26 mar 2024

¿Por qué sólo Telegram? Ya puestos, cerremos Internet

¿Por qué sólo Telegram? Ya puestos, cerremos Internet/Paco González 

El Español,  Martes, 26/Mar/2024 

La historia de Telegram es la historia de Pável Durov, fundador de la red social VKontakte (VK), que dejó en 2014 tras ser requerido en reiteradas ocasiones por las autoridades rusas para que cancelara el acceso a distintas páginas y grupos a miembros de dicha red social. Por aquel entonces tenía ni más ni menos que 150 millones de usuarios.

Durov es un conocido defensor del derecho a la privacidad en Internet y un opositor al intento de control de las autoridades rusas a los medios de comunicación del país. Abandonó Rusia en 2014, indicando que "no es compatible con los negocios de Internet en este momento" y tras vender sus participaciones, siempre según el propio Durov, "a los aliados de Putin".

En 2013 fundó Telegram junto a su hermano como una forma de proteger las comunicaciones entre usuarios "por defecto", cifrando las comunicaciones entre sus usuarios extremo a extremo. Y ofreciendo más privacidad que Whatsapp, que por aquel entonces todavía no cifraba todos los chats, y tampoco pertenecía a Meta.

Antes de continuar, un alto en el camino para explicar el concepto de cifrado con un ejemplo visual.

Si cualquiera de nosotros va conduciendo su coche y alguna persona lo ve desde fuera, ve tanto el coche como a su conductor. Ahora imaginemos que tintamos todos los cristales del coche. Veríamos el coche, pero no quién lo conduce. Si el conductor es el dato y el coche el paquete que lo transporta, eso sería cifrar un dato en el mundo de los sistemas informáticos.

Volviendo a la historia de Telegram, Durov quería crear una herramienta que ofreciera seguridad y que dicha seguridad fuera verificable. Y aunque no toda la aplicación es "código abierto", sí lo son los clientes que instalas en tu teléfono móvil, tableta u ordenador.

Desde el principio la idea de Durov era garantizar que el usuario pudiera verificar en todo momento que sus comunicaciones eran totalmente privadas y que nadie las espiaba. Y nada mejor para ello que liberar el código del cliente que instalas en tu terminal.

Telegram no es la única. En 2014 apareció Signal, basado en el protocolo de comunicación cifrado que lleva el mismo nombre y que también es código abierto. Signal ha sido públicamente respaldado por personalidades como Elon Musk o Edward Snowden, sobre todo a raíz del cambio de términos de servicio de Whatsapp que se produjo en 2021, y que intranquilizó a muchos usuarios.

Y hay más.

Teniendo en cuenta todo este contexto (y que la génesis de la protagonista de la historia en España en los últimos días, Telegram, es precisamente burlar la censura de los gobiernos), no deja de ser gracioso que un tribunal español decida que nuestro país debe unirse a China, Irán, Cuba, Pakistán o Tailandia, pidiendo a los operadores de telecomunicaciones que bloqueen el acceso a Telegram, para recular 72 horas después.

Y no es que Atresmedia, Movistar Plus, Mediaset y Egeda no tengan derecho a proteger su contenido con derechos de autor de su difusión de forma ilícita a través de Internet. Por supuesto. El problema es la fórmula elegida por la Audiencia Nacional ante la no respuesta de Telegram a su requerimiento.

La situación no se está entendiendo bien. Telegram es un canal de comunicación privado cuyo uso para la mayoría de sus 8 millones de usuarios españoles y más de 700 en todo el mundo es principalmente lícito, y con el único fin de mantener comunicaciones privadas.

Proponer su cierre porque ciertos usuarios compartan contenido ilegal es tan absurdo como plantear cerrar Internet por este mismo motivo. Y requiere que todos nosotros como usuarios le demos una vuelta al tipo de país en el que queremos vivir.

Yo, desde luego, quiero vivir en uno donde tenga derecho a elegir cómo me comunico personal y digitalmente sin tener que estar sometido al control de las autoridades, por muy loables que sean sus motivos para ejercer dicho control.

En un país donde pueda elegir qué herramienta utilizar de forma libre. Y donde escoger hablar a través de una herramienta cifrada y segura, como Telegram o Signal, no presuponga que estoy cometiendo un delito por el mero hecho de que no se puede analizar.

En un país donde empecemos a entender que los derechos digitales, hoy en día, son tan importantes como el resto de derechos civiles de los que nos hemos dotado como sociedad.

Creo sinceramente en las buenas intenciones de la Audiencia Nacional, y concretamente del juez Pedraz, al plantear lo que ha planteado. Pero también que se ha pasado de frenada en la aplicación de una medida cautelar cuyo precedente, de haberse producido, habría sido nefasto para un país que ya aparece demasiado en las crónicas por la intervención del Estado en áreas que no debería.

Plantear que sólo se cometen actos ilícitos por Telegram es tan inocente como pensar que un ladrón va a dejar de robar porque le requisas su coche. Simplemente utilizará otro, que se llamará Signal, Whatsapp, Wire o de cualquier otra forma.

Paco González es el CEO de Core Capital.

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