Obispo alerta del “choque de trenes” entre fundamentalismos islámico y
laicista
MADRID,
20 Ene. 15 / 03:19 pm (ACI).- El Obispo de San Sebastián (España), Mons. José
Ignacio Munilla, advirtió que el atentado contra la revista Charlie Hebdo en
Francia y los hechos que siguieron alertan del riesgo de un “choque de trenes”,
entre el fundamentalismo islámico de Oriente y el fundamentalismo laicista de
Occidente, donde el relativismo hace creer que la blasfemia y el irrespeto es
inherente al concepto de libertad.
Como
se recuerda, el 7 de enero la revista Charlie Hebdo –conocida por burlarse e
insultar a políticos y líderes religiosos– fue atacada por fundamentalistas
musulmanes, quienes al momento de abandonar la sede afirmaron que habían
“vengado” las viñetas blasfemas que se habían publicado de Mahoma.
Sin
embargo, luego de las marchas solidarias en París y otras ciudades, los
redactores decidieron editar la revista publicando nuevamente caricaturas de
Mahoma e incluso del Papa Francisco. Esto provocó protestas en varios países de
mayoría islámica, incluso ataques violentos contra los cristianos en Níger,
donde varias iglesias fueron quemadas.
“Lo
acontecido en las semanas precedentes –advirtió Mons. Munilla–, deja patente el
riesgo de un choque de trenes entre un Oriente amenazado por el fundamentalismo
fanático, y un Occidente amenazado por el relativismo laicista”.
“Sí,
se trata de dos modos muy diversos de fundamentalismo, pero, ambos errados. Y,
es obvio que quienes vivimos en Europa, identificamos con mucha mayor facilidad
el fundamentalismo de Oriente, que el de casa… Sin embargo, en estos días hemos
sido testigos de diversos signos que evidencian la existencia también de ese
fundamentalismo occidental”, indicó durante la Misa en honor a San Sebastián.
Mons.
Munilla dijo que “el hecho de que se haya pretendido reivindicar el derecho a
la blasfemia, como algo inherente al concepto occidental de libertad, es
muestra de nuestra profunda crisis de relativismo, además de ser un profundo
error desde el punto de vista estratégico, ante el resto del mundo. Sería
terrible tener que elegir entre una fe patológica y un laicismo blasfemo e
irrespetuoso”.
El
Obispo criticó que se haya querido culpar a la religión como causa de la
violencia. “Según esta acusación, la fe religiosa se creería en posesión de la
verdad, de donde nacería toda violencia. En definitiva, la acusación de Marx de
que la religión es el opio del pueblo, sería cierta, por lo que el mundo
estaría condenado a seguir en guerra mientras la humanidad no superase el hecho
religioso”.
“Quienes
hacen este tipo de reflexiones antirreligiosas –señaló–, olvidan que en la
historia de la humanidad se ha ejercido la violencia en nombre de Dios; como
también se ha ejercido la violencia en nombre del ateísmo (al grito de ‘la
religión es el opio del pueblo’, decenas de millones de personas fueron
asesinadas en el siglo XX); como también se ha ejercido la violencia en nombre
de la libertad (¡recordemos la guillotina francesa!); o en nombre de la raza,
del dinero, del deporte, etc.”.
“Y
es que… ¡todo son excusas para eludir la propia responsabilidad! Las causas
esgrimidas para justificar la violencia son una mera coartada; olvidando que el
egoísmo, el materialismo, la soberbia, el deseo de poder, los celos, la envidia…
son las verdaderas causas de la violencia”, afirmó.
Mons.
Munilla advirtió que “ese choque de trenes (…) se agrava por las políticas
internacionales de los países occidentales, que por ignorar el hecho religioso,
han cometido errores gravísimos, los cuales no han hecho sino dar alas a los
fanatismos religiosos en Oriente”.
En
ese sentido, señaló que “la manera de luchar contra el yihadismo no puede ser
la burla del hecho religioso, ni la reivindicación de una libertad de expresión
para faltar al respeto”.
“Nuestro
Papa Francisco ha tenido la valentía de decir en el contexto de su viaje a
Asia, que la libertad de expresión tiene sus límites. Sus palabras han sido
criticadas, pero sin duda alguna, aportan una bocanada de aire fresco en medio
de la confusión: La religión se pervierte cuando justifica la violencia; y la
libertad de expresión se corrompe cuando falta al respeto”.
El
Prelado advirtió que no se puede elegir “entre una fe fanática y patológica,
por un lado; y un materialismo hedonista e irrespetuoso del hecho religioso,
por otro”.
Por
lo tanto, “la alternativa al fundamentalismo yihadista no es la blasfemia ni el
relativismo de una sociedad sin valores espirituales, sino una sociedad abierta
al verdadero sentido religioso de la vida, en la que se practique el respeto,
el encuentro y el diálogo entre todas las religiones, así como el encuentro y
diálogo constructivo entre creyentes y no creyentes”.
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