La
jerarquía católica da la espalda al Papa Francisco/Rodrigo Vera
Revista Proceso # 2055, 19 de marzo de 2016..
Aliada
con el poder desde hace décadas, la cúpula eclesiástica mexicana está por
renovar su dirigencia. Pero los analistas no atisban cambio alguno, pues se
prevé la reelección de los mismos jefes del CEM, más preocupados por lograr
reformas que les permitan a los clérigos ocupar cargos de elección popular,
manejar medios de comunicación o dar educación religiosa en escuelas públicas.
A esa casta se refirió el Papa Francisco en su reciente visita a México, cuando
la tildó de estar ligada a los “carros y caballos de los faraones actuales”.
Sin embargo, el regaño de Bergoglio parece haber caído en oídos sordos, en los
de los sacerdotes que eligieron la opción preferencial por los ricos.
En
breve la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) renovará su dirigencia, en
un proceso del cual no se espera ningún cambio sustantivo en la alianza entre
la jerarquía católica y el gobierno mexicano; alianza severamente censurada por
el Papa Francisco hace casi dos meses, cuando les dijo a los obispos mexicanos
que viven como “príncipes”, ligados a los “carros y caballos de los faraones
actuales” y sumergidos en luchas internas de poder.
Tampoco
se esperan cambios en la línea conservadora de la CEM, más preocupada por temas
de moral sexual, o por conseguir prebendas y privilegios para beneficio propio,
que por ajustarse realmente a los lineamientos de apoyo a los pobres, dictados
por el pontífice jesuita.
Además,
la elección se dará en medio de una ostensible rebeldía contra el Papa
protagonizada por el cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de
México, máximo representante de la llamada “opción preferencial por los ricos”
y considerado el principal jerarca aliado a la clase político-empresarial del
país.
El
investigador Rodolfo Soriano Núñez, uno de los más acuciosos analistas del
episcopado mexicano, asegura: “No existe la mínima empatía entre la línea
pastoral del Papa Francisco y lo que están haciendo los obispos mexicanos en
sus diócesis. Y no creo que, a raíz de sus próximas elecciones, el episcopado
se ponga en sintonía con Bergoglio. No. Seguirán por caminos distintos”.
–¿A
qué atribuye esa discordancia?
–Básicamente
a que los obispos mexicanos se convirtieron en socios del Estado. Ese es su
problema principal. Están más preocupados en quedar bien con el gobierno
federal, o con los gobernadores y alcaldes de sus respectivas entidades, que en
implementar programas pastorales acordes con la línea de Bergoglio a favor de
los marginados.
“¡Claro!
hay obispos que son casos de excepción, como el de Saltillo, Raúl Vera, o como
algunos de Guerrero y Tamaulipas que están afrontando el horror de la violencia
comprometiéndose con las víctimas. Pero son muy pocos y además están marginados
por el resto del episcopado.”
Con
un doctorado en la Universidad de Fordham, de Nueva York, y autor de las
investigaciones Edad, generación y acción pública del episcopado mexicano; En
el nombre de Dios. Religión y democracia en México; Una mirada a la Iglesia en
México; y Religión y democracia en América Latina, Soriano ve muy difícil que
el Papa pueda influir en las elecciones de la CEM para intentar cambiar las
cosas.
“No
tiene margen de maniobra simplemente porque no tiene interlocutores que se
sientan identificados con su línea pastoral. Carece de apoyos internos. Quien
más representa el modelo de Bergoglio es el obispo Raúl Vera. Pero es obvio que
éste no tiene ninguna posibilidad de ser electo a un cargo directivo dentro del
episcopado por el mismo rechazo de sus compañeros obispos. Así de sencillo”,
dice.
En
su próxima asamblea plenaria –programada del 4 al 8 de abril–, los más de 100
obispos elegirán nuevo presidente, vicepresidente y secretario general de la
CEM, entre otros directivos de este máximo órgano de la Iglesia mexicana, que
se renueva cada tres años.
Y
ya que tienen derecho a la reelección, se prevé que podrán repetir trienio el
arzobispo de Guadalajara, José Francisco Robles Ortega, como presidente; el
obispo de Zamora, Javier Navarro, como vicepresidente; y el obispo auxiliar de
Puebla, Eugenio Lira Rugarcía, como secretario general.
Soriano
comenta: “Estos tres principales directivos del episcopado quizá repitan en el
cargo. Pero son demasiado grises, no han dejado ninguna huella. Por ejemplo, el
cardenal Robles llegó a la presidencia del episcopado básicamente porque fue
obispo de Toluca en tiempos del gobernador Arturo Montiel, y ahí trabó nexos
con Enrique Peña Nieto y el Grupo Atlacomulco. No le veo mayores méritos. Y no
ha hecho nada importante al frente del episcopado”.
Ninguna
empatía
–¿No
hay manera de que el episcopado mexicano decida ponerse en sintonía con el Papa
Francisco?
–En
noviembre pasado el episcopado de Estados Unidos realizó una asamblea plenaria.
Y ahí el arzobispo de Chicago, monseñor Blase Cupich, pidió a sus compañeros
obispos darle prioridad al modelo pastoral del Papa Francisco, expresado sobre
todo en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium y en su encíclica Laudato
si. La propuesta de Cupich se sometió a votación… pero perdió.
“Allá
por lo menos hubo un obispo que se atrevió a hacer tal propuesta, y también la
disposición del episcopado estadunidense de someterla a votación. Yo me
pregunto: ¿el episcopado mexicano podrá hacer algo semejante? ¿En su asamblea
de abril surgirá una propuesta similar? No lo sabemos. Pero creo que los
obispos mexicanos rechazarían tajantemente aplicar el modelo pastoral de
Francisco”.
La
mayoría de los actuales obispos mexicanos fueron nombrados durante el largo
pontificado conservador de Juan Pablo II que duró 27 años (1978-2005). Éste
tuvo como principal operador en México al nuncio apostólico Jerónimo Prigione,
quien controló el nombramiento de obispos e impulsó las alianzas políticas
entre el episcopado y el Estado mexicano.
Soriano
sostiene que la resistencia al cambio de la CEM se debe principalmente a estos
hechos.
Y
agrega: “Incluso ya hay obispos que son discípulos de los obispos promocionados
por Prigione. Son una nueva generación; la de los nietos de Prigione que
actualmente ocupan diócesis más o menos pequeñas e intentan dar el salto a
arquidiócesis importantes”.
Así
se fue conformando un episcopado aliado a los gobiernos en turno, más
preocupado por los temas de moral sexual –aborto, métodos anticonceptivos,
matrimonios homosexuales– que por los temas sociales a los que el actual
pontífice les da prioridad.
Además,
la CEM –después de haber conseguido reconocimiento jurídico para la Iglesia y
la reanudación de relaciones diplomáticas entre México y la Santa Sede durante
el sexenio de Carlos Salinas de Gortari– ahora está pidiendo cambios
constitucionales que le permitan a los clérigos acceder a cargos de elección
popular, poseer medios de comunicación, dar instrucción religiosa en las
escuelas públicas, tener un obispado castrense y apoyo financiero gubernamental
(Proceso, edición especial número 52).
Para
Soriano, estas peticiones no son más que “una búsqueda de privilegios del
episcopado mexicano para beneficio propio. Es la llamada postura
‘autorreferencial’ de la Iglesia que tanto crítica el Papa, por eso les está pidiendo
a los obispos olvidarse de sí mismos y atender a los marginados en las
periferias”.
Bergoglio
conoce muy bien todas estas características y pretensiones de la CEM puesto que
es latinoamericano. Además coordinó la redacción del documento de la reunión de
Aparecida, de 2007, que congregó a los obispos de América Latina. Y siempre ha
sido muy cercano al Consejo Episcopal Latinoamericano.
Sobre
el punto, comenta: “Durante años, Bergoglio ha tenido contacto directo con
obispos mexicanos, los conoce muy bien y sabe de qué pie cojean. Y ya como Papa
está muy al tanto de sus confrontaciones, quejas y berrinches. De ahí que,
durante su pasada visita a México, los haya regañado públicamente”.
En
efecto, durante el encuentro que sostuvo con los obispos mexicanos, el pasado
13 de febrero en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, Bergoglio
les dijo sobre sus pugnas internas: “Si tienen que pelearse, peléense; si
tienen que decir cosas, se las digan como hombres, en la cara, y como hombres
de Dios, que van a rezar y discernir juntos, y si se pasaron de la raya después
se van a pedir perdón, pero mantengan la unidad episcopal”.
También
les pidió “no perder tiempo y energías en las cosas secundarias, en las
habladurías e intrigas, en los vanos proyectos de carrera, en los vacíos planes
de hegemonía, en los infecundos clubes de intereses o de consorterías. No se
dejen arrastrar por las murmuraciones y las maledicencias”.
Los
exhortó a superar “la tentación de la distancia y del clericalismo, de la
frialdad y de la indiferencia, del comportamiento triunfal y de la
autorreferencialidad”, recordándoles que la Iglesia no necesita “príncipes”,
sino “una comunidad de testigos del Señor”.
Y
agregó: “No tengan miedo a la transparencia. La Iglesia no necesita de la
oscuridad para trabajar. Vigilen para que sus miradas no se cubran de las
penumbras de la niebla de la mundanidad; no se dejen corromper por el
materialismo trivial ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de
la mesa; no pongan su confianza en los ‘carros y caballos’ de los faraones
actuales, porque nuestra fuerza es la ‘columna de fuego’ que rompe dividiendo
en dos las marejadas del mar, sin hacer grande rumor”.
Al
día siguiente –el día 14–, Bergoglio visitó el seminario de Ecatepec y convivió
con sus seminaristas.
Hubo
un momento en el que fue al libro de honor de esa casa de estudios y, de puño y
letra, les escribió un mensaje a los seminaristas pidiéndoles que no se
conviertan en “clérigos de Estado”.
Les
escribió textualmente: “Que todos los que en esta casa se preparan al
presbiterado tengan presente siempre a Jesucristo, el Señor, y a su Madre
Santísima. Que ellos los preparen para ser pastores del pueblo fiel en Dios y
no ‘clérigos de Estado’. Francisco”.
Respuesta
airada
Los
obispos mexicanos soportaron calladamente las duras reprimendas papales. El
único que protestó fue el cardenal Norberto Rivera Carrera, al sostener que
Bergoglio golpeó injustamente al episcopado mexicano porque alguien –una “mano
de la discordia”– lo “mal aconsejó”.
El
pasado domingo 6 el semanario de su arquidiócesis, Desde la fe, publicó un
editorial donde elogia el desempeño del episcopado porque contribuye a que 81%
de la población mexicana profese la fe católica, combate eficazmente a las
iglesias protestantes de tintes carismáticos y es cercano al “pueblo sometido
por la cultura de la muerte y el descarte”.
Titulado
Un episcopado a la altura, el editorial refuta al Papa señalando que, muy al
contrario, “los obispos mexicanos han venido acompañando al pueblo sufriente y
apaleado, haciendo una vida de entrega al prójimo y no de ‘príncipes’ sin
contacto con el rebaño”.
Desde
la fe se pregunta: “¿Tiene el Papa alguna razón para regañar a los obispos
mexicanos?”. Y responde señalando que “existe la mano de la discordia” que “mal
aconsejó al Papa” para que los golpeara injustamente. Pero no dice quién o
quiénes fueron estos malos consejeros.
Esta
sorpresiva postura del cardenal Rivera –a través de su semanario– causó revuelo
incluso en la prensa italiana y del Vaticano, pues tuvo el atrevimiento de
criticar el discurso del Papa y además de lanzar ataques embozados contra
quienes supuestamente lo mal aconsejaron.
Aquí
en México, en su artículo La arquidiócesis de México refuta a Francisco,
publicado el miércoles 9 en el diario La Jornada, el analista Bernardo Barranco
aseguró: “Para muchos obispos el severo mensaje del Papa tenía dedicatoria a
Norberto Rivera y su debilitado grupo”. Y señala que quien “mal aconsejó” al
Papa –según Desde la fe– “no puede ser otro que el nuncio apostólico en México,
Christophe Pierre, apoyado por Eugenio Lira Rugarcía, secretario de la
Conferencia del Episcopado Mexicano, quienes fueron los actores claves que
condujeron la organización de la visita de Francisco a México”.
Comenta
Soriano: “El cardenal Rivera es quien mejor representa a la generación de
obispos conservadores promovidos por Prigione y aliados al poder. Y en los
últimos meses su semanario Desde la fe está desatado; rompió con todas las
formas tradicionales de la prensa eclesiástica al lanzar ataques aquí y allá,
creo que con la intención de influir en la designación del nuevo arzobispo de
México, ya que Rivera está por jubilarse”.
El
pasado 31 de enero, días antes de que llegara el Papa, Desde la fe escribió un
editorial en el que calificó a Michoacán como un estado “violento y sometido
por el crimen y la anarquía”. Esto molestó muchísimo al cardenal Alberto Suárez
Inda, arzobispo de Morelia, quien aseguró que el semanario del cardenal Rivera
es “sensacionalista” y “amarillista”. Y agregó despectivo: “Desde la fe no es
un órgano de la Iglesia nacional, es una revista local del DF”. Este pleito
cupular entre dos cardenales fue el preámbulo a la pasada visita papal (Proceso
2050).
Mientras
que el investigador Elio Masferrer Kan ha venido insistiendo en que el rijoso
cardenal “es en México el más destacado representante de la llamada teología de
la prosperidad, u opción preferencial por los ricos, muy impulsada por los
Legionarios de Cristo”.
En
efecto, son de sobra conocidos los vínculos del cardenal Rivera con los
poderosos “faraones” actuales. Convive con ellos en actos públicos y privados y
se apoyan con favores mutuos. Todavía el pasado sábado 12 asistió a la fiesta
de cumpleaños del panista Diego Fernández de Cevallos, celebrada en la
exhacienda La Barranca. Ahí el cardenal convivió con sus amigos los empresarios
Carlos Slim y Olegario Vázquez Raña, con los expresidentes Carlos Salinas y
Felipe Calderón, y otros empresarios y políticos.
Así,
en medio de pugnas internas, de distanciamiento y de actos de rebeldía hacia el
Papa, se realizarán las próximas elecciones de la CEM, en las que votarán
alrededor de 120 obispos en funciones, tanto titulares como auxiliares, quienes
elegirán a sus tres directivos principales y también a algunos encargados de
las ocho comisiones del episcopado:
Comisión
para la Pastoral Social; Comisión para la Pastoral Profética; Comisión para la
Pastoral Litúrgica; Comisión para Vocaciones y Ministerios; Comisión para la
Familia, Juventud y Laicos; Comisión para el Diálogo Interreligioso y Comunión;
Comisión para la Pastoral de la Comunicación, y Comisión para la Solidaridad
Intraeclesial.
Algunos
esperan a que Francisco pueda cambiar el rumbo de la CEM mediante el
nombramiento de nuevos obispos que sean afines a su línea pastoral, pues
algunos de los actuales ya cumplieron o están a punto de cumplir 75 años, edad
de jubilarse: como los cardenales Suárez Inda y Rivera Carrera; Felipe
Arizmendi, obispo de San Cristóbal de las Casas; Felipe Salazar, de San Juan de
Los Lagos; José Ulises Macías, de Hermosillo; Rafael Romo, de Tijuana; o José
Luis Chávez Botello, de Oaxaca.
Sin
embargo, Francisco está por cumplir 80 años, por lo que se espera que su
pontificado será muy corto y, por lo tanto, ya no tenga tiempo de darle un
viraje al episcopado mexicano.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario