23 ago 2012

Etica y medios, conferencia


La ética en los medios; credibilidad y responsabilidad social
Retrospectiva
Texto presentado a los alumnos de Ciencia Política de la Universidad de Monterrey (UDEM), el día 24 de abril de 2008;
"Mientras más observo los efectos principales de la prensa libre, más me convenzo de que, en el mundo moderno, la libertad de prensa es la principal y en cierto modo el elemento constitutivo de la libertad". Alexis de Tocqueville, en "La Democracia en América".

Agradezco la invitación de la Sociedad de Alumnos de la Licenciatura en Ciencia Política y Administración Pública (SALPA) de la Universidad de Monterrey, particularmente a su Presidenta Laura Reyna de la Garza, y a la Licenciada Julieta Alejandra Yañez Vega, directora del programa académico en Ciencia Política. “Alza tu voz” es la rúbrica de SALPA, agregaría “no te quedes callado”; o mejor “no te detengas” como dice el poeta Walt Whitman, al que recomiendo leer si no lo han hecho.

Sin más entro al tema, decirles que sólo voy a leer una parte de este texto que he preparado, y aprovechar el tiempo, escuchar su preguntas intentar dar respuestas a su interrogantes. ¿Les parece? Voltaire lo describió en una línea: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”

En los últimos años, parece haberse abierto un debate –no tan serio, por cierto-, sobre el papel de los medios de comunicación y, especialmente, sobre la credibilidad que merece la información que manejan. La credibilidad es, ante todo, uno de los principales valores del trabajo periodístico, una enorme responsabilidad social para la persona que la ejerce. Es conveniente señalar que los reporteros, y los que trabajamos de alguna manera en algún medio de comunicación, o hacemos uso de ellos como analistas, comentaristas o conductores, somos únicamente los depositarios profesionales del ejercicio de un derecho cuyos titulares son los ciudadanos.

Ustedes estudiantes de Ciencia Política saben que medios de comunicación, libres e independientes, son condición imprescindible de cualquier forma de democracia. Libertad de expresión y democracia son conceptos que, desde los inicios del pensamiento liberal, han sido considerados como inseparables.

Intelectuales clásicos como David Hume (siglo XVIII-, quien trató la ética por primera vez en Tratado de la naturaleza humana); Alexis de Tocqueville (siglo XIX) y John Stuart Mill (siglo XIX); y otros contemporáneos como el profesor Karl Popper (siglo XX) y Jurgen Habermas (hoy), han propuesto como núcleo central de su teoría acerca de la democracia, que el sustrato básico de la libertad del hombre lo constituye la existencia de una comunidad de personas racionales y bien informadas, capaces de pensar autónomamente.

Delimitar claramente los campos y reglas de juego deviene en una obligación del Estado de derecho – ésta es una asignatura pendiente en México-, ya que si bien es cierto, las libertades de expresión e información gozan de la protección constitucional, según lo señalan los artículos 6 y 7. Pero como dice el investigador Ernesto Villanueva, “México tiene una regulación jurídica positiva con grandes dosis de polémica e ineficacia”.

(Pero ese no es el tema para el que me invitaron hoy. Sólo decirles que hay muchas iniciativas en el Congreso y varios trabajos que merecen la pena ser retomados para una urgente reforma. Otros legisladores no han entendido bien y pretenden ir más allá, controlar al mensajero, como parece pretende hacerlo una propuesta del Senador Alejandro Zapata Perogordo de SLP, que seguramente no va a asar;

Ante todo, se requiere de entrada de un acuerdo de profesionales y empresas para establecer un código de ética exigible sólo para aquellos que decidan asumirlo libremente. ¡Nada más! Es una tarea que incumbe, ante todo, a periodistas y empresarios de la comunicación. Es una necesidad profesional y empresarial en la que está en juego el futuro del oficio. La credibilidad la exigen los clientes, sean lectores, oyentes o televidentes.

“La confianza pública es el principal capital social de una democracia, del que depende la prosperidad tanto del mercado como de la sociedad civil. Y, si esto es así, la siembra de la desconfianza es pan para hoy y hambre para mañana -pues con desconfianza pública sólo medran las mafias”, dice Enrique Gil Calvo.

Los medios de comunicación día con día han ido conquistando una importancia creciente en la vida de todas las sociedades, cualquiera que sea ésta. Podría decirse que a partir del episodio conocido como Watergate (Escándalo político (1972-1975) que rodeó la revelación de actividades ilegales por parte de la administración republicana el presidente Richard Nixon durante la campaña electoral de 1972), conocimos las porquerías del poder en el país más poderoso del mundo.

El asunto concluyó con la destitución del presidente Richard Nixon como resultado de la investigación de dos periodistas del diario The Washington Post: Carl Bernstein y Bob Woodward.

El trabajo periodístico fue clave, para conocer las trapacerías del sistema político de EU. ¡El golpe fue durísimo! Es más todavía no se reponen.

El trabajo periodístico conlleva a una enorme preparación constante y también una gran responsabilidad.

Ryszard Kapuscinski el maestro de maestros del periodismo señala que todas las profesiones son exigentes, pero la del periodismo conlleva a la necesidad de “una constante profundización en nuestros conocimientos”. Dice también que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre o una buena mujer: buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas, y el cínico no cabe en el periodismo, además no es una profesión par hacerse rico.

En tanto, el escritor, periodista y editor del semanario Le Nouvel Observateur Jean Daniel, escribió un artículo en 1999 para el periódico El País, llamado Nuestra bella profesión: Ahí subrayó que “ninguno de nosotros, digo bien, ninguno de nosotros (periodistas), ha pensado nunca que todas las verdades, sin excepción, debían ser dichas de todas ni, sobre todo, que fuera moral decirlas. Porque, con toda seguridad, en cada momento seleccionamos, diferenciamos, elegimos y dejamos de lado muchas cosas. Ésa es nuestra profesión. Queda saber qué dejamos de lado y por qué. Cuantos más exigentes somos, más tiempo pasamos diciéndonos que la decencia dicta no hurgar en la basura para ensuciar la vida privada de nadie, por muy ajeno que nos sea. Nuestra ética profesional consiste en decidir a cada momento cuál es el punto a partir del cual tenemos el deber de informar a la sociedad sobre las faltas de algunos de sus miembros. En especial, tenemos el deber de decidir si tenemos suficientes pruebas en que basarnos cuando ponemos en tela de juicio una reputación.”

Robert Schmuhl, en un libro -difícil de conseguir, por cierto- en “Las responsabilidades del periodismo”, Ed. Mitre 1985, recoge un escalofriante pasaje de la disertación del que fuera redactor jefe del Detroit Free Press y autor del filme Ausencia de malicia, Kurt Luedtke, quien dirigiéndose a un grupo de profesionales y les dice: “De sus juicios discrecionales penden reputaciones y carreras, sentencias de cárcel y precios de mercaderías, espectáculos de Broadway y suministros de agua. Ustedes son el mecanismo de la recompensa y el castigo, los árbitros de lo justo y de lo injusto, el ojo incansable del juicio cotidiano. Ya no moldean, simplemente, la opinión pública, sino que la han suplantado”

Agrega “Hay hombres y mujeres buenos que no se presentan para cargos públicos, temerosos de que ustedes descubrieran sus puntos flacos (el reciente caso del gobernador de Nueva York). Muchas personas que han tenido tratos con ustedes desearían no haberlos tenido (jamás)... Ustedes son caprichosos e imprevisibles, son temibles y temidos, porque no hay manera de saber si esta vez serán honrados y exactos o no lo serán”.
Y en efecto, puedo mencionar a otra tantas citas sobre el tema. Pero mejor la dejamos ahí.
Comento de rápido el fenómeno de la TV para entrar a tres casos del periodismo que no debe ser.

Decía el teórico de la sociedad civil Karl Popper, antes de morir, que la TV representa un poder colosal acaso, el "más importante de todos", al extremo de que parecería "que ella haya remplazado a la voz de Dios". (La televisión: un peligro para la democracia). Y además es un lugar ideal para armar un espectáculo.

Kapuscinski, decía poco antes de morir que hoy lo que cuenta en la información no es la verdad, sino el espectáculo. Y que una vez hemos creado la información-espectáculo, podemos vender esa información en cualquier parte. Es decir, a más espectáculo más rating, más dinero. Y lo mejor para hacerlo es en la TV, es ahí donde mejor se pueden encender emociones. Por ejemplo una información e un noticiero hoy debe trasmitirse de la manera más sencilla, lo más rápido posible y de la forma más distractiva posible. Debe dirigirse más a la emoción que a la razón, más al sentimiento que a la inteligencia. Eso le gusta a la mayoría de gente. Por lo que la función de los medios de estimular el razonamiento se ha quedado rezagada.

Albert Camus en una famosa charla pronunciada ante los dominicos en París, dijo “El diálogo sólo es posible entre personas que permanecen fieles a lo que son y que dicen la verdad. Y es en efecto, “el diálogo no tiene sentido si no hay verdad.

Dice George Soros, presidente del Soros Fund Management y del Instituto Open Society (Publicado en LA VANGUARDIA, 15/11/2007), que para asegurar una sociedad abierta (tal y como quería Karl Popper) no basta la separación de poderes, la libertad de expresión y las elecciones libres por sí solas; también se necesita un fuerte compromiso con la búsqueda de la verdad.

No voy a abundar más al tema. Lo hago sólo como una provocación.

Pero son varios estudios que demuestran que los medios de comunicación muchas veces distorsionan la realidad, y a veces se debe a su falta de conocimiento profundo del tema.

 

La precipitación mediática y la lucha por el dios rating

¿Se acuerdan ustedes del 11 de septiembre del 2001?

¡De inmediato viene a la mente la torres gemelas de Nueva York!
El dramatismo que destilaron las televisoras a las primeras horas del acontecimiento, convirtió a las películas Hollywoodenses de ciencia ficción en un juego de Nintendo. Las imágenes de la caída de las torres gemelas fueron trasmitidas una y otra vez hasta despertar un terror generalizado.

Horas después, vinieron las reacciones mundiales. Y de nueva cuenta fue la misma TV -que parafraseando a cuando habla es como si lo hiciera el mismo Dios- trasmitió imágenes, quizá en aras de ganar rating de manera precipitada, donde supuestamente niños palestinos y otros árabes celebraban la mortandad bailando en Jerusalén. Esas imágenes generaron encono en la opinión pública mundial y ¡A los musulmanes de EU se les heló la sangre!

En ese momento el fenómeno del 11 de septiembre, se entrelazo con el conflicto árabe –Israelí, todavía ahora en un callejón sin salida, y la Televisión, quizás sin darse cuenta, despertó un sentimiento xenofóbico que incluso preocupó al mismo presidente de los EE UU George W. Bush, quien inmediatamente- asesorado muy bien- asistió a una mezquita para tranquilizar a los musulmanes de su país, y hacer un gesto ante la nación. Dijo, entonces, que los autores de los atentados han violado los principios fundamentales del Islam. Precisó: "El terror no es la verdadera voz del Islam. El Islam representa la paz, los extremistas representan el mal y la guerra".
¿Qué paso, en EE UU, las primeras horas de los ataques? La mayoría de los testimonios que nos llegaron gracias a través de los medios, en este caso los impresos, y sobre todo por la Internet, dieron cuenta de insultos y amenazas hacia la población musulmana radicada en EE UU, es más sólo bastaba que se pareciera a ellos.
Recuerdo que la Arab American Action Network, cerró inmediatamente sus locales como medida de precaución, ya que inmediatamente comenzaron a recibir muestras de hostilidad, de violencia y de agresión por parte de ciudadanos mal influenciados por culpa de unas sesgadas imágenes.

La aparición de pintas llamando a matar a árabes terroristas se volvió algo común.

Dos personas, una de ellas un Sijh, murieron asesinadas en Arizona y Texas al ser confundidos con musulmanes; el delito: el sólo hecho de llevar turbante.

En Ohio, un hombre lanzó su coche contra una mezquita.

Omar Ricci, portavoz en Los Ángeles, California, del Consejo Musulmán de Asuntos Públicos señaló: “Ahora mismo, en la mente de cada musulmán americano está la idea de los campos de concentración en que fueron encerrados los americano-japoneses tras el ataque de Pearl Harbor”. La idea no era sólo suya y de los musulmanes.
En televisión, alguien, una americana de raíz anglo, aludió a aquella atrocidad como algo que no debería repetirse y ejemplo de las consecuencias de reacciones precipitadas.

Cierto: La precipitación es en estos caso es mala consejera. En lo personal me interese en el tema y le di un especial seguimiento. No descarte la información que me llegó por la red; tenía elementos: ¡no era la misma vez que sucedía!

El caso de Peter Arnett

Por ejemplo, en 1998, Peter Arnett, un respetado periodista, premio Pulitzer por su trabajo informativo en la guerra del Vietnam y periodista que cubrió la guerra del Golfo desde Bagdad para la CNN, se convirtió en la representación misma del desconcierto de la profesión periodística. Arnett sufrió un severo golpe: su reportaje el cual firmó, empero no confirmó) sobre un supuesto bombardeo con el mortífero gas sarín por parte de tropas estadounidenses en Laos, en 1970, ¡fue una vil mentira!

Entonces, tanto, la CNN, que lo emitió, y la revista Time, que lo publicó y distribuyó a centenares de periódicos en el mundo tuvieron que pedir disculpas. Solamente pedir disculpas ¡Nada más! Las consecuencias en ese caso no fueron tan graves; en otros casos el daño es irreparable.

El papel de los medios en estos temas es clave. El ex embajador norteamericano, y exdirector en jefe de la revista Time, Henry A. Grunwald, comentaba en un artículo para Foreigns Affairs (verano del 1993) sobre la intensificación en el mundo de las guerras religiosas. Decía entonces; "En una edición, la revista Time, combino en un solo número la noticia del estallido de una bomba en el World Trade Center de Nueva York, que culminó con el arresto de fundamentalistas musulmanes, la del sitio al que fueron sometidos los miembros de un culto cuyo líder se sentía un Mesías en Texas (Waco) y el conflicto de cristianos y musulmanes en Bosnia. Agrega que, el nexo era legítimo, pero frágil, pues se trataba de muy distintas manifestaciones de la religión. La verdad es que no todos los fundamentalistas musulmanes desean destruir la ciudad de Nueva York y pocos (muy pocos) fundamentalistas cristianos pertenecen a cultos dispuestos a iniciar el Armagedon. (Concluía) La prensa debe explicar esas diferencias con pleno conocimiento y muy a fondo".

Porque el papel del periodista conlleva enormes riesgos y si nos equivocamos hay que estar preparados para pagar los costos.

Los caso del Times,  de Dan Rather y la CBS y El Tiempo de Bogotá.

¿Por qué digo esto? Voy a comentar con ustedes tres casos, dos en un medio impreso y otro en un electrónico donde implemente los medios se equivocaron.

El Times e Irak: Una autocrítica Un 26 de mayo de 1981 el profesor Karl Popper decía “debemos aprender que la autocrítica es la mejor crítica…, La crítica racional..., Debe ser guiada por la idea de acercarse en lo posible a la verdad objetiva.”. Jamás imaginaría el autor de “La Sociedad abierta y su enemigos”, que justo trece años después, el 26 de mayo de 2004, el equipo de dirección del periódico The New York Times hizo lo que muchos debemos hacer cotidianamente, un ejercicio severo de autocrítica.

El poderoso diario neoyorkino publicó una reflexión sobre los errores cometidos en la cobertura del conflicto de la guerra en Irak. En total, mencionó cinco artículos escritos entre 2001 y 2003 con informaciones sobre armas químicas, biológicas y nucleares.
El diario descubrió que las historias publicadas “dependían, en buena parte, de informaciones procedentes de un círculo de iraquíes disidentes, espías o en el exilio partidarios del cambio de régimen, gente cuya credibilidad ha sido sometida a un intenso debate público en las últimas semanas”. Tras haber repasado sus propios artículos, el rotativo dice haber detectado inexactitudes y errores en algunos de ellos, que estuvieron basados en afirmaciones a las que se dio excesiva importancia.
Por otra parte, informaciones que cuestionaban noticias ya publicadas quedaron relegadas a un segundo o tercer plano, cuando debían haber merecido la portada.
El diario reconoció que debían “haber sido más agresivos”, haber revisado las afirmaciones a medida que aparecían nuevas pruebas o se carecía de ellas; reconoce que los editores, que deberían haber examinado más escrupulosamente las informaciones de los reporteros y haberles exigido más escepticismo, estaban quizá demasiado ansiosos por publicar una noticia en exclusiva.

El asunto de la Mea culpa no terminó ahí. Cuatro días después, el lunes 31 de mayo, su defensor del Lector, Daniel Okrent, publicó un análisis no menos crítico. Afirmó que en las noticias relativas a las supuestas armas de destrucción masiva en Irak, los lectores encontraron algunas historias alarmistas “basadas en revelaciones sin confirmar que, en muchos casos, eran las afirmaciones encubiertas por el anonimato de mucha gente con intereses creados”.

Aunque el Defensor del Lector menciona varios casos concretos, asegura que sería injusto culpar a periodistas específicos, y considera que “el fracaso no fue individual, sino institucional”; culpó de la situación a la necesidad de contar con información “exclusiva”, al tiempo que reclamó la reparación del daño. El periódico deberá elaborar una serie de artículos de investigación que revelen “no sólo las tácticas de aquellos que promovieron las informaciones sobre las armas de destrucción masiva, sino también cómo se utilizó al Times mismo para diseminar su astuta campaña”.

Lo que hizo el Times es de la mayor importancia, porque nos recuerda las normas básicas del proceso periodístico a la hora de difundir las noticias, debemos describir con exactitud lo hechos sin falsear, omitir, ni distorsionar la información.
El caso de Dan Rather y la CBS

Hace poco menos de cuatro años, principios de septiembre del 2004, en mero proceso electoral en EE UU -de hecho a pocas días de la elección presidencial- la cadena CBS de repente consideraron estar ante un pequeño Watergate y desplegaron toda su capacidad, y el prestigio del connotado periodista Dan Rather, además de la fuerza del programa 60 minutos para ofrecer documentos en los que se cuestionaba el pasado militar del presidente Bush.

Poco después de la emisión -8 de septiembre- y de los memorandos, varios expertos en la verificación de documentos señalaron detalles de los papeles divulgados que sugerían que habían sido falsificados. En concreto, por la terminología militar empleada y por el tipo de escritura, ya que algunas de las letras tenía la forma de las modernas computadoras y no de las máquinas de escribir de comienzos de los años 70.

Pero la información fue reproducida una y otra vez lo que afectó los niveles de popularidad del presidente Bush en un momento difícil para su reelección.

Pero, el trabajo de investigación de los estrategas de Bush, concretamente del Señor Carl Rove, mostraron que la CBS estaba mintiendo, por lo que a la CBS le salió el tiro por la culata; la bomba informativa contra Bush resulto ser un duro proyectil a la credibilidad de la cadena .Y todavía debieron de pasar varios días, doce para ser concreto, después que CBS News y Dan Rather dieron la cara en cadena nacional y dijeron: “lo siento cometimos un error de juicio, fuimos engañados por la fuente.”
Sin embargo, en la oficina presidencial (sobre todo el poderosísismo Karl Rover) no se dieron por satisfechos con las explicaciones de la televisora y pidieron que el asunto fuese investigado a fondo. Y es que el golpe a entonces candidato fue ¡durísimo!
Para tal efecto la CBS designó una comisión que investigó el asunto. Fueron nombrados el ex secretario de justicia Dick Thornburgh y al ex director general de la agencia AP Louis Boccardi.

Y en efecto, dos meses después, Dan Rather, anunció su retiro anticipado, y dos meses después, el 10 de enero del 2005, la Comisión concluía que el equipo de informativos no siguió los principios básicos del periodismo, no verificaron bien sus fuentes; y lo más importantes dieron una serie de recomendaciones para que esto no vuelva a suceder, a saber:
I) Designar a un supervisor que vigile que se cumplan los estándares periodísticos y que dependa directamente del jefe de informativos, cuyo trabajo consistiría en investigar los reportajes, documentos y fuentes anónimas;

II) cambiar la atmósfera de trabajo para que la presión por llegar antes que la competencia no propicie este tipo de errores de juicio;

III) dar a conocer a los jefes la identidad de las fuentes confidenciales;

IV) y elegir siempre a jueces independientes para que analicen cualquier reportaje cuya veracidad haya sido puesta en cuestión.

Y por su parte la cadena anunciaba el retiro de cuatro periodistas, entre ellos tres jefes, Betsy West, vicepresidente de la CBS; Josh Howard, productor ejecutivo de 60 minutos; y Mary Murphy, además de la productora del reportaje sin fuente, Mary Mapes.

 

¡El retiro de Rather, de 73 años, sacudió al país y al mundo periodístico!

 Y es que Rather no era cualquier periodista, tenía una larga experiencia y era toda una institución. Había sido reportero estrella en la CBS en la mayoría de los grandes conflictos del siglo XX, y comienzos del siglo XXI, desde la muerte del presidente Kennedy, la guerra de Vietnam, la Guerra del Golfo o los Balcanes, así como en la búsqueda de la paz en Sudáfrica y Medio Oriente hasta los ataques del 11 de septiembre.
Era quien cubría la fuente de Casa Banca durante el escándalo Watergate que acabó con el presidente Nixon, después de las investigaciones periodísticas del Washington Post.
El caso de Rather es un efecto traumático del partidismo de los medios.

Y es que de repente el periodista se Involucra con o contra causas, gobiernos, partidos o candidatos, y quedan expuestos al riesgo de otorgarles valor noticioso a versiones y materiales seudo-informativos o francamente ilegales provenientes de sus fuentes políticamente aliadas o afines.

Estos juegos peligrosos son práctica común en México. Con la diferencia de que aquí ni el medio ni el periodista se sienten deudores al menos de una disculpa por los quebrantos causados a los derechos informativos de lectores y audiencias.

El pedir perdón cuando nos equivocamos es un asunto de ética y de autocrítica, y habla muy bien de quien lo hace. ¡Muchas veces eso basta! Otras no. ¡Hay que reparar el daño!

Otro caso reciente: El Tiempo, de Bogotá. Uno de los mejores periódicos colombianos, que por cierto ha seguido muy de cerca el asunto de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.

Como saben la madrugada del 1 de marzo murió el comandante Raúl Reyes, vocero internacional y uno de los siete miembros del Secretariado de las FARC; junto con el murieron poco mas de 20 gentes, abatidos por bombas inteligentes a tan sólo 1,800 metros de la frontera con Ecuador. Fue una intromisión a la soberanía nacional como se reconoció después en la reunión de Rio, y de la OEA.

Colombia tuvo que pedir disculpas ante Ecuador por la incursión obligada en su territorio, quien aseguró que no tuvo más remedio que entrar en el territorio ecuatoriano.
Pero la incursión de las fuerzas de seguridad colombianas iban no sólo por aniquilar al número dos de las FARC, que por cierto murió junto con su esposa- hija de Tirofijo-, cuatro mexicanos, un ciudadano ecuatoriano y milicianos de las FARC-, sino que el botín fueron tres computadoras, dos discos duros y tres unidades de USB; ahí se encontraron, según la policía colombiana, 16,000 archivos a la vista y más de más de 2,000 fotografías.

Por ejemplo gracias a las computadoras, según, la DEA fue detenido, el Sr. De la Guerra: Viktor Bout, el traficante número uno de armas en el mundo. Vieron ustedes la película, el Señor de la Guerra (Lord of War), interpretada por Nicholas Cage?
Pues bien el personaje principal fue detenido el jueves 6 de marzo en Bangkok por la policía tailandesa. Su detención fue a petición del departamento estadounidense antidrogas (DEA), y se origina, dice El País, gracias a los "los datos encontrados” en el ordenador de Raúl Reyes.

Bout está involucrado en la venta de armas en Bulgaria, Eslovaquia, Ucrania y varias naciones africanas en guerra, como Sierra Leona, Angola y a República Democrática del Congo. (véase El mercader de la muerte/Douglas Farah y Stephen Braun, Publicado en Foreing Policy, Diciembre-enero 2007, pueden verlo en mi bitácora del 6 de marzo de 2008 http://fredalvarez.blogspot.com/2008_03_06_archive.html

En este momento los discos duros de las FARC están siendo examinados por la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol), quien se ha comprometido a concluir la investigación el próximo 30 de abril. La verificación se hará "a través de un software, denominado de Firma de Sello Digital, que garantiza la autenticidad de la información. Estas trabajando en Yakarta.

Ronald Noble, secretario general de la institución ha dicho una y otra vez que Interpol no emitirá juicios políticos sobre los contenidos y que su trabajo se limitará a verificaciones tecnológicas. Será un examen forense-informático que será entregado el 30 de abril. Ello certificará si el contenido de esos computadores es original y no fue sembrado.
Claro y como bien lo ha dicho el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, en sí mismo, lo que diga la Interpol no es prueba de nada y se necesitarían pruebas adicionales.
De ahí se dan dado una serie de comunicados que no hay para cuando terminen.
Lo más grave, dentro del ámbito periodístico fue que gracias a esas computadoras, y más que en aras de ganar rating, el gobierno a través de El Tiempo pretendió jugar con la información de los computadoras. Ya había sido aprehendido al mercader de la muerte, por lo que la credibilidad de las computadoras iba in crecendo.
¿Qué pasó? El día 17 de marzo El Tiempo, publicó una fotografía, extraída de la computadora del guerrillero, fue entregada por una fuente de la Policía, cuyo pie de foto decía: "En la foto encontrada en el computador de 'Raúl Reyes', el ministro de Seguridad del Ecuador, Gustavo Larrea, dialoga con el guerrillero".
Lo más grave aún fue que ese día se distribuyeron como pan caliente -por empleados de la embajada colombiana en Washington DC- copias de la foto en la cumbre de cancilleres celebrada ese lunes en la OEA en Washington DC, donde generaron un encendido debate. O sea, era clave, para contrarrestar la condena de la intervención militar.
Sin embargo, el personaje de la fotografía no era el ministro Larrea, sino un dirigente comunista argentino llamado Patricio Etchegaray, tal y como quedó después esclarecido.
La foto, supimos después fue entregada, de manera no oficial al El Tiempo por la Policía. Y fue esa fuente la que identificó al Ministro como el personaje fotografiado.
Y lástima El Tiempo tuvo que pedir disculpas un día después, publicando un editorial que cabeceó: La foto que no era.

Señaló el rotativo “Un error lamentable, que reconocemos sin vacilar y que, más allá de EL TIEMPO, afecta la credibilidad de la causa colombiana en la lucha contra las Farc y las múltiples informaciones, varias de ellas comprobadas, encontradas en los computadores del guerrillero. El tema, además, apunta a una cuestión de fondo del periodismo: la relación con las fuentes y la atribución de las informaciones.
“La fotografía procede del computador del guerrillero. El parecido con el Ministro ecuatoriano es notable. La foto fue entregada, de manera no oficial (y precipitada, pues el material era aún objeto de investigación, lo que no se dijo al periódico), por la Policía. Y fue esa fuente la que identificó al Ministro como el personaje fotografiado. Pero, más allá de las intenciones de la fuente al entregar la foto y de sus eventuales repercusiones políticas hacia la reunión de la OEA, este diario falló en sus procedimientos de verificación (una cosa es un parecido, otra es que se trate de la persona en cuestión); y falló al no atribuir claramente la información a la fuente, en lugar de asumirla como propia. Un doble error que afecta la credibilidad del periódico y que nos llevará a reforzar los mecanismos internos de verificación y control para que esto no vuelva a repetirse. Y que nos lleva a pedir, desde este espacio, excusas al ministro Gustavo Larrea y al gobierno del Ecuador.”

A manera de conclusión

Lo principal es no olvidar que el periodista debe servir a un principio esencial: el de la veracidad Éste es el primero de los nueve mandamientos esenciales de la profesión que figuran en el libro “Elementos de Periodismo”, publicado por dos veteranos profesionales estadounidenses, Bill Kovach y Tom Rosenstiel.

La democracia -como señalé al principio- necesita de medios éticos que privilegie la verdad, que confronten fuentes y eviten la especulación. Necesitamos medios responsables que vayan al fondo de los problemas, que eviten la calumnia, que esté dispuesta a sostener y documentar la verdad. Y si se equivocan que por lo menos pidan disculpas.
Sería bueno, que a falta de una legislación secundaria en el tema, por lo menos para casos específicos siguiéramos el ejemplo de la Comisión que investigó el caso de CBS y Dan Rather; mucho ayudaría a todos. Por lo menos para que ya no sucedan tan frecuentemente, o por lo menos, como lo hizo el Times y El Tiempo en su autocrítica; decir "nos equivocamos".

En México estamos a años luz de hacer un ejercicio de autocrítica. Aquí – salvo contadas excepciones-, ni el medio ni el periodista se sienten deudores al menos de una disculpa por los quebrantos causados a los derechos informativos de lectores y audiencias.

Muchas gracias.

 

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