Excélsior, 23 de agosto de 2012
A Gerardo Fernández Noroña le urgía subirse a la tribuna de la Comisión Permanente para abordar el tema Aristegui-MVS. Es de todos conocido que una manta del diputado del PT sobre el supuesto alcoholismo del presidente Calderón, recogida en radio por la periodista, originó el escándalo que tiene enfrentados a Joaquín Vargas, presidente de esa empresa, con Los Pinos.
La bronca es que Noroña no es miembro de la Comisión Permanente. Su solicitud estaba fuera de lugar. Presidía la sesión el senador del PRI Francisco Arroyo Vieyra, quien literalmente lo mandó al carajo. “Usted no es integrante de la Comisión Permanente”, le dijo. Y sanseacabó.
El enfrentamiento
Los Pinos-MVS fue la nota el día de ayer. Hay mucho de fondo en este embrollo.
Vargas jura que amenazaron con quitarle la carísima banda ancha 2.5 si
recontrataba a Carmen Aristegui, después de haberla corrido “convencido por la
presión” del gobierno federal.
La vocera de la Presidencia, Alejandra Sota, lo niega y
afirma que se trata de un “chantaje político” del empresario para no pagar lo
que vale la famosa banda. El presidente de MVS volvió a replicar: negó querer
pagar una bicoca. No les voy a repetir la historia, contada hasta el cansancio, sobre la salida y el regreso de Aristegui a MVS. De todo lo dicho ayer me brincó, eso sí, la aseveración de don Joaquín en el sentido de que Sota redactó una carta de disculpa, escrita en términos casi humillantes, que debía leer Aristegui al aire, para que el asunto no escalara.
La vocera dice que la versión final de la carta fue redactada por el propio Vargas.
Por supuesto que la periodista no aceptó los términos que le querían imponer. Cualquiera, con un mínimo de dignidad, hubiera hecho lo mismo.
Sin prejuzgar si Aristegui violó o no el código de ética al difundir el contenido acusatorio de la manta de Noroña, sin indagar mayormente, el asunto mancha uno de los logros que más presume el presidente Calderón: el respeto a la libertad de expresión.
Mi experiencia —llevo tres décadas en esto— confirma el clima de libertad para expresarme que personalmente he vivido en estos seis años, pero confieso que el escándalo Aristegui me tiene muy confundido.
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