México
acelera las reformas para desactivar el otoño del descontento
El
Gobierno del PRI toma medidas para restablecer la seguridad y recomponer el
sistema de justicia. La tragedia de Iguala marca una ruptura en el sexenio
LUIS
PRADOS / JAN MARTÍNEZ AHRENS
El País, México 7 de diciembre de 2014
Han
bastado poco más de dos meses de tragedia, sospechas de corrupción y errores de
comunicación del Gobierno para que las expectativas generadas hace dos años por
el plan de reformas lanzado por el presidente Enrique Peña Nieto al día
siguiente de su toma de posesión, aquello que la prensa internacional llamó “el
momento México”, se hayan desvanecido.
La
desaparición y muerte el pasado 26 de septiembre de 43 humildes estudiantes de
magisterio en Iguala, en el Estado de Guerrero, uno de los más pobres del país,
conmocionó a la sociedad mexicana como hacía décadas que no ocurría, poniendo
dramáticamente en primer plano la complicidad del poder político, municipal en
este caso, con la violencia del crimen organizado y la corrupción y la
impunidad de las instituciones y sus representantes.
Al
cóctel emocional de vergüenza, frustración y cólera de la opinión pública se
sumó después la tardía e insuficiente respuesta del Gobierno y, aún peor, el
descubrimiento de que la esposa del presidente compró una mansión por varios
millones de dólares a una constructora beneficiada con la adjudicación del
futuro tren de alta velocidad México-Querétaro, posteriormente cancelada. La
tragedia de Iguala pasó a convertirse en crisis nacional —“la más grave desde
el tequilazo de mediados de los años noventa”, según un portavoz oficial— en un
contexto de estancamiento económico y de promesas incumplidas.
El
nuevo Gobierno del PRI, el partido hegemónico durante 70 años, a quien hasta
sus críticos más duros atribuían una habilidad especial para acotar la
violencia generada por el narcotráfico, y que había hecho bandera de la
modernización del país a través del Pacto por México, la agenda de reformas
consensuada con la oposición, trata ahora de recuperar la iniciativa política.
No es tarea fácil. Iguala marca un antes y un después en este sexenio, y el hoy
es peor que el ayer.
Aurelio
Nuño, jefe de gabinete de Peña Nieto y figura emergente del PRI más joven, no
tiene empacho en reconocer errores en este trayecto de la esperanza a la
desconfianza. “Nos faltó una agenda más contundente en materia de seguridad y
de Estado de Derecho. Nos quedamos cortos. No vimos la dimensión del problema y
la prioridad que debería haber tenido”, afirma. Tampoco se excusa en la
devastación social causada por la guerra contra el narcotráfico lanzada por el
expresidente Felipe Calderón (2006-2012) con sus miles de desaparecidos y casi
100.000 muertos. “La responsabilidad de la herencia recibida es enorme, pero es
una herencia de muchas décadas. Pensar que es problema de un Gobierno es no
entender nada. Iguala es un problema estructural”. Guerrero junto con los
Estados de Michoacán, Oaxaca y Chiapas, todos en el sur del país, quedaron al
margen de la apertura política y liberalización económica experimentadas por
México en las últimas décadas y su atraso comparativo no ha dejado de crecer.
Los cuatro son ahora objeto de atención prioritaria por parte del Gobierno que
ha lanzado un plan de rescate económico de la zona y enviado al Congreso una
nueva agenda de reforma de las fuerzas de seguridad, en defensa de los derechos
humanos y de recomposición del sistema de justicia.
Sin
embargo, estos cambios legislativos llevarán tiempo, cuestan dinero y el humor
social mayoritario es de impaciencia. La sociedad ha dicho “¡basta ya!” y hasta
el propio Peña Nieto ha señalado que “México no puede seguir así”. “Es cierto
que hay una crisis de credibilidad, pero no de ingobernabilidad. El Gobierno
tiene aún la iniciativa y dispone de tiempo para conservarla. Ahora bien, ha
recibido un mensaje claro de la ciudadanía y tiene que demostrar que es capaz
de actuar. Porque este Gobierno tiene visión estratégica pero baja ejecución; y
ese es su problema, es bueno para reformar el futuro pero no para gobernar el
presente”, opina el escritor y director de la revista Nexos, Héctor Aguilar
Camín.
Aurelio
Nuño es consciente de que el país vive una profunda crisis de confianza y reconoce
que la “estrategia de comunicación no está funcionando”. Anuncia, sin
concretar, cambios inminentes en este campo. “No es fácil cambiar las llantas
con el coche en marcha”, afirma. Pero deja claro que la urgencia en los cambios
que pide la opinión pública no va a marcar el rumbo. El jefe de gabinete del
presidente es tajante: “No vamos a sustituir las reformas por actos teatrales
con gran impacto, no nos interesa crear ciclos mediáticos de éxito de 72 horas.
Vamos a tener paciencia en este ciclo nuevo de reformas. No vamos a ceder
aunque la plaza pública pida sangre y espectáculo ni a saciar el gusto de los
articulistas. Serán las instituciones las que nos saquen de la crisis, no las
bravuconadas”.
2.
Redefinición de las competencias penales. Reforma para evitar la actual
dispersión competencial en el combate de la delincuencia, especialmente del
narcomenudeo, donde ninguna autoridad asume completamente su persecución.
3.
Fin de la policía municipal. Disolución de las policías municipales y absorción
de estos cuerpos por las policías estatales. La medida tardará ocho años en
completarse y empezará por Guerrero, Jalisco, Michoacán y Tamaulipas, los
Estados más convulsos.
4.
Combate a la corrupción. Creación de un Sistema Nacional Anticorrupción, con
nuevos esquemas de vigilancia de las autoridades y fortalecimiento de las
auditorías (en tiempo real). Nombramiento por el Senado de un fiscal
anticorrupción e imposición de sanciones a empresas (no solo a particulares)
envueltas en casos de corrupción.
5.
Fortalecimiento de los derechos humanos. Nuevas leyes generales en materia de
tortura y desaparición forzada, creación de un sistema nacional de búsqueda de
personas no localizadas, así como de un sistema nacional de información
genética y un registro nacional de víctimas.
6.
Más transparencia. Creación de un portal donde cualquier ciudadano pueda
conocer el número y monto de los contratos de cada dependencia federal o de
cada empresa que preste sus servicios a la Administración federal.
7.
Mejora del acceso a la justicia. Nuevas leyes para reducir la lentitud y coste
de los procesos cotidianos. Para ello, una comisión dirigida por el director
del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) entregará un
informe-base en 90 días.
8.
Teléfono único de emergencias. El 911 será el número para pedir auxilio en
casos de emergencia en todo el país.
9.
Clave única de identidad. Que todo mexicano tenga un número de identificación
personal.
10.
Operativo federal en la región de Tierra Caliente. Despliegue de fuerzas
federales en los Estados de Guerrero y Michoacán.
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