La PGR se declaró incompetente para crear una Comisión de la Verdad para el caso Iguala como lo ordenó un Tribunal Federal y presentó un “incidente de imposibilidad real, jurídica y material’’.
El subprocurador Jurídico y de Asuntos Internacionales de la PGR, Alberto Elías Beltrán, en suplencia del procurador (Sic), asumió esa determinación tras la sentencia del Primer Tribunal Colegiado de Circuito de Tamaulipas, que ordenó crear dicha Comisión ..como resultado de la resolución de amparo 203/2017.
El funcionario anunció lo anterior luego de que la Conferencia Nacional de Procuración de Justicia (CNPJ) -integrada por 32 procuradores y fiscales del país- cerró filas ante el ordenamiento que hizo el Tribunal federal el pasado 31 de mayo.
En ese sentido, el Agente del Ministerio Público Federal presentó formalmente ante el mismo órgano jurisdiccional dicho recurso, por lo que habrá de esperar la respuesta del órgano colegiado porque simplemente no tiene la posibilidad para concretar el mandamiento judicial.
El recurso lo presentó la directora de Asuntos Jurídicos de la PHGR Carmen Sustaita, y por el director de Control de Juicios de Amparo, Ignacio Silva.
Sabino Pérez, magistrado del Tribunal Unitario, notificó ayer un acuerdo en el que ordena dar vista las partes involucradas en los juicios de amparo para que ofrezcan pruebas en un plazo de tres días hábiles.
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Las columnas políticas hoy, a 23 de junio de 2018..., DÍA de fútbol..., a ocho días de la Jornada electoral..., pase lo que pase habrá grandes cambios...
Templo Mayor/ Reforma
CÓMO cambian las cosas en unos años. Mientras Andrés Manuel López Obrador echó toda la carne al asador en su cierre de ayer en la Macroplaza de Monterrey, el PRI, que durante décadas fue el rey del acarreo en esa explanada, optó por un acto muuucho más chico para su candidato.
EL EQUIPO del "no priista" José Antonio Meade decidió no competir contra la conocida capacidad de "movilización" del PT, por lo que llevarán a su gallo, otro día, a la Arena Monterrey en donde caben, cuando mucho, 17 mil personas.
EN TANTO, la estrategia del frentista Ricardo Anaya es diametralmente distinta, pues no tendrá cierre en Monterrey, ni tampoco en Guadalajara. En su lugar, irá a Ciudad Victoria, Tamaulipas, y a León, Guanajuato.
FINALMENTE, Jaime Rodríguez "El Bronco" también irá a la Macroplaza, pero el domingo por la tarde. Quizás para aprovechar que siempre hay mucha gente a esa hora y que no se vea tan vacía... y eso que, se supone, juega de local.
PARA quienes andan de sospechosistas con las reuniones de la Segob con gobernadores en el WTC, resulta que sí hubo una hace poco... pero no fue la única. En realidad, dicen, son frecuentes esos encuentros que se hacen a través de la Conago que tiene oficinas en ese icónico edificio.
Y ASEGURAN que las juntas encabezadas por el subsecretario Manuel Cadena no son para diseñar estrategias electorales, sino para hablar de seguridad y gobernabilidad. ¡Menos mal!
EN LA CDMX, parece que algunos candidatos están aprendiendo a hablar latín... porque ya comenzaron con las declinaciones. Es el caso de los aspirantes del PVEM, Panal y Humanista a la alcaldía de Miguel Hidalgo, quienes ayer se bajaron de la contienda y apoyaron al morenista Víctor Hugo Romo.
Y DICEN que apenas es el principio pues, en la última semana de campaña, habrá más de esos casos en otras demarcaciones e incluso para la Jefatura de Gobierno. ¿Será?
COMO no hay ayuda que sobre cuando juega la Selección Nacional, hoy que enfrenta a Corea, muchos mexicanos rezarán esta letanía mundialista:
SANTA María del Pilar, cuídanos del VAR. Beato Ignacio de Azevedo, que Gio no llegue... tarde. San Cayetano, que salga inspirado "El Chucky" Lozano. San Canuto, que ya dejen de gritar "eeeh...", eso, pues.
SANTA María de Jesús Crucificado, cuídanos a Andrés Guardado. SANTA Margarita de Cortona, que metan al "Tecatito" Corona. Bendito Manto de María, dale a Layún puntería. Y a ti, Ludovico Beato, te pedimos que en el Ángel nos veamos todos al rato.
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La normalidad/Jorge Volpi
Reforma , 23 de junio de 2018..
Florence es inocente porque nuestra legislación recoge, al fin, la presunción de inocencia
Si algo misterioso tiene la escritura de una novela es que con frecuencia ni siquiera el autor mismo adivina sus alcances. Con una novela sin ficción, donde los perso- najes en realidad son personas, con sus propias vidas, destinos y creencias, el descontrol se recrudece. Han pasado tres meses des- de que publiqué Una novela criminal, el libro en el que pretendí contar, usando las armas de la literatura, la historia verídica de Florence Cassez e Israel Vallarta, y solo ahora he empezado a columbrar el sentido de sus páginas. Cuando inicié el recorrido por esta historia tan inverosímil como real, mi meta era contar de la mejor manera posible una trama con todos los ingredientes para seducir a un lector de ficción; poco a poco caí en la cuenta de que el tema central del libro era otro, más extenso y doloroso: un retrato de México, de lo peor de México -su sistema de justicia-, a través de un caso que me parecía excepcional.
Tres meses después, reviso este juicio. Sin duda el caso se volvió excepcional, pero en sus inicios no lo era. Volvamos por un segundo a aquel 9 de diciembre de 2005, cuando los dos principales noticieros de la televisión anuncian que transmitirán en vivo la captura de unos peligrosos secuestradores: ¿por qué ese día nadie nota las incongruencias de la grabación?, ¿por qué ninguno de los periodistas que llegan a Las Chinitas observa irregularidad alguna? Porque todo lo que ocurrió en ese "rancho" en las afueras de la capital era normal. Era -y es- normal que la policía detuviera a presuntos criminales un día y los presentara al siguiente; era -y es- normal que sembrara armas y pruebas; era -y es- normal que presionara a las víctimas; era -y es- normal que inventase testigos.
Lo que no vimos o apenas atisbamos ese día, también era normal: la complicidad entre los medios y el poder, la tortura, la falsificación de los hechos, la destrucción de la verdad. Mientras escribía este libro ocurría el caso Ayotzinapa: otro ejemplo de torturas e ineficacia, de intromisiones políticas y destrucción de los hechos, como acaba de demostrar una arriesgada sentencia judicial. El reportaje de Animal Político publicado en estos días, "Matar en México", comprueba lo mismo: 9 de cada 10 homicidios quedan impunes. Nuestra justicia simplemente no existe.
En aras de esa justicia reconozco, aquí, un error mío: una fuente que se reveló errada me llevó a escribir que quien le mostró la sentencia del ministro Arturo Zaldívar al abogado Miguel Carbonell, poco antes de que se hiciera pública, fue el abogado Jorge Ordóñez, entonces secretario de la ministra Olga Sánchez Cordero. Ahora sé que no fue él: lamento profundamente la falsa atribución.
En estos tres meses he sido acusado -lo esperaba- de defender a criminales. Mis detractores repiten la misma mentira: que el montaje de García Luna no implica que Florence e Israel sean inocentes. Y claman, en teoría, por las víctimas. No me sorprende que varios implicados en el caso lo hagan, ni tampoco periodistas asociados con el gobierno, sino voces que se pretenden críticas. Sorprende que defiendan al gobierno y a un sistema que violó los derechos tanto de los presuntos criminales como de esas víctimas, haciendo imposible desentrañar la verdad. Y sorprende aún más que tomen posiciones propias de la ultraderecha: no asumir que incluso los criminales tienen derechos los emparienta con Bush Jr. o con Trump. No: Florence no fue liberada por un pequeño error en su proceso, por la falta de asistencia consular o por el mero montaje: lo fue porque los encargados de buscar la verdad la destruyeron por completo.
Florence es inocente porque nuestra legislación recoge, al fin, la presunción de inocencia. El único culpable de que no haya justicia, ni para ella ni para Israel Vallarta y su familia, ni para las víctimas que los acusan, es el Estado. En estas semanas, Israel fue trasladado arbitrariamente de El Altiplano a Puente Grande, en Jalisco, otra cárcel de máxima seguridad, lo cual retrasará aún más su proceso. Como él, hoy en México todos somos ciudadanos a medias: víctimas potenciales de un sistema de justicia tan corrupto como ineficaz.
@jvolpi
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La desigualdad estructural/Ana Laura Magaloni Kerpel
Reforma, 23 Jun. 2018
AMLO se ha propuesto que, de llegar a ser Presidente, el eje central de su gobierno será combatir la desigualdad y la exclusión social. Coincido con él: sólo un orden social menos injusto y vertical permitirá ir resolviendo los problemas que tienen al país detenido. La baja productividad y crecimiento económico, la escalada de violencia, el enojo social acumulado tienen que ver con un edificio social atrofiado. Sin embargo, el éxito de este impostergable objetivo requiere un conocimiento profundo sobre cuáles son las estructuras de gobierno que históricamente han servido para marcar y preservar las diferencias de clase social, para ordenar la vida colectiva de forma estamentaria, para que el trabajo y el talento individual nunca sean suficientes por sí solos para prosperar. Lo que vemos hoy es el resultado de esas viejas estructuras de gobierno que preservan y reproducen la desigualdad y que la transición a la democracia no modificó pero sí pervirtió. La pregunta de fondo es cómo mover esas estructuras sin que se caiga el edificio.
Está muy bien, como ha señalado AMLO, mejorar los salarios, crear algunos programas sociales y de gobierno que ayuden a jóvenes a conseguir su primer empleo o que apoyen a madres solteras y a adultos mayores. También es muy relevante poner especial atención en los estados más rezagados y tomar decisiones de inversión pública e infraestructura en función de nuestras desigualdades regionales. Si entiendo bien lo que está proponiendo AMLO, se trata de asignar los recursos presupuestales de forma distinta, bajo la premisa de que los más desventajados son prioridad.
Sin embargo, la reasignación de recursos por sí sola deja inalteradas las estructuras de gobierno que sirven para preservar la desigualdad social. Una de estas estructuras es la ausencia del trato impersonal de ley. En México, la ley ha servido para pactar, para generar lealtades y para utilizar la amenaza de castigo como instrumento de negociación y control político. También ha servido para marcar las diferencias de clase y para concentrar el poder y la riqueza en una pequeña cúpula. Antes de lo que diga o no diga la ley, lo que cuenta es quién eres, cuánto dinero tienes y a quién conoces. Lo mismo un político influyente que un empresario importante o un capo de la droga pueden manipular la aplicación de la ley para salirse con la suya.
Es invisible al debate público que el funcionamiento del sistema de justicia juega un papel determinante en la distribución del poder que unos tienen sobre otros y en el grado de desigualdad y de injusticia de una sociedad. Resulta incomprensible que ningún candidato a la Presidencia, pero particularmente AMLO, mencionen los problemas del sistema de justicia y propongan soluciones para terminar con el trato VIP por parte de jueces y ministerios públicos a políticos influyentes, a miembros de la élite y a delincuentes con dinero.
Si de lo que se trata es de separar el poder económico del poder político como propone AMLO, lo que se necesita es colocar entre ambos el poder de las instituciones de justicia y de persecución criminal. Y ello pasa por tres reformas complejas y disruptivas al statu quo: 1) reconfigurar los consejos de la Judicatura a través de los cuales se administran redes de influyentismo y corrupción en la impartición de justicia; 2) la creación de fiscalías fuertes, autónomas y efectivas que estén al servicio de los ciudadanos y no del poder y los poderosos y, 3) derribar las enormes barreras de acceso a la justicia que padecen millones de personas a través de defensorías públicas reales y no de papel y procesos judiciales sencillos y accesibles para todos. La exclusión social está directamente asociada a la incapacidad de las personas para hacer valer derechos frente al abuso y atropello de otros y de la autoridad. Estas tres reformas transformarían el edificio social, lo harían más incluyente y menos injusto y, lo más importante, lo harían de forma permanente y no sólo sexenal. Serían, por tanto, un legado histórico de cualquier Presidente.
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Profetas vs. mesías
SOBREAVISO / René Delgado
Hay profetas a quienes espanta el futuro próximo, pero no el presente continuo.
Los asusta imaginar en la Presidencia de la República a una fuerza distinta a las conocidas y, entonces, aun cuando se dicen liberales y abiertos al cambio, instan a reducir la alternancia a una cuestión de turno entre los jugadores bien vistos en la liga. No les gusta la idea de entender la alternancia como una alternativa. Pensar en un nuevo reparto, ejercicio y sentido del poder, los aterra al punto de apartarlos del análisis y llevarlos a la adivinación, especializada en los presagios negros.
Los tutores de la democracia temen una calamidad, sin lamentar la ruina desde donde predican. Aferrados al presente continuo advierten: todavía nos puede ir peor. Mejor no moverle, mucho menos ensayar algo distinto.
Aborrecen la política popular y abierta como adoran la política cupular y cerrada.
Son curiosos los profetas que abominan al mesías. Desde el púlpito del elitismo o los salones donde conversan, fustigan el populismo a partir de la lectura de los pliegues de su miedo. Brotan arrugas en su frente.
Nada quedará en pie. No podrá con la corrupción. Acabará con la libertad de expresión. Arrasará con las reformas. Ejercerá el poder absoluto. Desmantelará el mercado. Resucitará al Estado. Sacará a los presos de las cárceles y encerrará a la sociedad en su fatiga. Secará los ríos y los lagos para saciar su sed de poder. Y, sin duda, regalará las reservas internacionales a los pobres, fomentando la holgazanería y acrecentando la inexistente deuda nacional.
Todos los males por venir pueden, según ellos, conjurarse en un tris dominical. Basta votar en contra, beneficiando al segundo lugar de la incompetencia sin importar quién sea. Reivindican la razón de la sinrazón, condenando la emoción derivada del malestar y el descontento social acumulado.
Desde la lógica del pavor, cuanto auguran los custodios de la democracia tutelada jamás ha ocurrido. Si la impresión es la contraria, en todo caso es un espejismo. Algo temporal y pasajero. Nos va mal porque vamos bien, más de uno ha explicado sin enredos. Cuando todo esté a punto, bastará la credencial de elector para acceder al paraíso sin escala en el infierno.
En ese momento aún sin fecha, la bonanza quedará fija en el calendario. Gobiernos más eficaces y honestos que los conocidos. Fiscales generales y especializados, autónomos e independientes, aunque ahora estén en la congeladora. Magistrados sin toga ni bolsillos, pero de gran talla, parecidos a los actuales, a quienes podrá llamarse por su apodo. El libre mercado corregirá la desigualdad social y emparejará las regiones, todos con educación y empleo en un país de una sola y altísima velocidad. Los maestros importados de Harvard darán clases en inglés, desde preescolar. Los inversores nacionales y extranjeros formarán fila, aún más nutrida, en la ventanilla única de nuestro anhelo. Las cárceles estarán al cien como las escuelas. Los muertos y los desaparecidos lamentarán haberse ido. La tasa de crecimiento exigirá usar cinturón de seguridad, dado su vértigo, aunque ahora avance a paso de tortuga. En Woodlands, el Infonavit construirá las viviendas de interés social y en Saint Tropez las casas de interés político. Qué Acapulco, ni qué Acapulco. Vamos, bastará decir qué se necesita para tenerlo.
Un paraíso sin par, a condición de no verse tentados por la idea de buscar otro derrotero ni cambiar el curso.
Los profetas son singulares, pero parejos. Así como no reconocen aciertos en la campaña del mesías, tampoco reconocen errores en la campaña de los suyos.
En la lógica de que las cosas suceden porque ocurren, explican que el puntero corra mucho y los segundos se queden atrás. Así, porque sí.
Nada les dice la privatización de los partidos, las prerrogativas, las candidaturas y las campañas de sus favoritos. Tampoco que el Pacto por México le haya dejado en exclusiva el monopolio y el territorio de la oposición a Morena, mientras el panismo, el perredismo y el priismo disfrutaban las mieles del ejercicio de la partidocracia, la política del canje y el reparto de posiciones y prebendas a partir del principio de cuotas y de cuates.
Aquel se aprovechó por no tener qué hacer, mientras aquellos se empeñaban en legislar mal las reformas y la administración, después, las implementaba peor. Un abuso.
Ante ese paisaje, los profetas miran con recelo el futuro próximo y promueven permanecer en el presente continuo.
· EL SOCAVÓN GERARDO RUIZ
El secretario Gerardo Ruiz Esparza envió antier una carta a este espacio que, por su extensión, se publicará en partes. Esta es la primera:
"Sr. René Delgado
"Presente:
"Desde hace varios meses en su columna 'Sobreaviso' que publica en el Periódico Reforma, realiza usted un comentario negativo sobre mi persona vinculado al lamentable accidente de Cuernavaca.
"Mi Coordinador General de Comunicación Social, Mtro. Rodolfo González, envió un escrito al Ing. Lázaro Ríos Cavazos, Director General Editorial de Grupo Reforma, mismo que usted ya conoce, razón por la cual ya no haré referencia detallada a los argumentos expuestos. En esencia lo que el escrito perseguía era acreditar con evidencias las causas del accidente, que desde mi punto de vista no dejan lugar a duda, resumiéndose en lo que invariablemente sucede cuando un tubo de agua se tapa con basura, termina por romperse y el agua se infiltra en el terraplén, basura que en este caso provenía de las barrancas de Cuernavaca.
"Le comento que a lo largo de mi carrera en el Servicio Público he luchado siempre por lograr las metas y los resultados que se me han encomendado y casi siempre he alcanzado los objetivos". (Continuará).
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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