JESUSA CERVANTES
Revista Proceso No. 1888, 6 de enero de 2013
La misión de la experredista Rosario Robles, dicen quienes la conocen, es precisa:“romper” las bases urbanas que suelen votar por la izquierda y cooptarlas para fortalecer al PRI, partido que suele cosechar muy pocos sufragios en ese sector. Para tal efecto el gobierno de Enrique Peña Nieto desempolvó la idea del salinista Programa Nacional de Solidaridad y también al artífice de ese sector en el salinato y aun en el sexenio de Zedillo: Carlos Rojas, quien vuelve ahora a la palestra en mancuerna con la experredista para administrar el presupuesto de desarrollo social en aras de afianzar la presencia del tricolor en Los Pinos.
Destinada a “cooptar” a operadores políticos de izquierda, Rosario Robles Berlanga,titular de la Secretaría de Desarrollo Social, deberá hacer mancuerna con el“maestro” de la política social salinista, Carlos Rojas Gutiérrez, y cumplir así la encomienda: “Romper” la base urbana de Andrés Manuel López Obrador (sector en el que Enrique Peña Nieto tuvo menos votos) y consolidar al PRI en la Presidencia varias décadas más.
Así resume Manuel Huerta Ladrón de Guevara, diputado federal por el Partido del Trabajo y dirigente social en Veracruz y el Distrito Federal, la misión de Robles, a quien conoce desde que ambos militaron en el maoísmo.
El legislador conoció la manera de trabajar de la nueva secretaria de Desarrollo Social y lo que aprendió cuando organizó las Brigadas del Sol creadas por López Obrador como presidente nacional del PRD y que fueron clave para ganar elecciones estatales.
Huerta también fue testigo de la operación política que puso en juego Carlos Salinas de Gortari para revertir tendencias electorales en zonas cardenistas como La Laguna, donde el priista perdió en 1988.
En esa época, recuerda, Salinas tuvo a dos operadores que usaron la política social con fines electorales: Carlos Rojas Gutiérrez y Javier Guerrero García,dos personajes que reaparecen en la administración pública y quienes serán sostén de la conversa Robles para lograr sus fines.
Como lo hizo Salinas con su programa estrella, el Pronasol –del que se hizo cargo Carlos Rojas, quien recurrió a cuadros de la izquierda para hacerlo funcionar desde la sociedad y crear nuevos líderes en las comunidades–, el gobierno de Peña Nieto intenta reeditar la estrategia con la mancuerna Robles-Rojas.
Incluso un mes antes de que la exmaoísta, exsindicalista y experredista fuera anunciada como titular de la Sedesol, Rojas reunió en un restaurante del centro de la Ciudad de México a cerca de 40 personas que laboraron con él en esa misma secretaría en los tiempos del salinato y también en el sexenio de Ernesto Zedillo.
Días después Rojas y su equipo realizaron un diagnóstico de los problemas sociales del país y se lo hicieron llegar a Robles. Ese trabajo los vinculó tanto que incluso la que durante años fue secretaria de Rojas, Adriana González Maíz, se convirtió durante el periodo de transición en secretaria particular de la experredista.
El punto neurálgico sobre el cual se enfocaría la política social del gobierno peñista, según revelaron integrantes del equipo de trabajo, serían las zonas metropolitanas, precisamente donde López Obrador tuvo más votos que Peña Nieto y lugares en los que el PRI no pudo penetrar.
Robles hizo suyos los dos puntos centrales del equipo del extitular de la Sedesol: la política regional (en zonas conurbadas o metropolitanas) y atender la parte productiva para evitar la dispersión de esfuerzos y darles rumbo.
Así, la política social del salinismo se actualizó y fue asumida por Robles.
En el origen, el maoísmo
Aunque a diversos grupos priistas les molestó que una experredista fuera la titular de la Sedesol –comentaron a Proceso cuadros del PRI–, también aceptaron que “es una pieza netamente salinista”. Huerta Ladrón de Guevara comparte la apreciación y recuerda que fue justamente ese tipo de personajes de los que se valió Salinas para echar a andar el Pronasol.“Son los líderes de izquierda quienes han hecho trabajo político con la gente y conocen sus necesidades”.
Como ejemplo está Miguel Lanz, colaborador cercano de Carlos Rojas en la Sedesol, quien en los setenta fue militante de la maoísta Liga Espartaco y en 1992 ingresó al Pronasol como director de Apoyos Productivos para luego ocupar otra rama estrella de dicho programa: la Dirección de Organizaciones Sociales del Fondo Nacional de Apoyo para Empresas Sociales (Fonaes).
“Esta es la resalinización de la política social y el método es el mismo; por eso él (Carlos Salinas) impone a su pieza, que es Rosario Robles. ¿Quién mejor que la socia de Carlos Ahumada y con quien llevó a cabo el ya conocido y aceptado complot contra López Obrador?”, considera Huerta.
Además de este episodio la titular de la Sedesol tiene en su haber político ser un fruto más del germen plantado por Adolfo Orive Bellinger. Éste, formado en las aulas de París y discípulo del marxista Charles Bettelheim, regresó a México en 1968 y empezó a hacer trabajo de base en las zonas rurales y en los cinturones de miseria urbanos. Formó a gente como Hugo Andrés Araujo y Raúl Salinas de Gortari, entre otros. Creó la llamada Política Polar, que luego se dividió.
Una de las corrientes –y donde ya no participaba Orive– fue la Organización de Izquierda Revolucionaria-Línea de Masas. En Nuevo León el representante era Alberto Anaya, en Zacatecas José Narro, en Durango Gonzalo Yáñez y en el Distrito Federal Saúl Escobar, Julio Moguel, Luis Hernández, Armando Quintero y Rosario Robles, narra Gabino Martínez Guzmán en su libro CDP: el poder del pueblo.
A su vez estos maoístas se dividieron: Unos crearon el Partido del Trabajo y otros se fueron al PRD. En este último grupo quedaron Robles y el hoy diputado federal Manuel Huerta.
En entrevista con Proceso, Huerta recuerda que cuando López Obrador fue presidente del PRD concibió las llamadas Brigadas del Sol, que echó a andar Robles y gracias a las cuales se ganaron elecciones en algunos estados. “Ella conoce las necesidades de la gente, tiene el mapa de las zonas más necesitadas, pero sobre todo conoce a quienes hicieron trabajo político en esas zonas”.
Las Brigadas del Sol iban casa por casa, convencían de la propuesta política, reclutaban a la gente, la organizaban y luego tenían a mujeres y jóvenes como representantes seccionales.
“Ahora el PRI, Peña Nieto, perdió en las zonas urbanas; ahí ganó López Obrador y van por la base social de nosotros. Ahí quieren entrar. Desean tener el control territorial y hacer bases de apoyo; para ello usan un modelo similar al del Pronasol y por ello tienen a este tipo de personajes de la política como Rosario y Carlos Rojas”, apunta Huerta.
“El trabajo de Rosario será señalar quiénes son los que han hecho trabajo social; luego cooptarlos para usarlos como alfiles que deberán trabajar con la ciudadanía en zonas focalizadas, en territorio de la oposición”, añade.
En su papel clave en el grupo de transición, Robles formó equipo de trabajo con personajes de la izquierda y con gente de Rojas.
Así, tuvo a los rojistas Eduardo de la Vega, Adriana González Maíz, Omar Garfias, Rogelio Vizcaíno, Pedro Uranga y Javier Guerrero García. Además, Ramón Sosamontes, Jaime Martínez Veloz, Patricia Olamendi y René Arce. También participó en las reuniones de diagnóstico Mario Luis Fuentes.
Si Robles conoce al enemigo –la oposición de izquierda–, el equipo de Rojas sabe cómo operar los programas sociales. Por ende la experredista ubicó a dos piezas“rojistas”: como su secretario técnico, Omar Garfias, y en la Subsecretaría de Desarrollo Urbano, Javier Guerrero García.
Guerrero García, originario de La Laguna, fue el encargado de operar para el PRI y recuperar su municipio, San Pedro de las Colonias, con el apoyo de los programas sociales de la Sedesol. Cuando Hugo Andrés Araujo (viejo discípulo de Orive) fue secretario del sector campesino priista tuvo como tesorero al coahuilense, amigo de Guerrero y también exmaoísta Salvador Hernández Vélez.
“Como se puede apreciar”, comenta Huerta, “Guerrero es pieza clave y puente entre viejos líderes de la izquierda; pero él sí ha operado programas sociales”.
Desarrollo Urbano y Fonaes, piezas clave
Aunque en el diagnóstico entregado a Robles son cuatro los puntos base –ordenamiento territorial y desarrollo sustentable, alternativas para el empleo y la producción, desarrollo regional y asistencia social–, los dos primeros son los más importantes, y justamente la operación y recursos de uno y otro están en manos de Guerrero y Rojas.
En el primero, según el documento, “se inscriben los programas de Sedesol vinculados a desarrollo urbano, regularización de la tenencia de la tierra, espacios públicos, centros históricos, entre otros… habría que agregarle las 50 zonas metropolitanas que existen en el país”.
Tales zonas, comenta Huerta, son justamente las urbanas.
En el sexenio de Salinas las grandes áreas metropolitanas apenas eran cuatro, de ahí que su atención no fuera prioritaria pues la población estaba mayormente en zonas rurales. De acuerdo con el censo de 2010 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 78% de la población ya vive en zonas urbanas.
El diagnóstico que se entregó a Robles establece que para dichas zonas “además del presupuesto de Sedesol habría que transferirle el manejo de los fondos metropolitanos del ramo 23, que este año son superiores a los 8 mil millones de pesos”.
De acuerdo con el proyecto de presupuesto para 2013, a la Subsecretaría de Desarrollo Urbano –que se encargaría de estas 50 zonas metropolitanas– le destinarán 28 mil 600 millones de pesos; pero además hay otro rubro que está en la Secretaría de Hacienda, que tiene que ver con la construcción de vivienda y cuenta con 6 mil millones de pesos más.
Rojas tendrá a su cargo en el Fonaes lo que llaman en su diagnóstico “alternativas para el empleo y la producción”. Durante el sexenio de Vicente Fox, el Fonaes, pieza clave del andamiaje del Pronasol y creado por el propio Rojas, fue movido de la Sedesol a la Secretaría de Economía, restándole fuerza operativa.
Ahora, según el diagnóstico de Rojas, para que se logre el objetivo se tiene que crear el Instituto de Economía Social y Solidaria “que agrupará los programas del Fonaes, Opciones Productivas de la Sedesol, el Pesa de la Secretaría de Agricultura y Empleo Rural de la Secretaría de la Reforma Agraria. Se establecería un solo paquete de reglas de operación y se facilitarían proyectos para jóvenes, campesinos e indígenas. Nada regalado”.
Es decir, todos los recursos se canalizarían al citado instituto y desde ahí se podría hacer la mancuerna con el área de urbanización para dar a la gente apoyos para programas productivos. Es, en opinión de Huerta, otra manera de cooptar y romper con bases sociales en zonas urbanas.
Las dos áreas antes mencionadas serían las “operativas”, a cargo de gente que estuvo en el sexenio de Salinas, en tanto que el resto de subsecretarías y direcciones fungirán como cuña que vigilará el trabajo de esas dos y el de la propia Robles, considera Huerta.
Sin embargo, Peña Nieto no la dejó libre ni independiente. Le impuso, como cuñas, a gente de Atlacomulco e Hidalgo.
En la Subsecretaría de Desarrollo Social está el peñista Ernesto Nemer, extitular de la Secretaría de Desarrollo Social del Estado de México; la salinista y exdirectora de Obras Públicas en el gobierno de Hidalgo de Miguel Ángel Osorio Chong, Paula Angélica Hernández como directora de Oportunidades; el exsecretario de Desarrollo Social de Puebla, Juan Carlos Lastiri Quirós como subsecretario de Prospectiva; el exsecretario particular de Peña Nieto, el atlacomulquense Héctor Eduardo Velasco, como director de Diconsa; y en Liconsa, uno de los operadores políticos del oaxaqueño Ulises Ruiz y “golpeador” de Peña Nieto en la campaña, Héctor Pablo Ramírez Puga Leyva.
También están la mexiquense Liliana Romero Medina en Fonart; la también excolaboradora de Peña Nieto en el Estado de México, María Angélica Luna, en el Instituto Nacional de Desarrollo Social, y en el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores quedó Aracely Escalante Jasso, del grupo político de Peña Nieto.
Robles sólo pudo colocar a su amigo Emilio Zebadúa como oficial mayor y a Evangélica Villalpando como abogada general de la secretaría.
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