Ni Orwell, ni leches… el Poder (y 3)/Gregorio Morán
La Vanguardia, 2 de abril de 2017..
Hoy. primer día de abril, es un buen momento para hacer una reflexión sobre la prensa, en papel o digital; aún tan diferentes. El mes de marzo, recién terminado, se ha traducido en México en el asesinato de tres o cuatro periodistas, es difícil llevar la cuenta. Miroslava Breach, 54 años -cabe anotar que en México aún quedan profesionales que no son jefes de prensa de nada que no sea su periódico-. La mataron a quemarropa cuando iba a llevar a su hija al colegio. Eran las siete de la mañana. Unos días antes acabó la vida del corresponsal de La Jornada en Chihuahua. Tres balas en la cabeza. El siguiente cayó en Xalapa, Ricardo Monlui, 57 años, director de El Político, cuando salía de un restaurante. El mes criminal había empezado el 2 de marzo, con Cecilio Pineda. 38 años, director de La Voz de Tierra Caliente, mientras esperaba que le lavaran el coche en Altamirano. estado de Guerrero.
Cabe pensar que si escribieran sólo en un digital estarían vivos. Algo tendrá el papel, que lo matan. Las manifestaciones de los periodistas en las principales ciudades de México llevan un lema: ”No se mata la verdad matando periodistas”. En el 2016 fueron asesinados en México once periodistas, y 426, agredidos, salvaron la vida de milagro. La impunidad de los asesinos de periodistas allá alcanza el 99,75%. Aún siguen, sin un gesto de perplejidad e indignación de esta clase moribunda que se llama periodismo. Ganan 196 euros (4.000 pesos), el que menos, hasta una horquilla de 590 euros (12.000 pesos). No vale una vida ni en los muelles de Hong Kong.
Lo poco que sé lo he leído en un diario no español, por supuesto. El debate entre prensa en papel y diarios virtuales tiene una importancia secundaria, salvo para los que se dedican al negocio y no precisamente a los cárteles de la droga. Lo que afecta es el papel y hay que matarlo. Sólo los más agudos sostienen que compaginar una variedad y otra puede salvarnos de la decadencia. ¿Pero quién nos libra de unos diarios deleznables y una información que apenas si ojean los ciudadanos cuando quieren saber algo más de lo que no les damos?
En el congreso sobre prensa digital en Huesca, de donde han partido estos tres artículos, hubo un ponente. No recuerdo ni su nombre, pero sí lo que dijo. Me dejó estupefacto. “Yo dispongo de un diario virtual que tiene un millón de ‘videntes'”. Dijo videntes, lo cual expresa mucho del conocimiento de la lengua y del nivel mental del personaje. Lo aproveché en mi intervención, que mereció una línea y media en el diario más importante de Aragón, para señalar que tenía más “videntes” la Virgen de Lourdes, y que además cualquier creyente se detendría a rezarle, cosa impensable en un virtual, donde lo común es leer el titular y rara vez detenerse en un texto que sería el equivalente a la plegaria. O hacemos publicidad, que no debe ocupar más de una frase, o hacemos periodismo, que es algo que se resume en una cosa muy simple: contar una noticia o una historia.
Les confieso una intimidad. He vuelto a leer Le Monde, como en los años sesenta. Ya sé, ya sé que tampoco le Monde es el de entonces, le ocurre como a nosotros, esclavos de aquel verso atribuido a Pablo Neruda que decía “nosotros, los de entonces. ya no somos los mismos”. Pero acaba siendo imprescindible, como ayer, que recuerdo muy bien que unas veces llegaba a los quioscos y otras no, y no cabía preguntar al quiosquero. Nuestros patéticos quioscos que van cayendo en la ruina y el desdén, como si se tratara de museos de lo efímero que algunos aseguran no necesitar porque para eso tienen la tableta.
La mayoría de las webs personales se parecen mucho a los váteres de mi adolescencia -en el colegio, en los bares, en la universidad- donde cada cual escribía sus miserias con el descaro del anonimato. “Hijo puta el que lo lea”. “Tu madre me la chupó”, …y las pajas, había pajas imposibles en todas las puertas interiores de los váteres públicos. Y ahora estos chicos, impolutos, de familia asentada y cultura inane, vuelven a las mismas pero sin detectar en su deficiencia que las webs son como aquello, pero que hasta las puertas de esos váteres cutres están controladas y no pueden decir bobadas de colegio bien, sobre los huesitos de una pobre chica volada en un atentado de ETA. o la otra de Carrero Blanco, fuera de lugar, de día y de época, del que sabrá poco más que su padre, lo presiento: un cobarde que esperaba el día señalado para sacar pecho. ¡Qué fauna! O Podemos limpia esta bazofia o acabarán haciendo el ridículo de unas tetas en una Iglesia, cosa que aún me hace reír en su audacia estúpida. ¡Responsable de Cultura!
Así tendremos derecha hasta que nos nazcan ortigas en el pecho. Hay una generación periodística que debería exigir -los que quedan- que nos incineren y nos echen donde quieran, pero lejos. O en una alcantarilla de la Rambla, sitio digno, con historia y mucha pamema.
Sí. sigo leyendo Le Monde, como a mediados de los 60. ¿De qué otra manera podría enterarme de que la Guardia de Finanzas entró forzando a los seguratas en una ca1le de Milán, sede del prestigioso diario económico II Solé 24 Ore, y penetró en los despachos del jefe, el inefable Roberto Napoletano y de sus más íntimos colaboradores? ¿Pero a que no se imaginan ustedes cuál era el delito que investigaban y del cual obtuvieron todas las pruebas? II Solé 24 Ore había aumentado fraudulentamente sus lectores virtuales en 100.000. No existían, pero los hacia constar para sus beneficios publicitarios. La estafa cubría tres millones de euros.
¿Alguien se imagina algo similar aquí, donde se da la particularidad, única creo en el mundo, de que los resultados de los controladores de la OJD -medidores de los medios-siempre dan resúmenes donde nadie pierde lectores o publicidad. o lo que sea? Cada vez que aparecen las listas de la OJD uno tiene la impresión de ser idiota. No es posible que con unos medios en franca decadencia tengan siempre resultados positivos. Y si un medio de comunicación no es implacable consigo mismo, cómo le vamos a pedir gollerías.
Estamos perdidos en la nada y los lectores quieren noticias positivas, porque bastante jodido lo tienen en su casa para que un gracioso venga a recordarles que lo nuestro es un milagro que vemos todos y que nadie admite como excepcional, sino como cotidiano. O como diría el otro, todos somos “videntes”; unos rezan y otros observan la realidad como si se tratara de un destino ineludible. Este país tiene difícil arreglo y, añado, si hablara sólo de Catalunya aún tendría que subir los grados de mi alucinación.
¿Y el futuro periodístico? ¿Cómo será? ¿En papel o digital? Da lo mismo. Al final resultará una mixtura de ambas cosas, pero seguiremos sin enterarnos de lo fundamental. El Poder -siempre debe ser escrito con mayúsculas- ha decidido que mientras no haya rebelión y las chicas de fuste que aspiran a cambiar el mundo exhiban sus senos en las iglesias, será algo aún más anodino que cuando los rebeldes de tercer grado quemaban los conventos. Cosa que no he entendido, como radical y revolucionario, en mi vida y que revela que volvemos a la misma estupidez: una teta por un fogón.
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