Zacatecas, tierra de nadie...
y de cadáveres
Reportaje sin firma.
LA REDACCIÓN
Revista Proceso No. 1888, 6 de enero de 2013-
Mermadas,
sin el control de las principales ciudades y con nulo espíritu de colaboración,
las fuerzas federales en Zacatecas muestran su vulnerabilidad y, peor, son
acusadas de actuar contra los civiles. Pese al cambio de año y de gobierno, el
Cártel del Golfo y Los Zetas se dan el lujo de confrontarse como si estuvieran
solos e incluso levantan a soldados o intimidan a los marinos..
ZACATECAS,
Zac.- En la víspera del Año Nuevo, la ciudad de Fresnillo, aquejada por una ola
de violencia, sufrió varios bloqueos de calles con vehículos arrebatados a los
civiles o tomados “en préstamo” de la central de autobuses y la dirección
municipal de Protección Civil.
También
ellos agredieron a los civiles para “protegerse”. Obligaron a los propietarios
y conductores de 24 vehículos a apearse y con los automotores cerraron la
circulación al poniente de Fresnillo durante más de 12 horas, de las 20:30
horas del 31 de diciembre hasta las 9:30 del 1 de enero, afectando varios
puntos y cruceros el bulevar Paseo del Mineral (es decir, la carretera federal
45 México-Ciudad Juárez, que atraviesa toda la ciudad), la avenida Prolongación
Manuel M. Ponce y las calles Loma Larga, Camelias y Toma de Zacatecas, entre
otras.
Los
marinos volvieron a montar estas barricadas a las 20:00 horas del martes 1 y
las levantaron al amanecer. Y al mediodía del miércoles 2 volvieron a bloquear
las calles, aunque más discretamente.
Esa
fue su reacción ante los informes de personal del Ejército y de la Secretaría
de Seguridad Pública del estado sobre una supuesta movilización de decenas de
pistoleros de Los Zetas para rescatar a 18 sospechosos detenidos en una casa de
seguridad el mediodía del 31 de diciembre, en la colonia Francisco Villa. Los
mantenían arraigados en el gimnasio Solidaridad, donde el pelotón de marinos
tiene su cuartel temporal.
El
ataque masivo de Los Zetas no llegó, pero confirmó la nula confianza y la
ausencia de colaboración entre las fuerzas federales desplegadas en la ciudad.
A kilómetro y medio del gimnasio Solidaridad, sobre la carretera
Fresnillo-Enrique Estrada, está la comandancia de la Policía Federal Preventiva
división Caminos, y a cuatro kilómetros, la base militar con 600 soldados del
97 batallón de infantería, cuyas instalaciones inauguró el pasado 8 de
septiembre el entonces secretario de la Defensa, Guillermo Galván.
–¿Por
qué los marinos no pidieron apoyo a la base militar? –pregunta Proceso a un
oficial del Ejército.
–Bueno,
cada quien trabaja por su lado –responde, a condición de que no se publique su
nombre–. Ellos a veces piden apoyo al Ejército en Fresnillo para montar un
cordón de seguridad al efectuar un operativo concreto y acudimos a resguardar
los alrededores, pero no intervenimos con ellos porque todas sus operaciones
son encubiertas. No nos informan nada, ni nosotros a ellos.
–Los
bloqueos que realizaron los marinos son insólitos. ¿Cómo interpretan ustedes
esa acción?
–Bueno,
los delincuentes, los narcotraficantes, montan bloqueos, pero nosotros los
militares montamos barricadas y eso no es algo nuevo.
Las
acciones de la Marina en estos operativos de protección se realizaron tras una
infranqueable barrera de silencio.
Desconfianza
Desde
el primer mes de gobierno de Enrique Peña Nieto, Zacatecas padece una nueva ola
de violencia. Tan sólo en Fresnillo, los últimos ocho días de 2012 fueron de
batalla para los pistoleros del Cártel del Golfo y de Los Zetas.
Ya
desde el 1 de diciembre, mientras Peña tomaba posesión como presidente en la
Ciudad de México, en Zacatecas un grupo de sicarios del Cártel del Golfo
ejecutó a plena luz del día y con armas largas a cinco presuntos zetas; los
maniataron y fusilaron en solares urbanos del ejido La Escondida, muy cerca de
la delegación local de la Procuraduría General de la República.
Se
desató así una sucesión de ejecuciones y enfrentamientos entre grupos
criminales y de éstos contra la Marina, el Ejército y la Policía Federal, y en
todo el estado se han encontrado cadáveres de hombres y de mujeres con señales
de que fueron ejecutados, por lo que las autoridades y algunos medios de comunicación
asumen, sin pruebas, que estaban involucrados en el narco.
Según
cálculos extraoficiales, entre el 1 de diciembre y el 2 de enero alrededor de
80 personas han muerto violentamente en la entidad, incluyendo a dos soldados.
Todo esto sin contar los levantones y desapariciones forzadas de al menos otros
20 civiles y cuatro militares.
Familiares
de las víctimas reportan la desaparición de sus familiares por teléfono a los
medios de comunicación o al sistema de emergencias 066, pero lo hacen en forma
anónima y no formalizan su denuncia ante la Procuraduría General de Justicia
del Estado por desconfianza. La Marina, el Ejército y la Policía Federal han
sido acusados públicamente de la desaparición de algunos detenidos.
Dos
reporteros de Fresnillo comentan que de la información que han recabado se
desprende que la violencia se recrudeció cuando llegaron a Zacatecas pistoleros
de los Caballeros Templarios, supuestamente para apoyar al Cártel del Golfo en
su pugna contra Los Zetas.
Uno
de ellos relata que el 15 de diciembre, al pasar por Estación San José –una
población ubicada cinco kilómetros al oriente de Fresnillo–, una patrulla de la
Policía Federal Preventiva división Caminos fue atacada por pistoleros, que en
tres camionetas “corretearon a los policías federales hasta su base, en la
salida a Zacatecas, y todavía afuera de sus instalaciones les siguieron
disparando”.
El
31 de diciembre los marinos localizaron a los agresores de los federales en una
casa de seguridad del mismo poblado. Detuvieron ahí a 12 menores y seis
adultos. Esos son los 18 presuntos zetas a quienes los popeyes tenían
encerrados en su cuartel temporal. La zozobra de los efectivos de la Marina es
comprensible: de más de 300 que llegaron a Fresnillo, sólo quedan unos 25; el
resto fue trasladado a otras localidades.
Otro
periodista local conoce una versión sobre el levantón contra los cuatro
soldados que la comandancia del Ejército reconoce como desaparecidos: “Aquí se
sabe que esos soldados acudieron dos veces, cuando se encontraban francos (en
su día de descanso), a la zona de tolerancia a embriagarse y tener servicio de
las prostitutas sin pagarles. La tercera ocasión que volvieron al lugar ya los
estaban esperando Los Zetas y los levantaron. Siguen desaparecidos.
“No
hay control ni de los militares ni de la Policía Federal, y los únicos que
están haciendo la chamba son los de la Marina, por eso hicieron los bloqueos,
aunque la verdad sí expusieron a los civiles, porque saben que no tienen
apoyo.”
Atrapados
en la guerra
En
la mañana del 9 de diciembre aparecieron en puentes viales y peatonales de la
capital zacatecana y del municipio conurbado de Guadalupe, igual que en otras
12 poblaciones, grandes carteles en que el Cártel del Golfo pedía apoyo a la
población “en la guerra contra los Z”.
En
las superficies plastificadas, los narcos aseguraban: “Existen cientos de
hombres zacatecanos que están luchando para que el estado vuelva a ser un
pueblo mágico”. Y seguían:
“Al
pueblo zacatecano gracias por el apoyo que nos han brindado a lo largo de esta
lucha contra nuestros enemigos los Z. Queremos que el apoyo siga pues la lucha
no ha terminado. Repetimos, la guerra está lejos de acabarse pero estamos
dispuestos a luchar el tiempo que sea necesario”. Al final, el obligado o
irónico: “Feliz Navidad”.
Y
la Navidad fue todo, menos feliz. Entre el 24 y el 27 de diciembre murieron al
menos 24 personas en hechos que las autoridades vincularon con la disputa entre
los cárteles.
Entre
los muertos figuran una hermana y dos sobrinos de Arturo Zubia Fernández,
presidente municipal de Camargo, Chihuahua. Fueron secuestrados en Fresnillo
por un comando armado y murieron al accidentarse el vehículo en que eran
transportados por sus captores a una casa de seguridad.
Dos
hombres armados interceptaron el vehículo de la familia, que se dirigía a
Camargo, lo abordaron y lo condujeron hacia el norte, por la autopista a Río
Grande, se supone que a una casa de seguridad. Aproximadamente a 24 kilómetros
de Fresnillo, el exceso de velocidad provocó que el auto se estrellara contra
la tolva de un tráiler.
Con
el impacto murieron Yolanda Zubia Fernández, hermana del alcalde de Camargo, y
sus hijos Brenda y Luis Alfredo, de 34 y 14 años respectivamente. Quedó
gravemente lesionado el padre de la familia, José Pedro Ordaz Porras, de 60.
También perecieron los dos presuntos plagiarios, de entre 23 y 25 años.
Y
la mañana del 26 de diciembre la procuraduría estatal informó que se
localizaron siete cadáveres –cinco mujeres y dos hombres– junto a cuatro
camionetas baleadas, en un camino vecinal del Campo Menonita 3, en el municipio
de Miguel Auza.
El
jueves 27 de diciembre en un pozo ubicado al poniente de la comunidad de
Sauceda de la Borda, al poniente de la ciudad de Guadalupe, la policía
ministerial localizó los cadáveres de tres jóvenes, ejecutados, flotando sobre
el agua.
Y
el martes 2 de enero, 12 presuntos delincuentes murieron tras enfrentarse
contra militares, con armas de grueso calibre en el municipio de Sombrerete. En
este ataque también perecieron dos soldados.
Habitantes de las ciudades,
pueblos y rancherías de los municipios de Fresnillo, Loreto, Jerez, Guadalupe,
Saín Alto, Río Grande, Ojocaliente, Pánfilo Natera, Valparaíso, Sombrerete,
Miguel Auza, Pinos, Nieves, Calera, Villa de Cos, Valparaíso y Zacatecas experimentan
cotidianamente el horror en forma de tableteo de fusiles AK-47 y AR-15,
disparos de pistolas y detonaciones de granadas de fragmentación.
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