¿Homenaje ''encubierto'' al
beato Juan Pablo II en la fecha de renuncia de Benedicto XVI?
Una curiosidad en las fechas
de los dos últimos papas
Madrid, 16 de febrero de 2013
(Zenit.org). Luis Javier Moxó Soto |
Quizá alguno se haya percatado
de este curioso dato, entre otros muchos que ligan los dos últimos
pontificados.
El beato Juan Pablo II nació
el 18 de mayo de 1920, y murió el 2 de abril de 2005, a un mes y dieciséis días
de cumplir sus 85 años.
Benedicto XVI hará efectiva su
renuncia el 28 de febrero de 2013, antes de cumplir 86 años. ¿Cuánto antes?
Pues también a un mes y dieciséis días.
Se lo acabo de comentar a un
amigo de la Conferencia Episcopal Española y me dice que eso es hilar fino.
Recuerdo a otro amigo que me decía hace tiempo que no existen las coincidencias
sino las "dioscidencias", que tampoco las casualidades sino las
"jesualidades".
Sin agobiarnos mucho por la
numerología u otras cábalas, lo cierto es que como poco es curioso. A uno le da
por preguntarse si habrá elegido Benedicto XVI a propósito esa fecha, tan
precisa, como un homenaje a su predecesor el beato Juan Pablo II.
Si no fuera así, ¡qué mas da!
Nos alegramos. Y en el caso que fuera así, me alegro mucho haber acertado,
haciendo esa asociación no demasiado complicada, y comunicado a mis amigos la
alegría de saber tan unidos a los papas que tanto queremos, en sus últimos
momentos como tales.
Es sabido de todos el gran
afecto que se profesaron siempre Karol Wojtyla y Joseph Ratzinger, desde que se
conocieran en 1977 durante la IV Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos.
A la muerte de Pablo VI y reanudarse el cónclave, en 1978, los dos descubrieron
que sus análisis de la situación de la Iglesia eran muy similares. Como dice el
P. Jesús Martí Ballester: "La historia nos demuestra que sus diferencias
les complementan y les unen". Intercambiaron muchas ideas, libros y
correspondencia, hasta que el 25 de noviembre de 1981, el beato Juan Pablo II
le nombrara prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Valga este pequeña anécdota, o
no tan pequeña, pero sí muy entrañable, para pedir al beato Juan Pablo II por
Benedicto XVI y por la Iglesia.
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