"La persona auténtica está revestida de autoridad. Lo que dice, lo que hace, tiene un valor enorme, porque detrás de eso hay una solidez, un modo de ser verdadero..."E. Rojas
Ser auténtico en tiempos convulsos/Enrique Rojas es catedrático de Psiquiatría.
Ser auténtico en tiempos convulsos/Enrique Rojas es catedrático de Psiquiatría.
España
está ardiendo. Son momentos históricos repletos de confusión e incertidumbre.
El desencanto recorre los caminos del país en forma de torrentera, imparable.
Hoy la vida española es caminar por el desierto. Y la proeza, no entregarse al
mejor postor. No existe una crisis de la política (que sí), ni de las
instituciones (que sí), sino de la persona. En la sociedad actual hemos ido
produciendo, fabricando seres humanos cada vez más endebles, frágiles,
inestables, resbaladizos sin criterios sólidos. Son tiempos de extravío, masas
de gente a la deriva.
Dice
un texto clásico: corruptio optimi pessima: la corrupción de los buenos es la
peor. Los desastres de alguna parte de la vida política española asoman con
altivez y alarde. La regeneración de la vida española necesita tiempo. Y su
restauración es un tema complejo: no es fácil recuperar al enfermo en estas
condiciones.
Soy
un optimista nato. Siempre veo la parte buena de las personas y de mi entorno.
Hoy
quisiera referirme a la aspiración de ser auténtico. La autenticidad está
encaramada en la cumbre donde habitan las personas de categoría. Hoy estamos de
rebajas en este sentido y vemos a nuestro alrededor tanta gente que lleva una
doble o triple vida.
Esta
palabra, auténtico, procede del griego: authentés, que a su vez es una
contracción de auto entés, que define a aquella persona que tiene en sí misma
su propio, su fundamento; que es señor, que es lo que significa el verbo
authenteo. Esta etimología nos abre la puerta de este jardín frondoso lleno de
sugerencias.
Ser
auténtico consiste en luchar por esforzarse en ser coherente. Esta es una
primera aproximación al concepto. Coherencia significa que entre lo que uno
piensa y uno hace hay una estrecha relación. Coherencia es una buena realidad
entre ideas y creencias, entre saber a qué atenerse y tener la conducta más
correcta. La persona auténtica vive como piensa: es lo contrario de la doble
vida o moral. Es rectitud, vivir con responsabilidad, ser capaz de ir
contracorriente cuando el entorno social se vuelve permisivo y asoma el todo
vale, el haz lo que quieras, o lo que se expresa en el lenguaje de la calle
como vive el momento y no pienses más.
Ser
auténtico es ser verdadero. Tener una palabra y un comportamiento y la
pretensión de mantenerlo contra viento y marea. Comporta sencillez y
naturalidad. Sencillez es ausencia de doblez, unidad en el tipo de vida, tener
un solo lenguaje frente a nosotros mismos y a los demás. A lo sencillo se tarda
tiempo en llegar, pues es un acto de grandeza donde la persona se manifiesta
como realmente es y no como los demás quieren que sea. La naturalidad es la
vertiente aristócrata de la forma de ser : mezcla de espontaneidad,
descomplicación, estilo propio, sin buscar la aprobación de los demás y siendo
esa persona capaz de ponerse una especie de impermeable frente al qué dirán o
las criticas más o menos incisivas de los que están a su alrededor, salvo que
estén fundamentadas con argumentos.
La
persona auténtica está revestida de autoridad. Lo que dice, lo que hace, tiene
un valor enorme, porque detrás de eso hay una solidez, un modo de ser
verdadero. La persona auténtica tiene una vida equilibrada, armónica, compensada,
ecuánime, conjugando bien sus distintos componentes. Esto lo voy a especificar
en los siguientes apartados para ser más didáctico:
1-
Es verdadero consigo mismo: es decir, su comportamiento es claro, nítido y
cuando dice una cosa dice lo que siente y lo hace siendo responsable de esa
afirmación.
2-
Ama la verdad por encima de todo: la verdad que uno es, la verdad de otro y la
que se refiere a lo que es el mundo actual y a lo que nos rodea. El demagogo,
dice lo que la gente quiere oír y oculta la realidad de lo que está pasando, el
demócrata dice la verdad y trata de mejorarla en lo posible. El que es
auténtico llama a las cosas por su nombre y es capaz de ir contracorriente
aunque la mayoría diga otra cosa, evita la mentira y la personalidad múltiple y
el cambio de chaqueta y la psicología del rumor malintencionado.
3-
Esa persona se esfuerza porque dentro de ella existan el menor número de
contradicciones posibles. No se puede ser de izquierdas y vivir como uno de
derechas. No se puede amar la cultura y pasarse el día pegado a la televisión,
no se puede ser cristiano y odiar al que piensa de forma diferente a nosotros.
No hay verdadero progreso personal sin lucha, sin esfuerzo por limar y pulir lo
que estorba, lo que no va bien. Se tarda en llegar a ser auténtico, no es un
camino carretero sino empinado pero al final del mismo se encuentra la alegría.
4-
La persona auténtica sabe a qué atenerse. Tiene una orientación general en cada
circunstancia para vivir desde sí mismo. Depende poco de lo de fuera y mucho de
lo de dentro, de sus propios criterios. La presión externa le influye poco y no
dice que algo es verdad porque lo diga la mayoría o las estadísticas.
Esto
significa: tener criterio, ser responsable, saber decir que sí y que no, cuando
las circunstancias lo aconsejen. No ser la masa humana que se mueve de aquí
para allá según las consignas del momento sino aquél que sabe cada vez más lo
que quiere, por detrás de su conducta hay formación, conocimiento claro sobre
lo que debe ser el hombre y los mejores caminos para ir creciendo como persona.
5-
Auténtica es una persona íntegra, de una pieza, con una conducta estable, que
dice lo que piensa sin ofender y que ama la rectitud. Huye de la apariencia de
dar una imagen hacia fuera y una distinta hacia dentro, saber defender en
cualquier ambiente nuestras ideas y creencias, aunque caigan mal, o no estén de
moda, o no sean políticamente correctas. Ésa es su grandeza y también su
exigencia.
El
que es auténtico no engaña ni se engaña, si falla, si comete un error con otra
persona lo reconoce y pide perdón. Por eso la ignorancia es un mal que hay que
evitar y se corrige mediante el estudio y el conocimiento y la instrucción. La
autenticidad es el puente levadizo que lleva al castillo de la felicidad, es la
sencillez de los sabios y la sabiduría de los santos. Y nos lleva de la mano
hacia la madurez, que no es otra cosa que estar contento con uno mismo al
comprobar que vivimos bien la teoría y la práctica, y dejamos de utilizar
máscaras y fachadas y ya no queremos vivir de cara a la galería. Y esa persona
ya no se esfuerza por buscar el aplauso de los demás, sino que va entendiendo
que el proceso de llegar a ser uno mismo es ser más independiente de los demás
en el mejor sentido de la palabra.
De
este modo se avanza en autonomía. Es la determinación de luchar contra los
propios defectos de forma concreta, sin desparramarse en el esfuerzo, sin
lamentaciones y sin quejas inútiles. Auténtica es aquella persona que acepta a
los demás sin intentar cambiarlos, respetando su estilo pero también con la
libertad y grandeza de ayudarlos cuando crea que están equivocados en algo o
que sus conceptos no están bien orientados.
El
que se esfuerza por ser auténtico tiene una vida más plena. Y está dispuesto a
cambiar y corregir sus faltas. Es una especie de ingeniería de la conducta que
busca aspiraciones elevadas. Si la inteligencia es el arte de reducir lo
complejo a sencillo, la autenticidad es el secreto de alcanzar la verdad sobre
uno mismo. Por estos caminos se alcanza una vida lograda, que no es otra cosa
que haber sabido sacarle a la existencia personal su máximo jugo. Entonces uno
es capaz de reírse de sí mismo, de no dramatizar una situación adversa, de no
perder la paz cuando las cosas no salen como uno esperaba.
Si
definir es limitar los conceptos, ser auténtico es patrocinar la alegría.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario