Entonces, ¿por qué López Obrador está dando oxígeno político a Maduro?
A juzgar por mi impresión tras entrevistarlo hace varios años, el gobernante tiene poco conocimiento, o interés, en asuntos extranjeros. Es un político local
La farsa de la 'no intervención' mexicana en Venezuela
EL INFORME OPPENHEIMER / Andrés Oppenheimer
Reforma, 14 Ene. 2019
No es casualidad que el dictador venezolano Nicolás Maduro haya gritado "¡Viva México!" en el acto en que asumió un segundo mandato de seis años: el país fue una de las pocas democracias occidentales que envió un representante a la ceremonia, que fue boicoteada por Estados Unidos, la Unión Europea y la mayoría de los países latinoamericanos.
El nuevo Presidente izquierdista de México, Andrés Manuel López Obrador, quien revirtió la política de México en las últimas dos décadas de defender la democracia y los derechos humanos en todo el mundo, argumenta que simplemente está cumpliendo con un mandato constitucional de no interferir en los asuntos internos de otros países.
Pero eso no es cierto, o en el mejor de los casos es una interpretación tramposa de la Constitución de México.
El artículo 89 de la Carta Magna insta al Mandatario a conducir una política exterior de "no intervención" en los asuntos internos de otros países, y guiada por el respeto, la protección y la promoción de los derechos humanos.
Al no levantar la voz contra la represión del régimen de Maduro que dejó más de 150 muertos el año pasado, o su reelección fraudulenta en 2018 que contribuyó a lanzar a millones de venezolanos desesperanzados al exilio, López Obrador no solo no cumple con las convenciones interamericanas, sino que podría estar violando la Constitución de su país.
Además, la supuesta política de "no intervención", conocida como la "Doctrina Estrada", en honor al Canciller que la lanzó a principios del siglo 20, es un mito.
Los Presidentes populistas nacionalistas a los que López Obrador más admira la violaron rutinariamente.
El ex Mandatarios mexicanos Lázaro Cárdenas apoyó abiertamente a los republicanos en la Guerra Civil Española de 1936-1939, y rompió relaciones con el dictador Francisco Franco.
También Luis Echeverría y José López Portillo tomaron partido abiertamente con las víctimas de las dictaduras en Chile y Nicaragua, y rompieron relaciones con las dictaduras de los dos países en 1974 y 1979, respectivamente.
El propio López Obrador instó a otros países a condenar las elecciones de México en 2006 que él denunció como fraudulentas, y que fueron mucho más abiertas y más libres que los comicios del año pasado en Venezuela.
Al ponerse de su lado Cuba, Bolivia y Nicaragua, López Obrador se está aislando del resto de América Latina y de importantes aliados en Estados Unidos.
La Organización de los Estados Americanos aprobó una resolución el jueves, declarando a Maduro un Presidente ilegítimo. México fue la única democracia latinoamericana importante en abstenerse.
Por ello, AMLO también está antagonizando a importantes aliados en el Congreso de los Estados Unidos.
El senador Bob Menéndez, el demócrata de más alto rango en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, dijo que está descontento con la nueva política de México sobre Venezuela.
Menéndez, cubano-estadounidense, es la clase de aliados que López Obrador necesita con urgencia en el Congreso estadounidense para ponerle freno a las políticas anti-mexicanas de Donald Trump.
Entonces, ¿por qué López Obrador está dando oxígeno político a Maduro?
A juzgar por mi impresión tras entrevistarlo hace varios años, el gobernante tiene poco conocimiento, o interés, en asuntos extranjeros. Es un político local. Puede que simpatice con los dictadores de izquierda, pero la política internacional no es lo suyo.
Algunos críticos dicen que está abrazando el mito de la "no intervención" porque quiere permanecer en el poder para siempre, y que usará ese argumento en el futuro para rechazar las críticas de otros países.
Pero lo más probable es que el respaldo tácito de López Obrador a Maduro sea un intento de complacer al ala de la izquierda jurásica de su partido, MORENA.
La presidenta de la formación, Yeidckol Polevnsky, y muchos de sus legisladores son admiradores de las dictaduras de Venezuela y Cuba.
Sin embargo, López Obrador pagará un alto precio político por su apoyo de facto a Maduro. Si no cambia, México perderá respeto entre las democracias occidentales y sus principales aliados en el Congreso de Estados Unidos, donde más los necesita.
Twitter: @oppenheimera
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Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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