del día –la sucesión–, Elías Azar pidió a sus colegas defender la controversia constitucional promovida contra la Constitución de la capital del país y dignificar el Poder Judicial. Luego sorprendió al pleno con una confesión: que el TSJ arrastraba un déficit de alrededor de 3 mil millones de pesos.
Pero el debate no fue este último punto, sino la elección del nuevo presidente del TSJ. Una parte del pleno se inclinaba por una nueva elección y otra, la de los magistrados allegados a Elías Azar, pugnaba por una designación. Esta última opción fue la que finalmente prosperó.
En la práctica, esto significa que el nuevo titular del TSJ ejercerá funciones de abril de este año a diciembre de 2018. El próximo jueves 30 se llevará a cabo la elección del sucesor de Édgar Elías, que desde ahora se da por descontado que será el magistrado de la Octava Sala Civil, Álvaro Augusto Pérez Juárez, un incondicional del presidente saliente, amén de responsable de formular y defender la controversia contra la Constitución de la Ciudad de México.
Pérez Juárez contenderá con el magistrado de la Primera Sala Familiar, Lázaro Tenorio Godínez, uno de los pocos que se opusieron terminantemente a la presentación de la controversia constitucional.
Salida negociada
De acuerdo con versiones de tres magistrados consultados por el reportero, Édgar Elías comenzó a acelerar su salida anticipada del tribunal a partir de los dos últimos encontronazos que tuvo con Mancera, mismos que terminaron por fracturar la endeble relación que mantenían.
El primero de ellos se produjo en febrero pasado, cuando Mancera impuso a siete magistrados en el TSJ, todos ellos sin carrera en la judicatura: Yohana Ayala Villegas, Rubén Alberto García Cuevas, José Gómez González, Ernesto Herrera Tovar, Miguel Ángel Mesa Carrillo, Carlos Vargas Martínez y Marco Antonio Velasco Arredondo.
Gómez González y Velasco Arredondo guardan una estrecha relación con Mancera, aseguran los informantes.
El segundo vino al mes siguiente, en marzo, cuando Édgar Elías decidió cobrarse revancha e impugnar en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) el mayor logro alcanzado hasta ahora por Mancera en su administración, los artículos 35 y 37 de la Constitución Política de la Ciudad de México.
Se sintió agraviado porque dichos preceptos reducen de cuatro años a uno el mandato del presidente del tribunal, sin derecho a reelegirse, impiden al titular encabezar al mismo tiempo la presidencia del TSJ y la del Consejo de la Judicatura, y autorizan la participación de un Consejo Ciudadano en la vida interna del Poder Judicial capitalino.
A decir de los magistrados entrevistados, otro factor que incidió para que Édgar Elías abandonara su sueño de llegar a la SCJN y decidiera cambiar de aires fue el poco margen de maniobra que tenía en cuanto a la disposición de recursos, a causa en buena medida al peso del déficit de 3 mil millones de pesos que arrastra actualmente el TSJ.
De hecho, agregan los informantes, el presidente del TSJ comenzó a preparar el terreno para su salida a finales del año pasado, cuando Claudia Ruiz Massieu –a quien le dice “sobrina”– todavía despachaba en la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Sin embargo, su designación como embajador se interrumpió porque Ruiz Massieu fue removida del cargo el 4 de enero y su lugar fue ocupado por Luis Videgaray. La sobrina del expresidente Carlos Salinas de Gortari funge desde el pasado viernes 3 como secretaria general del PRI.
Desgastada su relación con el jefe de Gobierno capitalino, Elías Azar tuvo que aguantar, pero no cejó en su intento de formar parte del cuerpo diplomático. Según los magistrados consultados, el consejero jurídico de la Presidencia, Humberto Castillejos Cervantes, maniobró para destrabar la designación del presidente del TSJ como embajador de México ante los Países Bajos, aunque él hubiera preferido la representación diplomática de España.
El sucesor
Los magistrados consultados por el reportero cuentan también que casi al mismo tiempo en que Elías Azar preparaba el terreno para su salida, comenzó a impulsar a su delfín, el magistrado Álvaro Augusto Pérez Juárez.
Recuerdan que en diciembre del año pasado este último organizó una comida en su casa de Amecameca a la que asistieron una buena parte de los magistrados del TSJ, incluido Édgar Elías. Ahí, dicen, empezó a cuajarse la postulación de Pérez Juárez como virtual sucesor del jurista guerrerense.
Esto último, aseguran los entrevistados, quedó en evidencia cuando Elías Azar encargó al magistrado de la Octava Sala Civil la elaboración y defensa de la controversia constitucional interpuesta en la Corte contra la Constitución Política de la capital del país.
El miércoles 22, un día antes del cierre de registros, Álvaro Augusto Pérez invitó a desayunar a una treintena de magistradas en el University Club, del que es socio su jefe y promotor, Elías Azar.
En dicho encuentro, el magistrado les dijo abiertamente que ese mismo día registraría su candidatura, que tenía casi 30 años de servicio en el TSJ, por lo que conoce sus entrañas y le gustaría presidirlo.
Las magistradas aprovecharon la ocasión para manifestarle su inconformidad por la opacidad y la política de puertas cerradas que reina en la presidencia del tribunal, la imposición de siete magistrados sin mérito alguno que hizo Mancera, la necesidad de poner mayor atención en la materia penal, la falta de paridad de género en las designaciones y la urgencia de acabar con la política de radiopasillo.
“El 17 de febrero se abrió la posibilidad para ampliar el cuerpo de magistradas, pero esa oportunidad se desaprovechó. Había tres mujeres en funciones por ministerio de ley, todas con amplísima experiencia como jueces en sus respectivas materias, dos en lo familiar y una en lo civil, con posibilidad de ocupar alguna de las siete vacantes, pero otros profesionistas, ninguno de la carrera judicial, ocuparon esos lugares”, lamentó una de las magistradas asistentes.
El aspirante a la titularidad del TSJ tomó nota, pero no se comprometió más que a defender la controversia constitucional en su etapa procesal.
Algunas de las magistradas salieron del desayuno desencantadas porque no conocieron ninguna propuesta concreta ni programa de trabajo alguno que les diera alguna señal de que las cosas van a cambiar en el TSJ.
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