Revista Proceso # 2125, a 23 de julio de 2017
Narcomenudistas de Tláhuac, con gran poder de fuego/
SARA PANTOJA Y PATRICIA DÁVILA
Las autoridades capitalinas sostienen que la banda que comandaba El Ojos –quien fue ultimado el jueves 20 junto con siete de sus colaboradores en la colonia La Conchita, en Tláhuac– no tiene la estructura de los cárteles de la droga que operan en el país. Sin embargo, su capacidad de fuego, así como los bloqueos –un hecho inédito en la Ciudad de México–muestran que no se trata de una simple asociación delictiva.
Durante siete meses, la Secretaría de Marina (Semar) realizó trabajos de inteligencia para atrapar a Felipe de Jesús Pérez Luna, El Ojos, y su banda de narcomenudistas, presuntamente ligada a los Beltrán Leyva, que operaba en la delegación Tláhuac y otras demarcaciones, así como en el campus de la UNAM.
La dependencia la denominó Operación Tango y el jueves 20 tuvo sus resultados. En una refriega donde participaron marinos, así como policías federales y agentes de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México (SSP-CDMX) y de la Procuraduría General de la República (PGR), El Ojos cayó abatido en la colonia La Conchita, en Tláhuac, junto con siete de sus sicarios a quienes las autoridades capitalinas identificaron cono narcomenudistas que operaban en el campus de Ciudad Universitaria
Durante años, el Ojos amplió su zona de operaciones a las delegaciones Iztapalapa, Xochimilco y Milpa Alta y al municipio conurbado de Chalco, Estado de México, admiten el propio gobierno de la Ciudad de México.
El grupo criminal que él comandaba cobró notoriedad en 2012, cuando lo relacionaron con plagios, venta de droga y varios homicidios. A mediados de 2015, durante la feria de Zapotitlán, el cantante grupero Javier Reyes interpretó por primera vez un corrido que le compuso a la organización delincuencial.
Fuentes cercanas a la investigación, aseguran que el Ojos penetró incluso en la policía capitalina. Fue por ello que la Semar manejó con cautela la información sobre la Operación Tango.
Hiram Almeida Estrada, titular de la Secretaría de Seguridad Pública del gobierno de la Ciudad de México (SSP-CDMX) comenta a Proceso que el área de asuntos internos a su cargo abrió una carpeta de investigación que involucra a unos 10 o 15 mandos policiacos comisionados a Tláhuac por su presunta vinculación con esa célula criminal.
Con la muerte de Pérez Luna es factible que los seguidores de El Cholo y El Chicano –dos operadores de la banda– se disputen el control. El primero era muy cercano al Ojos y es quien abastece de armamento y de hombres a la organización; el segundo controla las finanzas, de acuerdo con autoridades universitarias.
También está la gente de Andrés “N”, La Perra, quien encabeza la célula del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) que hace tiempo desplazó al Ojos y su gente en la venta de droga en varios puntos de la UNAM, así como en la delegación Tláhuac.
“El Ojos no dirigía cualquier grupo criminal: era una organización bien estructurada que él mismo se encargaba de nutrir a través de la cooptación de mototaxistas de la delegación Tláhuac para la distribución y venta de droga al menudeo”, según Almeida Estrada.
Él compraba los vehículos y los habilitaba como transporte público en la demarcación, aunque su papel fundamental era la venta de cocaína y mariguana. Los conductores eran halcones y se encargaban de mantener el control en la zona.
Una de las líneas de investigación de la SSP-CDMX indica que El Ojos vendía mariguana proveniente del corredor que cruza los estados de Morelos y Guerrero. La organización delincuencial también se dedicaba a extorsionar comercios y a generar temor entre la población.
El 24 de octubre de 2016, el diario El Gráfico informó que padres de familia señalaron al Ojos como responsable de la desaparición de varios jóvenes que se negaron a trabajar para él. Según el periódico, la procuraduría capitalina le adjudicó 60 desaparecidos a la banda.
Un grupo poderoso
Aunque Almeida Estrada asegura que la organización sólo tenía un par de decenas de integrantes, el poder de fuego mostrado el jueves 20 durante el enfrentamiento con elementos de la Semar, hacen pensar que su fuerza es mayor.
Ese día los seguidores del Ojos desplegaron su fuerza en sólo ocho manzanas de la colonia La Conchita, donde El Ojos tenía su centro de mando. Eran las 11:00 horas.
La violencia estalló de inmediato, cuando marinos vestidos de civil llegaron en camionetas particulares con placas cubiertas a un domicilio de la calle Simón Álvarez, donde se encontraba El Ojos. Desde aire, un helicóptero de la Semar dirigió la operación. La dependencia informó que sus elementos fueron blanco de “una agresión directa con armas de alto poder”.
Unas tres horas después, hombres leales a El Ojos realizaron varios bloqueos; atravesaron en distintas vialidades tres autobuses de pasajeros y un camión de carga de la delegación y los incendiaron para evitar el paso de las patrullas de la SSP. Decenas de mototaxis se sumaron a los bloqueos.
Los agentes capitalinos que participaron en la Operación Tango se concentraron en la detención de 16 personas que participaron en los bloqueos y la quema de las unidades y remitieron a 25 mototaxis al corralón.
A las 16:00 horas, las autoridades dieron el reporte oficial del enfrentamiento, todos coincidieron en que la labor de investigación sobre esta célula perteneciente al cártel de Los Beltrán Leyva inició hace siete meses.
En su comunicado, la Semar calificó a la organización delictiva como “extremadamente violenta”.
Según los vecinos de La Conchita, los disparos duraron unos 10 minutos. El Ojos y siete de sus gatilleros, quienes portaban armas de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas, quedaron tendidos en el piso.
La madrugada del viernes 21 la policía capitalina detuvo a otras tres personas, y a una de las cuales le decomisó un rifle AR-15 “que pudo haber sido robado de alguna institución –federal– porque tiene limados los datos del registro”, según la corporación.
El titular de la SSP-CDMX señaló que la apertura de la carpeta de investigación en asuntos internos “es parte de un ejercicio disciplinario de profilaxis para detectar si huy vinculación –de los policías–. Y en caso de constituirse algún tema de responsabilidad, se remitirá (a los implicados) a la Fiscalía de Servidores Públicos (de la PGJCDMX)”.
Almeida Estrada reveló que hace cuatro semanas elementos de la Marina “vestidos de civil” llegaron a un lugar donde se encontraba Pérez Luna y estuvieron a punto de detenerlo, pero “alguien” hizo una llamada al número de emergencia 911 y pidió el apoyo de la policía:
“Eso generó una confusión y la posibilidad de que el objetivo –El Ojos– se diera a la fuga”. Agregó que se investiga para detectar si la llamada se hizo con la intención de distraer, o incluso participó en ella algún elemento policiaco.
El operativo
Fuentes cercanas a la investigación aseguran que la banda del Ojos era enemiga del grupo La Unión de Tepito y controlaba ferias y tianguis.
En la UNAM revelaron que el éxito del Operativo Tango se debió a información que las autoridades obtuvieron del teléfono celular que portaba uno de los detenidos por venta de droga en el campus.
La información proporcionada por el propietario del aparato telefónico permitió a las autoridades conocer la red de telefonía que El Ojos empleaba para organizar la venta de droga en todas las delegaciones.
De esa manera, el cerco contra Pérez Luna se inició el miércoles 12, cuando, después de una llamada, los marinos detectaron que su objetivo estaba en Tláhuac y no en Michoacán, como se creía.
Los días siguientes, las autoridades efectuaron rondines en la zona para evitar una nueva fuga. Y el jueves 20 recibieron la orden de poner en marcha el operativo.
De acuerdo con la fuente, la incursión se inició a las 6:00 horas, contrario a la información oficial. Incluso, refiere que el primer brote de violencia se registró en un taller donde fue encontrado el cuerpo de un hombre completamente desmembrado pocas horas antes.
El día del operativo, la venta de drogas en Ciudad Universitaria fue suspendida a las 12 horas. El viernes 21 la “actividad” se reanudó de manera normal.
Según Almeida, la organización que comandaba El Ojos en el oriente de la Ciudad de México no tiene la estructura de la delincuencia organizada que opera en otras entidades.
El jefe de gobierno capitalino Miguel Ángel Mancera siempre ha negado la presencia de esos grupos en la capital del país, pese a que El Ojos decía que la suya era una célula del cártel de los Beltrán Leyva.
Incluso, el CJNG, que durante el gobierno de Enrique Peña Nieto se convirtió en el más poderoso del país, frecuentemente ha dejado mensajes de advertencia en cartulinas encontradas junto a personas ejecutadas.
En uno de ellos, la organización escribió: “Sr. Mancera, si no respeta los acuerdos, hay muertos, aquí está otro. La plaza tiene dueños, firma CJNG.”
Almeida habla de organizaciones similares a la del Ojos en las colonias Morelos y Tepito, de la delegación Cuauhtémoc y en otras demarcaciones como Iztapalapa, Gustavo A. Madero, específicamente en la zona de Cuautepec, y Miguel Hidalgo, particularmente en las colonias que colindan con el Estado de México.
Sin dar nombres, el funcionario afirma que en estas zonas el narcomenudeo, la extorsión, los homicidios, el robo a transeúntes y de teléfonos celulares, así como las lesiones por arma de fuego y las manifestaciones de violencia han aumentado.
De marzo de 2016 a febrero de 2017, destaca, la policía capitalina desarticuló mil 552 bandas y 4 mil 368 células delincuenciales dedicadas no sólo al narcomenudeo, sino a otros delitos que no son considerados como graves en la legislación actual.
De acuerdo con su propia interpretación, este fenómeno se incrementó en la Ciudad de México debido a varios factores: el creciente flujo de armas de fuego que incluso se ofertan en internet, así como el nivel de violencia que ejercen los integrantes de las bandas.
“Grupos de distribuidores de narcomenudeo cada vez se vuelven más violentos por defender los intereses o los objetivos financieros que tienen”. Y más que ajustes de cuentas, las ejecuciones son con saña, por demostrar su dominio en alguna zona o porque alguno de ellos, pretende imponer su autoridad como distribuidor de droga en ciertos puntos”, comenta Almeida.
Otro factor es la influencia de las “narconovelas, los narcolibros y las narcoconductas” que los jóvenes ven en televisión.
“Son patrones específicos en los que hoy encontramos aspiracionalmente a muchos de los adolescentes que buscar integrarse a algún nivel delictivo. Antes, pensaban ser futbolistas exitosos; hoy, en muchos casos, su expectativa es pertenecer a una organización delictiva”.
Recuerda que, como parte de la coadyuvancia con las autoridades federales, la SSP-CDMX tiene tres puntos permanentes de control y vigilancia en la ciudad: en la llamada “Y” de la carretera Picacho-Ajusco, delegación Tlalpan; en Cuautepec, perímetro de la Gustavo A. Madero; en Iztapalapa, en la zona colindante con el municipio mexiquense de Chalco, así como otro itinerante en la delegación Azcapotzalco.
Almeida excluye a Ciudad Universitaria de los puntos de vigilancia, a pesar de que las autoridades de la UNAM afirman que los perímetros del campus son permanentemente custodiados por elementos de la SSP y de la PGR.
Por lo pronto, tras el operativo del jueves 20, la SSP-CDMX envió a más de mil elementos de distintas corporaciones para resguardar la seguridad en la zona y evitar “conductas delictivas” como el secuestro e incendio de vehículos que ya no se realizan sólo en Tamaulipas, Michoacán o Guerrero; ya llegaron a la capital.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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