Columna “Sólo para iniciados…“/Juan Bustillos
Revista Impacto, 20 de diciembre de 2015.
Malova
sabe, la traición siempre cobra
El
silencio tiene que ver con la deslealtad de 2010, cuando arrojó al bote de la
basura su militancia priista y aceptó mantener el cacicazgo de Juan Millán en
Sinaloa por 18 años, cobijado con las siglas del PAN, PRD y Convergencia
Desde el 2012 y más aún hoy, López Valdez se esfuerza por parecer más priísta
que Peña Nieto y Beltrones, pero sólo provoca sus carcajadas porque lo conocen
a fondo y saben que no es de confiar
Tarde
o temprano, como la inmanencia en la justicia, la traición se revierte contra
quien la comete.
En
la reunión del Consejo Nacional Agropecuario, el viernes pasado, fue evidente
el desasosiego de Mario López Valdez porque su mirada no alcanzaba a cruzarse
con la del Presidente Peña Nieto. No tiene manera de ocultar el nerviosismo que
hace tiempo lo acompaña porque sus reiteradas peticiones de audiencia no son
escuchadas.
En
principio lo justificó en la proclividad de Erwin Lino a organizar al
mandatario una agenda extenuante de madrugada a madrugada, pero algunas señales
ya no le dejan duda de que el silencio no tiene que ver con las ocupaciones del
mandatario, sino con la traición de 2010, cuando arrojó al bote de la basura su
militancia priista y aceptó mantener el cacicazgo de Juan Millán en Sinaloa por
18 años, cobijado con las siglas del PAN, PRD y Convergencia.
No
sólo traicionó a su partido, sino que de paso se dio a la tarea de arruinar la
reputación de Jesús Vizcarra Calderón que contaba con las simpatías de Enrique
Peña Nieto, ya para entonces perfilado como quien recuperaría la Presidencia
para el PRI.
Nada
de eso importó a López Valdez; no confiaba en la capacidad de Peña Nieto para
conquistar la candidatura priísta y derrotar al PAN y a Andrés Manuel López
Obrador, pero tampoco podía dejar de escuchar las órdenes de su jefe, Juan
Millán.
Hoy
pretende prolongar el cacicazgo de Millán por 6 años más a través de Gerardo
Vargas Landeros, pero en sentido contrario, es decir, echando a la basura las
siglas del PAN y del PRD y usando las del PRI, sin embargo, se encontró con que el verbo traicionar suele
desencadenar al final consecuencias impredecibles, pero además hay quienes no
olvidan.
Hasta
el sueño ha perdido el gobernador sinaloense de sólo pensar que Vizcarra
Calderón pudiera sucederlo. Inevitablemente piensa en su ex colega de Sonora,
Guillermo Padrés, y se mira defendiéndose en tribunales y en los medios de
comunicación una vez que deje de ser gobernador.
Peor
aún, existe la posibilidad de que su odiado rival, Vizcarra, no llegue, pero el
“monstruo” que ayudó a construir para cerrar el camino a sus enemigos, el
diputado independiente Manuel Clouthier, podría ser más peligroso, pues nadie
tiene control sobre él.
Para
entonces ni la sindicación mediática que sostiene a precio de oro en la Ciudad
de México (con quienes?) podría aligerarle la carga del desprestigio porque ya se sabe, esas
plumas dejan de colaborar en cuanto cesa la paga (quienes son esas plumas Sr. Bustillos?) , y ni modo que entonces meta
mano a los ahorros.
Para
entonces no servirá al gobernador sinaloense ni siquiera el sobado argumento
que suele esgrimir a la menor provocación: ser el gran, el mejor amigo, qué
digo, el hermano del líder nacional del PRI con quien coincidió en el Senado de
la República.
En
realidad, Malova no conoce a Beltrones. Aun si fuera cierto que es el mejor de
sus amigos pretende ignorar las prioridades del líder partidista; está en plena
construcción de sus propias posibilidades futuras y sabe que dependen única y
exclusivamente del inquilino de Pinos. Para él juega, sólo para él, y además no
gusta, en realidad le asquean los traidores, aunque por relaciones pública y
política los tolere.
Con
seguridad a Manlio repugna, como al Presidente Peña Nieto, que el ‘delfín’ de
Malova, Vargas Landeros, presuma su priísmo nacido cuando tenía 17 años de edad
y olvide que en 2010 hizo pedazos la
casaca tricolor para coordinar la campaña de su patrón.
Para
Peña Nieto y Beltrones, que sufrieron desde el 2000 y hasta el 2012 las
deserciones de los desleales en busca del cobijo del PAN o del PRD, no hay
términos medios: eres priísta o no.
Y
Malova y Vargas Landeros lo dejaron de ser en 2010 sólo para encontrarse con
que mientras ellos se vestían de azul y amarillo dos años después el PRI
recuperaría la Presidencia.
Desde
el 2012 y más aún hoy, López Valdez se esfuerza por parecer más priísta que
Peña Nieto y Beltrones, pero sólo provoca sus carcajadas porque lo conocen a
fondo y saben que no es de confiar, mucho menos si no es capaz de tomar un par
de copas porque las cabras se le van al monte y a partir de ese momento no se
sabe qué onda con él.
Es
cuestión de días para que le sea comunicada directamente la decisión del PRI
sobre su sucesión, si es que le tienen alguna consideración, de lo contrario,
quizá lo escuche de labios del delegado priísta en la entidad, el jalisciense
Ramiro Hernández García, al que ha tratado de cooptar sin conseguirlo porque el
senador Arturo Zamora, secretario de Elecciones del PRI, que ya fue delegado en
esa entidad, observa de cerca, muy de cerca.
Una
vez que haya candidato priísta es posible que consiga la anhelada audiencia con el Presidente, pero
entonces quizá encuentre que sólo será recibido para escuchar la recomendación
de ponerse las pilas, ayudar al candidato, quien sea, y aprovechar el tiempo en
poner en orden sus papeles y sacar los muertos del clóset, porque lo de Padrés
es apenas un botón de muestra, un aviso a tiempo.
O
dicho de otra manera: una traición más y entonces sí.
Ahora
que si quiere ahorrarse ese momento enojoso debería apresurarse en buscar citas
con personajes que él conoce y comprometerse a que por esta ocasión sí se
conducirá con lealtad al partido que le dio todo, pero que, como muchos
traidores, abandonó cuando le negó la candidatura a gobernador.
Prometer
al menos ser neutral y pedir a sus aliados mediáticos dejar en paz a quienes
buscan la candidatura.
Y,
por cierto, quizá también valga la pena hablar con Clouthier, quien no tarda en
usar contra Vargas Landeros los evidentes actos anticipados de campaña, así
como la millonaria propaganda en autobuses y taxis que lucen las siglas del ex
priísta que quiere regresar al establo abandonado en 2010.
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