Sobre
el dinero/Abraham Skorka,
ABC
| 17 de marzo de 2013
Siendo
arzobispo de Buenos Aires, el hoy Papa Francisco mantuvo largas conversaciones
con su gran amigo el rabino Abraham Skorka, director del Seminario Rabínico
Latinoamericano. Aquel diálogo —que abordaba asuntos teológicos, económicos,
sociales y políticos— ve ahora la luz en un libro, “Sobre el Cielo y la Tierra
(Debate), que ofrece un compendio del pensamiento del nuevo Pastor de la
Iglesia. ABC lleva hoy a su tercera la prepublicación de uno de sus acpítulos.
Bergoglio:
El cristianismo condena con la misma fuerza tanto al comunismo como al
capitalismo salvaje. Existe una propiedad privada, pero con la obligación de
socializarla en parámetros justos. Un ejemplo claro de lo que sucede es lo que
pasa con el dinero que fuga al exterior. El dinero también tiene patria, y
aquel que explota una industria en el país y se lleva el dinero para guardarlo
afuera está pecando. Porque no honra con ese dinero al país que le da la
riqueza, al pueblo que trabaja para generar esa riqueza.
Skorka:
La Biblia presenta un plan económico desarrollado en el libro de Levítico.
Según dice, cada uno tenía su parcela. Si uno no la podía trabajar, la podía
arrendar. Pero la ley trataba de asegurar que cada uno tuviese su propiedad
inalienable que le permitiera tener los medios para vivir con dignidad.
Indudablemente, la experiencia de la historia nos muestra que el hombre necesita
un incentivo para su trabajo. Hay que ver por qué fracasó la Unión Soviética,
amén de que había una clase que seguía manteniéndose en el poder y vivía con
todos los lujos, mientras gran parte de la población vivía en condiciones
paupérrimas. La abolición de la propiedad privada seguramente fue otro de los
factores gravitantes en su fracaso. Hubo un experimento en el siglo XX, muy
exitoso, que fueron los kibutzim, las colonias agrícolas organizadas con el
sistema socialista que fueron una de las columnas vertebrales que permitieron
la creación y el crecimiento del Estado de Israel. Pero hoy en día ya no
representan el eje de la economía israelí y buscan las formas de desarrollo
socioeconómico para su subsistencia. La idea de propiedad privada dentro de una
justa distribución y redistribución de la riqueza parece ser la senda.
Retornamos a la ley, sugerencia de orden social, que propone el Levítico. Por
otra parte, cuando a aquellos que desarrollan los esquemas económicos de una
sociedad lo único que les importa es el «Dios Dinero», el «Dios Consumo», y
dejan de ver al hombre como cuestión última, esencial, se llega al capitalismo
salvaje. En la medida en que el capital sirva para ayudar al hombre, bienvenido
sea, pero, si no, se deben implementar las correcciones necesarias a fin de
diseñar un orden social más justo.
Bergoglio:
De ahí la importancia que tiene entre nosotros el concepto de deuda social. En
todo usufructo, hay que considerar la dimensión de deuda social.
Skorka:
A mis alumnos les enseño a no rendirle pleitesía a aquel que tiene muchas
posesiones y muestra una actitud de soberbia, al que tiene el dinero y piensa
que por ende tiene el poder. Por supuesto, cuando se organiza una comunidad,
para construirla, se necesita de gente pudiente, pero el dinero debe ser bien
habido. No es verdad que el dinero no tiene nombre. Con el dinero manchado de
sangre no se puede construir espiritualidad.
Bergoglio:
Hay un dicho de un predicador de los primeros siglos del cristianismo que dice
que detrás de una gran fortuna siempre hay un crimen. No creo que siempre sea
verdad. Comparto lo que dice, Rabino: algunos creen que por dar una donación
lavan su conciencia. Pero, en el diálogo pastoral, la conciencia se lava de
otra manera. A veces pregunto al que se confiesa si da limosna a los mendigos.
Cuando me dicen que sí, sigo preguntando: «¿Y mira a los ojos al que le da
limosna, le toca la mano?». Y ahí empiezan a enredarse, porque muchos le tiran
la moneda y voltean la cabeza. Son actitudes, gestos. O sos solidario con tu
pueblo o vivís de tu dinero mal habido. Nosotros tenemos el séptimo
mandamiento, no robarás. Está aquel que tiene dinero mal habido y quiere
restituirlo con una obra de beneficencia. Jamás acepto una restitución si no
hay un cambio de conducta, un arrepentimiento que me conste. Si no, lava la
conciencia, pero después sigue la farra. Una vez a un dirigente religioso lo
acusaban de recibir dinero del narcotráfico, y él decía que usaba el dinero
para el bien y no preguntaba de dónde venía. Eso está mal. El dinero manchado
con sangre no se puede aceptar. La relación entre la religión y el dinero nunca
ha sido fácil. Siempre se habla del oro del Vaticano, pero eso es un museo.
También hay que distinguir el museo de la religión. Una religión necesita dinero
para manejar sus obras, y eso se hace a través de instituciones bancarias, no
es ilícito. El tema es el uso que uno hace del dinero que recibe en calidad de
limosna o contribuciones. El balance vaticano es público, siempre da déficit:
lo que entra en donaciones o por visitas a museos va a leprosarios, a escuelas,
a comunidades africanas, asiáticas, americanas.
Skorka:
Crear una institución perfecta, aun religiosa, es imposible. Porque los hombres
son imperfectos. Siempre detrás de un hombre hay conflictos, y hay sacerdotes,
curas, pastores, rabinos que ingresan en las instituciones religiosas por
distintas razones; puede ser para desarrollarse o porque les sirve de
contención, pero en determinados momentos se descarrían. No todos los
eclesiásticos tienen una conducta intachable. Pero eso no debe invalidar la
esencia. Que haya uno descarriado no permite inferir que todo es hipocresía.
Hay que separar la paja del trigo. Lo que pasa es que a la religión se le exige
más porque en su esencia está la moral. Cada hombre que se dice de fe y realiza
actos reñidos con la moral es doblemente culpable, lo mismo que el juez que no
dicta justicia. Porque destruye el concepto de justicia entre sus compatriotas.
Cuando en los años oscuros los que estuvieron a cargo de luchar contra la
guerrilla lo hicieron dejando de lado la justicia y se descarriaron totalmente,
fueron doblemente culpables. Porque el daño que le hicieron a la Argentina es
terrible, amén del que provocaron en el seno de tantas familias. Lo mismo con
un político que hace algo incorrecto, es doblemente culpable. Porque tiene la
obligación de constituirse en un paradigma.
Bergoglio:
Lo peor que le puede pasar a un religioso es una doble vida, sea rabino, cura o
pastor. En una persona común, puede suceder que tenga su hogar acá y su nidito
allá y que no parezca tan condenable, pero en un hombre religioso es
absolutamente condenable. Juan Pablo II fue terminante en eso, con el lío del
Banco Ambrosiano ordenó que se pague todo.
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