Jorge Mario
Bergoglio en Asia
Federico
Lombardi, vocero vaticano es es directo: “el papa está en buena forma y está
contento por la acogida recibida durante su primer día de viaje”. Particularmente
apreciada -ha explicado- ha sido la presencia de la presidenta de la República en el aeropuerto, ya que no
siempre los jefes de estado van hasta la escalera del avión.
El
discurso de la presidenta ha sido muy apreciado ya que ha reconocido el rol de
la Iglesia en el desarrollo del país. También se ha hablado del sufrimiento de
la separación, desde hace casi setenta años, de las dos coreas. Por tanto, es
importante el compromiso por la reconciliación y la paz, y por eso es necesario
continuar trabajando en este sentido.
Lombardi ha justificado la ausencia en este viaje del cardenal Fernando
Filoni, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos,
enviado por el papa a Irak.
El
director de la oficina de prensa del Vaticano también ha informado de que el
Santo Padre está tomando medidas con acciones de caridad para aliviar el
sufrimiento de los refugiados cristianos en la antigua Babilonia. Para los
obispos de la región de Oriente Medio es como si hubiera nacido una estrella de
esperanza. El Cardenal Filoni se reunirá pronto, durante su misión, con el jefe
de Estado de Irak.
Finalmente,
se ha revelado la presencia discreta en Corea de algunos jóvenes de China que,
a pesar de la reticencia de su gobierno, han querido participar en el evento
del viaje apostólico del papa Francisco en Asia.
Mañana,
15 de agosto, solemnidad de la Asunción, y fiesta nacional por Liberación de Corea de 1945, el papa Francisco viajará a Daejeon, donde en el
estadio de fútbol se celebrará la Santa Misa. Luego almorzará en el Seminario
Mayor con una delegación de jóvenes que participan en la 6ª Jornada de la
Juventud Asiática antes de encontrarse con los jóvenes en el Santuario de
Solmoe, lugar que recuerda el martirio de San Andrés Kim.
*
El
Santo Padre desembarca en "el país de la mañana tranquila"
Ciudad
del Vaticano, 14 de agosto de 2014 (Zenit.org) Alfonso M. Bruno | 224 hits
Con
quince minutos de antelación el vuelo papal ha aterrizado en Seúl. La
presidenta de la República lo ha acogido con las autoridades políticas y
religiosas y unas treinta personas en representación de las distintas
categorías sociales del país a las cuáles Bergoglio se dirige en español
puntualmente, asistido por un sacerdote coreano que le hará de intérprete
durante toda la estancia.
Un
"país de la mañana tranquila" separado de Roma en el espacio por 8970
kilómetros y en el tiempo por 11 horas y media de vuelo, se convierte en el
centro de atención con la presencia del papa Francisco.
La
atmósfera percibida en la base aérea de Seúl es casi de cuento de hadas ya que
la alta temperatura estacional y la influencia del Pacífico que aprieta la
península coreana entre el Mar Amarillo y el Mar del Japón, extiende un manto
de niebla sobre el suelo ofreciendo un escenario surrealista.
A lo pies de la escalera del avión estaba la
señora presidenta de la República, Park Geun-hye, que ha querido recibir en
persona al Papa. En la presidencia desde diciembre de 2012, la hija del
dictador Park Chung-hee, ha llegado a pedir perdón públicamente por las
violaciones de los derechos humanos cometidos por el padre, aún defendiendo
"necesario" su golpe de Estado de 1961.
Tras
escuchar los himnos y la revisión de la Guardia de Honor, con chaqueta azul y
pantalón blanco, el papa Francisco ha hecho su entrada en Seúl cuando en Roma
serían las 4 de la mañana.
Dos
niñas, con trajes locales, han entregado flores al papa Francisco, quien les ha
dado un beso, una caricia y una sonrisa. Son gestos que recordarán para siempre
y a través de esas dos pequeñas representantes de Corea, todo el país ofrece la
bienvenida al Papa.
A
los lados de la alfombra roja, se encontraba una representación de los
diferentes grupos sociales del país: jóvenes, trabajadores, profesionales,
sacerdotes, religiosos, misioneros durante cincuenta años, las familias de los
próximos beatos, víctimas de la guerra y del naufragio del Sewol, una
inmigrante boliviana que le habla en español, y también personas con
discapacidad y ancianos, las categorías que la cultura del descarte relegaría a
los suburbios existenciales en Corea no faltan.
Gente
común que vive con dignidad el compromiso a la "contrucción de la
ciudad". Las campanas de las iglesias suenan de fiesta recordando las
grandes campanas que sonaban en la apertura y clausura de las puertas de la
ciudad cuando estaba rodeada de un perímetro de muro de seis metros de alto
durante la dinastía de Joseon en el siglo XIV.
Seúl,
que desde 1960 guía como la capital de Corea del Sur el increíble esfuerzo de
reconstrucción y modernización del país, abre las puertas y abre sus brazos al
sucesor de Pedro. Y aquí vive el 24% de toda la población de la península.
Escenario de la ocupación militar durante la guerra de los años 50 ha
registrado casi tres millones de víctimas.
Después
de los Juegos Olímpicos de 1988 y el Campeonato Mundial de Fútbol 2002, con la
llegada del Papa a Seúl se recalifica nuevamente. Corea ya ha recibido a san
Juan Pablo II en 1989 y cinco años antes, en 1984, con motivo del 200
aniversario del nacimiento de la Iglesia Católica celebrado con la canonización
de 103 mártires locales.
Veinticinco
años después de la última visita pastoral de un Papa, el país quiere hacer de
nuevo memoria de sus glorias cristianas, esta vez con la beatificación de los
"padres de la fe", los primeros que conocieron el martirio por
testimoniar a Cristo.
Se
celebra en estos días también la 6ª Jornada de la Juventud Asiática. Y a ellos
mira la Iglesia y el Papa. El lema es "¡Juventud de Asia, álzate! ¡La
gloria de los mártires brilla sobre ti!
De
los errores de pasado pueden diseñar experiencia los jóvenes de la generación
actual, para trabajar en el signo de la unidad y la reunificación de las dos
Coreas.
En
el logotipo del viaje apostólico, dos líneas superpuestas de color azul (color
símbolo de la misericordia divina) representan el mar y un barco en forma de
cuchillo, en referencia al sacrificio de los mártires de la Iglesia de Corea;
en el medio dos "tae-geuk" en los colores de las banderas de las dos
Coreas, azul y rojo se entrelazan como deseo de la reunificación.
Desde
el pequeño crossover Kia Soul de color oscuro, con el que Francisco se moverá,
es en esto en lo que el Papa podría haber pensado como un deseo recóndito pero
urgente. ¡Amén!
Traducido
del italiano por Rocío Lancho García
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