29 jun 2015

Palabras de Felipe VI, Rey de España

Palabras de Su Majestad Felipe VI, Rey de España, durante la cena que ofreció en su honor el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Enrique Peña Nieto
 Lunes 29 de junio de 2015
Señor Presidente de los Estados Unidos Mexicanos.
Señora Angélica Rivera de Peña.
Autoridades del Estado.
Cuerpo Diplomático.
Gobernadores.

Distinguidos invitados:
Al honrar y agradecer vuestra amable invitación, señor Presidente, la Reina se une a mí para daros las gracias más afectuosas, de corazón, por vuestra hospitalidad y por vuestras palabras de hoy.
México hoy nos abraza una vez más y nos recibe por primera vez en Visita de Estado como Reyes de España, también, como ya saben, la primera que hacemos al Continente Americano.
En esta oportunidad, como ya os expresamos en vuestra Visita de Estado a España hace un poco más de un año, deseamos subrayar nuestra cercanía y la fortaleza de los lazos que unen a nuestras dos naciones, así como el lugar que México ocupa en el corazón de todos los españoles.
Hace un año reafirmamos nuestra condición de socios de primer orden mediante un importante impulso a nuestra asociación estratégica, que encuentra sus bases más sólidas en nuestros vínculos humanos.
En España se respeta a México, se conoce a México, se piensa en México y se siente a México con la fuerza de la verdadera amistad.
Señor Presidente:
Nuestros países viven momentos de evolución política, social y económica, generada desde el vigor de nuestras sociedades, que reclaman siempre con justicia las cotas más altas de exigencia y de compromiso ético.
Ello requiere respuestas efectivas, precisas y directas que satisfagan las demandas de nuestros ciudadanos.
En este contexto, desde España seguimos, con especial interés, el proceso de transformación que experimenta México gracias a las reformas puestas en marcha en vuestro país, cuyo ejemplo de madurez política, sienta las bases de un crecimiento económico sostenido para los próximos años.
España quiere acompañar a México, en este proceso que busca la mayor prosperidad del pueblo mexicano.
Somos socios y amigos, compañeros y aliados en la senda del progreso.
Nuestras relaciones bilaterales se caracterizan por su vitalidad y dinamismo y cuentan con políticas ágiles que hacen posible una colaboración estrecha y eficaz.
Nos anima y alegra saber que disponemos de intercambios muy fructíferos en asuntos clave para ambos países, como son la lucha contra el terrorismo y su financiación, el combate contra la delincuencia organizada, la trata de personas, el lavado de activos o las amenazas a la Ciberseguridad.
En materia de cooperación al desarrollo, hemos apostado por una cooperación horizontal y triangular que nos permite, por ejemplo: compartir recursos y experiencias para asistir con mayor eficacia y visión regional al desarrollo integral de Centroamérica y el Caribe.
Esta aproximación innovadora y sensible a la realidad es posible, igualmente, en otras áreas en las que nuestros países tienen intereses y fortalezas comunes, impulsando de esta manera nuevas líneas de trabajo.
Señor Presidente.
Señoras y señores:
México es un actor de primera magnitud en la escena internacional, con un peso y una proyección global que lo ubican en el centro de una gran arquitectura de acuerdos de libre comercio que se están configurando y fraguando entre Europa, el Continente Americano y la región de Asia-Pacífico.
Y creo, en este sentido, que México y España nos debemos congratular por tener la oportunidad magnífica de poner aún más en valor en la esfera internacional, nuestra condición de estrechos aliados que compartimos valores e intereses y mantenemos un alto nivel de concertación bilateral.
México ha sido un firme aliado de España en su candidatura al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, apoyo que agradecemos profundamente.
Ambos países mantenemos una coordinación constante en el ámbito multilateral y de Naciones Unidas. Cuentan con nuestro compromiso para seguir trabajando juntos.
México es además, socio estratégico de España en su relación con la Unión Europea.
España reitera, una vez más, su compromiso activo y su acompañamiento en este trascendente proceso de modernización y diversificación de las relaciones entre México y la Unión, como se ha demostrado en la reciente Cumbre de la Unión Europea a México, en Bruselas.
En el contexto de la comunidad Iberoamericana de Naciones, la exitosa Cumbre de Veracruz sirvió para reafirmar el compromiso de nuestras naciones, con la conferencia y el sistema Iberoamericano y mostró, al mismo tiempo, el impulso decidido de las demás naciones hermanas para trabajar conjuntamente con la Secretaría General Iberoamericana, en favor de una mayor proyección internacional de Iberoamérica y de un mayor impacto positivo y visible en las vidas de nuestros ciudadanos.
Señor Presidente:
Mis sinceras felicitaciones a México por un trabajo bien hecho.
Asimismo, somos conscientes de la gran proyección de México hacia el Pacífico. España, con su ayuda, busca potenciar su participación y reforzar sus vínculos como observador prioritario en la Alianza del Pacífico, impulsando activamente el conjunto de iniciativas de colaboración.
Las relaciones económicas y comerciales bilaterales reflejan de una manera fidedigna la intensidad y la riqueza de los intercambios de toda índole que existen entre nuestros países.
Mañana inauguraremos juntos un importante encuentro empresarial, con más de 700 empresas inscritas, en el que tendremos la oportunidad de comprobar, que las empresas españolas y mexicanas resultan ser un excelente binomio en términos de trabajo y resultados.
Ese impulso compartido que queremos seguir dando a nuestras relaciones, alberga un potencial ilimitado, con tantas posibilidades como dicta el entusiasmo, el talento y la visión de nuestras sociedades, de nuestras empresas, de nuestros investigadores.
Señor Presidente:
Un aspecto ineludible, consustancial a nuestras relaciones, es el relativo a la lengua y la cultura. El idioma español es símbolo de identidad compartida, un valioso patrimonio común.
Es por ello que México y España, hogar de casi 170 millones de hispanohablantes, tienen con otras naciones hermanas, la especial responsabilidad para hacer de nuestra lengua un mecanismo de integración social, un motor de desarrollo económico y un eje articulador de la identidad iberoamericana, así como impulsor de su dimensión internacional en éste y en otros continentes.
Por ello, quiero resaltar, especialmente, la importancia del acuerdo sobre un servicio internacional conjunto de evaluación y certificación del dominio de la lengua española, llamado SIELE, que mañana concluirán la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Cervantes y la Universidad de Salamanca.
Este mismo año conmemoramos el quinto centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, figura primordial para las letras y la poesía en español, como lo fue Sor Juana Inés de la Cruz, intelectual también, luchadora esencial de las letras, la poesía y el teatro en español.
Dos mujeres separadas por un siglo, por un océano, pero unidas por sus sentimientos de irrefrenable libertad. Dos mujeres que elevaron la lengua española a altas cotas de excelencia. Un ejemplo de cómo mexicanos y españoles se entrelazan con naturalidad y ferviente cariño y afecto.
Por ello, señor Presidente, hoy en este Palacio Nacional, situado en la Plaza del Zócalo, donde se manifiesta con profundidad el alma de México y la rica personalidad de este pueblo, quiero rendir homenaje a los españoles y mexicanos que han tejido con su pensamiento, su sentimiento y acciones, las relaciones únicas e ilimitadas que unen a nuestras naciones.
Tengo presentes, especialmente, a nuestros compatriotas, que generación tras generación llegaron a México en busca de una utopía, un futuro, un refugio. Entre estos últimos quiero referirme a miles de intelectuales españoles exiliados que formaron a innumerables alumnos mexicanos con sabiduría y rigor.
No sólo se distinguieron por ello en las aulas, sino que enriquecieron ésta su Patria de adopción con una ingente obra, llevaron a cabo traducciones de diversas lenguas, fundaron y mantuvieron revistas científicas y literarias, y promovieron importantes estudios sociales, con ellos se mezclaron arquitectos, escritores, cineastas y artistas. Y desde aquí, desde México, los propios españoles transterrados defendieron el valor de la obra de civilización y cultura realizada por su Patria.
Y en fin, como afirmó Ortega y Medina, reivindicaron a la tan vilipendiada cuanto incomprendida España.
El filósofo Ramón Xirau, llegó a confesar en sus memorias: en México he descubierto España.
Fecundo pasado, dinámico presente, ilimitado futuro, esa es la instantánea que ofrecen nuestras relaciones en el momento en que la Reina y yo con verdadero agradecimiento y genuino orgullo visitamos esta gran Nación.
Con este sentimiento y con los mejores votos por vuestra aventura personal, señor Presidente, Angélica Rivera, quiero que nos acompañen en levantar nuestra copa, por esa ilimitada amistad entre España y México y por el bienestar de nuestros pueblos.

Salud, Presidente.
Palabras de Su Majestad Felipe VI, Rey de España, durante la Ceremonia Oficial de Bienvenida, en el marco de su Visita de Estado
Señor Presidente de los Estados Unidos Mexicanos.
Señora Angélica Rivera.
Señores miembros del Gobierno.
Autoridades.
Señoras y señores.
Querido Presidente:
Al aceptar, honrados y agradecidos, su pronta invitación a visitar oficialmente México, la Reina y yo sentimos hoy la emoción de ser recibidos en esta gran Nación tan cercana y hermanada a España, que ocupa un lugar tan especial en nuestro corazón y en nuestra visión del mundo.
Y queremos subrayar la trascendencia de esta visita a los Estados Unidos Mexicanos como destino de nuestro primer viaje de Estado al Continente Americano.
Así nos lo ofrecieron, así lo apreciamos y quisimos también; y así lo quiere el gobierno español.
Las relaciones de España con México son de una importancia capital, no sólo porque somos socios estratégicos y porque nuestros intercambios se producen en infinidad de frentes y ámbitos, sobre todo son importantes porque, como ha señalado, se han ido formando a lo largo de una experiencia histórica y cultural común muy amplia y, porque se basan en vínculos mucho más profundos que los políticos o comerciales.
Son relaciones construidas entre personas que, por tanto, trascienden gobiernos e instituciones, y eso las hace aún más sólidas.
En esta Ceremonia de Bienvenida en el Campo Marte y tras haber rendido homenaje hace unos momentos a los héroes de la Nación mexicana, no dejamos de sentir el peso de la historia mexicana y la extraordinaria personalidad de esta gran Nación.
Durante los próximos tres días tendremos el privilegio de conocer más de cerca esta tierra tan querida, y de disfrutar de unas gentes por las que la Reina y yo siempre hemos sentido un profundo aprecio y respeto.
Nos reuniremos con representantes del Poder del Estado, del mundo cultural y académico, del ámbito económico y empresarial; y, también, con españoles y descendientes de españoles que viven acá y son parte de la realidad actual de este gran país.
Estoy convencido, señor Presidente, de que esta Visita servirá para que 170 millones de mexicanos y españoles podamos comprobar, nuevamente, lo mucho que tenemos en común, la fuerza y la vitalidad de nuestras relaciones y el enorme potencial que hay delante de nosotros.
Muchas gracias, de nuevo, por vuestra invitación, que es un gesto de profunda amistad de la Nación mexicana a la Nación española, y que lo es, también, suyo, señor Presidente, por cuanto sé lo intenso de su compromiso personal para que esta visita tuviera lugar lo antes posible desde el comienzo de mi reinado.
Así nos lo manifestó durante su Visita de Estado a España, que tuvo lugar hace ahora poco más de un año, y pocos días después del anuncio de abdicación de mi padre, el Rey Juan Carlos.
Pues de su parte, junto a la de mi madre, la Reina Sofía, le traigo saludos llenos de afecto y amistad a vuestra Excelencia, a su esposa y al querido pueblo mexicano.
Y gracias de manera especial por el esfuerzo añadido de mantener las fechas previstas, y que podamos compartir la alegría de esta visita, por nosotros tan deseada y esperada.
Señor Presidente:
Todos los españoles de cualquier origen y condición siempre han sentido, sienten y sentirán aquí como su propia Patria; la Reina y yo, también.
Por todo ello, pero, sobre todo, porque nos sale del corazón, permítame, señor Presidente, que acabe con un emocionado: que viva México.

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