Hay
otra manera de hacer las cosas/ Catherine Ashton es Alta Representante de la UE para los Asuntos Exteriores y la Política de Seguridad, y vicepresidenta de la Comisión Europea.
El
País, 13 de mayo de 2013
Al
igual que en otras partes de Europa, la historia reciente de los Balcanes
occidentales se ha escrito con sangre. Desde su papel en el desencadenamiento
de la Primera Guerra Mundial, pasando por la ocupación y la resistencia en la
Segunda Guerra Mundial, hasta la barbarie que siguió al desmembramiento de
Yugoslavia, las gentes de esta región ya han sufrido bastante.
El
19 de abril, Ivica Dacic y Hashim Thaci decidieron hacer las cosas de otra
manera. Después de seis meses de conversaciones directas, los primeros
ministros de Serbia y de Kosovo acordaron normalizar sus relaciones.
Establecieron un conjunto de medidas prácticas que deberán ayudar a sus pueblos
a acabar con el miedo, reforzar la prosperidad y desempeñar su papel como
miembros de la familia europea.
No
exageremos. No estamos al final del camino. Se trata más bien de una
encrucijada en el camino. Lo que ocurrió hace dos semanas es que dos personas
valientes eligieron el camino que lleva a la paz.
Este
no era el resultado que mucha gente esperaba apenas hace seis meses cuando
reuní por primera vez a los señores Thaci y Dacic en Bruselas. Nunca se habían
encontrado antes, por mucho que Belgrado y Pristina estén más cerca que Nueva
York de Washington. Yo misma distaba de ser optimista. Durante años, mi oficina
había mediado en discusiones técnicas sobre cuestiones del día a día tales como
qué es lo que debería ocurrir precisamente en la frontera entre Serbia y
Kosovo. Estas conversaciones habían llegado a un punto en que se necesitaba
impulso político, y por suerte, ambos aceptaron que yo presidiera unas
conversaciones directas.
En
la tarde del 19 de octubre, Thaci y Dacic entraron en mi despacho. Estaban
comprensiblemente nerviosos. Ninguno de ellos estaba seguro de cómo se
recibirían las noticias de la reunión en sus respectivos países. Cuando se tomó
una única fotografía de los dos hombres juntos, la retiré de la cámara y guardé
hasta que ambos no tuvieran objeción a que se difundiera.
La
primera reunión duró solo una hora y le siguieron a esta otras nueve reuniones.
Fueron a veces largas —de hasta 14 horas—, a menudo detalladas, a veces tensas.
En diferentes momentos, invité a viceprimeros ministros y a otros
representantes de cada una de las partes a participar en las conversaciones.
Sabía que no bastaba intentar que los dos primeros ministros firmasen un papel.
Solo tomaría cuerpo un acuerdo si lo apoyaban amplias coaliciones tanto en
Serbia como en Kosovo.
Al
final, ambas partes acabaron por encontrar una base común en relación con el
nivel de autonomía del que deberían disfrutar los serbios kosovares. De regreso
a Belgrado y a Pristina, su acuerdo fue acogido por todo el espectro político.
Mucho queda por hacer para aplicar el acuerdo sobre el terreno. Con todo, creo
que es posible reflexionar sobre las cuatro grandes lecciones que hemos
aprendido en los seis últimos meses.
1.
Para la obtención de un cambio duradero, el coraje de los dirigentes fue
determinante. En todo el mundo, la condición normal de la política es la
explotación de líneas divisorias y el fomento de las diferencias. En los seis
últimos meses, he visto a hombres de Belgrado y de Pristina pasar de ser
políticos a ser artífices de la paz. Sabían que asumían riesgos, pero estos no
los desanimaron, lo cual les honra.
2.
La Europa de hoy es una realidad sin contornos nítidos. Tenemos múltiples
identidades que no siempre encajan con facilidad en el concepto decimonónico
del Estado nación. Uno de los grandes desafíos en muchos de los litigios de hoy
es ayudar a personas con identidades distintas a encontrar maneras de compartir
el mismo espacio respetándose mutuamente. Así tendremos una oportunidad de
obtener la auténtica recompensa: la celebración de nuestra gloriosa diversidad.
3.
La Unión Europea puede tener una función determinante. Es un gran experimento
consistente en hacer que la diversidad obre en beneficio de todos nosotros. Sin
duda tiene sus defectos. Pero globalmente funciona. Por ello los pueblos de
Europa del Este quisieron incorporarse a ella. Ahora Serbia y Kosovo desean
adherirse. Espero que el acuerdo de la semana pasada sea el inicio de un
proceso que les permita hacerlo.
4.
El poder duro —la potencia económica y a veces la fuerza militar— tiene un
lugar, pero el poder blando tiene un gran papel que desempeñar. La UE sigue
atrayendo a nuevos miembros no solo porque apoya el comercio, el empleo y la
inversión, sino porque defiende valores tales como la libertad y la democracia
que inspiran a la gente en el mundo entero. Lo que mostraron Ivica Dacic y
Hashim Thaci es que tienen el valor de imaginar un futuro mejor para sus
pueblos.
Tal
es por consiguiente mi esperanza (digo “esperanza” porque no es aún una
certidumbre). En el último siglo los Balcanes occidentales han tenido fama de
ser cuna de guerras. Que sean a partir de ahora una cuna de la paz.
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