El FBI confirma la identidad del tirador, Aaron Alexis, 34 años, exreservista del Ejército y contratista militar que usó su pase para acceder al edificio oficial
Nota de Yolanda Monge
El País, Washington 17 SEP 2013;
Al filo de la medianoche de ayer, la policía de Washington confirmó que la matanza en el Mando de Operaciones de la Armada en Washington había sido obra de una sola persona y cerraba la vía a posibles cómplices en el ataque cometido por Aaron Alexis, identificado por el FBI como un hombre de 34 años nacido en Nueva York pero con residencia en Texas.
Al menos 13 personas -incluido el asaltante- perdían la vida el pasado lunes y 14 resultaban heridas en Washington, a menos de cinco kilómetros de la Casa Blanca y dos del Capitolio, cuando un hombre armado con un rifle de asalto, una pistola y una escopeta abrió fuego de forma indiscriminada.
El tirador resultó muerto en el ataque, según confirmó
la policía, que en principio aseguró tener “múltiples datos” que la situaban
tras la pista de otros dos posibles asaltantes, un hombre blanco y otro negro,
el primero de los cuales fue absuelto de sospecha según avanzaba el día. Al
concluir la jornada, la policía aseguraba estar casi convencida de que la
masacre había sido obra de un solo individuo. El FBI, a través de la agente
encargada de la investigación, Valerie
Parlave, aseguraba que entre las víctimas no había ningún miembro en activo
del Ejército.
Siguen sin conocerse los motivos por los que
Alexis abandonó la Marina, donde trabajaba como un electricista especializado
en aviones. Los investigadores creen que Alexis entró en el recinto del Mando
de Operaciones usando el pase de seguridad que todavía tenía validez debido a
su trabajo como contratista para el Ejército. La escasa información sobre el
tirador apunta, según los medios estadounidenses, a que estaba casado y que dos
de sus hermanas viven en Nueva York. También
que Alexis se había convertido recientemente al budismo y viajado varias
veces a Tailandia.
La policia de Seattle, en el Estado de Washington,
en la costa oeste del país, donde vivió una temporada el tirador, informó ayer
de un incidente armado que en 2004 concluyó con la detención del actual
sospechoso fallecido pero sobre el que finalmente no se presentaron cargos.
Alexis reventó a tiros las ruedas del coche de un individuo con el que mantuvo
una discusión.
Lo sucedido ayer lunes a partir de las 8.20 de la
mañana a orillas del río Anacostia desató el miedo y el caos en la capital del
país. En la penúltima rueda de prensa ofrecida pasadas las seis de la tarde
hora local (medianoche en España), la jefa de la policía de Washington, Cathy
Lanier, quiso advertir que estaba circulando mucha información que no era
precisa, o sencillamente falsa, y recomendó ajustarse a las versiones oficiales
de las autoridades.
El mayor ataque contra un centro del Ejército
sucedió en noviembre de 2009, cuando un psiquiatra militar destacado en Fort
Hood (Texas) acababa con la vida de 13 personas y hería a otras 30
Lanier confirmaba pasado el mediodía (hora local
de Washington, seis horas más en la España peninsular) que uno de los tiradores
había muerto y que su gran preocupación era que existían “otros dos potenciales
tiradores sin localizar por el momento”, de entre 40 y 50 años, lo que hizo
especular con que se tratara de un acto terrorista coordinado entre varias
personas. Según la jefa de la policía, ambos sospechosos vestían ropas
militares –aunque ese dato no implicaba que fueran miembros del Ejército- e iban
armados. Lanier reforzó poco después en una nueva comparecencia ante la prensa
la tesis de que el tirador no había actuado en solitario, aunque no aportó
información concreta. El alcalde de la ciudad, Vincent Gray, atajó la
naturaleza del asalto diciendo que en ese momento no podía “ni confirmar ni
desmentir” que se tratara de un acto terrorista. Gray añadió que se desconocían
los motivos del ataque.
Aprovechando una comparecencia pública con motivo
del quinto aniversario del inicio de la crisis económica provocada por el
hundimiento de Lehman Brothers, el presidente de Estados Unidos condenó el
tiroteo y lo calificó de “un acto cobarde”. Barack Obama informó que no se
conocían todavía todos los hechos pero que sin duda se estaba ante “otro
tiroteo de masas”, se lamentó el mandatario. “Sabemos que varias personas han
resultado heridas y algunas han muerto”, añadió tras asegurar que los autores
de la matanza serían llevados ante la justicia. “Se trata de hombres y mujeres
que estaban en su trabajo, protegiéndonos a todos”, dijo Obama. “Son patriotas
que conocen los riesgos de servir a su país fuera”, prosiguió el mandatario. “Y
sin embargo hoy se han enfrentado a lo inimaginable: una violencia que no
deberían de sufrir en casa”.
Sobre
las 8.20 de la mañana, se escucharon tres disparos en el edificio 197 del
Cuartel General de la Armada, desde donde se
controlan algunos de los principales centros de operaciones de la Armada,
situado al sureste de Washington, edificio que alberga a más de 3.000 personas.
Según relató a la agencia Associated Press un testigo de los hechos, un civil
que trabaja como analista de programas, el tirador disparó desde la balconada
del cuarto piso hacia la cafetería que existe en el primero.
Tim Jirus, comandante de la Armada que trabaja en
el edificio 197, declaró a los medios de comunicación que pudo oír mas disparos
tras las primeras detonaciones y que, en medio de la confusión y poco después
de conversar brevemente con un hombre sobre lo que estaba sucediendo, vio a
este yaciendo en el suelo con un tiro en la cabeza.
La mañana del lunes se tornaba sangrienta en
Washington y llena de incógnitas sobre lo sucedido. Las calles que rodean al
Cuartel General del Mando de Sistemas de la Armada estaban cortadas y tomadas
por cualquier fuerza del orden que pudo acudir a la llamada de alerta, ya fuera
policía, servicio secreto o detectives con sirenas sobre los coches civiles.
Varios helicópteros sobrevolaban el área. El aeropuerto Nacional cancelaba sus
operaciones duarnte varias horas. Al menos cinco colegios recibieron la orden
de cerrar sus puertas y no dejar entrar ni salir a nadie. Sobre la Casa Blanca,
el Pentágono y el Capitolio se incrementaba la seguridad, a pesar de que no
había constancia de una amenaza concreta.
“Esto no es
un simulacro, esto no es un simulacro”, se oyó por la megafonía del edificio,
según relató otro empleado del Centro de la Armada que controla submarinos y
barcos. “Nos dijeron que corrieramos lo más lejos posible del lugar”. Terry
Durham relató que según huía del lugar, ella y unas compañeras de trabajo
vieron a un hombre armado con un rifle que les apuntaba y disparaba, errando el
tiro y alcanzado una pared. “Era un hombre negro alto”, explicó otro testigo.
“No dijo ni una palabra”.
Dos mujeres y un hombre están siendo sometidos a
cirugía en un hospital de la ciudad. Una de las mujeres tenía un disparo en la
cabeza y en la mano; otra en un hombro; el hombre tenía diversos impactos de
bala en las piernas. Varios policías también eran atendidos en el hospital MedStar.
El mayor ataque contra un centro del Ejército
sucedió en noviembre de 2009, cuando un psiquiatra militar destacado en Fort
Hood (Texas) acababa con la vida de 13 personas y hería a otras 30. El asalto
no fue considerado un ataque terrorista a pesar de que Nidal Malik Hasan se
definiera como un yihadista que deseaba matar al mayor número posible de
militares para que no pudieran matar musulmanes en Afganistán. A finales de
agosto, Hasan era condenado a muerte.
La de ayer es la mayor pérdida de vidas humanas
sucedida en la capital de EEUU desde que en 1982 un avión se estrellara contra
el río Potomac, dejando 78 muertos. En el año 2002, una de las diez víctimas de
los francotiradores de Washington moría dentro de los límites del distrito, que
tiene frontera con Virginia y Maryland. En el año 2009, un supremacista blanco
mataba a un guarda de seguridad en el museo del Holocausto en Washington.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario