¿No tienes iPad? Si se lo dejas para que juegue no habrá niña y podrás dedicarte a tus cosas”
La tecnoniñera/Ana M. Gómez Pérez es médico, especialista en Endocrinología y Nutrición.
El Español, 8 de agosto de 2016..
Hay una imagen que se
repite últimamente con demasiada frecuencia, en especial durante las vacaciones
de verano: la familia sentada a la mesa en un restaurante y entre ellos, pero
muy lejos de allí, un niño pequeño con la mirada perdida en un móvil o tableta
que reproduce sin parar unos dibujos animados.
Ante todo he de confesar
que me encanta la tecnología y me resulta fácil pasar el tiempo pegada a un
móvil, a un iPad o a un ordenador. Por eso, cuando supe que iba a ser madre me
prometí esforzarme en mantener a mi hija convenientemente alejada de una
tecnología que no fuera adecuada a su edad.
De mi infancia guardo
estupendos recuerdos de comidas familiares con largas sobremesas, en las que
mis hermanas y yo participábamos de las conversaciones de nuestros padres y
aprovechábamos para ponernos al día, discutir los asuntos familiares o
solucionar problemas o conflictos propios de la edad. Quizá en un exceso de
celo hacia ese tipo de ocio, nuestros padres nunca nos compraron una consola o
un videojuego, por lo que pasábamos las horas inventando juegos, paseando en
bicicleta o corriendo de un lado a otro.
Es obvio
que los tiempos avanzan y los niños también. No pueden seguir jugando como lo
hacían los niños de hace 200 años, igual que esos niños jugaban de forma
distinta a cómo lo hacían los niños medievales. Es más, estoy convencida de que
la tecnología tiene un papel muy beneficioso en el aprendizaje siempre que se
use de forma juiciosa y adecuada a la edad. De hecho, en los últimos años hemos
leído noticias sobre los beneficios del aprendizaje de lenguajes de
programación a edades tempranas en el desarrollo del pensamiento lógico y
matemático. Eso es una cosa, y otra bien distinta es utilizar el móvil como
niñera.
Hace unos días, mi hija
de 17 meses tenía una de esas tardes en las que no quería jugar con nada y se
cansaba en unos minutos de cada juego que intentaba. Sólo le valía estar
conmigo. Alguien me dijo al ver la escena: “¿No tienes iPad? Si se lo dejas
para que juegue no habrá niña y podrás dedicarte a tus cosas”. Amablemente le
dije que no pasaba nada, que prefería pasar el tiempo con ella. Pero la
realidad de sus palabras me hizo pensar de nuevo en el tema y buscar algo de
información.
Existen bastantes
recursos en la red sobre la influencia de la tecnología en el desarrollo
neurocognitivo. Resumiendo un poco, sabemos que existen algunos factores
imprescindibles en el desarrollo como son el movimiento, el tacto, el contacto
con otras personas y con la naturaleza. Como refleja Cris A Rowan, especialista
en terapia ocupacional pediátrica, en su libro Virtual Child: The terrifying
truth about what tecnology is doing to children, estas experiencias sensoriales
favorecen el desarrollo de la postura, la coordinación o la autorregulación de
los estados de excitación y relajación.
El contacto humano y con
la naturaleza parece activar al sistema parasimpático disminuyendo el cortisol,
la adrenalina y la ansiedad. Todo ello favorece la atención y el aprendizaje.
Por otra parte, no debemos olvidar la recomendación de los pediatras de separar
la televisión u otras distracciones de este tipo de la hora de las comidas,
como medida para que el niño adquiera una relación adecuada con el momento de
la comida.
Por tanto ¿tecnología sí
o no? Mi respuesta es que sí, pero a las edades adecuadas y con los contenidos
oportunos, siempre acompañados y supervisados, y nunca para silenciar o anular
al niño y tener un rato de tranquilidad. Como madre sé lo difícil que puede
llegar a ser conseguir que un bebé se coma la fruta o que esté tranquilo cuando
estás en un restaurante. Sin embargo, estoy convencida de que con paciencia y
cariño se puede ir consiguiendo.
Quizá no tenga nada que
ver, pero lo cierto es que mi hija es una niña muy sociable que a veces se
porta muy bien y otras no tan bien, que se acerca a todos los niños, repite
todo lo que escucha, le dice hola a los vecinos y viene con nosotros a todas
partes. Hace poco se acercó a otra niña en la piscina, que estaba tumbada
viendo dibujitos en el móvil de su padre mientras éste se bañaba con su otro
hijo, y cuando intentó saludarla esa niña le dio un manotazo. Puede que me
equivoque, pero seguiré evitando recurrir a la tecnoniñera.
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