22 jun 2012

Debate entre Jesús Silva Herzog y Blanca Heredia.

Respuesta a Blanca Heredia: " No reprobé a nadie"
Ayer publicó Blanca Heredia un artículo que tituló "¿Reprobados, profesor Silva-Herzog Márquez?" en donde aludía a mi texto sobre la crítica pedestre.  (abajo)
Aquí le respondo:
Querida Blanca:
Escribí sobre un tropiezo común en la crítica y usé como ejemplo un mensaje de #YoSoy132 que, a mi juicio, ilustraba bien esa tendencia de tratar a los sujetos sociales como inmutables y llevar la denuncia hasta su extremo absurdo. No reprobé a nadie. No pinté un retrato del movimiento ni traté de hacer una evaluación general de su significado. De ningún modo los descalifiqué del todo,
como dices. Si hubiera escrito sobre el movimiento, habría destacado muchas cosas que considero valiosas de esa organización sorprendente y también habría señalado mis dudas y mis críticas. Habría elogiado, como lo hizo José Antonio Aguilar, su capacidad para despojarnos de la sensación de fatalidad, habría celebrado la eficacia de sus movilizaciones, le habría agradecido su servicio para difundir el segundo debate presidencial y para organizar el tercero; habría aplaudido el acento que han puesto en el nexo entre medios y democracia. Habría hecho también otras críticas, mucho más relevantes, creo, que la que tangencialmente hice en mi artículo. Diría que la conformación de una identidad política me parece improbable, habría rebatido su discurso sobre la imposición inminente y habría señalado sus insinuaciones clasistas. Si hubiera tratado de hacer un artículo sobre #YoSoy132 habría puesto el acento en la constitución de una organización social que puede ser vital para la democracia mexicana en los próximos años. Ante el muy probable triunfo del PRI, una organización ágil y fresca que puede combinar las herramientas comunicativas con movilización social y la ocupación de lo público es un patrimonio cívico invaluable. #YoSoy132 fue muy importante en la elección del 2012. Creo que puede ser mucho más valioso en el futuro inmediato.
Tu artículo es una crítica al crítico, ese “profesor” solitario que critica el error de quien se atreve, en lugar de admirar el valor de atreverse. Frente al cómodo hábito del aguafiestas, reivindicas la exaltación como civismo. Has escrito que podrías ser mamá de alguno de esos chic@s que nos han regalado una primavera. Crees que el movimiento es una especie de vindicación generacional a través de descendientes más dignos, más valientes que sus padres. Miras a tus sobrinos con orgullo infinito. Te entusiasmas. En el movimiento ves a una criatura viviente. La observas maravillada como a una luz. “Luz que alumbra libertades para que cada quien cante la canción que quiera cantar, luz que abre futuros posibles, luz para seguir avanzando en la conquista y derrota de nuestras penumbras de siempre.” Eso escribiste. No aplaudes al movimiento: lo adulas. Crees que las reservas críticas son lastres y te entregas a la celebración y al agradecimiento. Por eso escuchas una crítica, por menor que sea, como si fuera una ofensa, una ingratitud, un acto de soberbia intelectual. Me parece, Blanca, que la adulación es una forma retorcida del menosprecio. La crítica es, por el contrario, producto del respeto. Más aún: creo que es una responsabilidad ejercerla todo el tiempo y frente a todo mundo. No es admisible darle vacaciones al impulso crítico porque se trata de los chic@s que nos obsequian la luz. Podrás darle tono despectivo a la palabra “profesor”, pero creo que el deber del crítico es mantenerse lejos de esas intoxicaciones del entusiasmo.
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¿Reprobados, profesor Silva-Herzog Márquez?/ Blanca Heredia
La Razón, 21 de junio de 2012
Sí, como escribiste en tu artículo del lunes en Reforma, los del #YoSoy132 cometieron un error: incluyeron en un video de crítica a Televisa el caso de Agua Blancas. Quizá cometieron otros errores. Me pregunto y te pregunto profesor Silva Herzog Márquez: ¿da ello para reprobarlos?
Yo confieso que no lo sé. Si se tratara de un curso en un salón de clases que se quedara dentro de un salón de clases, seguramente los reprobaría. Tratándose de un curso como el que ellos están inventando, no lo sé. Importa ser duro, sí. Importa porque, más allá de los estándares de uno, importa lo que se van a encontrar afuera e importa prepararlos para ello.
Coincido. Importa mucho recordarles que se equivocaron. Toca hacerlo, le toca a todo aquel que se tome en serio su papel de maestro en los procedimientos que hay que observar para ser posibilitador de lo que no hay y hace falta. No sé si ellos te lo agradezcan, yo sí. Importa el rigor, importa no acabar siendo lo mismo que uno critica; importa construir el asiento firme que le da a uno derecho a criticar.
Pero...…¿y si ya están en la calle, y si ya están empujando los límites de lo que se vale y no se vale? ¿Basta su error en el reporte de algunos hechos y otros errores para descalificarlos del todo? ¿Sirve la vara del universo de Zenón —la métrica de la distancia insalvable entre A y B que pasa indefectiblemente por el punto medio entre ambos y que es, por tanto, ese universo de Zenón intransitable— para juzgar al que da el paso y salva esa distancia en el acto mismo de esfumarla?
Queda en entredicho el tema de su consistencia y el de qué tan en serio se toman su papel de críticos. Sí, quedan todas esas preguntas y muchas otras para que desde la “soledad de nuestros despachos” les demos vueltas y más vueltas. Pero me pregunto si asumir el riesgo de refutar a Zenón en los hechos y atreverse a dar el paso entre el punto A y el punto B no vale, de verdad, nada.
Es una verdad de Perogrullo, pero conviene recordarla: la mejor manera de no equivocarse es no HACER nada. Conviene recordarlo, pues HACER en sentido fuerte, es decir: enredándose uno enterito en cambiar la realidad de los hechos, supone siempre ensuciarse las manos, romper con lo predecible y equivocarse. No hay atajos; no hay manera de hacerlo sin violar alguna parte de la lógica y de las prácticas heredadas.
Te reitero profesor Silva-Herzog Márquez: te agradezco, además de tu extraordinaria prosa, tu mirada exigente que les señala faltas, mediocridades e indicios posibles de brújulas perdidas a los chic@s del #YoSoy132. Pero también les reitero a ellos y a tantos otros metidos en la misma tarea —tú incluido, desde la inteligencia y la palabra— mi agradecimiento por atreverse a alzar la voz y a equivocarse para defender la posibilidad de que todos sigamos pudiendo alzar la voz para defender lo que sea que nos importe.
bherediar@yahoo.com

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La crítica pedestre/Jesús Silva-Herzog Márquez
 Reforma,  18-Jun-2012
Es absurdo pensar que las campañas electorales sean episodios de la deliberación pública. Así se les trata, como si fueran momentos en que la política se enfrentara al jurado razonante de la opinión. Las colisiones de una campaña tienen poco que ver con un torneo de razones donde sale avante el argumento más coherente, la propuesta más pertinente, la crítica más certera. En realidad, no hay momento político más adverso a la racionalidad que los tiempos de una campaña electoral. No me refiero ahora a la apuesta por la imagen, a la demagogia de los candidatos, a la política del espectáculo. Me refiero a la crítica pedestre, esa que impera en nuestro tiempo.
Hace unos días vi el video que preparó el movimiento #YoSoy132 para protestar contra Televisa. Los muros de la empresa se convirtieron en pantallas para mostrar la verdadera cara de la empresa. Una de las novedades, una de las aportaciones de esa protesta es precisamente lanzar su crítica a los medios y, en particular a esa televisora por su vínculo con la estructura del poder. El principio no podría ser más pertinente: denunciar una concentración que sin duda altera las condiciones de la vida democrática. Sin embargo, la crítica toma un atajo que la anula. En el video, Televisa aparece como una entidad al servicio de un régimen dictatorial que no ha modificado ni un milímetro su vileza. El régimen es idéntico al que existía en 1968: una mafia dedicada al aniquilamiento de sus enemigos, los estudiantes, los campesinos o los priistas que no acatan el mandamiento de la complicidad. Naturalmente, el trato de Televisa con ese sistema se mantiene en los mismos términos: el soldado al servicio del autoritarismo.
El video es, desde luego, una producción casera y, en el fondo, una denuncia pueril pero se trata de un síntoma de nuestra crítica: creer que las entidades políticas son esencias inalterables, que el auténtico libreto de la historia es el guión de una película de conspiradores que ocultan sus fechorías. Por mucho que cambien las leyes electorales, el Sistema seguirá siendo una estructura represiva a la que encubren eficazmente los medios de comunicación. Una tiranía bendecida por las telenovelas. Una explotación que comienza y acaba con la colonización de las mentes. La cabeza de los mexicanos ha sido a tal punto controlada por una empresa que un grupo de ciudadanos lobotomizados está dispuesto a votar por sus verdugos. Esa es la historia que nos cuentan y se cuentan y en estos momentos. La historia es, por supuesto, un elogio para quien la cuenta: relatarla en esos términos es describirse como el ciudadano que logró escapar de la caverna y ver la luz: sólo los ignorantes que siguen pegados a la televisión pueden seguir acariciando sus cadenas.
Lo curioso es que el video que comento confiesa involuntariamente el cambio que pretende negar. En el desfile de atrocidades que trenzan la complicidad del régimen y Televisa se menciona de paso el caso de Aguas Blancas. ¿Dónde se denunció la matanza de Aguas Blancas? En Televisa. Ahí, todavía bajo una administración priista, se exhibió el atropello en Guerrero. No rechazo, por supuesto, que se critique la cobertura de Televisa o sus tratos con el poder. Lo que creo indispensable es afilar la punta de la crítica para que logre su objetivo. La noción del dominio orwelliano de Televisa es simplemente absurda.
Lo mismo puede decirse del antipriismo pedestre que se escucha en tantos foros. No la crítica al PRI real, no la advertencia de los peligros probables, no la denuncia de sus tratos y sus costumbres, no la crítica a las lacras de su candidato sino la demonización del PRI como un sujeto históricamente irredimible, ontológicamente antidemocrático. Sólo los delincuentes y los manipulados podrían votar por el PRI, se dice; sólo el delito y la ignorancia podrían respaldar al PRI. Como a cualquier partido, al PRI le corresponden muchas críticas pero pensar que su historia (o el mito) lo nulifica como opción legítima de gobierno es un argumento inadmisible.
Me temo que la historia y la política no son películas de Oliver Stone. La política mexicana de hoy se parece muy poco a la política mexicana de hace veinte años. Que tenga muchos problemas no quiere decir que sean los mismos que tenía hace un par de décadas. Me sorprende por eso que se ataque al PRI más por sus fantasmas que por sus prácticas, como si la victoria de Peña Nieto significara el regreso de Díaz Ordaz... o el retorno de Carlos Salinas. Invocarlos como peligro es ignorar el presente, es renunciar a comprender nuestro tiempo para refugiarnos en una fantasía conspiratoria y maniquea. Es desatender la amenaza de carne y hueso temiendo a los espíritus.

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