22 dic 2009

Condenable las acciones del crimen organizado

El presidente Calderón condenó el ataque a la familia del Tercer Maestre, Melquisedec Angulo, quien falleciera durante el enfrentamiento donde fue acribillado Arturo Beltrán Leyva.
La condena la dio en marco del 194 aniversario luctuoso de José María Morelos y Pavón,; fue un acto fuertemente resguardado por militares con vehículos Hummer artillados, el presidnet estuvo acompañado por el gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto.
"Un acto por demás cobarde y deleznable. Estos condenables hechos son una muestra de la falta de escrúpulos con los que opera el crimen organizado, atentando contra vidas inocentes y no pueden sino hacer reforzarnos en el afán de desterrar al singular cáncer de la vida social", subrayó.
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El Presidente Calderón en la Ceremonia Cívica por el CXCIV Aniversario Luctuoso de Don José María Morelos y Pavón

Ecatepe de Morelos, Martes, 22 de Diciembre de 2009
Señor licenciado Enrique Peña Nieto, Gobernador del Estado de México.
Señor Diputado Juan Hugo de la Rosa García, Presidente de la Diputación Permanente del Congreso del Estado.
Diputado Ernesto Javier Nemer Álvarez, Presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso.
Magistrado José Castillo Ambriz, Presidente del Tribunal Superior de Justicia.
Licenciado Eruviel Ávila Villegas, Presidente Municipal de Ecatepec. Muchas gracias por sus palabras.
General Juan Manuel Castillo, Comandante de la XXXVII Zona Militar.
Estimada Senadora, estimadas Diputadas, estimados diputados mexiquenses.
Distinguidas autoridades representativas de la sociedad civil, eclesiásticas y civiles del Estado de México y de Ecatepec.
Señoras y señores:
Hoy, en el CXCIV Aniversario de la muerte de don José María Morelos y Pavón, nos reunimos para honrar la memoria del Insurgente, del estratega militar, del líder político, del legislador, del estadista, del héroe singular.
Nos reunimos para rendir homenaje a un hombre comprometido con las mejores causas y los más altos ideales de nuestro pueblo; que enarboló las banderas de la libertad, la igualdad y la justicia, y condujo a la Patria a un mejor porvenir a costa de su vida.
La vida del Generalísimo Morelos es una lección constante de sacrificio, de rectitud y de patriotismo.
Siendo Cura de Carácuaro y Nocupétaro, no dudó en seguir a don Miguel Hidalgo para luchar por la Independencia Nacional.
Con tenacidad, con valentía e inteligencia formó un ejército popular que dio grandes victorias a la causa Insurgente.
Como estratega militar, escribió las páginas más brillantes y gloriosas en el inicio de la Gesta Libertaria.
Morelos se formó en el torrente de las ideas libertarias, que habían llegado, entonces, a la Nueva España y habían germinado, precisamente, en el pensamiento del Convento Jesuita de Valladolid, donde las ideas de Clavijero y Francisco Javier Alegre difundían, precisamente, al Humanismo Ilustrado que había posibilitado la liberación del ser humano, empezando en Francia.
Esa atmósfera, a pesar de la represión que llevó a la expulsión de los jesuitas de la Nueva España, prevaleció, precisamente, y quedó en el Seminario Tridentino y en el Colegio de San Nicolás, de la propia Valladolid, donde Miguel Hidalgo fuese Rector y maestro de José María Morelos y Pavón.
Ayer mismo celebrábamos en aquella ciudad el Bicentenario de la propia Conspiración de Valladolid, uno de los primeros movimientos que abrirían, incipientemente, la lucha de la libertad.
En esa atmósfera libertaria fue donde Morelos desarrolló su vida y profesión eclesiástica; y posteriormente, su intensa y valiosísima vocación libertaria.
El Caudillo del Sur siempre supo que la lucha armada tenía que ser sólo un medio al servicio de objetivos políticos superiores, la construcción de una nueva sociedad y de un nuevo Estado nacional.
Morelos fue un genio militar, habilitado, además, como tal, por su conocimiento profundo de la geografía de Tierra Caliente; por su conocimiento profundo que, su también pasado como arriero al lado de su padre, le permitía precisamente escudriñar más allá de lo que cualquier otro pudiera hacerlo en su tiempo.
Pero más que el genio militar de Morelos, a mi juicio, es el genio político. Ahora, que conmemoramos la Independencia, vale la pena aquilatar la dimensión de las decisiones de Morelos a ese respecto.
El movimiento de Independencia en México se gesta, precisamente, cuando las fuerzas napoleónicas invaden España y toman, precisamente, por la fuerza la Corona Española.
En toda América surgen movimientos de repudio a la invasión francesa, temiendo que ésta se extendiera, precisamente, a las colonias hispanas de América, y se generan movimientos de independencia en la proclama de separarse, precisamente, del dominio español en manos de los franceses y de invocar la figura de Fernando VII para su vuelta al trono.
Así, bajo esa proclama surgen muchos movimientos de independencia. Incluso, en México eso es lo que da cuerpo y voz a una fuerza que desarrolla el inicio de la liberación.
Pero es Morelos, precisamente, José María Morelos, el primero que imprime al movimiento claramente la consigna de la independencia absoluta de la Corona Española, que no proclama la restitución en el trono de ninguna figura imperial, sino que proclama, precisamente, una República distinta, con tres poderes divididos y equilibrados.
Es el genio de Morelos el que concibe intelectualmente a la Nación mexicana, que entonces la llamaría, en la Constitución de Apatzingán, América Septentrional.
Es el genio de Morelos el primero que construye un Congreso, al que defiende, precisamente, con su vida. Un Congreso, además, enfocado a proclamar y con éxito la Constitución de Apatzingán, que fuese finalmente votada y expedida el 22 de octubre de 1814.
iempo antes, en 1813, había llamado a conformar el Congreso de Chilpancingo, cuya misión suprema era, precisamente, elaborar la Constitución de una nueva Nación, de una Nación independiente.
Ahí, a mi juicio, hasta allá se extienden las raíces del México que hoy somos.
El 14 de septiembre del 13 ha quedado registrado en la historia como el día en que Morelos entregó a los Constituyentes de Chilpancingo Los Sentimientos de la Nación, ya aquí invocados.
Ahí se trazaban los principios que debieran regir a la nueva Patria: independencia, división de poderes, soberanía popular, legalidad, buen Gobierno, igualdad de todos los mexicanos, abolición de la esclavitud. Así, fue el primero en plantear al país el sistema republicano y representativo de Gobierno.
El Siervo de la Nación tenía claro que el destino de la Patria dependía de la fortaleza de las instituciones republicanas y de la lealtad que los mexicanos le dispensaran. Y por eso protegió sin titubeos al Congreso, hasta que éste pudo decretar la Constitución de Apatzingán, como he dicho, el 22 de octubre de 1814.
Habría que ver si en algún momento se contrapusieron el genio militar y el genio político, porque Morelos, precisamente, restringió su margen de operación militar en aras de custodiar, incluso, en ocasiones personalmente, al nuevo Congreso.
El Ejército del Sur fue un Ejército convertido en Ejército garante del Congreso constituido y de la nueva Constitución. Y en ese afán, precisamente, fue que Morelos fuese, finalmente, capturado.
Por todo ello, amigas y amigos, hoy también hay que rendir, especialmente, tributo al gran estadista, que vislumbró, antes que nadie, el México del futuro, al arquitecto del sistema político que ha dado cauce a la energía transformadora de nuestra sociedad; al que vislumbró, sí, el México independiente, republicano, democrático y dividido en poderes equilibrados; pero también al México descrito en Los Sentimientos de la Nación. Un México fundado en el trabajo. Un México fundado en la moderación de la opulencia y de la miseria, que es hoy, y sigue siendo, el reto desafiante del México del futuro.
No me cabe la menor duda que sin Morelos no se comprendería la historia de México ni a México mismo, ni se entendería la naturaleza de sus instituciones.
Cómo ver a los héroes que nos dieron Patria en este 2010 que se avecina.
Yo los concibo, amigas y amigos, como una generación brillante, a la que le tocó conquistar nuestras libertades, aún a costa de su vida.
Morelos fue ese constructor de libertades. A él tocó, y a Hidalgo, y a nuestros próceres conquistarlas. Y a nosotros, señores, nos toca preservarlas; preservarlas, con el afán de quienes se sienten orgullosos de un legado histórico y también orgullosos de contar entre su acervo con una libertad preciada.
Y si a nosotros nos toca preservar esas libertades, así también debe de entenderse, entonces, la misión del Estado, cuyos órganos encabezamos.
Y por esa razón, quiero enfatizar que Morelos fue un hombre que llevó, hasta en la muerte, sus actos a la altura de sus ideas.
En la preservación de las libertades, por cierto, están empeñados miles y miles de mexicanas y de mexicanos. Y en su nombre y en su honor, es mi deber también hoy expresar mis más sinceras condolencias a la familia del Maestre Melquisedet Ángulo, a la Marina Armada de México, por un artero ataque perpetrado en la noche, en el que perdieran la vida miembros de la familia de este marino, a su vez fallecido en el cumplimiento del deber.
Un acto por demás cobarde y deleznable. Estos condenables hechos son una muestra de la falta de escrúpulos con la que opera el crimen organizado, atentando contra vidas inocentes, y no pueden sino hacer reforzarnos, en el afán de desterrar tan singular cáncer de la vida social.
El Estado mexicano tiene la obligación de preservar las libertades conquistadas por nuestros héroes y, en consecuencia, aplicar el peso de la ley contra quienes quieren ver canceladas esas libertades.
No habremos de amedrentarnos por criminales sin escrúpulos, como quienes cometen tal clase de barbarie. Quienes así actúan, merecen el repudio unánime de la sociedad y merecen pagar por sus crímenes.
Somos muchos más las mexicanas y los mexicanos que queremos un país de leyes, un país en paz, un país con orden, como lo soñara y luchara por él, precisamente, José María Morelos.
Una vez promulgada la Constitución, el Virrey Calleja ordenó que se reforzara la ofensiva contra el Congreso recién creado.
Ante el asedio de los realistas, el Siervo de la Nación ideó un plan para trasladar a los constituyentes a un lugar que consideraba más seguro, de Apatzingán hasta Tehuacán. Y para lograrlo, él mismo se ofreció a brindarles protección durante la travesía.
La institución armada, creada por Morelos, y exitosa en sus varias cAmpañas, ahora al servicio y a la defensa del órgano que representaba a la Nación naciente, el Congreso.
En cumplimiento de esta peligrosa misión, Morelos fue cercado por el enemigo en Tezmalaca. Superado en número, superado en armamento por los realistas, Morelos le instruiría a Nicolás Bravo: Vaya usted a escoltar al Congreso, que si yo perezco poco importa.
Y quedó él a detener y contener a las fuerzas realistas, mientras Bravo podía encabezar la retirada protegiendo al Congreso.
Y gracias a ese gesto heroico, los legisladores pudieron salvarse, pero por él fue apresado y conducido Morelos a la Ciudad de México. Y a pesar del juicio doble al que fue sometido, degradado y humillado, se mantuvo fiel a sus principios y convicciones hasta la muerte.
Calleja ordenó que Morelos fuera ejecutado en este sitio, el 22 de diciembre, un día como hoy, de 1815. Aquí, el Siervo de la Nación dijo ante su sacrificio inminente: Morir es nada, cuando por la Patria se muere. Cada criatura tiene una misión sobre la Tierra. Yo quería la independencia de mi Patria y luché por ella. No me arrepiento de lo que he hecho por ese ideal. Mi conciencia no me acusa. He cedido a mis aspiraciones.
Así murió uno de los más grandes próceres de nuestra Nación, un hombre que es símbolo y emblema de nuestra mexicanidad. Un líder que dio rumbo y destino a las aspiraciones de desarrollo de todo un pueblo.
Las lecciones que el Caudillo del Sur dio a los mexicanos no están en los sitios históricos, ni en los museos, ni en las estatuas. No residen en la roca ni en el bronce. Viven en lo más profundo del ser nacional. Están en nuestros sueños e ideales, en nuestros principios y valores, en nuestros esfuerzos por construir un México distinto, un México mejor.
Señoras y señores:
A menos de dos semanas de la llegada del 2010, el Año de la Patria, el ejemplo de nuestros héroes nacionales es una poderosa razón para seguir trabajando por la gloria y el engrandecimiento de México.
Cmpliremos 200 años de ser, gracias a Hidalgo, gracias a Morelos, gracias a ellos, 200 años de ser orgullosamente mexicanos. Y, por eso, es momento de celebrar, en el Año de la Patria, con toda la fuerza, el sentir nacional.
Los mexicanos del 2010 podemos hacer de éste un año que también marque un punto de inflexión en el rumbo del país. Podemos y debemos hacer que en el 2010 se trace un nuevo derrotero que resuma nuestros ideales políticos, sociales, económicos.
Con ese afán, también presenté hace unos días al Congreso una iniciativa de Reforma Política, que busca darle más poder al ciudadano.
Con ese afán, también hemos de recorrer entre todos la ruta del diálogo y de la negociación, para poder encontrar alternativas que hagan a nuestra Nación ser más próspera, ser más justa, ser más segura.
Sé que el Congreso habrá de estar a la altura de miras para discutir en sus méritos los cambios que requiere el país. Y que más allá del legítimo interés de las fuerzas políticas, está el interés de la Nación, que reclama, precisamente, de todos quienes tenemos responsabilidades públicas, responsabilidades a la altura de la Nación.
Sé que podemos y debemos lograr que en este 2010, no sólo se honre el pasado, sino que también se construya el futuro; y se construya, con la mira de una Nación que tiene la historia que tiene México, que tiene el pasado que tenemos los mexicanos y que está obligada a construir un futuro mucho mejor, a la altura de quienes fundaron el país.
Yo quiero invitarles, amigas y amigos, a que sigamos trabajando unidos para hacer realidad el anhelo de nuestros héroes; de héroes como Morelos, cuyos valores e ideales aún siguen impulsando la unidad, la identidad y la esperanza de los mexicanos.
Avancemos por el camino de la justicia, por el camino de la igualdad, por el camino de la democracia, por el camino de la libertad que con su sangre conquistó el Siervo de la Nación; y hagamos que su ejemplo nos ayude a construir, entre todos, la Nación que anhelamos y que merecen los mexicanos que vienen detrás de nosotros.
Muchas gracias.

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