Discurso de Francisco al Comité de coordinación del Celam
Palabras de Francisco en el encuentro con el Comité de Coordinación del Celam en el Centro
de Estudios de Sumaré, Río de Janeiro, Brasil, en el último día de la Jornada
Mundial de la Juventud (JMJ) Río 2013.
1.
Introducción
Agradezco
al Señor esta oportunidad de poder hablar con ustedes, hermanos Obispos,
responsables del CELAM en el cuatrienio 2011-2015. Hace 57 años que el CELAM
sirve a las 22 Conferencias Episcopales de América Latina y El Caribe,
colaborando solidaria y subsidiariamente para promover, impulsar y dinamizar la
colegialidad episcopal y la comunión entre las Iglesias de esta Región y sus
Pastores.
Como
Ustedes, también yo soy testigo del fuerte impulso del Espíritu en la Quinta
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y El Caribe en Aparecida, en
mayo de 2007, que sigue animando los trabajos del CELAM para la anhelada
renovación de las iglesias particulares. Esta renovación, en buena parte de
ellas, se encuentra ya en marcha. Quisiera centrar esta conversación en el
patrimonio heredado de aquel encuentro fraterno y que todos hemos bautizado
como Misión Continental.
2.
Características peculiares de Aparecida
Existen
cuatro características que son propias de la V Conferencia. Son como cuatro
columnas del desarrollo de Aparecida y que le dan su originalidad.
1)
Inicio sin documento
Medellín,
Puebla y Santo Domingo comenzaron sus trabajos con un camino recorrido de
preparación que culminó en una especie de Instrumentum laboris, con el cual se
desarrolló la discusión, reflexión y aprobación del documento final. En cambio,
Aparecida promovió la participación de las Iglesias particulares como camino de
preparación que culminó en un documento de síntesis. Este documento, si bien
fue referencia durante la Quinta Conferencia General, no se asumió como
documento de partida. El trabajo inicial consistió en poner en común las
preocupaciones de los Pastores ante el cambio de época y la necesidad de
recuperar la vida discipular y misionera con la que Cristo fundó la Iglesia.
2)
Ambiente de oración con el Pueblo de Dios
Es
importante recordar el ambiente de oración generado por el diario compartir la
Eucaristía y otros momentos litúrgicos, donde siempre fuimos acompañados por el
Pueblo de Dios. Por otro lado, puesto que los trabajos tenían lugar en el
subsuelo del Santuario, la "música funcional" que los acompañaba
fueron los cánticos y oraciones de los fieles.
3)
Documento que se prolonga en compromiso, con la Misión Continental
En
este contexto de oración y vivencia de fe surgió el deseo de un nuevo
Pentecostés para la Iglesia y el compromiso de la Misión Continental. Aparecida
no termina con un Documento sino que se prolonga en la Misión Continental.
4) La
presencia de Nuestra Señora, Madre de América
Es la
primera Conferencia del Episcopado Latinoamericano y El Caribe que se realiza
en un Santuario mariano.
3.
Dimensiones de la Misión Continental
La
Misión Continental se proyecta en dos dimensiones: programática y
paradigmática. La misión programática, como su nombre lo indica, consiste en la
realización de actos de índole misionera. La misión paradigmática, en cambio,
implica poner en clave misionera la actividad habitual de las Iglesias
particulares. Evidentemente aquí se da, como consecuencia, toda una dinámica de
reforma de las estructuras eclesiales. El "cambio de estructuras" (de
caducas a nuevas) no es fruto de un estudio de organización de la planta
funcional eclesiástica, de lo cual resultaría una reorganización estática, sino
que es consecuencia de la dinámica de la misión. Lo que hace caer las
estructuras caducas, lo que lleva a cambiar los corazones de los cristianos, es
precisamente la misionariedad. De aquí la importancia de la misión
paradigmática.
La
Misión Continental, sea programática, sea paradigmática, exige generar la
conciencia de una Iglesia que se organiza para servir a todos los bautizados y
hombres de buena voluntad. El discípulo de Cristo no es una persona aislada en
una espiritualidad intimista, sino una persona en comunidad, para darse a los
demás. Misión Continental, por tanto, implica pertenencia eclesial.
Un
planteo como éste, que comienza por el discipulado misionero e implica
comprender la identidad del cristiano como pertenencia eclesial, pide que nos
explicitemos cuáles son los desafíos vigentes de la misionariedad discipular.
Señalaré solamente dos: la renovación interna de la Iglesia y el diálogo con el
mundo actual.
Renovación
interna de la Iglesia
Aparecida
ha propuesto como necesaria la Conversión Pastoral. Esta conversión implica
creer en la Buena Nueva, creer en Jesucristo portador del Reino de Dios, en su
irrupción en el mundo, en su presencia victoriosa sobre el mal; creer en la
asistencia y conducción del Espíritu Santo; creer en la Iglesia, Cuerpo de
Cristo y prolongadora del dinamismo de la Encarnación.
En
este sentido, es necesario que, como Pastores, nos planteemos interrogantes que
hacen a la marcha de las Iglesias que presidimos. Estas preguntas sirven de
guía para examinar el estado de las diócesis en la asunción del espíritu de
Aparecida y son preguntas que conviene nos hagamos frecuentemente como examen
de conciencia.
1.
¿Procuramos que nuestro trabajo y el de nuestros Presbíteros sea más pastoral
que administrativo? ¿Quién es el principal beneficiario de la labor eclesial,
la Iglesia como organización o el Pueblo de Dios en su totalidad?
2.
¿Superamos la tentación de atender de manera reactiva los complejos problemas
que surgen? ¿Creamos un hábito pro-activo? ¿Promovemos espacios y ocasiones
para manifestar la misericordia de Dios? ¿Somos conscientes de la
responsabilidad de replantear las actitudes pastorales y el funcionamiento de
las estructuras eclesiales, buscando el bien de los fieles y de la sociedad?
3. En
la práctica, ¿hacemos partícipes de la Misión a los fieles laicos? ¿Ofrecemos
la Palabra de Dios y los Sacramentos con la clara conciencia y convicción de
que el Espíritu se manifiesta en ellos?
4. ¿Es
un criterio habitual el discernimiento pastoral, sirviéndonos de los Consejos
Diocesanos? Estos Consejos y los Parroquiales de Pastoral y de Asuntos
Económicos ¿son espacios reales para la participación laical en la consulta,
organización y planificación pastoral? El buen funcionamiento de los Consejos
es determinante. Creo que estamos muy atrasados en esto.
5. Los
Pastores, Obispos y Presbíteros, ¿tenemos conciencia y convicción de la misión
de los fieles y les damos la libertad para que vayan discerniendo, conforme a
su proceso de discípulos, la misión que el Señor les confía? ¿Los apoyamos y
acompañamos, superando cualquier tentación de manipulación o sometimiento
indebido? ¿Estamos siempre abiertos para dejarnos interpelar en la búsqueda del
bien de la Iglesia y su Misión en el mundo?
6. Los
agentes de pastoral y los fieles en general ¿se sienten parte de la Iglesia, se
identifican con ella y la acercan a los bautizados distantes y alejados?
Como
se puede apreciar aquí están en juego actitudes. La Conversión Pastoral atañe
principalmente a las actitudes y a una reforma de vida. Un cambio de actitudes
necesariamente es dinámico: "entra en proceso" y sólo se lo puede
contener acompañándolo y discerniendo. Es importante tener siempre presente que
la brújula, para no perderse en este camino, es la de la identidad católica
concebida como pertenencia eclesial.
Diálogo
con el mundo actual
Hace
bien recordar las palabras del Concilio Vaticano II: Los gozos y las
esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo,
sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas,
tristezas y angustias de los discípulos de Cristo (cf. GS, 1). Aquí reside el
fundamento del diálogo con el mundo actual.
La
respuesta a las preguntas existenciales del hombre de hoy, especialmente de las
nuevas generaciones, atendiendo a su lenguaje, entraña un cambio fecundo que
hay que recorrer con la ayuda del Evangelio, del Magisterio, y de la Doctrina
Social de la Iglesia. Los escenarios y areópagos son de lo más variado. Por
ejemplo, en una misma ciudad, existen varios imaginarios colectivos que
conforman "diversas ciudades". Si nos mantenemos solamente en los
parámetros de "la cultura de siempre", en el fondo una cultura de
base rural, el resultado terminará anulando la fuerza del Espíritu Santo. Dios
está en todas partes: hay que saber descubrirlo para poder anunciarlo en el
idioma de esa cultura; y cada realidad, cada idioma, tiene un ritmo diverso.
4.
Algunas tentaciones contra el discipulado misionero
La
opción por la misionariedad del discípulo será tentada. Es importante saber por
dónde va el mal espíritu para ayudarnos en el discernimiento. No se trata de
salir a cazar demonios, sino simplemente de lucidez y astucia evangélica.
Menciono sólo algunas actitudes que configuran una Iglesia "tentada".
Se trata de conocer ciertas propuestas actuales que pueden mimetizarse en la
dinámica del discipulado misionero y detener, hasta hacer fracasar, el proceso
de Conversión Pastoral.
1. La
ideologización del mensaje evangélico. Es una tentación que se dio en la
Iglesia desde el principio: buscar una hermenéutica de interpretación
evangélica fuera del mismo mensaje del Evangelio y fuera de la Iglesia. Un
ejemplo: Aparecida, en un momento, sufrió esta tentación bajo la forma de
asepsia. Se utilizó, y está bien, el método de "ver, juzgar, actuar"
(cf. n. 19). La tentación estaría en optar por un "ver" totalmente
aséptico, un "ver" neutro, lo cual es inviable. Siempre el ver está
afectado por la mirada. No existe una hermenéutica aséptica. La pregunta era,
entonces: ¿con qué mirada vamos a ver la realidad? Aparecida respondió: Con
mirada de discípulo. Así se entienden los números 20 al 32. Hay otras maneras
de ideologización del mensaje y, actualmente, aparecen en Latinoamérica y El
Caribe propuestas de esta índole. Menciono sólo algunas:
a) El
reduccionismo socializante. Es la ideologización más fácil de descubrir. En
algunos momentos fue muy fuerte. Se trata de una pretensión interpretativa en
base a una hermenéutica según las ciencias sociales. Abarca los campos más
variados, desde el liberalismo de mercado hasta la categorización marxista.
b) La
ideologización psicológica. Se trata de una hermenéutica elitista que, en
definitiva, reduce el "encuentro con Jesucristo" y su ulterior
desarrollo a una dinámica de autoconocimiento. Suele darse principalmente en
cursos de espiritualidad, retiros espirituales, etc. Termina por resultar una
postura inmanente autorreferencial. No sabe de trascendencia y, por tanto, de
misionariedad.
c) La
propuesta gnóstica. Bastante ligada a la tentación anterior. Suele darse en
grupos de élites con una propuesta de espiritualidad superior, bastante
desencarnada, que termina por desembarcar en posturas pastorales de
"quaestiones disputatae". Fue la primera desviación de la comunidad
primitiva y reaparece, a lo largo de la historia de la Iglesia, en ediciones
corregidas y renovadas. Vulgarmente se los denomina "católicos
ilustrados" (por ser actualmente herederos de la Ilustración).
d) La
propuesta pelagiana. Aparece fundamentalmente bajo la forma de restauracionismo.
Ante los males de la Iglesia se busca una solución sólo en la disciplina, en la
restauración de conductas y formas superadas que, incluso culturalmente, no
tienen capacidad significativa. En América Latina suele darse en pequeños
grupos, en algunas nuevas Congregaciones Religiosas, en tendencias a la
"seguridad" doctrinal o disciplinaria. Fundamentalmente es estática,
si bien puede prometerse una dinámica hacia adentro: involuciona. Busca
"recuperar" el pasado perdido.
2. El
funcionalismo. Su acción en la Iglesia es paralizante. Más que con la ruta se
entusiasma con la "hoja de ruta". La concepción funcionalista no
tolera el misterio, va a la eficacia. Reduce la realidad de la Iglesia a la
estructura de una ONG. Lo que vale es el resultado constatable y las
estadísticas. De aquí se va a todas las modalidades empresariales de Iglesia.
Constituye una suerte de "teología de la prosperidad" en lo
organizativo de la pastoral.
3. El
clericalismo es también una tentación muy actual en Latinoamérica. Curiosamente,
en la mayoría de los casos, se trata de una complicidad pecadora: el cura
clericaliza y el laico le pide por favor que lo clericalice, porque en el fondo
le resulta más cómodo. El fenómeno del clericalismo explica, en gran parte, la
falta de adultez y de cristiana libertad en buena parte del laicado
latinoamericano. O no crece (la mayoría), o se acurruca en cobertizos de
ideologizaciones como las ya vistas, o en pertenencias parciales y limitadas.
Existe en nuestras tierras una forma de libertad laical a través de
experiencias de pueblo: el católico como pueblo. Aquí se ve una mayor
autonomía, sana en general, y que se expresa fundamentalmente en la piedad
popular. El capítulo de Aparecida sobre piedad popular describe con profundidad
esta dimensión. La propuesta de los grupos bíblicos, de las comunidades
eclesiales de base y de los Consejos pastorales va en la línea de superación
del clericalismo y de un crecimiento de la responsabilidad laical.
Podríamos
seguir describiendo algunas otras tentaciones contra el discipulado misionero,
pero creo que éstas son las más importantes y de más fuerza en este momento de
América Latina y El Caribe.
5.
Algunas pautas eclesiológicas
1. El
discipulado-misionero que Aparecida propuso a las Iglesias de América Latina y
El Caribe es el camino que Dios quiere para este "hoy". Toda
proyección utópica (hacia el futuro) o restauracionista (hacia el pasado) no es
del buen espíritu. Dios es real y se manifiesta en el "hoy". Hacia el
pasado su presencia se nos da como "memoria" de la gesta de salvación
sea en su pueblo sea en cada uno de nosotros; hacia el futuro se nos da como
"promesa" y esperanza. En el pasado Dios estuvo y dejó su huella: la
memoria nos ayuda a encontrarlo; en el futuro sólo es promesa… y no está en los
mil y un "futuribles". El "hoy" es lo más parecido a la
eternidad; más aún: el "hoy" es chispa de eternidad. En el
"hoy" se juega la vida eterna.
El
discipulado misionero es vocación: llamado e invitación. Se da en un
"hoy" pero "en tensión". No existe el discipulado misionero
estático. El discípulo misionero no puede poseerse a sí mismo, su inmanencia
está en tensión hacia la trascendencia del discipulado y hacia la trascendencia
de la misión. No admite la autorreferencialidad: o se refiere a Jesucristo o se
refiere al pueblo a quien se debe anunciar. Sujeto que se trasciende. Sujeto
proyectado hacia el encuentro: el encuentro con el Maestro (que nos unge
discípulos) y el encuentro con los hombres que esperan el anuncio.
Por
eso, me gusta decir que la posición del discípulo misionero no es una posición
de centro sino de periferias: vive tensionado hacia las periferias… incluso las
de la eternidad en el encuentro con Jesucristo. En el anuncio evangélico,
hablar de "periferias existenciales" des-centra, y habitualmente
tenemos miedo a salir del centro. El discípulo-misionero es un des-centrado: el
centro es Jesucristo, que convoca y envía. El discípulo es enviado a las
periferias existenciales.
2. La
Iglesia es institución pero cuando se erige en "centro" se funcionaliza
y poco a poco se transforma en una ONG. Entonces, la Iglesia pretende tener luz
propia y deja de ser ese "misterium lunae" del que nos hablaban los
Santos Padres. Se vuelve cada vez más autorreferencial y se debilita su
necesidad de ser misionera. De "Institución" se transforma en
"Obra". Deja de ser Esposa para terminar siendo Administradora; de
Servidora se transforma en "Controladora". Aparecida quiere una
Iglesia Esposa, Madre, Servidora, facilitadora de la fe y no controladora de la
fe.
3. En
Aparecida se dan de manera relevante dos categorías pastorales que surgen de la
misma originalidad del Evangelio y también pueden servirnos de pauta para
evaluar el modo como vivimos eclesialmente el discipulado misionero: la
cercanía y el encuentro. Ninguna de las dos es nueva, sino que conforman la
manera cómo se reveló Dios en la historia. Es el "Dios cercano" a su
pueblo, cercanía que llega al máximo al encarnarse. Es el Dios que sale al
encuentro de su pueblo. Existen en América Latina y El Caribe pastorales
"lejanas", pastorales disciplinarias que privilegian los principios,
las conductas, los procedimientos organizativos… por supuesto sin cercanía, sin
ternura, sin caricia. Se ignora la "revolución de la ternura" que
provocó la encarnación del Verbo. Hay pastorales planteadas con tal dosis de
distancia que son incapaces de lograr el encuentro: encuentro con Jesucristo,
encuentro con los hermanos. Este tipo de pastorales a lo más pueden prometer
una dimensión de proselitismo pero nunca llegan a lograr ni inserción eclesial
ni pertenencia eclesial. La cercanía crea comunión y pertenencia, da lugar al
encuentro. La cercanía toma forma de diálogo y crea una cultura del encuentro.
Una piedra de toque para calibrar la cercanía y la capacidad de encuentro de
una pastoral es la homilía. ¿Qué tal son nuestras homilías? ¿Nos acercan al
ejemplo de nuestro Señor, que "hablaba como quien tiene autoridad" o
son meramente preceptivas, lejanas, abstractas?
4.
Quien conduce la pastoral, la Misión Continental (sea programática como
paradigmática), es el Obispo. El Obispo debe conducir, que no es lo mismo que
mandonear. Además de señalar las grandes figuras del episcopado latinoamericano
que todos conocemos quisiera añadir aquí algunas líneas sobre el perfil del
Obispo que ya dije a los Nuncios en la reunión que tuvimos en Roma. Los Obispos
han de ser Pastores, cercanos a la gente, padres y hermanos, con mucha
mansedumbre; pacientes y misericordiosos. Hombres que amen la pobreza, sea la
pobreza interior como libertad ante el Señor, sea la pobreza exterior como
simplicidad y austeridad de vida. Hombres que no tengan "psicología de
príncipes". Hombres que no sean ambiciosos y que sean esposos de una
Iglesia sin estar a la expectativa de otra. Hombres capaces de estar velando
sobre el rebaño que les ha sido confiado y cuidando todo aquello que lo
mantiene unido: vigilar sobre su pueblo con atención sobre los eventuales
peligros que lo amenacen, pero sobre todo para cuidar la esperanza: que haya
sol y luz en los corazones. Hombres capaces de sostener con amor y paciencia
los pasos de Dios en su pueblo. Y el sitio del Obispo para estar con su pueblo
es triple: o delante para indicar el camino, o en medio para mantenerlo unido y
neutralizar los desbandes, o detrás para evitar que alguno se quede rezagado,
pero también, y fundamentalmente, porque el rebaño mismo también tiene su
olfato para encontrar nuevos caminos.
No
quisiera abundar en más detalles sobre la persona del Obispo, sino simplemente
añadir, incluyéndome en esta afirmación, que estamos un poquito retrasados en
lo que a Conversión Pastoral se refiere. Conviene que nos ayudemos un poco más
a dar los pasos que el Señor quiere para nosotros en este "hoy" de
América Latina y El Caribe. Y sería bueno comenzar por aquí.
Les
agradezco la paciencia de escucharme. Perdonen el desorden de la charla y, por
favor, les pido que tomemos en serio nuestra vocación de servidores del santo
pueblo fiel de Dios, porque en esto se ejercita y se muestra la autoridad: en
la capacidad de servicio.
Muchas gracias.
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