3 ago 2016

El amor no duele/Sylvia Teresa Manríquez.

El amor no duele/Sylvia Teresa Manríquez.
 Viviana sostenía relación de pareja con Luis. En una fiesta departieron y consumieron bebidas alcohólicas. Se suscitó una discusión que pasó a los golpes. Él intentó estrangularla, forcejearon y le asestó un fuerte puñetazo en el mentón; al caer, la mujer se golpeó con un sillón y se desnucó. Cuando la familia avisó a la policía, ésta tardó tanto en llegar que al asesino le sobró tiempo para escapar.
Este es sólo uno de los ejemplos de feminicidios en México, un país en el que más de 34 mil mujeres han sido víctimas de homicidios en los últimos 25 años, según datos contenidos en un estudio elaborado por la Comisión de Feminicidios de la Cámara de Diputados, ONU mujeres, INMUJERES y COLMEX, con cifras de 2013.

El 70% de las mujeres asesinadas en el mundo lo son a manos de sus parejas o ex parejas. Al menos una de cada tres ha sido golpeada, obligada a mantener relaciones sexuales o ha sufrido otra clase de abusos en su vida por parte de alguien que prometió amarla y protegerla.
Beatriz tenía 12 años cuando se enamoró de un hombre mayor que ella. El primer año fue idílico, la hacía sentir como una reina, y al ser tan pequeña no le exigió tener relaciones sexuales, hasta que estuvo próxima a cumplir 13 años. Él le prometió regalarle las hermosas zapatillas que ella tanto deseaba a cambio de tener sexo, pues consideraba que después de un año de novios era tiempo de intimar. A pesar de su miedo ella aceptó pues la convenció de que esa era la demostración máxima del amor que se tenían. La llevó al campo y la obligó a tener sexo. Dio inicio una relación tormentosa, en la que la constante fueron los celos y maltrato, tanto para Beatriz como para su familia y amistades.
La manipulación y control sobre la víctima es tal, que afecta la percepción que la mujer tiene de sí misma, hasta que la hace creer sólo en lo que él dice. Beatriz se alejó de sus seres queridos. Se fue con él para ser víctima de golpes y maltrato de todo tipo.
Si la mujer no sabe cómo salir de ese círculo de violencia ¡Podemos hacer algo quienes estamos cerca? ¿Cómo? Si no sabemos identificar las señales cuando una mujer cercana se encuentra atrapada en una situación de violencia.
Generalmente, familiares y amistades no saben por lo que la mujer está pasando; no sabemos detectar las señales de riesgo para las mujeres, o nos hacemos de la vista gorda.
La violencia de género hace que la mujer esté sometida a inseguridad constante, presenta actitudes que no puede ocultar. Por ejemplo, la movilidad nerviosa del cuerpo, la expresión de la mirada, o las manos temblorosas; hay confusión en la expresión del rostro, y denota ansiedad excesiva.
Otros indicadores de violencia son el aislamiento y la necesidad de dar siempre explicaciones al marido o pareja, aun de las cosas más nimias. Los vecinos pueden detectar ruidos y gritos, que muchas veces son de la mujer, porque el maltratador la insulta en tonos muy bajos para descontrolarla y que sea ella la que grite. O por el contrario él le da una golpiza y a la mujer no se le oye. A veces, ni ellas mismas se oyen pues su mente olvida o anula el maltrato; aún más
grave, lo vuelven parte de su vida cotidiana. Además, la vergüenza al reconocer lo que se ha llegado a tolerar no permite encontrar salidas a su situación.
Cada vez que leemos o escuchamos del asesinato de una mujer a manos de su pareja o ex pareja nos preguntamos por qué no denunció, algo a veces difícil de comprender por quien no vive en situación de violencia de género. Pero una mujer maltratada, humillada, atemorizada y con la autoestima deshecha solo tendrá miedo por respuesta. Miedo a la venganza del maltratador y miedo a ser juzgada y estigmatizada por quienes tienen la obligación de atenderla cuando se decide a denunciar.
El amor es velar por el bienestar de quien alguna vez nos confió su integridad, física, emocional y mental. Tanto la pareja como autoridades e instituciones responsables de ayudar y solucionar los círculos violentos por los que pasan muchas mujeres de este país.
 Quizá quien lee esto me refute que las instituciones ciertamente no están para brindar amor. Considero que existen para brindar seguridad, protección, apoyo, confianza, cobijo y resguardo. Para acompañar a la mujer en el proceso de sanación física, moral y espiritualmente, durante todo el tiempo que se requiera.
Porque cada mujer tiene derecho a refugiarse en los brazos comprensivos y no represivos de quien ha merecido su entrega y confianza, y tiene derecho a que cuando no sea así se le ayude a salir del círculo que la violenta con el menor daño posible.
Amor es evitar el dolor y la angustia, pasando la voz de como detectar los signos que indican que una mujer cercana a nosotros está siendo violentada. Quizá le salvemos la vida.
Amor es amar, no temer.

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