22 jul 2018

¿Y la disculpa de Meade a Nestora?/

Revista Proceso # 2177, 22 de julio de 2018
¿Y la disculpa de Meade a Nestora?/MARTA LAMAS...
El pasado jueves 12 salió la noticia de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) fijó una multa al PRI por 322 mil 400 pesos por haber calumniado a Nestora Salgado. Aunque la cifra me parece ridícula (¿eso cuesta difamar?), es muy importante el hecho de que se haya impuesto una multa, pues así se establece un precedente en relación a las calumnias lanzadas impunemente con objetivos electorales.

Se recordará que, en el patético segundo debate presidencial, el candidato del PRI, para golpear a AMLO, calificó a Nestora Salgado de secuestradora y mostró un papel donde se exigía el pago de 5 mil pesos. Confundir con secuestros las detenciones que la Comandante Nestora hizo en su condición de policía comunitaria legal; considerar que esta suma que exigía era un “rescate” y no un pago tipo multa o fianza; desconocer la historia de las adolescentes en riesgo que Nestora liberó a petición de sus madres y que después, aceitadas por dinero o asustadas por amenazas, hablaron de “secuestro; no analizar que una mexicana que ya tiene resuelta legalmente su vida en Estados Unidos no regresa a su pueblo a “secuestrar” por 5 mil pesos; todos esos errores nutrieron la barbaridad que hizo que Meade públicamente declarara tal maledicencia.
Tal vez la más grave de sus equivocaciones fue no dar crédito al trabajo de investigación de la Clínica Internacional de Derechos Humanos y del Programa sobre América Latina, ambos de la Universidad de Seattle, ni al Grupo de Trabajo de Naciones Unidas sobre la Detención Arbitraria, y desconocer la resolución número 56/2015 sobre el caso. Y por último me parece muy preocupante que no haya respetado la resolución de los jueces mexicanos cuyo razonamiento jurídico llevó a ponerla en libertad (luego de que pasó dos años en la cárcel sin sentencia), no porque la perdonaran de un supuesto delito sino porque resolvieron que nunca cometió ese delito. O sea, porque reconocieron que Nestora no era secuestradora.
Las palabras son muy importantes, y no sólo por una cuestión de precisión jurídica. Las palabras tienen una dimensión simbólica, y quien mal aconsejó a Meade se aprovechó del dolor que en México evoca la palabra “secuestrador”. Ese fue el subtexto que traía consigo el numerito que hizo el candidato del PRI en el segundo debate.
Las palabras cuentan, y más cuando su significado alude a una de las situaciones terriblemente dolorosas que vivimos en el país. Sería interesante saber quién lo ensartó en lanzar la calumnia de que Nestora Salgado era secuestradora. ¡Qué vergüenza! Una falsedad de tal tamaño no podía sostenerse por mucho tiempo. Y aunque la formulación del TEPJF se limita a señalar que “la verdad jurídica es que Salgado no cometió ese delito, pues no existe resolución de autoridad judicial que la acredite haber incurrido en él”, también hay una verdad social, que es la que el pueblo de Olinalá y muchas personas cercanas conocen, y que es la que llevó con una altísima votación a Nestora a ganar la senaduría.
Por cierto, ya el consejero electoral Benito Nacif Hernández informó que la senadora electa Nestora Salgado entregó el certificado de nacionalidad que le expidió la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), para demostrar que ha renunciado a la nacionalidad estadunidense. Una de las ventajas de que Nestora Salgado haya sido electa como senadora es que contará con el interés de los medios para aclarar los infundios y relatar su historia.
Que nuestras autoridades tomen cartas en el asunto ante el juego sucio que se desarrolla en tiempos electorales es otro aspecto indudablemente positivo de la resolución del TEPJF. Lo mejor para la dinámica político- democrática es que las diferencias de programa y aspiraciones políticas se diriman con base en información veraz y sin trampas, ni mentiras, ni calumnias.
Cuando presenciamos otros debates presidenciales, como el que acaba de pasar en Colombia, donde los candidatos discutieron políticamente, dan ganas de gritar “¡Qué nos pasa en México!” ¿Acaso no existe ya un marco de libertad que habilita a debatir ásperamente, a hacer críticas duras, incluso a expresar un total rechazo o desprecio por el pensamiento o las acciones de los adversarios? ¿Por qué no es posible hacerlo dentro de ciertas coordenadas de veracidad y decencia humana?
Finalmente, ahora que el TEPJF le ha impuesto la multa al PRI, supongo que Meade analizará la equivocación –o tal vez la deliberada mala fe– de algunas personas cercanas a su equipo. Sigo convencida de que a él no le contaron la verdadera historia de Nestora Salgado, y también sigo convencida de que es un tipo decente. La manera con la cual salió a reconocer con honestidad su derrota y a felicitar a AMLO fortaleció aún más esa buena impresión que tengo de él.
Ahora que ya hay condiciones para empezar a aclarar la maraña de intereses turbios y maledicencia que rodearon el caso de Nestora, espero que Meade sea capaz de rectificar su error y ofrecerle una disculpa pública. No basta la multa del TEPJF. El daño y la ofensa que hace una acusación pública de “secuestradora” sólo se repara con el peso simbólico de una disculpa pública.

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