Mensaje
del Secretario de Gobernación, durante la entrada en Vigor del Nuevo Sistema de
Justicia Penal para Delitos del Orden Federal
Ciudad de México, a 14 de junio de 2016
La
justicia es el fundamento más importante que una sociedad tiene para velar por
el bienestar de sus habitantes y por el desarrollo pleno de sus comunidades.
Muy
buenos días a todas, a todos.
Luis
María Aguilar, ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación.
Roberto
Gil, presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República.
Jesús
Zambrano, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados.
Arely
Gómez, Procuradora General de la República.
Saludo
a las y los ministros de esta Corte; a legisladores; consejeros de la
Judicatura, jueces, magistrados y procuradores.
Saludo
también a funcionarios federales, así como a representantes de la sociedad
civil, de organismos internacionales y de la academia.
Es
un gusto estar, en representación del
Presidente Enrique Peña Nieto, en la Suprema Corte de Justicia de la
Nación.
Señoras
y señores.
La
justicia es el fundamento más importante que una sociedad tiene para velar por
el bienestar de sus habitantes y por el desarrollo pleno de sus comunidades.
Porque
una justicia transparente, afianza la credibilidad en las instituciones.
Una
justicia efectiva, genera la certeza que permite inversión y crecimiento
económico.
Y
una justicia accesible fortalece el tejido social para que este perdure en el
tiempo.
En
suma, es en la justicia donde se finca el Estado de Derecho que ofrece tranquilidad
a las personas y a sus familias.
Por
eso, para el Presidente Enrique Peña Nieto, concretar una profunda
transformación a la justicia en México, ha sido más que una obligación, un
compromiso y un imperativo irrenunciable.
Porque
se trata de una de las demandas ciudadanas más claras y reiteradas, por
décadas.
Y
porque el costo social de la inacción, había sido ya muy alto para millones de
personas.
La
forma de administrar, procurar e impartir justicia, debía cambiar. Nuestro
actual sistema estaba agotado.
El
Estado tenía que actuar, tenía que hacerlo de manera conjunta, y hacerlo ya.
Debíamos
pasar, de haber aprobado una reforma constitucional, a integrar en los hechos,
un nuevo Sistema Penal.
Un
sistema con el marco jurídico necesario; la infraestructura adecuada y el
personal preparado para operarlo.
Pero
sobre todo, un sistema que tradujera la voluntad del Constituyente Permanente
en una nueva realidad para la ciudadanía.
Que
pusiera fin a los vicios, desde el menor, como puede ser el papeleo excesivo;
hasta el mayor, que es la impunidad.
Ese
ha sido el objetivo que hemos perseguido estos tres años: transformar la
justicia.
No
sólo de forma sino de fondo; no sólo en el papel, sino en la práctica.
Y
lo hemos hecho en dos niveles.
Por
una parte, en la que impacta de manera más directa a las y los mexicanos, que
es la justicia penal en delitos del fuero local.
Para
ello, hemos apoyado a cada una de las 32 entidades; trabajando coordinadamente
con los gobiernos locales, los congresos estatales, la academia y la sociedad
civil organizada.
Atendiendo
las necesidades de cada estado.
En
unos, por ejemplo, era necesario fortalecer la presencia de defensores y
traductores de lenguas indígenas.
En
otros, había que acelerar el ritmo para que tuvieran salas de juicio
suficientes, con tecnología y personal adecuado.
Y
en unos más, teníamos que impulsar las comisiones locales de atención a
víctimas; o los planes de estudios de las universidades.
Es
decir, el reto exigía ver el panorama completo sin perder de vista cada caso y
contexto específico.
Sólo
así, podíamos afianzar una misma justicia en cada rincón del país y para todas
las personas.
A
la par de todo lo anterior y a nivel federal, hemos venido acompañando la
transformación que la Suprema Corte de Justicia ha encabezado.
Porque
es cierto que la gran mayoría de los delitos son locales y sólo el seis por
ciento son federales.
Pero
dar buen trámite a ese seis por ciento puede impactar de forma muy importante,
directa o indirectamente, a una gran parte de la población.
Una
justicia eficaz, en ese seis por ciento, por ejemplo, puede devolver la
tranquilidad a una comunidad, donde ya no opera un grupo de la delincuencia
organizada.
O
puede significar impuestos que en lugar de ser evadidos, se recauden y se
traduzcan en más escuelas, hospitales o carreteras.
Por
eso es tan importante el paso que hoy damos.
Uno
que refleja el compromiso de la Suprema Corte y del Poder Judicial de la
Federación en su conjunto.
Así
lo muestra el ambicioso programa de infraestructura que se ha desplegado en
estos tres años y medio.
Así
lo muestra también la capacitación especializada de su personal.
De
cada juzgador, que después de ejercer por años su profesión conforme al sistema
inquisitivo, hoy cuenta con las herramientas para cumplir su deber en el modelo
adversarial y marcar la diferencia.
Por
todo ello, y a nombre del Presidente de la República, extiendo el mayor
reconocimiento, tanto a las y los Ministros como al Consejo de la Judicatura
Federal.
Con
la entrada en vigor en estas nueve entidades, podemos decir que en lo federal,
el nuevo Sistema de Justicia ya opera en todo el país.
Hemos
llegado al cien por ciento; las y los mexicanos hemos dado el primer paso,
hacia una nueva forma de procurar y administrar la justicia.
A
lo alcanzado hoy, se sumará este sábado un paso más, cuando también en las 32
entidades del país, concluya la implementación.
Con
ello, la entrada en vigor del nuevo Sistema de Justicia Penal será ya una
realidad. Pero la tarea no es sólo formal, sino operativa.
Es
momento de la consolidación.
Es
tiempo de medir para mejorar y mejorar para fortalecer el Estado de Derecho.
Se
trata de que cada quién, en el ámbito de su responsabilidad y competencia, siga
evaluando, perfeccionando y capacitando en forma permanente.
Pero
es fundamental que lo hagamos, como hasta ahora, de manera coordinada.
Y
a la par, que continuemos trabajando con la sociedad civil, para que no quede
una sola persona en México sin saber lo que este nuevo sistema puede significar
para ella y para su familia.
En
suma, todos los actores involucrados, debemos refrendar el compromiso de Estado
que ha caracterizado la etapa de implementación.
Pues
hacer válida la Reforma Constitucional, no sólo es modificar leyes e
instituciones, sino hacer realidad cada uno de sus principios: equidad,
certeza, eficacia y transparencia.
Nuestro
país exige que las instituciones del Estado respondan con sensibilidad y con
hechos a las demandas ciudadanas.
Que
no sólo sepamos escuchar a la sociedad, sino también y sobre todo, construir
junto con ella, respuestas eficaces a los problemas.
Que
apostemos por la unidad y avancemos en la misma ruta.
Ello,
no sólo es posible sino indispensable para concretar cambios de fondo y de
carácter nacional.
Porque
cuando construimos juntos, son mejores los resultados y mayores los beneficios.
Esa
es la vía para avanzar hacia una sociedad plena de derechos y libertades, tal como
lo ha comprometido el Presidente de la República.
Les
invito a que esta meta cumplida, nos impulse a todas y a todos a perseverar en
el objetivo mayor: que la ley sirva y proteja a todas y a todos, sin distinción
alguna.
Sigamos
construyendo como le conviene a México, en unidad, pues la tarea continúa, y
continúa por el bien de las y los mexicanos.
Muchas
gracias por su atención
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