26 ago 2018

Un ex alto cargo del Vaticano acusa al Papa de encubrir abusos sexuales

Un exnuncio acusó a Francisco de haber encubierto los abusos de un cardenal
El arzobispo Carlo Maria Viganó denunció sin pruebas a varios pesos pesados de la Curia romana Fuente: AFP
Nota de Elisabetta Piqué/ 
La Nación, 26 de agosto de 2018  • 08:43
DUBLIN.- Justo en el último día del viaje de 36 horas de Francisco a Irlanda , marcado a fuego por el tema abusos, cayó hoy una verdadera bomba nuclear sobre el Vaticano : un exnuncio hizo pública una carta incendiaria en la que, sin prueba alguna y con gran resentimiento, denunció a varios pesos pesados de la Curia romana ligados a un supuesto lobby gay y al propio Francisco de haber encubierto durante años los abusos del cardenal Theodore McCarrick, arzobispo emérito de Washington , Estados Unidos , recientemente obligado a renunciar.

La carta -que demostró que las intrigas siguen a la orden del día en el Vaticano- apareció en diversos medios conservadores italianos y estadounidenses que suelen atacar al Papa.
El autor de la epístola, de 11 páginas llenas de odio y despecho, fue el arzobispo Carlo Maria Viganó, prelado ya retirado que fue nuncio en Estados Unidos entre octubre de 2011 y mayo de 2016 y es un personaje conocido por filtrar documentos -impulsó el famoso Vatileaks- y alentar viejas internas.
Lavando paños sucios, Viganó acusó que casi todos en el Vaticano sabían desde más de una década que McCarrick -creado cardenal por Juan Pablo II en 2001- solía ser un "predador". Con nombre y apellido, acusó de ser cómplices de su encubrimiento a varios altos personajes de la Curia romana tanto de la vieja guardia como de la actual administración. Entre otros, culpó a los antes influyentes cardenales Angelo Sodano, Tarcisio Bertone -que fueron secretarios de Estado-, y al argentino Leonardo Sandri, que fue sustituto. Además, incluyó al actual secretario de Estado, Pietro Parolin, a su exsustituto, Angelo Becciu, a su sucesor, el arzobispo venezolano Edgar Peña Parra, al cardenal canadiense Marc Ouellet, actual prefecto de la Congregación de Obispos, al hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga, y a los estadounidense Sean O'Malley, arzobispo de Boston, y Donald Wuerl, arzobispo de Washington, quien se encuentra en este momento en la cuerda floja luego de las terribles revelaciones de abusos en Pensilvania.
Además, el exnuncio apunta contra al cardenal Francesco Coccopalmiero y el arzobispo Vincenzo Paglia, "que pertenecen a la corriente filo-homosexual favorable a subvertir la doctrina católica con respecto a la homosexualidad".
Viganó en la carta reclama la dimisión de Francisco, asegurando que le advirtió en una audiencia del 21 de junio de 2013 sobre el pasado oscuro de McCarrick y acusándolo de haber levantado supuestas sanciones que le había infligido años antes Benedicto XVI.
Lo cierto es que McCarrick, arzobispo emérito de Washington, de 88 años, fue obligado en junio pasado por Francisco a renunciar a su título y a retirarse a vida privada, después de que una investigación de la arquidiócesis de Nueva York concluyera que era culpable del abuso sexual de un menor.
Viganó comienza la carta afirmando que decidió contar lo que durante largo tiempo calló por el bien de la Iglesia, que por el escándalo de abusos está "atravesando un momento trágico en varias partes del mundo". "Si queremos liberar a la Iglesia del fétido pantano en el que ha caído, debemos tener el coraje de abatir la cultura del secreto, del silencio mafioso, con la que obispos y sacerdotes se han protegido a sí mismos, haciendo aparecer la Iglesia como una secta", arranca.
Además acusa a Sodano y a Sandri de haber cajoneado un escrito suyo advirtiendo sobre el caso McCarrick, en diciembre del 2006. Con malicia en todas sus páginas, entre otros detalles, define al cardenal Bertone, cuestionado número de dos de Benedicto, como alguien "conocido por ser favorable a promover homosexuales en cargos importantes".
Sin aportar documentos que lo prueben, Viganó dice que "papa Benedicto había conminado al cardenal McCarrick sanciones similares a las que le infligió Francisco: debía dejar el seminario en el que vivía, se le prohibía celebrar en público, participar en reuniones públicas, dar conferencias, viajar, con la obligación de dedicarse a una vida de oración y penitencias". Acto seguido, curiosamente admite: "No sé cuándo Benedicto tomó estas medidas, si en 2009 o 2010". Acusa asimismo al cardenal Sodano de haber alentado la designación cardenalicia de McCarrick, en febrero de 2001, cuando Juan Pablo II ya estaba enfermo y, extrañamente, con el desacuerdo del cardenal Giovanni Battista Re, entonces prefecto de la Congregación de Obispos.
"Francisco está abdicando al mandato que Cristo le dio a Pedro para confirmar a los hermanos. Es más, con su acción los ha dividido, los induce a errores, alienta los lobos a desgarrar las ovejas de la grey de Cristo", afirma Viganó, que refiere, sin pruebas, que McCarrick fue en estos años unos de los consejeros de Francisco para las designaciones en Estados Unidos.
"En este momento extremadamente dramático para la Iglesia universal", finalmente reclama que "el papa Francisco reconozca sus errores y en coherencia con el invocado principio de tolerancia cero, que sea el primero en dar el buen ejemplo a cardenales y obispos que encubrieron a Mc Carrick y renuncie junto a ellos".
Mientras que desde el Vaticano nadie salió a comentar la carta, su salida a la luz despertó muchas preguntas. ¿Por qué Viganó habló recién ahora si era todo tan grave? También dio que pensar el "timing" de la publicación del testimonio del alto prelado: justo en medio del viaje del Papa a Irlanda y antes de la conferencia de prensa que ofrecerá en el avión durante el regreso.
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Un ex alto cargo del Vaticano acusa al Papa de encubrir abusos sexuales
El arzobispo Viganò, exnuncio en EE UU, denuncia que Francisco conocía las acusaciones contra el cardenal Theodor McCarrick/
DANIEL VERDÚ
El País, Enviado especial, Dublín 26 AGO 2018 - 11:33;
El arzobispo Carlo Maria Viganò, exnuncio en Washington entre 2011 y 2016, ha escrito una carta de 11 páginas en la que acusa gravemente al papa Francisco de “cubrir” y silenciar los abusos del cardenal estadounidense Theodor McCarrick y le pide que “dimita” por haber mirado hacia otro lado. Viganò asegura en su misiva, publicada justo cuando el Pontífice se encuentra de viaje en Irlanda y las víctimas de abusos le reprochan que no sea más duro con los abusadores, que él personalmente le informó de que el cardenal había sido acusado ya por acoso sexual a un adolescente y que Benedicto XVI le había impuesto una serie de sanciones que restringían sus poderes. La respuesta de Bergoglio, supuestamente, nunca llegó y hasta este verano, cuando el caso salió a la luz a través de los medios y el Papa retiró a McCarrick su condición de cardenal, el Vaticano no actuó.
La bomba estaba cuidadosamente diseñada. Explotó justo el día en el que el Papa terminaba su visita a Irlanda, zona cero de los abusos donde ha tenido que volver a pedir perdón repetidamente, y pocas horas antes de su tradicional encuentro con la prensa en el avión de vuelta. Imposible mayor impacto. La carta, una acusación sin precedentes a un Pontífice lanzada desde un nivel tan alto en la jerarquía eclesiástica, fue publicada por diversos medios católicos conservadores como el The National Catholic Register, LifeSiteNews o InfoVaticana. Viganò -un controvertido y ultraconservador arzobispo que ocupó altos cargos en el Vaticano- asegura en ella que se reunió con el papa Francisco, justo después de su elección (el 23 de junio de 2013), y le alertó de la gravedad de los acusaciones a McCarrick. El denunciante, que ya estuvo en las entretelas del llamado caso Vatileaks y es un defensor de la línea antigay de la Iglesia, dio detalles y expuso largamente una serie de hechos aquel día. Pero hubo respuesta, señala Viganó.
El exnuncio, que fue apartado en su momento por Benedicto XVI y enviado a Washington, sostiene que ha decidido hablar porque “la corrupción ha llegado a los niveles más altos de la Iglesia”. Según explica en su carta -a la que el Vaticano no quiso responder en todo el día-, Francisco le preguntó en el primer encuentro  que mantuvieron acerca de su impresión sobre McCarrick para tenderle una trampa. “Le respondí con total franqueza y, si lo desean, con mucha ingenuidad: ‘Santo Padre, no sé si usted conoce al cardenal McCarrick, pero si le pregunta a la Congregación para los Obispos, hay un expediente así de gordo sobre él. Ha corrompido a generaciones de seminaristas y sacerdotes, y el Papa Benedicto le ha impuesto retirarse a una vida de oración y penitencia’. El Papa no hizo el más mínimo comentario a mis graves palabras y su rostro no mostró ninguna expresión de sorpresa, como si ya conociera la situación desde hace tiempo, y cambió enseguida de tema”, señala en su misiva.
El elemento fundamental de su acusación es que, supuestamente, Benedicto XVI ya había tenido conocimiento entre 2009 y 2010 de la actitud de McCarrick –una serie de abusos a seminaristas a los que invitaba a dormir a su cama en una casa que tenía en la playa- y le había impuesto unas sanciones canónicas según las cuales debía dejar el seminario donde vivía, se le prohibía celebrar misa en público, participar en reuniones, dar conferencias o viajar. Pero Francisco, siempre según esta versión, “continuó encubriéndolo” y “no las tomó en consideración”. Además, el actual papa convirtió a McCarrick en un “fiable consejero” con quien consultó los siguientes nombramientos en EE UU y a quien utilizó para la relación con la Administración Obama. Lo extraño es que todo el mundo sabe que si realmente pesaban esas restricciones sobre McCarrick, este nunca las cumplió y siguió celebrando misas durante el pontificado de Benedicto XVI.
La acusación está basada en el testimonio de Viganò –él pone a Dios por testigo de que es cierto- y una serie de fechas que proporciona para demostrar la veracidad de sus encuentros. De momento es su palabra contra la del Papa. Pero la carta es un potente misil que llega desde Estados Unidos en un mal momento para Francisco. El exnuncio también señala al cardenal Donald Wuerl, actual arzobispo de Washington, acusado de encubrir los abusos de Pensilvania. Según el denunciante, también conocía el caso de McCarrick: “Yo mismo hablé del tema con el cardenal Wuerl en varias ocasiones, y no necesité entrar en detalles porque quedó claro inmediatamente que era plenamente consciente de ello. […]. Sus declaraciones recientes diciendo que no sabía nada sobre este tema… son de risa. Miente vergonzosamente.

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