Estupefacto
con el descubrimiento catalán de América/Antonio Rodríguez Furones.
ABC, 4 de junio de 2016
He
leído, entre atónito y perplejo, que el muy reputado Institut Nova Història
(INH) ha demostrado que el descubrimiento de América debía ser el
Descubrimiento Catalán de América, ya que Cristóbal Colón (catalán de
nacimiento) no salió de Palos, sino de un puerto de Gerona, y que Hernán Cortés
se llamaba en realidad Ferran Cortès, mientras que Francisco Pizarro era
realmente Francesc Pinós De So i Carròs y su enemigo íntimo resultó ser Jaume
d’Aragó-Dalmau, aunque en la historia oficial, falaz y mentirosa, quedó
registrado como Diego de Almagro. Y es que desde el siglo XVI se fomentó una
gran operación de propaganda para relegar los indudables éxitos y virtudes de lo
catalán en detrimento de Castilla, que se apropió indebida y sistemáticamente
de cualquier avance protagonizado por los hijos de la Marca Hispánica.
Los
rigurosos estudios llevados a cabo han mostrado lo ingente de esta tarea,
propia de un Quijote moderno (afortunadamente Cervantes era catalán, se llamaba
Joan Miquel Servent y era hijo de Miguel Servet, como todo el mundo conoce),
que está alcanzando dimensiones épicas, ya que hasta Don Pelayo no era tal,
sino que fueron nobles catalanes los que frenaron a los invasores musulmanes,
ya que querían mantener intacta la Tarraconensis.
Menos
mal que tan docta institución nos ha revelado a nosotros, pobres ignorantes,
que lo que aprendimos de la historia de la Corona de Castilla y de España no
deja de ser una conspiración de burdos intelectuales e historiadores
imperialistas, como Madariaga, Menéndez Pidal o Gregorio Marañón, que todavía
perdura y en la que colabora Wikipedia al no reconocer las tesis anteriores en
las biografías de los catalanes desnaturalizados.
Probablemente
en estos momentos se encuentren en estado de shock. Les entiendo. Yo también
estoy estupefacto. De hecho, yo mismo, nacido en Zamora, debo ser catalán,
puesto que si el reino astur-leonés surge de una intervención de catalanes, de
ahí en adelante todos somos paisanos de Andreu Buenafuente. Debo reconocer que
también estoy confuso respecto a la lengua en la que hablo y escribo, que
quizás no sea español, sino catalán antiguo.
En
fin, como intuyo que quedan por desenmascarar muchos aspectos de esa
conspiración histórica que menoscaba la importancia de Cataluña en detrimento
de una realidad que nunca existió, les animo a que prosigan en tan encomiable
tarea, y me permito humildemente indicar algunas potenciales vías de
investigación, que se me han ocurrido tras deleitarme con un orujo de Liébana
que, por lo bueno que estaba, probablemente procedía de Tarragona:
–Ramón
y Cajal, Leonardo Torres Quevedo, Isaac Peral, y otros insignes científicos e
investigadores que parece ser que nacieron fuera de Cataluña, por su talla
intelectual sin ninguna duda debieron ser catalanes.
–Cabe
la posibilidad de que la catedral de Burgos realmente se construyera a orillas
del Ter, y Franco la trasladara piedra a piedra hasta esa ciudad que, quién
sabe, quizás fuera fundada por José Antonio Primo de Rivera.
–El
Camino de Santiago originalmente tendría por destino San Carlos de la Rápita,
pero Alfonso II de Asturias podría haber robado los restos del apóstol para
llevarlos a Compostela. Ojo con esto, que, si se investiga a fondo,
probablemente san Jaime (el apóstol Santiago) era un pescador judío de Tarraco
o Barcino que estaba de intercambio en Galilea en tiempos de Nuestro Señor.
Por
favor, sigan investigando, y sigan formando en sus descubrimientos a nuestros
niños y jóvenes para que conozcan la realidad de nuestra historia, y sigan
haciéndolo con el dinero de todos. Da igual si para ello es preciso no pagar a
los farmacéuticos o reducir el horario de la Sanidad Pública. Como bien reza su
web: sin historia es imposible hacer política (Jules Michelet). Muchas gracias
por su esfuerzo y dedicación.
Que
el disparate anterior esté financiado por todos nosotros es una prueba más de
la crisis sociocultural que atraviesa nuestro país. El título de estas líneas
comienza con «estoy estupefacto». Lo siento. No estoy confuso: estoy perplejo,
dolido, irritado, cansado y, sobre todo, preocupado. Una cita célebre afirma
que el pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla, pero me temo
que un pueblo que olvida su historia está condenado a desaparecer entre las
brumas del tiempo. Me duele España.
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