Mujeres
protagonistas/Maria-Àngels Roque, antropóloga, IEMed
Publicado en La
Vanguardia | 12 de noviembre de 2013
Este
año el protagonismo de las mujeres ha sido dramático en los medios de
comunicación porque las hemos visto agredidas en las manifestaciones, violadas
en Egipto, Libia y Siria y asesinadas en España, víctimas de la violencia
machista. Por ello, reconforta ver reconocidas y recompensadas a la joven
pakistaní Malala Yousafzai, que ha obtenido el premio Sajarov 2013 a la
libertad de expresión, y la canadiense Alice Mumro, a la que han concedido el
Nobel de Literatura, y, recientemente, la escritora mallorquina Carme Riera,
por su entrada en la Real Academia Española.
Alice
Mumro es una genial escritora de relatos cortos. La más emblemática de las
cuentistas orientales ha sido Sherezade. Sus relatos servían para que el sultán
olvidara sus penas de amor, pero también para olvidar ella misma la muerte que
le esperaba al finalizar cada velada. La figura de esta narradora que mediante
la palabra busca el consuelo para sí misma y para su restringido auditorio
permanece en el imaginario de cultura árabe como un ideal de mujer inteligente
y cultivada. La escritora Fatima Mernissi reconocía durante las primaveras
árabes la importancia de que las mujeres y los jóvenes perdieran el miedo para
salir a la calle y cuestionar aspectos sociales y políticos. Y añadía: eso es
nuevo porque para analizar lo que ha pasado es necesario recordar que todos los
cuentos de las Mil y una noche terminan con esta frase: “El alba atrapó a
Sherezade y ella se calló, porque era el fin de la palabra permitida”.
Sherezade, igual que la mayoría de mujeres, no hablaba durante el día, porque
es el hombre quien lo hace durante la jornada, concluía la socióloga marroquí.
Malala
tiene 16 años y desde los 11 lucha para que las niñas, las mujeres puedan
acceder a la educación. Utilizaba su blog con un seudónimo y arriesgaba su vida
para llamar la atención sobre ese derecho fundamental que en el Valle de Swat,
donde ella vivía, está prohibido. En el 2012 fue tiroteada a muerte por los
talibanes, que le dispararon a la cabeza y al cuello. Pero Malala no podía
callar y, recuperada en Europa, clama alto y fuerte para dar voz a las mujeres,
no sólo de Pakistán o Afganistán, también de otros países que, quizás de forma
más solapada, no pueden acceder a esa educación necesaria para convertirse en
personas autónomas.
Hablar
de las culturas de forma determinista sin considerar a las personas es una
falacia. La diferencia de edad entre Alice Mumro y Malala es de 66 años y las
tecnologías de la comunicación, desde su remoto valle, han servido para dar a
conocer su valor. En 1966 a Mumro, tras publicar algunos de sus cuentos en revistas,
le dedicaron un reportaje con el título: Ama de casa encuentra tiempo para
escribir relatos. La escritora explicaba que abandonó sus estudios para casarse
y ser ama de casa y que aprovechaba la siesta de sus hijas de cuatro y siete
años para escribir en el cuarto de la plancha. Posiblemente muchas mujeres del
sur y este mediterráneo, a pesar de contar en sus casas con televisión e
internet, se sientan representadas por esa visión lejana de Mumro. Las mujeres
son valientes no sólo manifestándose en las plazas públicas o escribiendo
blogs, también participando en asociaciones que promueven el cambio de su
estatuto personal restringido.
El
informe realizado con motivo de la tercera Conferencia Ministerial
Euromediterránea para reforzar el papel de las mujeres en la sociedad. que tuvo
lugar el 11 y 12 de septiembre en París, reconoció “cierto progreso en las
acciones y compromisos desde la primera Conferencia Ministerial del 2006 en
Estambul hasta hoy”. “Se manifiesta que después de la segunda conferencia, la
de Marrakech en el 2009, la situación de las mujeres se ha mejorado,
particularmente en el acceso a la educación y a los servicios sanitarios, pero
que los recientes resultados políticos y económicos desde las revueltas árabes
en el Sur y la crisis económica en el Norte han tenido un impacto significativo
sobre la situación de las mujeres en la región euromediterránea. Se reconoce la
participación de las mujeres para producir el cambio, pero hasta hoy la
protección esperada por estas y sus derechos no se han materializado
completamente durante los procesos de transición”.
En
las conclusiones ministeriales de Marrakech firmaron todos los países el
acuerdo de la convención de la eliminación de todas las formas de
discriminación contra las mujeres (Cedaw), tanto los países del Norte como del
Sur. La mayoría de estos se reserva el derecho de no aplicar ciertas cláusulas,
sea porque entran en conflicto con la charia, o con los códigos civiles locales
y, tras las revueltas, la participación de las mujeres en la política no ha
mejorado.
De
la Conferencia Ministerial de París no se esperaban conclusiones sustanciales,
quizás lo más importante fue el compromiso de hacer un seguimiento, ya que es
lo que suele fallar de estas reuniones. No hay un seguimiento ni de los
acuerdos jurídicos ni tampoco de dónde van a parar los fondos destinados a
proyectos para las mujeres. También hizo énfasis en la necesidad de destinar
más recursos contra la violencia machista. Las Malala, Alice y todas aquellas
que resisten a pesar de las situaciones adversas son corredoras de fondo que
mantienen los relevos de dar voz a las mujeres en su sociedad.
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