- La doble vida
del agente doble
- Monseñor
Vallejo, el sacerdote español encarcelado por filtrar documentación secreta del
Vaticano, justifica su actitud en la aventura con una mujer
- Mons. Lucio Ángel Vallejo Balda se convirtió en amante de Francesca Immacolata Chaouqui.
PABLO ORDAZ
El País, Florencia 6 DIC 2015 -
Vallejo Balda
era aficionado a hacerse fotos, algunas tan sorprendentes como la que simula
estar encadenado en una jaula. Las imágenes, a las que ha tenido acceso EL
PAÍS, proceden de su teléfono móvil y están en poder de la gendarmería
vaticana, No consta cuándo fueron tomadas ni por quién. / EL PAÍS
El día 28 de
diciembre de 2014, en un hotel de Florencia, monseñor Ángel Lucio Vallejo Balda
perdió la virginidad.
Lo ha confesado
él mismo, ante la gendarmería del Vaticano, como quien enciende una yesca sobre
una pila de leña seca. Se trata de un intento desesperado del sacerdote español
por justificar en la pasión por una mujer su traición al papa Francisco.
Vallejo, de 54
años, y su antigua amiga íntima, la relaciones públicas italiana Francesca
Immacolata Chaouqui, de 34, están acusados por la fiscalía vaticana de sustraer
y filtrar abundante documentación secreta sobre las finanzas de la Santa Sede.
Unos documentos a los que tuvieron acceso como miembros de la COSEA, una
comisión instituida por Jorge Mario Bergoglio para supervisar las finanzas de
la Santa Sede, y que terminaron formando parte de sendos libros publicados
recientemente por los periodistas Gianluigi Nuzzi y Emiliano Fittipaldi,
también inculpados por el Vaticano en un proceso cuya vista oral se inicia
mañana lunes.
“Nada más
acostarse con Francesca Chaouqui”, asegura Antonia Zaccaria, la abogada de
confianza de monseñor Vallejo, “mi cliente se arrepintió. Decía: ‘¡Dios mío,
Dios mío!, ¿qué he hecho?’ Pero ya era tarde. Ella empezó a presionarlo
mandándole mensajes cariñosos al principio —‘¿por qué no me haces caso? Me
faltan tus besos’— y amenazantes después —‘¡eres un gusano, un fracaso como
sacerdote y como hombre!’ Desde entonces hasta su detención, el pasado 1 de
noviembre, monseñor Vallejo vivió aterrorizado. Estaba convencido de que la
mafia andaba tras sus pasos”.
La abogada
Zaccaria está sentada en su despacho de Prato, una ciudad vecina a Florencia.
Dice que hasta ahora ha guardado silencio por respeto a la instrucción del
caso. Pero que tras la decisión del Vaticano de apartarla, impedirle la
comunicación con su cliente y designar en su lugar a una abogada de oficio, ya
se siente con libertad para hablar. Antonia Zaccaria no niega la
responsabilidad de monseñor Vallejo en la filtración de documentación reservada
—entre otras cosas porque la gendarmería vaticana se incautó de dos ordenadores
y un par de teléfonos repletos de pruebas—, pero trata de demostrar que en el
ánimo del sacerdote español nunca estuvo traicionar al papa Francisco.
Una devoción
por Bergoglio que la abogada trata de explicar de una manera muy peculiar:
“Monseñor Vallejo no quería ir más allá de la cuenta con Francesca Chaouqui
porque estaba casada. De hecho, durante el interrogatorio, dijo una cosa muy
bonita: ‘Entre ella y yo se interponía la imagen del Papa cuando decía que las
mujeres casadas no se tocan’. ¿Qué hizo entonces Chaouqui? Le contó que ella
pertenecía a los servicios secretos y que su matrimonio era solo una tapadera. Incluso
le dijo que los dientes postizos que tiene en la parte superior de la boca se
los rompió en una misión secreta. Vallejo se lo terminó creyendo. Y el día 28
de diciembre, en Florencia, cometió la debilidad de acostarse con ella. A
partir de ahí, ya no tuvo escapatoria. Francesca sabía muchas cosas de
Vallejo”.
El sacerdote
Vallejo, haciendo una foto en un restaurante. / EL PAÍS
No solo
Francesca. El fuerte de monseñor Vallejo nunca fue la discreción. Desde su
llegada a Roma en septiembre de 2011 —recomendado por el cardenal Antonio Rouco
Varela a Benedicto XVI—, el sacerdote llamó la atención por su afición a las
fiestas, a la buena vida y a los mensajes de Whatsapp, un cóctel siempre
peligroso para un alto cargo del Vaticano y mucho más desde la llegada de
Francisco. “Esa actitud nos dejó perplejos”, explica un alto prelado, “porque
si algo aprendes al llegar aquí es a callar en todos los idiomas. Si hay que ir
a una recepción, se va, se saluda a quien haya que saludar y se dice adiós;
todo lo demás viene del diablo”.
Vallejo Balda
no lo entendió así, y aunque la cúpula en Roma del Opus Dei —a cuya sociedad
sacerdotal pertenece— le afeó en un par de ocasiones su actitud, siguió
entregado al lujo y las amistades peligrosas. Cuando los gendarmes del Vaticano
analizaron sus teléfonos, ya no les hizo falta investigar mucho más. No solo
estaban ahí las fotografías de sus excesos mundanos, sino la fluida relación
con un par de periodistas italianos a los que llegó a facilitar una clave para
que pudieran bucear por los archivos del Vaticano. “Es verdad”, admite la
abogada Zaccaria, “que Roma le provocó una cierta euforia, se sintió
importante, sufrió una especie de delirio de omnipotencia”.
Hay una
anécdota que lo refleja. Nada más llegar al Vaticano, monseñor Vallejo
consideró que muy pronto lo nombrarían obispo, así que no solo fue a una
conocida sastrería a comprarse los ornamentos episcopales, sino que los
presumió sin ningún pudor. Allí siguen, colgados en el armario de una casa
vacía propiedad del Vaticano a la que Lucio Vallejo ya nunca regresará.
“Hasta han
llegado a decir que soy de la mafia china”
“Hasta han
llegado a decir que pertenezco a la mafia china”. La relaciones públicas
Francesca Immacolata Chaouqui tiene asumido que a ella le ha tocado el papel de
mala en una película que tiene más de comedia que de drama. “Pero lo más
increíble de todo”, asegura, “es eso de que seduje a monseñor Vallejo. Es
verdad que estuvimos en el mismo hotel en Florencia, pero él dormía con su
madre. Es una infamia”.
Chaouqui acusa
a Vallejo de ser el autor de las filtraciones, aunque no cree que lo hiciera
para hacer daño a la Iglesia. Dice que detrás de todo, como siempre, están las
guerras de poder en el interior del Vaticano. Y advierte: “Solo ha salido el 20%
de los escándalos”.
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