Europa,
unida contra el desafío terrorista
El
brutal atentado yihadista de Bruselas exige una respuesta común de la UE
El País, 22
MAR 2016 -
El
autodenominado Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés) volvió ayer a
asestar un durísimo golpe en el mismo corazón de Europa. El doble atentado
yihadista perpetrado en Bruselas, que ha causado al menos 30 muertos y decenas
de heridos, no supone un atentado más en una de las capitales europeas (como
los de París, Londres o Madrid), sino un auténtico desafío a las instituciones
de la Unión Europea y, por lo tanto, a todos sus ciudadanos que pueden ser
víctimas de la violencia en cualquier momento.
Este
reto exige una respuesta común de todos los Estados miembros que incluya
medidas de carácter político, militar, policial y de inteligencia. Si el viejo
continente quiere ganar la guerra al terrorismo yihadista debe superar las
actuaciones nacionales y poner en marcha un auténtico plan europeo que haga
frente al mayor desafío —junto al de la inmigración— que tiene por delante. No
hay que olvidar, además, que los refugiados que llegan a Europa huyen de los
mismos terroristas que atacan nuestras ciudades.
En
noviembre pasado, tras la matanza de París, el Gobierno francés renunció a
solicitar la activación de la cláusula de solidaridad prevista en el artículo
222 del Tratado de la UE, que hubiera implicado una respuesta colectiva y
coordinada por parte de la Unión. Por el contrario, prefirió actuar en
solitario, amparándose en el artículo 42, que situaba la respuesta en el plano
intergubernamental y fuera de las instituciones europeas.
La
inseguridad, la crisis de asilo y refugio y el auge populista pueden destruir
el espíritu europeo
Europa
se enfrenta a un desafío enorme y muy delicado, al que los Estados miembros no
se pueden enfrentar de forma individual. Es necesario abordarlo en común para
evitar que los errores claros en la inteligencia de determinados países
permitan nuevos atentados de este tipo.
La
respuesta exige, en primer lugar, un gran acuerdo político de las instituciones
y de todos los países para actuar de forma coordinada. Hace tiempo que la UE no
tiene fronteras internas (aunque en los últimos meses se hayan cerrado por la
crisis de los refugiados) y es imprescindible buscar respuestas europeas,
porque la inseguridad terrorista, combinada con la crisis de asilo y refugio —y
el auge de los populismos—, puede llevarse por delante el espíritu que hizo
grande a Europa.
El
desafío requiere también medidas comunes en el terreno militar, policial y de
inteligencia. Hay que actuar militarmente contra el ISIS, cuando y como se
pueda (y con el apoyo de las otras potencias mundiales y de los países árabes
afectados), y policialmente contra los comandos que esperan su momento para
matar. Pero, sobre todo, hay que perfeccionar los sistemas de inteligencia y
definir las reglas del juego en la UE para investigar a los miles de ciudadanos
potencialmente peligrosos: sin violar el principio de presunción de inocencia,
pero sin pecar de inocentes y atarnos las manos a la espalda cuando toda Europa
se enfrenta a una amenaza clara y rotunda.
Gracias
al proyecto europeo de integración, varias generaciones de ciudadanos no han
conocido la guerra. Pero sí han conocido y sufrido el terrorismo, y van a tener
que vivir bajo su terrible amenaza durante mucho tiempo. Es el signo de nuestra
era. No se trata de abrir un debate nominalista sobre si estamos en guerra o
no: lo importante es tener claro que ante un nuevo modelo de terrorismo,
salvaje y e indiscriminado, no son suficientes las viejas respuestas militares
ni policiales.
En
España, la práctica totalidad de los partidos ha sabido responder con unidad,
dejando a un lado las luchas ideológicas o preelectorales, en línea con los
acuerdos contra el terrorismo yihadista firmados en los últimos meses. Podemos
está al margen de ese gran pacto y debería darse cuenta de que de nada sirven
los mensajes de solidaridad cuando se mantiene como mero observador en una
lucha en la que hay que comprometerse.
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