Peña Nieto se
cobró la afrenta/JORGE CARRASCO ARAIZAGA
Revista
Proceso # 2045, 9 de enero de 2016.
LA
RECAPTURA
El
desafío se pagó con la humillación. Hace casi medio año El Chapo Guzmán se fugó
de un penal de supuesta alta seguridad. México quedó exhibido, ridiculizado
ante el mundo. Y la administración quiso tomar revancha. Este viernes 8 el
sinaloense fue reaprehendido y mostrado ante las cámaras como un animal
vencido, el estupor y el miedo reflejados en su rostro. El gobierno se la
cobró. Pero finalmente hay que recordar lo que otro jefe del Cártel de Sinaloa,
El Mayo Zambada, le dijo hace seis años al fundador de Proceso, Julio Scherer:
algún día caeremos, pero no importa… los reemplazos ya andan por ahí.
Reparada
la afrenta, el presidente Enrique Peña Nieto debe responder ahora a la petición
estadunidense de entregarle a Joaquín El Chapo Guzmán. Cuándo y cómo lo hará,
no se sabe. La recaptura, sin embargo, mantiene intacta la responsabilidad que
desde su gobierno facilitó hace casi medio año la fuga y exhibió a México ante
el mundo.
El
presidente calificó entonces el escape como una “burla y un desafío” para su
gobierno. La afrenta terminó el viernes 8, cuando la Policía Federal y la
Marina reaprehendieron al jefe del Cártel de Sinaloa en Los Mochis, municipio
de Ahome, Sinaloa, en una acción en la que el gobierno no escatimó en
autoelogios y evitó toda referencia a cualquier colaboración estadunidense.
Aunque
el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, lo presentó como un
logro de todo el gabinete de seguridad, se trató de un operativo coordinado de
la Policía Federal y la Marina, dijeron a Proceso fuentes del mismo gabinete
poco después de que Peña Nieto anunciara, a las 12:19 horas en su cuenta de
Twitter, la reaprehensión de Guzmán Loera.
Los
informantes precisan que la detención se concretó hacia las 08:00 horas en un
motel en las afueras de Los Mochis, al norte de Culiacán, la capital
sinaloense. Fue la culminación de una acción armada que la Marina había
presentado inicialmente como un hecho aislado y como resultado de una denuncia
ciudadana, aunque horas después Peña Nieto lo anunció como “un cuidadoso e
intenso trabajo de inteligencia”.
Insistente
en la coordinación del Ejército, la Marina, la Policía Federal (PF), el Centro
de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) y la Procuraduría General de la
República (PGR), el gobierno federal reunió por la noche del viernes 8 a los
titulares de estas dependencias, incluido el titular de Gobernación –de quien
dependen la PF y el Cisen–, en el hangar de la PGR para presentar al
recapturado.
Pasaron
10 horas desde el anuncio presidencial hasta que Guzmán Loera bajó de un camión
blindado de la Marina para que tres efectivos armados lo subieran a un
helicóptero de la misma fuerza. El aparato lo regresó al penal de alta
seguridad del Altiplano, en el Estado de México, el mismo lugar de donde se
escapó por un túnel la noche del 11 de julio del año pasado.
En
sendas declaraciones, Osorio Chong y la procuradora Arely Gómez remarcaron que
todo el gabinete de seguridad tuvo que ver en la reaprehensión, en más de seis
meses “de arduo” y “profundo” trabajo de inteligencia. En ningún momento se
refirieron a una coordinación o a una cooperación de Estados Unidos.
La
vanidad
Según
la procuradora, El Chapo fue detenido a causa de su pretensión de filmar una
película biográfica. En noviembre pasado este semanario publicó (Proceso 2038)
que Guzmán tenía interés en publicar una autobiografía: El ahijado.
La
funcionaria indicó que El Chapo “estableció comunicación con actrices y
productores”. Incluso, refirió, las tareas de seguimiento “permitieron
documentar encuentros entre los abogados del ahora detenido y esas personas”.
En
ese seguimiento, en octubre pasado, fuerzas especiales de la Marina lo localizaron
por aire en un rancho de Pueblo Nuevo, Durango. Pero como iba acompañado de dos
mujeres y una niña, la Armada decidió no disparar, lo cual le permitió al capo
huir por una cañada, según narró la procuradora.
La
PGR informó en ese momento que en su huída, El Chapo, de 58 años, había
resultado con heridas en la cara y una pierna al caerse en la cañada. Versiones
de la prensa estadunidense dijeron entonces que la persecución tuvo lugar en
Cosalá, en la sierra de Sinaloa que hace frontera con Durango, en el llamado
Triángulo Dorado de las drogas.
Días
después, pobladores de Tamazula, Durango, acusaron a la Marina de arremeter
contra la población civil y la responsabilizaron del desplazamiento de varias
comunidades hacia Cosalá.
Gómez
informó el viernes 8 que en esos operativos la Marina detuvo a siete
colaboradores cercanos de Guzmán, quienes dieron “información relevante”,
después de lo cual “el delincuente se internó aún más en la zona del Triángulo
Dorado, disminuyendo su círculo de seguridad y limitando sus comunicaciones”.
La
versión oficial indica que a finales de diciembre El Chapo se quiso trasladar a
la zona urbana y apenas el pasado miércoles 6 sus perseguidores observaron
movimientos inusuales en un domicilio de Los Mochis que ya estaba vigilado
desde un mes antes por el seguimiento que se hacía a una persona especializada
en la construcción de túneles.
Uno
de los movimientos fuera de rutina del domicilio fue la llegada de un vehículo
la madrugada del jueves 7. Sin precisar quién obtuvo la información, la
procuradora dijo que “los indicios y los trabajos de inteligencia dieron la
certeza” de que Guzmán estaba en esa casa.
Versiones
distintas
En
contradicción con lo que por la mañana informó la Marina, la procuradora
señaló: “Tras una planeación oportuna y eficaz, la madrugada del día de hoy
(viernes), se puso en marcha un operativo por parte de las fuerzas federales”.
Poco
antes del primer anuncio presidencial en la cuenta de Twitter @EPN, la Marina
había emitido un comunicado para informar de “una agresión a elementos de
Infantería de Marina” en Los Mochis.
Encargada
de recapturar a Guzmán Loera, esa fuerza informó que en la madrugada del
viernes los infantes de Marina fueron atacados cuando llegaron a un domicilio
“por una denuncia ciudadana” de que en el lugar había personas armadas.
Los
efectivos de la Marina repelieron la agresión “en legítima defensa, con el
único fin de proteger la vida… de los elementos que participaron” en la acción,
aunque uno resultó herido sin que su vida corriera peligro, de acuerdo con la
versión de la institución armada.
El
reporte dio cuenta de que cinco de los agresores murieron y seis fueron
detenidos. Pero en la acción se escapó Orso Iván Gastélum Cruz, “presunto jefe
de la zona norte de Sinaloa de una organización delictiva que opera en el
área”.
La
Marina se limitó luego a enlistar el aseguramiento: cuatro vehículos, dos de
ellos blindados, ocho armas largas, un arma corta, cargadores, municiones de
uso exclusivo de las Fuerzas Armadas y un tubo lanzacohetes con dos cargas.
Hasta
ahí llegó el relato de la Marina. Las fuentes del gabinete de seguridad le
dijeron a este semanario que el hombre detenido junto al Chapo en el motel de
Los Mochis fue precisamente Gastélum Cruz.
La
Marina no sólo evitó decir que se trataba de un operativo para detener al jefe
del Cártel de Sinaloa, sino que la presa se les había escapado.
La
procuradora aseguró que, durante el enfrentamiento, Guzmán Loera logró fugarse
a través del sistema de drenaje pluvial de la ciudad, “lo cual ya había sido
considerado en la estrategia de captura”. Huyó junto con Gastélum Cruz o Jorge
Iván Gastélum Ávila, su jefe de seguridad.
En
la “operación-persecución”, los infantes de Marina los siguieron “por el
interior de los túneles y red de drenaje”. Guzmán y Gastélum “abrieron una
alcantarilla para salir a una avenida”. Según la versión oficial, al salir
robaron vehículos para escapar.
Ante
la alerta de robo, efectivos de las fuerzas federales implementaron un
dispositivo para dar con el paradero de las unidades. Ubicaron uno de los
coches sobre la carretera Los Mochis-Navojoa, lo interceptaron y detuvieron a
los delincuentes, indicó Arely Gómez.
Añadió
que, para asegurarlos y proteger la identidad de los efectivos, éstos “se
trasladaron a un motel cercano para esperar refuerzos”. Poco después los
detenidos fueron trasladados al aeropuerto de Los Mochis y de ahí a la Ciudad
de México.
La
celebración
Motivado
por el anuncio presidencial del mediodía, el primero en festejar públicamente
la recaptura fue Osorio Chong. Estaba en la 27 reunión anual de cónsules y
embajadores de México, en el salón José María Morelos de la Secretaría de
Relaciones Exteriores. Interrumpió su discurso para hablar telefónicamente con
Peña Nieto y acordar la redacción del tuit.
Regresó
al encuentro y leyó: “Misión cumplida. Lo tenemos. Quiero informar a los
mexicanos que Joaquín Guzmán Loera ha sido detenido”.
En
el encuentro estaban también los titulares de esa secretaría, Claudia Ruiz
Massieu; el de la Defensa Nacional, general Salvador Cienfuegos Zepeda, y el de
Marina, almirante Vidal Francisco Soberón Sanz. Todos los funcionarios ahí
reunidos aplaudieron y cantaron el Himno Nacional.
El
entusiasmo que encabezó Osorio Chong, sin embargo, no lo evade de la
responsabilidad en la fuga de Guzmán Loera el 11 de julio de 2015 del penal del
Altiplano, en el Estado de México, en lo que fue su segundo escape de un penal
de máxima seguridad. Apenas 17 meses antes había sido detenido también en
Sinaloa por elementos de la Marina y agentes estadunidenses, en la llamada
Operación Gárgola.
Las
áreas encargadas de su vigilancia en el penal estaban todas bajo el mando de
Osorio: la Comisión Nacional de Seguridad (CNS), el Órgano Administrativo
Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social (OADPRS) y la División de
Inteligencia de la PF, encabezadas entonces por cercanos al exsecretario de
Seguridad Pública, Genaro García Luna.
A
raíz de la fuga fueron cesados el comisionado del OADPRS, Ignacio Hernández
Mora; su subordinada Celina Oseguera Parra, como coordinadora general de los
centros federales, y el director del penal, Valentín Cárdenas. Sin embargo, la
PGR sólo pidió prisión para Oseguera y Cárdenas.
Hernández
Mora apenas fue citado a declarar, mientras que su promotor en el OADPRS, el
entonces titular de la CNS, Monte Alejandro Rubido García, renunció el 27 de
agosto, mes y medio después de la fuga, pese a su negativa inicial a separarse
del cargo. Fue reemplazado por el actual comisionado, Renato Sales Heredia.
El
encargado de recibir los informes sobre las actividades del Chapo en el penal
del Altiplano era el titular de la División de Inteligencia de la PF, Ramón
Eduardo Pequeño. Tras la evasión, la segunda del capo en 13 años, sólo fue
removido del cargo y se esperaba que fuera reasignado como jefe de la Policía
Cibernética de la propia Policía Federal.
Fue
sustituido en la División de Inteligencia por el extitular de Seguridad Pública
de Hidalgo y del Estado de México, Damián Canales Mena. El día de esa
designación, el 15 de julio, se esperaba también la de Pequeño García como jefe
de la Policía Cibernética.
Pero
en la víspera, según relataron funcionarios de seguridad a este semanario, fue
captado por los servicios de inteligencia de la propia Secretaría de
Gobernación en una reunión con su exjefe, Genaro García Luna. Osorio decidió
entonces la salida de Pequeño de la corporación, pero sin que la PGR lo
sometiera a proceso penal.
Contactos
en la Segob
Durante
los 17 meses que estuvo en el penal del Estado de México, Guzmán Loera operó su
fuga con apoyo externo y del interior del propio penal, en lo que un alto
funcionario del gabinete de seguridad describió a Proceso como “la disciplina
del silencio”.
Información
de inteligencia obtenida por este semanario a través de la plataforma
MexicoLeaks dio cuenta de una supuesta protección de la Secretaría de
Gobernación para facilitar la fuga (Proceso 2038).
Corroborada
con funcionarios del área de seguridad y del sistema penitenciario, la
información refirió que desde un año antes de que se escapara, Benito o R-5,
claves que las autoridades le asignaron en prisión, “cuenta con contactos en la
Secretaría de Gobernación”. Según ese reporte, esos contactos le informaban
sobre las decisiones de la dependencia en torno a los traslados de internos a
otros penales federales, entre ellos el suyo. Guzmán nunca fue cambiado ni
siquiera de celda.
Describió
también cómo sus abogados contactaron a funcionarios de la misma dependencia
para obtener los planos del penal y beneficios como el de mantenerlo en la
misma celda 20 del área de Tratamientos Especiales del Centro Federal de
Readaptación Social (Cefereso) número 1. A raíz de la fuga, la zona fue
reforzada con planchas de cemento.
El
senador perredista Alejandro Encinas, integrante de la comisión bicamaral de
Seguridad Nacional, informó en octubre pasado, después de una reunión con
Osorio Chong, que El Chapo tuvo contacto con el exterior durante casi todos los
477 días que estuvo recluido. En ese lapso recibió 272 visitas de sus abogados,
68 de familiares y 46 conyugales.
Para
sus operaciones dentro y fuera del Altiplano tuvo el apoyo de sus abogados
Andrés Granados Flores y Óscar Manuel Gómez Núñez. El primero está prófugo. El
segundo, detenido e internado en el mismo Cefereso 1.
Otro
de los detenidos por la fuga es Édgar Coronel Aispuro, cuñado del Chapo,
acusado de supervisar la construcción del túnel por donde el jefe del Cártel de
Sinaloa escapó.
Los
demás empleados detenidos son de menor rango, entre custodios y monitoristas.
Uno de los procesados era el encargado del Centro de Control en el Altiplano,
Vicente Flores Hernández, quien recibía la información sobre las actividades de
Guzmán en el penal. De acuerdo con la información, Flores reportaba al director
de Monitoreo Técnico, David Fernando Rodríguez Robledo, y éste a Dante Barrera
Aguilar, encargado de la Dirección General del Centro de Monitoreo Técnico de
la PF.
Las
fuentes consultadas refirieron que Rodríguez y Barrera, junto con Rubio García
y Pequeño García, formaron parte del equipo de García Luna el sexenio pasado.
La
información entregada a través de MexicoLeaks reveló además que mientras estuvo
en prisión, Guzmán logró pactos y alianzas dentro y fuera del Cefereso para
seguir operando. Uno de esos acuerdos lo estableció presuntamente con Sigifredo
Nájera Talamantes, El Canicón, considerado jefe regional de Los Zetas en
Tamaulipas.
Nájera,
el vecino de celda más próximo que tuvo El Chapo, hizo una larga declaración
ministerial sobre la fuga… Y murió en septiembre del año pasado dentro del
penal por problemas de salud, pero sin que las causas fueran aclaradas.
Otra
muerte no aclarada de cercanos a Guzmán se registró apenas el 28 de diciembre
último en el penal de mediana seguridad de Oaxaca. Ese día fue encontrado muerto
Arturo Díaz Díaz, requerido también en extradición por Estados Unidos al
considerarlo parte del Cártel de Sinaloa.
Testimonios
de personas cercanas a Díaz entregados a Proceso indican que la muerte fue
reportada a sus abogados y familiares como un suicidio. Díaz había sido
detenido en octubre, desde cuando quedó internado en el Centro de Observación y
Clasificación del Cefereso 13, en Miahuatlán, Oaxaca.
La
Agencia de Investigación Criminal de la PGR lo detuvo a petición de Estados
Unidos, donde era requerido por la Corte Federal del Distrito de Arizona,
acusado de ser el responsable de la logística de transporte y de rastrear el
flujo de recursos de esas operaciones.
Según
la PGR, Díaz trabajaba directamente para Adelmo Niebla González, El G-3, señalado
como operador del Chapo y que también se fugó por un túnel del penal de
Culiacán en mayo de 2014.
Esa
obra fue de características de ventilación e iluminación similares a las del
túnel por el cual se escapó Guzmán. El del penal de Culiacán tuvo 10 metros de
profundidad y 400 de largo. El del Estado de México, 10 metros de profundidad y
un kilómetro y medio de largo.
Reemplazables
Cabe
recordar aquí algunas de las cosas dichas en abril de 2010 por otra de las
cabezas del Cártel de Sinaloa, Ismael El Mayo Zambada, al fundador de Proceso,
quien lo entrevistó en algún lugar de aquél estado:
“A
mí me agarran si me estoy quieto o me descuido, como al Chapo.
“(Supongamos
que) un día decido entregarme al gobierno para que me fusile. Mi caso debe ser
ejemplar, un escarmiento para todos. Me fusilan y estalla la euforia. Pero al
cabo de los días vamos sabiendo que nada cambió.
“El
problema del narco envuelve a millones. ¿Cómo dominarlos? En cuanto a los
capos, encerrados, muertos o extraditados, sus reemplazos ya andan por ahí.”
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